La Revolución Libertadora, así correctamente denominada, derrocó al Presidente Perón en 1955 y como todo movimiento de adhesión popular se permitió algunos excesos para acusar al derrocado militar y asignarle todos los delitos posibles cometidos durante su mandato.
Había que denunciarlo como asesino y se aprovechó el suicidio de su cuñado, Juan Duarte, hermano de Evita, atribuyéndole la orden de matarlo, una verdadera falacia que el relato le dio trascendencia con la ayuda de la prensa amarilla, como ocurre siempre en estos casos.
Una de las obsesiones de la Revolución Libertadora fue demostrar que Juan Duarte había sido asesinado.
La comisión investigadora Nº 58 fue presidida por Molinari, pero en realidad estaba dirigida por Próspero Germán Fernández Alvariño, conocido como el Capitán Gandhi, maestro normal, que ordenó cortarle un dedo y la cabeza al cadáver, en ocasión de la autopsia.
Durante un tiempo “El Capitán Gandhi” mantuvo la cabeza de Duarte en su oficina para mostrársela a quienes lo visitaban, en un acto de necrofilia antiperonista de la Revolución Libertadora.
Durante uno de los interrogatorios a que fue sometida Fanny Navarro, el Capitán Gandhi mandó traer la cabeza tapada, que descubrió súbitamente ante la actriz. Esta se desvaneció. Jamás pudo recuperarse de ésta y otras sevicias. Anteriormente ya le había formulado preguntas obscena relacionadas con las posiciones sexuales que mantenía durante el acto con su ex amante Juan Duarte.
La investigación fue una parodia llena de irregularidades, falacias, obscenidades y falsificaciones de documentos y era relato corrido en los medios de aquella época.
Aparece en estos días con notable publicidad el libro “Maten a Duarte” de la escritora Catalina De Elía con una pretendida revisión de la historia, como su título lo sugiere.
Señora, usted cumple con su trabajo de periodista investigadora y elije los temas más conflictivos, aquéllos que denominan polémicos y que por supuesto suponen un mayor éxito de venta o un “librazo”, como dijo en su entrevista con La Nación, uno de los tantos medios que utilizó para la difusión de su obra.
En el mismo reportaje usted afirmó: “parto de la hipótesis de que no fue un suicidio y que hubo más de un asesino “
Ahora hago uso de mi derecho a la réplica porque se refiere a un familiar, primo hermano mío, cuya persecución y acoso hace 45 años fue intolerable. Se trata del ex juez Raúl Pizarro Miguens, que fuera un prestigioso magistrado de 27 años de actuación, respetado y admirado en aquellos lejanos años, y que ya fallecido no puede defender su dignidad, asumida en este escrito por mí.
Yo tenía 30 años y recuerdo la inquietud y desasosiego de toda la familia ante una situación de injusticia y de agravio que ponía en dudas la actuación de mi primo por su fallo de suicidio, con la taimada insinuación de que respondía a la necesidad de cubrir a Perón y sus funcionarios.
Fueron casi cuatro años de mentiras, falsificaciones y la opinión de que se trataba de un asesinato sin que se aportaran pruebas del cómo, del por qué, de los sospechosos del crimen inexistente.
Su libro hace renacer las mismas sensaciones sufridas en aquellos aciagos momentos, por lo que me siento obligado a contrarrestar sus efectos.
La Comisión 58 concluyó en 1956 que, tras la máscara de un sumario, pasaba por suicidio lo que había sido un “crimen organizado”, todo esto como una expresión de deseos sin aporte de pruebas. Una parodia, en todo el sentido de la palabra.
Harto de las ofensas y ultrajes sufridos, el Dr, Raúl Pizarro Miguens decidió recurrir a la justicia para que se expidiera sobre su intervención como juez en el suicidio de Juan Duarte. Recayó sobre el juez Franklin Kent y el secretario Aguirre que finalmente en el año 1959, luego de una ímproba tarea, incluido el peritaje realizado, resolvió el caso declarando la normal e imparcial actuación que le cupo, lo que le devolvió la paz que se merecía.
En los considerandos del fallo dispone la publicación del mismo en todos los medios periodísticos, dejando a salvo su buen nombre y honor.
Conocedor de las sutiles prácticas periodísticas el Dr. Pizarro Miguens escribió el libro titulado “La Justicia Nacional Resolvió “El Caso Duarte” para su distribución entre familiares y amigos, trabajo considerado como una excepcional pieza jurídica .
Tengo presente la frase premonitoria de mi primo que años más tarde cobraría un significado notable, y que dedico respetuosamente a la periodista:
“Lógicamente, la imaginación popular no tuvo límites y satisfacía más un homicidio que no un simple suicidio. Es curioso, pero muchas veces cuesta creer en la verdad si ésta no resulta sensacional”. Raúl Pizarro Miguens.
Un corolario de suma importancia que la investigadora no tuvo en cuenta es el Fallo del Tribunal de Honor del Ejército que Juzgó al General Perón el 26 de octubre de 1955, que le adjudicó una gran cantidad de delitos por enriquecimiento, incendio de templos, el Jockey Club y la Casa del Pueblo del Partido socialista, estupro, quema de la bandera, deportación de legisladores, incumplimiento de la Constitución en forma reiterada, pública incitación a la violencia, prisiones ilegales y otros más, pero no figura en ninguno de los considerandos y acusaciones el asesinato a Juan Duarte
Estimada Catalina, le recuerdo que para su profesión una correcta metodología implica comprobar los datos, contrastar los hechos y revisar las distintas versiones antes de publicar un texto. Un periodismo fantasioso con fines comerciales, difiere mucho de un periodismo investigador honesto.
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Por SILVIO PEDRO PIZARRO.
