¿Para qué sufrir si soy argentino?

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Casos de Lesa Humanidad

Apuntes para denunciar mostrando el rostro

 

 Por Fabian Kussman

 

En la gran obra del gran Saul Bellow, Herzog, uno de los personajes aplicaba gentilmente un aceite en el vientre embarazado de su esposa argentina, para evitar la generación de estrías, mientras ella miraba agradecida la preocupación de su esposo por el detalle cosmético. Y puede ser que así pensara el protagonista. O se inquietara en el efecto emocional que la visión de los surcos pudiera desplegar en el futuro. Detalles, detalles.

En los mal llamados casos de lesa humanidad, así como en la vida, no se puede ser una dama o un caballero a medias. Lo que funciona, se hace o se dice debe encontrase cercado dentro de un territorio verídico. Es a todo o nada y el riesgo de represalias es muy alto y generalmente resulta en una guerra larga y difícil para el damnificado y para el denunciante, que además debe ser el mismo. Esta batalla probablemente incluirá amenazas, trabas legales, frustraciones y muertes forzadas por la lentitud de los procesos.

La documentación debe comenzar a apilarse, ya que será útil al momento de relatar las penurias de encontrase bajo la balanza de una justicia muy sospechosa de sus actos. Las imágenes, grabaciones telefónicas, documentos, conversaciones, correos electrónicos son importantes y deben tenerse en cuenta cuando sea posible. Nunca puede haber suficiente documentación. Una vez que las autoridades comenzaron la investigación, los documentos tendieron a desaparecer.

A lo largo de cinco años de experiencias personales, una gran mayoría de la gente dirá que la lucha es despareja y el final, asfixiante, porque no hay ganadores. Tienen razón en parte, estoy convencido de ello en parte, pero sin acción, sin respuesta, la gente saldrá olvidada hasta por las mismas familias. Los poderosos se volverán más ricos y poderosos, abusando de sus poderes. A menudo descartamos nuestros pensamientos con las percepciones de otras personas, pero solo uno, o un grupo puede determinar qué llevar adelante.

Nada sucede rápidamente, ya que la aplicación de la justicia es antinatural y anticonstitucional. La realidad es que las cosas también irán mucho más lentamente de lo que uno sospecha. La mejor manera de asegurarse de que las cosas se muevan es accionar, exponer, denunciar y con palabras firmadas. Si se presenta una queja contra un juez o un fiscal, ésta debe tomar notoriedad pública. Entre las paredes del Palacio de justicia, todo se evapora.  En países un tanto más iluminados, el ciudadano puede contactar a su representante local, es decir a su político sin distinción de partido o ideología que operará tras los pasos legales, sorteando el camino de la conveniencia personal. Esta denuncia debe tener un seguimiento persistente al tratar con cada agencia, cada tribunal, cada entidad gubernamental, sin aceptar palabras, golpes de palmas, dar la mano.  

Los medios de comunicación no son una solución. Pueden ayudar, pero hay que convencerlos para que escriban la historia. Muchas veces les puede llevar meses moverse. Los periodistas no quieren ninguna responsabilidad, son una empresa motivada por las ganancias y solo publicarán historias que les den notoriedad o el dulce dólar. Hay medios independientes más abiertos a mostrar la punta del iceberg, pero también es un tema que no les traerá muchos admiradores.

En el departamento de justicia, el enemigo natural, ese juez, ese fiscal, no se expondrá ante las denuncias. Como un escándalo tapa a otro, los denunciantes, los damnificados no son dignos de recibir identidad. Si, los grupos radicales podrán irrumpir y tratar de inventar justicia imponiendo una supuesta revancha. Si la justicia no fue ética para comenzar a fabricar causas alrededor de las personas, no es un gran salto para ella comenzar a mentir después de ser denunciados. Excepto tratar de refutar sus declaraciones, en una voz pequeña que todo ciudadano común tiene, no hay mucho que hacer.

Nadie puede luchar con la pasión que el damnificado tiene y ningún abogado pondrá esfuerzo superior en su lucha, ya que es una norma natural: “Ayúdeme a ayudarle”. Ciertamente su letrado es vital, siempre y cuando el primer consejo no sea: “Mejor callar, por las dudas…” o “Hay que esperar y no hacerlos enojar…”. El abogado no lo puede desangrar, menos aún cuando en las venas corre un rio hirviendo.

Encontrarse abandonado por el Estado consume. Crea arrugas, hace peinar canas, quita el sueño, produce ira. Afecta otras partes de la vida. Pero a veces enfocar energía en el intento resulta en un crecimiento humano insuperable. Saber que se actúa con la verdad, que nadie puede silenciarlo, que no se aceptan debates ya que los enemigos no tienen armas para detenerlo es la diminuta recompensa.

No siempre hay finales felices, casi no existen. Muchos han muerto respirando bocanadas de injusticias sin saber que serán olvidados rápidamente. Quedará señalar en el calendario el último día que esa persona pisó la tierra. Recordamos a José de San Martín en el aniversario de su muerte. Pocos celebran el nacimiento de un hombre que cambiaría los destinos de un país por un momento. ¿Ahora? Ahora volvemos a ser colonia.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Enero 30, 2020


 

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