La escasez de diésel en Venezuela llegó a su punto más crítico en 2020, en plena pandemia del covid-19. Esto se originó cuando EE.UU. fortaleció sus sanciones contra PDVSA y le prohibió negociar con otros países y empresas del sector para adquirir repuestos e insumos para producir carburantes. Washington también le negó a Caracas la posibilidad de importar e incluso interceptó barcos cargados de combustible que iban al país suramericano.
Todo esto sumó en la ecuación para que Venezuela entrara en un escenario de desabastecimiento generalizado de gasolina y diésel, este último esencial para el transporte de carga pesada que distribuye alimentos, medicinas y otros rubros fundamentales.
Orange Márquez, originario del estado Táchira, estado fronterizo con Colombia y ubicado en los andes venezolanos, es un campesino que maneja su propio camión para vender —en Caracas— vegetales y hortalizas que él mismo siembra y cosecha junto a su familia. Márquez, de 60 años de edad, comenta que acceder al diésel, que es totalmente subsidiado por el Estado, se hace cada vez más difícil.
“A veces no hay, entonces toca buscar a pimpineros [contrabandistas] que te lo venden en el mercado negro muy caro, a 2 o 3 dólares por litro, también me ha tocado comprarle a bachaqueros el diésel que traen por las trincheras desde Colombia (donde cuesta 0,50 centavos de dólar). Así es como resolvemos”. Todo eso encarece la venta de los rubros, dice, aunque asegura que él logra mantener “precios razonables” porque no tiene intermediarios. “Si consiguiera el gasoil como antes, vendería más barato”.
La experiencia de Márquez se repite también en otras regiones como el estado Lara, ubicado al occidente del país y a más de 360 kilómetros de Caracas. Allí las dificultades para poner gasolina subsidiada son aún más extremas, incluso reponer en una estación privada puede ser una hazaña.
Sorelis Hernández, de 37 años, quien se dedica a la fabricación de tortas y utiliza su vehículo para realizar entregas a domicilio, cuenta que en al menos dos ocasiones le ha tocado esperar entre una semana y 17 días para reponer combustible subsidiado.
Para hacer la cola, debe dejar su carro estacionado en la fila que va hacia la gasolinera. Ahí se queda un familiar o conocido, mientras ella realiza las entregas de sus pedidos a pie o en bicicleta. Cuando no puede y para no perder clientela, contrata servicios de delivery.
En la cola se elabora una lista, explica, se entregan números e intercambian los contactos telefónicos para estar informados. En las noches se turnan y definen dos grupos, uno que se queda a cuidar y otro que se va a descansar.
Con esta organización, dice Sorelis, resulta difícil —”aunque sí sucede”— que entren “coleados” (Colados) a la estación pagando sobornos, porque ya conocen los vehículos y siempre se pasa la lista. También, añade, “aparecen personas que revenden sus cupos de gasolina subsidiada a cambio de dólares”.
El ministro de Petróleo, Tareck el Aissami, dijo que las refinerías venezolanas tenían el objetivo de producir el 100 % de la demanda nacional de combustible y dijo que, cuando se alcanzara esa meta, las colas en las gasolineras desaparecerían.
Además, indicó que este año el Ejecutivo invertirá 1.200 millones de dólares para reactivar la industria petrolera, que tiene un potencial de producción de hasta 6 millones de barriles día.
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La escasez de diésel en Venezuela llegó a su punto más crítico en 2020, en plena pandemia del covid-19. Esto se originó cuando EE.UU. fortaleció sus sanciones contra PDVSA y le prohibió negociar con otros países y empresas del sector para adquirir repuestos e insumos para producir carburantes. Washington también le negó a Caracas la posibilidad de importar e incluso interceptó barcos cargados de combustible que iban al país suramericano.
Todo esto sumó en la ecuación para que Venezuela entrara en un escenario de desabastecimiento generalizado de gasolina y diésel, este último esencial para el transporte de carga pesada que distribuye alimentos, medicinas y otros rubros fundamentales.
Orange Márquez, originario del estado Táchira, estado fronterizo con Colombia y ubicado en los andes venezolanos, es un campesino que maneja su propio camión para vender —en Caracas— vegetales y hortalizas que él mismo siembra y cosecha junto a su familia. Márquez, de 60 años de edad, comenta que acceder al diésel, que es totalmente subsidiado por el Estado, se hace cada vez más difícil.
“A veces no hay, entonces toca buscar a pimpineros [contrabandistas] que te lo venden en el mercado negro muy caro, a 2 o 3 dólares por litro, también me ha tocado comprarle a bachaqueros el diésel que traen por las trincheras desde Colombia (donde cuesta 0,50 centavos de dólar). Así es como resolvemos”. Todo eso encarece la venta de los rubros, dice, aunque asegura que él logra mantener “precios razonables” porque no tiene intermediarios. “Si consiguiera el gasoil como antes, vendería más barato”.
La experiencia de Márquez se repite también en otras regiones como el estado Lara, ubicado al occidente del país y a más de 360 kilómetros de Caracas. Allí las dificultades para poner gasolina subsidiada son aún más extremas, incluso reponer en una estación privada puede ser una hazaña.
Sorelis Hernández, de 37 años, quien se dedica a la fabricación de tortas y utiliza su vehículo para realizar entregas a domicilio, cuenta que en al menos dos ocasiones le ha tocado esperar entre una semana y 17 días para reponer combustible subsidiado.
Para hacer la cola, debe dejar su carro estacionado en la fila que va hacia la gasolinera. Ahí se queda un familiar o conocido, mientras ella realiza las entregas de sus pedidos a pie o en bicicleta. Cuando no puede y para no perder clientela, contrata servicios de delivery.
En la cola se elabora una lista, explica, se entregan números e intercambian los contactos telefónicos para estar informados. En las noches se turnan y definen dos grupos, uno que se queda a cuidar y otro que se va a descansar.
Con esta organización, dice Sorelis, resulta difícil —”aunque sí sucede”— que entren “coleados” (Colados) a la estación pagando sobornos, porque ya conocen los vehículos y siempre se pasa la lista. También, añade, “aparecen personas que revenden sus cupos de gasolina subsidiada a cambio de dólares”.
El ministro de Petróleo, Tareck el Aissami, dijo que las refinerías venezolanas tenían el objetivo de producir el 100 % de la demanda nacional de combustible y dijo que, cuando se alcanzara esa meta, las colas en las gasolineras desaparecerían.
Además, indicó que este año el Ejecutivo invertirá 1.200 millones de dólares para reactivar la industria petrolera, que tiene un potencial de producción de hasta 6 millones de barriles día.
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 28, 2021