El último mundial de futbol no solo nos dejó contentos por el resultado deportivo (un oasis en el desierto de la realidad argentina) sino porque se logró de manera contundente -con una sola frase- que Messi se convirtiera en Maradona. El “¿Que Mira’, bobo?” salido de sus labios es tan importante como los goles.
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, o simplemente Bolívar provenía de una de las mejores familias de la alta sociedad de Venezuela. Propietario rural, tuvo un tutor particular, hizo un respetable turismo por Europa, como era costumbre en la nobleza de la época. José Francisco de San Martín y Matorras, San Martín, en cambio, era hijo de un oficial español de origen campesino, que ostentó el grado de teniente. Su madre, también española, era una residente del pueblo de su padre, de economía también limitada, aunque con algunos parientes en la burocracia colonial de Buenos Aires. Tuvo una formación educativa adecuada para su posición y su época, pero sin lujos. San Martín vivió toda su vida de forma austera y de esa manera manejó sus tropas y reguló sus administraciones.
José de San Martín era un militar profesional, idóneo, galardonado por sus grandes logros, y con verdadera y lograda experiencia antes de ofrecer sus servicios a la causa argentina. Bolívar, como muchos otros personajes de la Independencia, tuvo que aprender el oficio sobre la marcha, con el conocido método de ensayo y error. Como resultado de eso, San Martín fue un líder de guerra mucho más competente y eficaz que Bolívar.
Bolívar fue un líder político. Ambicionó y logró pisar fuerte en la política de varios países. Hizo enemigos que lo obligaron al destierro y fue la autoridad máxima en la Gran Colombia, en Perú y en el país creado bajo su nombre, Bolivia. San Martín, en cambio, carecía de apetito político. En Argentina solamente ocupó un cargo gubernativo, el de gobernador de Mendoza, durante un plazo relativamente breve. Su principal función como gobernador fue transformar a Mendoza en una economía de guerra, destinada al funcionamiento del Ejército de los Andes. En Chile rechazó el poder cuando se lo ofrecieron, porque no entró a ese país como conquistador, sino como libertador. En Perú ocupó el cargo de Protector por aproximadamente un año. Es recordado por una serie de medidas progresistas como la abolición de la Inquisición, del impuesto indígena, del yanaconazgo (Un sistema de esclavitud y maltrato que sufrían los pueblos originarios) y de la esclavitud africana. También creó la Biblioteca Nacional. Varias de esas medidas fueron revertidas más tarde por Bolívar.
Simón Bolívar abrigaba el proyecto de una unión latinoamericana de regiones y con ese objeto convocó al Congreso Anfictiónico de Panamá. San Martín, más realista, más sabio, entendió que un estado semejante sería ingobernable. Por eso no intentó someter a ninguno de los países que liberó.
Ninguno de los dos hombres está libre de defectos, pero a San Martín no se le conocen deslices vergonzosos como la entrega de Miranda a los españoles para obtener un salvoconducto y salir con vida de su primer intento revolucionario.
Bolívar tenía 26 años cuando Venezuela declaró su independencia en el 5 de abril de 1811, y bajo su liderazgo trajo de regreso a Francisco de Miranda, quien había defendido durante mucho tiempo la libertad del dominio español bajo el que Venezuela estuvo, para transformarse en el líder de Venezuela. Sin embargo, después de un liderazgo errático y sin éxito, Bolívar capturó a Miranda, luego de que su ejército rebelde fuera arrestado y lo traicionó entregándolo a los españoles en el Puerto de La Guaira, pero los españoles solo enviaron a Bolívar al exilio a diferencia de Miranda, a quien privaron de su libertad. Miranda murió en prisión y fue enterrado en una fosa común.
José de San Martín no fue un sanguinario: nunca permitió nada parecido al Decreto de Guerra a Muerte de Bolívar. El Decreto de Guerra a Muerte fue un decreto emitido por el líder venezolano que permitió el asesinato y cualquier atrocidad que se cometa contra civiles nacidos en España, que no sean los que ayudaban de forma plena a Sudamérica, a su independencia, y además exoneró a los pueblos de las Américas que ya habían cometido tales asesinatos y atrocidades. La frase “guerra a muerte” se utilizó como eufemismo para disfrazar estas bestialidades. El decreto fue una “guerra de exterminio” explícita en el intento de Bolívar de mantener la independencia venezolana en la guerra con España, ya que sintió que el uso de barbaridades por parte del Ejército español contra quienes apoyaban a la Primera República de Venezuela había contribuido decisivamente a su derrota. Bolívar promulgó el decreto el 15 de junio de 1813 en la ciudad venezolana de Trujillo.
En su reunión con José de San Martín, trató de establecer una alianza con San Martín. Durante el encuentro entre ambos en Guayaquil, Bolívar concluyó decepcionado que el libertador del Perú no creía en la democracia, estando convencido de que aquellos países no podían ser regidos más que por Gobiernos vigorosos, que impusieran el cumplimiento de la Ley, ya que cuando los hombres no la obedecen voluntariamente, no queda más arbitrio que la fuerza. Cuando San Martín le ofreció el liderazgo de la campaña libertadora en el Perú, Bolívar le dio a entender que solo lo aceptaría si él se retiraba del Perú. El ultimátum de Bolívar fue: Solo yo o nada.
