Se sabe: ubicarse es parte de la construcción del éxito. En estos tiempos que el fútbol acapara el interés, todos los espectadores han refirmado el concepto de que el posicionamiento en el terreno de juego es crucial. Luego la diferencia la hacen el esfuerzo, la disciplina, la habilidad y, obvio, la fortuna. Por eso, la ubicación de la Argentina en la Región y en el mundo es decisiva para tentar un camino resurgente, luego de una larga y penosa cincuentenaria – o más – decadencia.
Muchas veces en este lapso declinante se ha planteado que tenemos que definir “el proyecto de país”. Es la patente confesión de que la caída moral y material del país – que de uno de los seis más fuertes y prometedores devino un siglo después en el insoportable rango de 66°/69°- es consecuencia de que estamos descolocados, que no sabemos quiénes somos, qué queremos y adónde vamos. De tamaño embrollo no puede haber otro resultado que continuar cayendo, vía a la insignificancia.
Ensayamos la ‘tercera posición’, la neutralidad, el retorno a la primera, entonces con otro nombre –‘tercer mundo’ -, ‘occidentales y cristianos’ – con escasa convicción y nula eficacia -, Mercosur – obra sesgada desde el inicio, trabada en su desenvolvimiento y en franca crisis un cuarto de siglo después de gestada -, unionismo sudamericano o ‘patria grande’, una vaporosa vaguedad y un divague fáctico a la luz de las secuelas que se traducen en la nada misma. Ahora es el tiempo de que la región se vuelca a la izquierda más o menos populista, aunque es notable que la mayoría de los gobernantes parecen tener los pies en la tierra y desechan aventuras emisionistas y el distribucionismo irresponsables. Empero, no se privan de internarse en innovaciones como engendrar ‘estados plurinacionales o multiétnicos’ precisamente en nuestra América que había logrado unificar algunos factores identitarios valiosos: idioma –sin perjuicio de la sobrevivencia de las lenguas originarias, al igual que en Europa los llamados dialectos y hablas locales; tierra joven y supuestamente dinámica y emprendedora, integradora de todas las razas – que la realidad mostró que era más ilusoria que tangible; y ámbito de paz – no obstante los conflictos como los de Colombia, Centroamérica, los promovidos por el castrismo, el foquismo y tantos otros dislates propios de la embriaguez presuntamente revolucionaria. Locura que costó mucha sangre y enorme atraso y pobreza.
EE.UU. y Francia son aliados de dos siglos y medio. En una cumbre de sus dos presidentes hace unos días compartieron la alarma ante el renacer del nacionalismo en todo el planeta desarrollado y el emergente, incluidos ellos mismos. Eso fragmenta a Occidente y lo debilita, advirtieron. Se comprometieron a revisar las “fallas” del sobreproteccionismo.
El escenario nos ofrece una oportunidad del tipo bisagra. La Argentina – tan maltrecha anímicamente y tan lábil económicamente – paradojalmente está en el momento preciso para mutar y virar hacia el rumbo de prosperidad que de tan lejano se nos figura como una fantasía. Alimentos, gas, litio, minerales, energía verde, extensiones para fundar nuevas ciudades, aptitud emprendedora, tradición tecnológica – el Invap es el ejemplo y el emblema- y la apuntada desorientación y adolescencia de timoneles en Occidente son innegables elementos que obran en nuestro favor. La condición es que conceptualicemos y ejecutemos consecuentemente un estrategia internacional de la que dimanen políticas internas que apuntalen ese derrotero de reinventarnos como faro de la Región, con destellos que repercuten mucho más allá. Pensemos en varios Bangladesh, pero no sólo por el fútbol.
Es en este contexto lo que intenta suscitar el título. Somos Occidente del Sur. Un impulso para renovar a Occidente desde su interior, poniéndole nuestro sello. Para innovar hay que agregar algo distinto. Ese añadido lo tenemos, pero antes que nada debemos reconocerlo y asumirlo.
Nos hallamos en una época excepcional. Antes se ganaban elecciones prometiendo lo que no se iba a realizar. Hogaño se triunfará diciendo la verdad. Ello incluye a la política internacional. Esta circunstancia es para que nos sintamos orgullosos de ser occidentales del sur. No es ocasión de enmascarar lo que somos o turbarnos por ideologías de la mesa de café nocturno o producto de elucubraciones político-universitarias. La ola de izquierda en nuestra Región pasará porque no tienen ni ideas ni conceptos para impulsar la prosperidad y revertir la pobreza que ha invadido a nuestra América. No aman la Libertad y por eso no podrán abrirse camino. Están en un inexorable extravío. La Argentina occidental del sur, si no enajena la sazón, está en condiciones de ser la vanguardia de una nueva época. Para sí y para toda esta parte del nuevo mundo. Sin aires de grandeza, sólo con visión alta.
