Como bien sabemos, la confrontación ocurrida en los años 60 y 70 iniciada por el terrorismo internacional y nacional en Latinoamérica y consecuentemente también en Argentina, ha tenido efectos devastadores e irreversibles en muchos aspectos que serían muy largo de enumerar.
Por ello solo me referiré a los estragos producidos en TODAS las instituciones de uniformados, a través de los más de 2500 imputados por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad, que dejó a la vista una gigantesca debilidad hasta hace poco tiempo desconocida. Con casi 20 años de “memoria, verdad y justicia” y “a donde vayan los iremos a buscar” entramos en un imparable “sálvese quien pueda” en el que se naturalizó la mansa aceptación del martirio, abandono y muerte en prisión del camarada caído. Así en las cárceles donde están alojados, cuando se producen los decesos por malas praxis, entiéndase falta de atención médica, todo se limita a un indiferente minuto de silencio o menos, tras lo cual se impone el querer saber que se va a comer y que partido de futbol pasan en la televisión. Del fallecido muy difícilmente se vuelva a hablar más, pese a haber compartido numerosos e ilegales años de “prisión preventiva”, aplicados por corruptos jueces prevaricadores. Habiéndolo vivido en reiteradas oportunidades durante mi permanencia en la Unidad Penitenciaria Federal 31 de Ezeiza, aún hoy me pregunto, qué pasó que todo salió tan mal, porque paralelamente se sigue hablando de camaradería, heroísmo, Patria, bandera celeste y blanca y mil lindezas más, que en la práctica no se dejan ver. Ni hablar de los uniformados en actividad ocupados y preocupados en rendir honores a terroristas encumbrados en el poder que en el pasado asesinaban a nuestra gente y a sus respectivas familias. Sería razonable dejar ese lamentable pasado atrás, pero si no existiera este presente tan vil en el cual como adultos mayores nos están exterminando cobardemente con cárcel y juicios amañados. Esta naturalización y aceptación de los abusos desde los estrados judiciales, donde dominan fiscales y “querellantas” radicalizados/as es sabido por todos, incluyendo a los mismos abogados defensores que rutinariamente tratan de hacer lo que pueden con el muy poco, o ningún, margen legal que tienen. Así nuestro triste final está preestablecido, solo hay que aguardar el inexorable paso del tiempo que “sutilmente” complementa la tarea iniciada por el terrorismo en el siglo pasado, cuando nuestro país vivió los años de plomo, que no debieron existir.
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Por Claudio Kussman.
Como bien sabemos, la confrontación ocurrida en los años 60 y 70 iniciada por el terrorismo internacional y nacional en Latinoamérica y consecuentemente también en Argentina, ha tenido efectos devastadores e irreversibles en muchos aspectos que serían muy largo de enumerar.
[ezcol_1half] [/ezcol_1half] [ezcol_1half_end] [/ezcol_1half_end]Por ello solo me referiré a los estragos producidos en TODAS las instituciones de uniformados, a través de los más de 2500 imputados por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad, que dejó a la vista una gigantesca debilidad hasta hace poco tiempo desconocida. Con casi 20 años de “memoria, verdad y justicia” y “a donde vayan los iremos a buscar” entramos en un imparable “sálvese quien pueda” en el que se naturalizó la mansa aceptación del martirio, abandono y muerte en prisión del camarada caído. Así en las cárceles donde están alojados, cuando se producen los decesos por malas praxis, entiéndase falta de atención médica, todo se limita a un indiferente minuto de silencio o menos, tras lo cual se impone el querer saber que se va a comer y que partido de futbol pasan en la televisión. Del fallecido muy difícilmente se vuelva a hablar más, pese a haber compartido numerosos e ilegales años de “prisión preventiva”, aplicados por corruptos jueces prevaricadores. Habiéndolo vivido en reiteradas oportunidades durante mi permanencia en la Unidad Penitenciaria Federal 31 de Ezeiza, aún hoy me pregunto, qué pasó que todo salió tan mal, porque paralelamente se sigue hablando de camaradería, heroísmo, Patria, bandera celeste y blanca y mil lindezas más, que en la práctica no se dejan ver. Ni hablar de los uniformados en actividad ocupados y preocupados en rendir honores a terroristas encumbrados en el poder que en el pasado asesinaban a nuestra gente y a sus respectivas familias. Sería razonable dejar ese lamentable pasado atrás, pero si no existiera este presente tan vil en el cual como adultos mayores nos están exterminando cobardemente con cárcel y juicios amañados. Esta naturalización y aceptación de los abusos desde los estrados judiciales, donde dominan fiscales y “querellantas” radicalizados/as es sabido por todos, incluyendo a los mismos abogados defensores que rutinariamente tratan de hacer lo que pueden con el muy poco, o ningún, margen legal que tienen. Así nuestro triste final está preestablecido, solo hay que aguardar el inexorable paso del tiempo que “sutilmente” complementa la tarea iniciada por el terrorismo en el siglo pasado, cuando nuestro país vivió los años de plomo, que no debieron existir.
Claudio Kussman
Comisario Mayor (R)
Policía Prov. Buenos Aires
claudio@PrisioneroEnArgentina.com
www.PrisioneroEnArgentina.com
[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]“La indiferencia es el apoyo silencioso a favor de la injusticia”
Jorge González Moore (1974- )