Share

 

  Por Gonzalo Sánchez.

Pastor

Misionero

Dr.(HC.Ord./Chp.Br.)

 

Hace muchos años, un atardecer que se grabó en mi memoria, mi esposa la Diaconiza Luciana me hizo una invitación que cambiaría el rumbo de nuestras vidas: subir al morro donde se celebraría un culto de adoración en la Iglesia del Ministerio Vida de la Asamblea de Dios en Angra dos Reis, Rio de Janeiro.

 La idea de escalar esa pendiente extrema me llenaba de nerviosismo y emoción a la vez. No sabía si la adrenalina que sentía era producto del esfuerzo físico de la subida o de la anticipación por lo que me esperaba en la cima.

Con cada paso que daba, mi corazón latía con fuerza, resonando en mi pecho como un tambor. A medida que ascendía, los ecos de la música comenzaban a llegar a mis oídos. Era el coro de las hermanas, cantando con fervor, acompañadas por los instrumentos que los queridos hermanos en Cristo tocaban con alegría y devoción. La melodía de adoración y exaltación a nuestro Señor Jesucristo llenaba el aire, y sentí una oleada de entusiasmo y expectativa.

Al llegar a la cima, el panorama se abrió ante mí, y no solo el paisaje era impresionante, sino también la calidez de la comunidad que me recibió. En ese momento, comprendí que no solo estaba subiendo un morro, sino que estaba ascendiendo hacia una nueva etapa de vida espiritual.

 La energía del lugar, la fe de los presentes y el amor compartido en cada canto me envolvieron de tal manera que supe que estaba donde debía estar.

Desde aquel día, mi participación en el Ministerio Vida se convirtió en un pilar fundamental en mi existencia. He tenido el privilegio de servir y crecer en la fe junto a hermanos y hermanas que comparten la misma pasión por adorar y servir a Dios. Cada culto, cada reunión, cada actividad en la iglesia ha sido una oportunidad para fortalecer mis lazos con la comunidad y profundizar mi relación con el Señor.

Esa primera experiencia en el morro me enseñó que a veces, los caminos más difíciles son los que nos llevan a los lugares más extraordinarios. Y así, mi viaje en la Iglesia Evangélica ha sido una travesía de fe, amor y adoración que nunca olvidaré. Estoy agradecido por cada momento vivido y por cada persona que ha formado parte de esta hermosa historia en el Ministerio Vida.

Ese viaje en la travesía de fe despertó en mí la necesidad extrema que todo verdadero siervo de Cristo Jesús debe desarrollar para vivir plenamente en una vida cristiana. La misión principal es evangelizar, llevar la palabra divina hasta el último rincón de la tierra y dar la vida por la salvación del prójimo. Fue aquella tarde como si un flechazo atravesara mi corazón, despertando en mí esa necesidad de dar todo de mí por los demás.

A partir de ese momento, cada encuentro con personas se convirtió en una oportunidad para compartir el amor de Dios. Las conversaciones cotidianas se transformaron en diálogos profundos sobre la fe, y cada gesto de bondad se sintió como un reflejo de la gracia que he recibido. Comencé a ver a cada individuo no solo como un ser humano, sino como un alma valiosa que merece conocer la esperanza y la redención que se encuentran en Cristo.

El camino no siempre ha sido fácil. He enfrentado rechazos y dudas, pero cada obstáculo ha sido una oportunidad para fortalecer mi fe. La oración se convirtió en mi refugio, donde encontré consuelo y guía en momentos de incertidumbre. La comunidad de creyentes, con su apoyo y aliento, ha sido un pilar fundamental en esta jornada.

Cada día me esfuerzo por vivir de acuerdo con el ejemplo de Jesús, quien dio su vida por amor. He aprendido que la verdadera evangelización no se trata solo de palabras, sino de acciones. Es en el servicio, en la compasión y en la disposición de ayudar al prójimo donde realmente se manifiesta el amor de Cristo.

Así, mi travesía de fe continúa, impulsada por la convicción de que cada pequeño acto de amor puede tener un impacto eterno. Siento que mi misión va más allá de mí mismo; es un llamado a ser luz en un mundo a menudo sumido en la oscuridad. Y con cada paso que doy, me acerco más a la realización de esta hermosa tarea que Dios me ha encomendado.

La misión que emprendí no fue fácil, pero la fe me impulsaba a seguir adelante. Cada día, mientras ascendía por aquellos morros, sentía la necesidad de llevar un mensaje de esperanza a quienes se encontraban atrapados en un mundo de violencia y desesperanza.

Las miradas de los jóvenes, perdidos entre el humo de la marihuana y el estruendo de los disparos de Comando Vermelho, a menudo se encontraban con la mía. En esos momentos, comprendía que no solo estaba llevando las Santas Escrituras, sino también un rayo de luz en medio de la oscuridad.

Los cultos que celebrábamos eran auténticos encuentros con el Espíritu Santo. A pesar de la adversidad, la música resonaba con fuerza y las voces se unían en un clamor de adoración. Algunos, al principio escépticos, comenzaron a abrir sus corazones y a experimentar la transformación que solo la fe puede traer.

El ambiente era tenso, y a veces las balas sonaban cerca, pero en esos momentos de alabanza, la paz reinaba entre nosotros. Era un recordatorio de que, incluso en los lugares más peligrosos, el amor y la gracia de Dios podían prevalecer.

Sabía que mi labor no terminaría ahí. Cada vida que tocaba era un nuevo comienzo, un paso hacia la redención. Y aunque el camino era arduo, la recompensa de ver a aquellos jóvenes encontrar su propósito y su fe era el motor que me mantenía en marcha. La lucha continuaba, pero con cada culto, sentía que estábamos ganando una batalla más en el corazón de aquellos que más lo necesitaban.

Un día un jefe traficante me pregunto: “¿Pastor Ud. no tiene miedo de subir hasta aquí?, respondí: “Le tengo miedo a Jesucristo por lo que puede acontecer conmigo sino intento subir a rescatarte, amén?…. y comenzó el culto.

Cada día estoy más triste porque me han cortado la obra que el Señor me ha encomendado, pienso que quizás nuestro creador me está indicando que esta pronta la partida. La comunidad ha reconocido la labor que el Señor me ordenó y me diplomó por forma, pero está en mi corazón el verdadero reconocimiento que todo Cristiano necesita.

Amén

Baruj Hashem Adonai

 

ALGUNOS RECONOCIMIENTOS RECIBIDOS POR EL SEÑOR GONZALO SÁNCHEZ POR SU LABOR PASTORAL

 

 


PrisioneroEnArgentina.com

Marzo 11, 2025


 

5 1 vote
Article Rating
Subscribe
Notify of
guest
21 Comments
Newest
Oldest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments
21
0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x