La clave es que no nos avergüenza más reconocernos como occidentales. Le añadimos del Sur no para retacear la idea, sino para otorgarle un valor añadido y significante.
En tema económico, en términos de confianza inversionista y riesgo país, los empresarios tienen claro que su inversión de largo plazo depende fundamentalmente de la estabilidad macroeconómica, la seguridad jurídica y la defensa de la propiedad privada, temas que hoy no son lo suficientemente claros para nada, diría por los altos niveles de corrupción, y en especial por el grado de incertidumbre que han ocasionado las marchas y el asomo de las elecciones presidenciales sin candidatos validos o que creen esperanza. En el ámbito social, el panorama es bastante crítico toda vez que 42 de cada 100 argentinos se encuentra en situación de pobreza. Contra eso no hay como.
I don’t see Argentina becoming a superpower ever. A superpower requires to have thousands of nuclear weapons and intercontinental missiles. Very expensive even if we are in 11th place instead of the 21 in the world economies. While Argentina controls de full cycle of nuclear technology from the Uranium mines to enrichment, we have renounced to make them along Brazil in a mutual accord. A superpower needs to be between the 3 largest armies with naval projection around the world and a fleet of long-range bombers. We have neither nor we will. To be a superpower a country needs to be between the 5 largest economies along the previous items. Only the US have them today, and in a few decades China. While Russia lacks the economic one.
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Se sabe: ubicarse es parte de la construcción del éxito. En estos tiempos que el fútbol acapara el interés, todos los espectadores han refirmado el concepto de que el posicionamiento en el terreno de juego es crucial. Luego la diferencia la hacen el esfuerzo, la disciplina, la habilidad y, obvio, la fortuna. Por eso, la ubicación de la Argentina en la Región y en el mundo es decisiva para tentar un camino resurgente, luego de una larga y penosa cincuentenaria – o más – decadencia.
Muchas veces en este lapso declinante se ha planteado que tenemos que definir “el proyecto de país”. Es la patente confesión de que la caída moral y material del país – que de uno de los seis más fuertes y prometedores devino un siglo después en el insoportable rango de 66°/69°- es consecuencia de que estamos descolocados, que no sabemos quiénes somos, qué queremos y adónde vamos. De tamaño embrollo no puede haber otro resultado que continuar cayendo, vía a la insignificancia.
Ensayamos la ‘tercera posición’, la neutralidad, el retorno a la primera, entonces con otro nombre –‘tercer mundo’ -, ‘occidentales y cristianos’ – con escasa
convicción y nula eficacia -, Mercosur – obra sesgada desde el inicio, trabada en su desenvolvimiento y en franca crisis un cuarto de siglo después de gestada -, unionismo sudamericano o ‘patria grande’, una vaporosa vaguedad y un divague fáctico a la luz de las secuelas que se traducen en la nada misma. Ahora es el tiempo de que la región se vuelca a la izquierda más o menos populista, aunque es notable que la mayoría de los gobernantes parecen tener los pies en la tierra y desechan aventuras emisionistas y el distribucionismo irresponsables. Empero, no se privan de internarse en innovaciones como engendrar ‘estados plurinacionales o multiétnicos’ precisamente en nuestra América que había logrado unificar algunos factores identitarios valiosos: idioma –sin perjuicio de la sobrevivencia de las lenguas originarias, al igual que en Europa los llamados dialectos y hablas locales; tierra joven y supuestamente dinámica y emprendedora, integradora de todas las razas – que la realidad mostró que era más ilusoria que tangible; y ámbito de paz – no obstante los conflictos como los de Colombia, Centroamérica, los promovidos por el castrismo, el foquismo y tantos otros dislates propios de la embriaguez presuntamente revolucionaria. Locura que costó mucha sangre y enorme atraso y pobreza.
EE.UU. y Francia son aliados de dos siglos y medio. En una cumbre de sus dos presidentes hace unos días compartieron la alarma ante el renacer del nacionalismo en todo el planeta desarrollado y el emergente, incluidos ellos mismos. Eso fragmenta a Occidente y lo debilita, advirtieron. Se comprometieron a revisar las “fallas” del sobreproteccionismo.