La Revolución Libertadora, así correctamente denominada, derrocó al Presidente Perón en 1955 y como todo movimiento de adhesión popular se permitió algunos excesos para acusar al derrocado militar y asignarle todos los delitos posibles cometidos durante su mandato.
Había que denunciarlo como asesino y se aprovechó el suicidio de su cuñado, Juan Duarte, hermano de Evita, atribuyéndole la orden de matarlo, una verdadera falacia que el relato le dio trascendencia con la ayuda de la prensa amarilla, como ocurre siempre en estos casos.
Una de las obsesiones de la Revolución Libertadora fue demostrar que Juan Duarte había sido asesinado.
La comisión investigadora Nº 58 fue presidida por Molinari, pero en realidad estaba dirigida por Próspero Germán Fernández Alvariño, conocido como el Capitán Gandhi, maestro normal, que ordenó cortarle un dedo y la cabeza al cadáver, en ocasión de la autopsia.
Durante un tiempo “El Capitán Gandhi” mantuvo la cabeza de Duarte en su oficina para mostrársela a quienes lo visitaban, en un acto de necrofilia antiperonista de la Revolución Libertadora.
Durante uno de los interrogatorios a que fue sometida Fanny Navarro, el Capitán Gandhi mandó traer la cabeza tapada, que descubrió súbitamente ante la actriz. Esta se desvaneció. Jamás pudo recuperarse de ésta y otras sevicias. Anteriormente ya le había formulado preguntas obscena relacionadas con las posiciones sexuales que mantenía durante el acto con su ex amante Juan Duarte.
La investigación fue una parodia llena de irregularidades, falacias, obscenidades y falsificaciones de documentos y era relato corrido en los medios de aquella época.
Aparece en estos días con notable publicidad el libro “Maten a Duarte” de la escritora Catalina De Elía con una pretendida revisión de la historia, como su título lo sugiere.
Señora, usted cumple con su trabajo de periodista investigadora y elije los temas más conflictivos, aquéllos que denominan polémicos y que por supuesto suponen un mayor éxito de venta o un “librazo”, como dijo en su entrevista con La Nación, uno de los tantos medios que utilizó para la difusión de su obra.
En el mismo reportaje usted afirmó: “parto de la hipótesis de que no fue un suicidio y que hubo más de un asesino “
Ahora hago uso de mi derecho a la réplica porque se refiere a un familiar, primo hermano mío, cuya persecución y acoso hace 45 años fue intolerable. Se trata del ex juez Raúl Pizarro Miguens, que fuera un prestigioso magistrado de 27 años de actuación, respetado y admirado en aquellos lejanos años, y que ya fallecido no puede defender su dignidad, asumida en este escrito por mí.
Yo tenía 30 años y recuerdo la inquietud y desasosiego de toda la familia ante una situación de injusticia y de agravio que ponía en dudas la actuación de mi primo por su fallo de suicidio, con la taimada insinuación de que respondía a la necesidad de cubrir a Perón y sus funcionarios.
Fueron casi cuatro años de mentiras, falsificaciones y la opinión de que se trataba de un asesinato sin que se aportaran pruebas del cómo, del por qué, de los sospechosos del crimen inexistente.
Su libro hace renacer las mismas sensaciones sufridas en aquellos aciagos momentos, por lo que me siento obligado a contrarrestar sus efectos.
La Comisión 58 concluyó en 1956 que, tras la máscara de un sumario, pasaba por suicidio lo que había sido un “crimen organizado”, todo esto como una expresión de deseos sin aporte de pruebas. Una parodia, en todo el sentido de la palabra.
Harto de las ofensas y ultrajes sufridos, el Dr, Raúl Pizarro Miguens decidió recurrir a la justicia para que se expidiera sobre su intervención como juez en el suicidio de Juan Duarte. Recayó sobre el juez Franklin Kent y el secretario Aguirre que finalmente en el año 1959, luego de una ímproba tarea, incluido el peritaje realizado, resolvió el caso declarando la normal e imparcial actuación que le cupo, lo que le devolvió la paz que se merecía.
En los considerandos del fallo dispone la publicación del mismo en todos los medios periodísticos, dejando a salvo su buen nombre y honor.
Conocedor de las sutiles prácticas periodísticas el Dr. Pizarro Miguens escribió el libro titulado “La Justicia Nacional Resolvió “El Caso Duarte” para su distribución entre familiares y amigos, trabajo considerado como una excepcional pieza jurídica .
Tengo presente la frase premonitoria de mi primo que años más tarde cobraría un significado notable, y que dedico respetuosamente a la periodista:
“Lógicamente, la imaginación popular no tuvo límites y satisfacía más un homicidio que no un simple suicidio. Es curioso, pero muchas veces cuesta creer en la verdad si ésta no resulta sensacional”. Raúl Pizarro Miguens.
Un corolario de suma importancia que la investigadora no tuvo en cuenta es el Fallo del Tribunal de Honor del Ejército que Juzgó al General Perón el 26 de octubre de 1955, que le adjudicó una gran cantidad de delitos por enriquecimiento, incendio de templos, el Jockey Club y la Casa del Pueblo del Partido socialista, estupro, quema de la bandera, deportación de legisladores, incumplimiento de la Constitución en forma reiterada, pública incitación a la violencia, prisiones ilegales y otros más, pero no figura en ninguno de los considerandos y acusaciones el asesinato a Juan Duarte
Estimada Catalina, le recuerdo que para su profesión una correcta metodología implica comprobar los datos, contrastar los hechos y revisar las distintas versiones antes de publicar un texto. Un periodismo fantasioso con fines comerciales, difiere mucho de un periodismo investigador honesto.
Ya he cumplido con mi deber.
SILVIO PEDRO PIZARRO
silviopedropizarro.blogspot.com
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 7, 2020