NO SE TRATA SÓLO DE LUCHAR Y SUFRIR

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Por Claudio Valerio.

Godofredo Daireaux fue docente, ganadero,  agricultor, crítico de arte y, además, otras cosas; pero su faceta más notable fue la de escritor. De sus tantas fábulas rescato la siguiente: A pocos metros de distancia una de otra, dos plantas iguales, de dos semillas hermanas, nacieron al mismo tiempo. Una lo hizo al costado de un camino, orillando al mismo, siendo muchas veces cubierta de polvo, otras de lodo y,  en los días de verano, quemada por el sol;  en las noches de invierno era helada por el frío, otras veces  azotada por la lluvia y, también, batida por el viento; no obstante todo esto, creció vivaz, bien verde y saludable. La otra brotó bajo la protección de un techo que por allí estaba, próxima a una pared, por lo que no tuvo que luchar contra el sol que la quemara, ni tampoco contra la lluvia que no la mojaba, ni el viento; apenas sentía un poco de frío durante las largas noches de invierno; y por todo esto, creció descolorida, delgada y endeble… Es que la lucha y el sufrimiento por conservar la vida nos transforma, nos fortalece.

Para todo aquello que a veces en nuestra vida se nos presenta como algo indeseable, doloroso, funesto e inevitable, nos hace adquirir una mayor fortaleza. Lo bueno es encontrar en todas ellas el lado positivo; porque nuestras crisis, angustias y/o pérdidas son tormentas que resultan un buen símbolo para el crecimiento personal y la supervivencia; y también de nuestros fracasos se aprende dándonos un mayor sentido de resiliencia. Hay personas que de una dificultad hacen cimientos a partir de los cuales sean apoyo para un nuevo lanzamiento y hecho con más fuerza que el común de la gente; y es que, ante los límites reales que la vida les presenta, ellas saben transformar su debilidad en fortaleza y las impulsan de tal modo que las destacan entre sus iguales. 

La fortaleza es nuestra capacidad de enfrentar situaciones difíciles y lo mismo para los problemas; se refiere a la habilidad de aprender de esas experiencias negativas que, aunque dolorosas, son necesarias para desarrollar nuestra resistencia. 

«Dar gracias», es un reconocimiento que abarca todo nuestro ser y viene desde lo más hondo del corazón. «Gracias» es una de las primeras palabras que aprendemos y enseñamos desde niños. Que seamos conscientes de que una persona sólo puede realizarse plenamente a sí misma cuando, por encima de todas las cosas, adora y ama a Dios. Y esto presupone un reconocimiento de su presencia en nuestras vidas y de la gran misericordia con la que nos ama… Pero si la persona es arrogante y se considera autosuficiente, no contempla a la gratitud como un elemento ponderable y considera que él no debe nada a nadie. Y esta es una de las facetas a considerar por la humildad. 

Qué bueno resulta considerar que primero hay que ser capaz de descubrir nuestra pequeñez para, posteriormente,  estar agradecidos. Un alma sensible  experimenta la necesidad de manifestar su reconocimiento; y es esto lo único que podemos hacer para responder a los favores recibidos.

El periodista Luis Veuillot en su momento escribió que “hay bendiciones de Dios que entran en casa rompiendo los cristales”.

Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.

Claudio Valerio
© Valerius


PrisioneroEnArgentina.com

Junio 16, 2025


 

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