Mi primera vez (… con mi marido)

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  Por Vida Bolt.

Tenía todo calculado: una botella de vino, un guisado que estaría en su punto de perfección, un postre de chocolate, café y un bañador sexy para mí, y me tomé la licencia de adquirir un par de shorts para él para ambos finalizar en el jacuzzi. Todo muy romántico. Detalladamente planeado, magistralmente ejecutado. Se trataba de nuestra primera noche, después de un par de cenas, en donde estaríamos íntimamente juntos.

Oscar y yo nos conocimos a través de amigos en común, pero no nos vimos demasiado entre nuestra primera cita y la segunda. Casi un mes pasó hasta que lo volví a ver, hasta que me invitó a ver una película juntos. Nuestro tercer encuentro fue arreglado por teléfono. Él arribaría a mi casa después de su jornada laboral y yo tenía el día libre, por lo que pude utilizar mi tiempo efectivamente. Consulté con un amigo sobre el mejor vino que se pudiera conseguir y que no costara más de 10 dólares. Una vecina me dio un libro de recetas de cocina y comencé a edificarla de manera artesanal. El deli me proveyó de un postre de excepción. La cafetera solo esperaba que presionara el botón de encendido para comenzar a emanar un aroma invitante. Lavé los trajes de baño e incluso los rocié con perfume. Todo estaba listo, todos los cabos atados, todo bajo control.

Pero…  A veces, si bebo demasiado, me emociono mucho y me quejo de todas y cada una de las cosas profundas, y no profundas. En soledad, debo mantenerme en actividad. Oscar se demoraba y volví sobre mis pasos, a volver a hacerlos. Fui rápidamente a comprar otra botella de vino, volví a calentar el estofado, puse nuevamente el postre en el congelador, arrojé el café al desagüe y preparé uno más fresco, y volví a perfumar las prendas de baño. Repetí esta rutina dos veces más.

Finalmente, Oscar llegó con una botella de vino en sus brazos. Yo no estaba para más vino y mientras cenábamos bebí agua. El guisado estaba un tanto seco, el postre de chocolate, congelado y el café casi quemado. Oscar, con clase, no dijo nada y mi plan siguió su curso. Como un caballero, se calzó el bañador en mi pieza y aguardó a que yo hiciera lo mismo. Una vez en el jacuzzi, Oscar dejó de hablar y solo respondía a mis inquietudes con un intento de sonrisa y movimientos extraños. Unos minutos pasaron hasta que Oscar salió del jacuzzi con celeridad.

“Me estoy quemando!”, aullaba desesperado corriendo alrededor del jacuzzi.

Alcancé a detenerlo en su fuga hacia el baño donde me confesó que sus partes privadas ardían y no por deseo, precisamente. Allí sospeché que -tal vez- había rociado la prenda de perfume un poco más de lo apropiado.

Nuestra primera noche juntos fue realmente intima, en el sentido que tuve un hombre desnudo en mi cama, gritando y mordiendo las almohadas, mientras le aplicaba linimento calmante en sus testículos. ¡La noche que todo hombre sueña!

 

 

 


PrisioneroEnArgentina.com

Noviembre 9, 2021


 

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