El escenario nos ofrece una oportunidad del tipo bisagra. La Argentina – tan maltrecha anímicamente y tan lábil económicamente – paradojalmente está en el momento preciso para mutar y virar hacia el rumbo de prosperidad que de tan lejano se nos figura como una fantasía. Alimentos, gas, litio, minerales, energía verde, extensiones para fundar nuevas ciudades, aptitud emprendedora, tradición tecnológica – el Invap es el ejemplo y el emblema- y la apuntada desorientación y adolescencia de timoneles en Occidente son innegables elementos que obran en nuestro favor. La condición es que conceptualicemos y ejecutemos consecuentemente un estrategia internacional de la que dimanen políticas internas que apuntalen ese derrotero de reinventarnos como faro de la Región, con destellos que repercuten mucho más allá. Pensemos en varios Bangladesh, pero no sólo por el fútbol.
Es en este contexto lo que intenta suscitar el título. Somos Occidente del Sur. Un impulso para renovar a Occidente desde su interior, poniéndole nuestro sello. Para innovar hay que agregar algo distinto. Ese añadido lo tenemos, pero antes que nada debemos reconocerlo y asumirlo.
Nos hallamos en una época excepcional. Antes se ganaban elecciones prometiendo lo que no se iba a realizar. Hogaño se triunfará diciendo la verdad. Ello incluye a la política internacional. Esta circunstancia es para que nos sintamos orgullosos de ser occidentales del sur. No es ocasión de enmascarar lo que somos o turbarnos por ideologías de la mesa de café nocturno o producto de elucubraciones político-universitarias. La ola de izquierda en nuestra Región pasará porque no tienen ni ideas ni conceptos para impulsar la prosperidad y revertir la pobreza que ha invadido a nuestra América. No aman la Libertad y por eso no podrán abrirse camino. Están en un inexorable extravío. La Argentina occidental del sur, si no enajena la sazón, está en condiciones de ser la vanguardia de una nueva época. Para sí y para toda esta parte del nuevo mundo. Sin aires de grandeza, sólo con visión alta.
La clave es que no nos avergüenza más reconocernos como occidentales. Le añadimos del Sur no para retacear la idea, sino para otorgarle un valor añadido y significante.
*Diputado nacional (JxC).
PrisioneroEnArgentina.com
Enero 27, 2023
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13 thoughts on “OCCIDENTALES DEL SUR”
Pingback: LO MÁS VISTO ☺ Enero 29, 2023 - Prisionero en Argentina
No nos engañemos: Somos sudamericanos
De onda: ¿Cual es el Proyecto-Pais?
En tema económico, en términos de confianza inversionista y riesgo país, los empresarios tienen claro que su inversión de largo plazo depende fundamentalmente de la estabilidad macroeconómica, la seguridad jurídica y la defensa de la propiedad privada, temas que hoy no son lo suficientemente claros para nada, diría por los altos niveles de corrupción, y en especial por el grado de incertidumbre que han ocasionado las marchas y el asomo de las elecciones presidenciales sin candidatos validos o que creen esperanza. En el ámbito social, el panorama es bastante crítico toda vez que 42 de cada 100 argentinos se encuentra en situación de pobreza. Contra eso no hay como.
Regla numero 1 seria que no afanen
Si un politico no promete , no pasa nada
I don’t see Argentina becoming a superpower ever. A superpower requires to have thousands of nuclear weapons and intercontinental missiles. Very expensive even if we are in 11th place instead of the 21 in the world economies. While Argentina controls de full cycle of nuclear technology from the Uranium mines to enrichment, we have renounced to make them along Brazil in a mutual accord. A superpower needs to be between the 3 largest armies with naval projection around the world and a fleet of long-range bombers. We have neither nor we will. To be a superpower a country needs to be between the 5 largest economies along the previous items. Only the US have them today, and in a few decades China. While Russia lacks the economic one.
Si un candidato dice la verdad y lo que se necesita hacer en el pais, no lo vota ni la madre
Cuando Hugo Barrionuev dijo la verdad pensamos que estabamos en frente a un oasis.
nosotros queremos ser sudacas y vamos para atras
Me parece que la oposición no está preparada y que más allá de las declaraciones no tienen equipos para hacerse cargo del país caótico que tenemos .
Dime con quien andes…
Los socios que tenemos son malos como nosotros .