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Buenas noticias

Milty, el soldado americano, telefonea desde el Japón.

-Mamá —dice—, soy Milton, ¡tengo buenas noticias! He conocido a una chica japonesa maravillosa y nos hemos casado hoy. Quiero llevarla a casa en cuanto me licencie, mamá, para que os conozcáis.

-Bueno —dice la madre—, tráela, desde luego.

=Oh, magnífico, mamá —dice Milty—, magnífico… sólo que me estaba preguntando…, en tu pequeño departamento ¿dónde dormiremos Ming Toy y yo?

=¿Dónde? —dice la madre—. Pues en la cama ¿en qué otro sitio vas a dormir con tu esposa?

-Pero, entonces, ¿dónde dormirás tú si nosotros dormimos en la cama? ¿Estás segura de que hay sitio, mamá?

=Milty querido, por favor —dice la madre—, todo está bien, no te preocupes, habrá todo el sitio que quieras: en cuanto cuelgue el teléfono voy a suicidarme.

Venganza

Al entrar a mi cuarto de hotel, este sentimiento extraño: durante un viaje de negocios, un hombre llega, sin ninguna idea preconcebida, a una posada en lo salvaje. Y allí el silencio de la naturaleza, la sencillez del cuarto, la lejanía de todo, lo deciden a quedarse permanentemente, a cortar todo lazo con lo que ha sido su vida, y a no enviar a nadie noticias suyas.

Confrontación

“Comienzo por el principio, continúo hasta el final y luego me detengo… No escribo borradores. Escribo la página uno muchas, muchas veces y luego sigo con la página dos. Amontono hoja por hoja, todas y cada una en su estado definitivo”.

El animal favorito del señor K

Cuando se le preguntó cuál era el animal que más le gustaba, el señor K, respondió que el elefante. Y dio las siguientes razones: el elefante reúne la astucia y la fuerza. La suya no es la penosa astucia que basta para eludir una persecución o para obtener una comida, sino la astucia que dispone la fuerza para grandes empresas. Por donde pasa este animal queda una amplia huella. Además, tiene buen carácter, sabe entender la broma. Es un buen amigo, pero también es un buen enemigo. Es muy grande y muy pesado, y, sin embargo, es muy rápido. Su trompa lleva a ese cuerpo enorme los alimentos más pequeños, hasta nueces. Sus orejas son adaptables: sólo oye lo que quiere oír. Alcanza también una edad muy avanzada. Es sociable, y no sólo con los elefantes. En todas partes se le ama y se le teme. Una cierta comicidad hace hasta que se le adore. Tiene una piel muy gruesa; contra ella se quiebra cualquier cuchillo, pero su natural es tierno. Puede ponerse triste. Puede ponerse iracundo. Le gusta bailar. Muere en la espesura. Ama a los niños y a otros animalitos pequeños. Es gris y sólo llama la atención por su masa. No es comestible. Es buen trabajador. Le gusta beber y se pone alegre. Hace algo por el arte: proporciona el marfil.


PrisioneroEnArgentina.com

Junio 12, 2020

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Rumor del cosmos

En el rumor del Cosmos, entre los silbidos de las estrellas que estallan y los crujidos de las galaxias que chocan percibiremos algún día las débiles pulsaciones rítmicas que son la voz de la inteligencia. Entonces descubriremos por primera vez solamente (¡solamente!) que hay en el Universo otras mentes además de las nuestras; más tarde aprenderemos a interpretar esas señales, algunas de las cuales quizás sean portadoras de las imágenes. Serán el equivalente de la imagen telegrafiada o de la televisión. Será muy fácil descifrar su código y reconstruir esas imágenes. Algún día, que quizás no esté lejos, una pantalla de rayos catódicos nos mostrará vistas de otro mundo.

Tormenta en las montañas

Nos alcanzó en una noche tenebrosa antes del cruce de la montaña.
Habíamos salido arrastrándonos de nuestras carpas y esperábamos.
Venía hacia nosotros por encima de la cordillera.

Todo era oscuridad, no se podía discernir el cielo, la tierra, el horizonte. Pero resplandecía el relámpago desgarrador que separaba las tinieblas de la luz. Salían las montañas gigantes Belolakai y Dyugutrurlichat y también los pinos negros de muchos metros casi de la altura de las mismas montañas. Solo por un momento podíamos ver que existía la tierra firme y luego todo era de nuevo tinieblas y abismos.

Los fulgores de los relámpagos se aproximaban, alternaba el brillo con la oscuridad, el resplandor blanco, el resplandor rosado, el resplandor violeta y siempre en los mismos lugares aparecían las montañas y los pinos asombrándonos con su grandeza: cuando desaparecían era difícil creer que existían.

La voz del trueno llenó los desfiladeros y dejó de oírse el rugido constante de los ríos. Cual flechas de Jehová caían los relámpagos en la cordillera y se rompían en serpentinas y chorritos como si se derramaran contra las rocas o bien derribaran y derramaran ahí algo vivo.

Y nosotros… nosotros nos olvidamos de temer al relámpago, al trueno, a la lluvia torrencial y nos tornamos semejantes a una gota del mar que no teme a la tormenta. Nos convertimos en una insignificante y agradecida partícula de este mundo.

De este mundo que hoy volvió a crearse ante nuestros ojos.

Poco interesante

Un patán, Titus Moody, decía vivir en un pueblo costero tan insignificante que, una tarde, la marea se había se había alejado y no había vuelto nunca más.

Parábola

El discípulo hace llegar al sabio que vive perdido en el bosque una petición para ir a verlo. Y el sabio le responde: “Claro, venga… venga a verme”. Sólo que el camino es muy largo. Sin embargo, el discípulo sale. El camino está constantemente sembrado de obstáculos y, seguramente, es el maestro el que los coloca. Pero el discípulo llega al final, supera todos los obstáculos y se presenta ante el maestro; entonces, ambos se encuentran como iguales, como pares. Porque lo que importa, en definitiva, no es el maestro sino el camino.

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