San Martín, que puso proa a Europa, si bien el verdadero problema de Bolívar con Perú era la amenaza que suponía como país para su intransigente deseo de formar la Gran Colombia. Bolívar llegó al Perú no tanto por dar la libertad a los peruanos, sino principalmente por el interés geopolítico de destruir de raíz lo que consideraba como una amenaza para la Gran Colombia. Por eso se crea Bolivia, para cortarle las patas a la amenaza peruana. La prueba de lo poco que le importaba la libertad local se demostró cuando, en 1825, Bolívar dispuso la anulación de la emancipación de los esclavos que había decretado San Martín y poco después implantó de nuevo el tributo del indígena, que también había sido eliminado por San Martín en 1821.
En la película Wall Street, Gordon Gekko supo decir “La codicia, a falta de una palabra mejor, es buena” en contrapartida, John Fitzgerald Kennedy sostuvo que “No preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tú país”. Gekko (solo en Estados Unidos) terminó en prisión. Kennedy, asesinado.
Los ciudadanos de América Latina preferimos exprimir a nuestros países, y zigzaguear entre gobiernos de izquierda y derecha sin plan para llegar a un horizonte, simplemente unos años en cargos públicos sirven para un retiro de lujos.
Hay dos tipos de personas: creadores y tomadores. Básicamente es la forma en que una persona fue criada. A los educados como creadores se les enseñó que, si se quiere algo, se debe renunciar a algo a cambio. Si el deseo es un automóvil nuevo, se tiene que hacer tareas en orden de obtenerlo. Si se quiere buenas notas, se debe que estudiar. En otras palabras, asumir la plena responsabilidad en pos del propio bienestar.
Los beneficiarios se criaron con la mentalidad de que tienen derecho a los beneficios porque existen. A menudo, las escuelas y universidades promueven y perpetúan esta mentalidad dejándoles con la creencia de que, debido a que has sido educado, el mundo te debe un buen trabajo y un gran salario. O si es un ser, merece una gran suma de dinero y una vivienda más que digna, sin esfuerzos.
Los creadores llegan temprano al trabajo, se van tarde y trabajan duro con la esperanza de un aumento de sueldo o un ascenso. Los tomadores hacen la menor cantidad de trabajo posible y se quejan incesantemente de que no les pagan lo suficiente, obteniendo extras de manera ilegal.
Los creadores aceptarán una tarea que no sea parte de su trabajo normal con entusiasmo y harán todo lo posible para completarla. Expresión favorita de los tomadores: Lo siento, no está en la descripción de mi trabajo y algo más seria explotarme.
Existen muchas áreas grises. Obviamente, los niños deben ser receptores hasta que puedan convertirse en creadores a medida que aprenden y crecen. Un buen creador, alguien que trabaja duro y tiene una buena ética de trabajo, podría tener un accidente y verse obligado a vivir de una discapacidad. Además, todo el mundo envejece y muchos en algún momento se ven obligados a convertirse en un tomador de beneficios.
Como Bolívar, nuestros dirigentes traicionan a sus ciudadanos en pos de sostener sus inclinaciones corruptas. En los casos de Lesa Humanidad, arrestos sin pruebas, violaciones a sus derechos constitucionales, condenándolos a muerte en el exilio de la prisión. Elegimos otro camino.
Dos talentosos jugadores de futbol con diferentes comportamientos, hasta que se logró convertir a Messi en Maradona. Dos valientes soldados con diferentes valores morales. San Martín nunca se convirtió en Bolívar. Por eso preferimos a este último.
⁉️
Por Fabian Kussman.
El último mundial de futbol no solo nos dejó contentos por el resultado deportivo (un oasis en el desierto de la realidad argentina) sino porque se logró de manera contundente -con una sola frase- que Messi se convirtiera en Maradona. El “¿Que Mira’, bobo?” salido de sus labios es tan importante como los goles.
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, o simplemente Bolívar provenía de una de las mejores familias de la alta sociedad de Venezuela. Propietario rural, tuvo un tutor particular, hizo un respetable turismo por Europa, como era costumbre en la nobleza de la época. José Francisco de San Martín y Matorras, San Martín, en cambio, era hijo de un oficial español de origen campesino, que ostentó el grado de teniente. Su madre, también española, era una residente del pueblo de su padre, de economía también limitada, aunque con algunos parientes en la burocracia colonial de Buenos Aires. Tuvo una formación educativa adecuada para su posición y su época, pero sin lujos. San Martín vivió toda su vida de forma austera y de esa manera manejó sus tropas y reguló sus administraciones.
José de San Martín era un militar profesional, idóneo, galardonado por sus grandes logros, y con verdadera y lograda experiencia antes de ofrecer sus servicios a la causa argentina. Bolívar, como muchos otros personajes de la Independencia, tuvo que aprender el oficio sobre la marcha, con el conocido método de ensayo y error. Como resultado de eso, San Martín fue un líder de guerra mucho más competente y eficaz que Bolívar.
Bolívar fue un líder político. Ambicionó y logró pisar fuerte en la política de varios países. Hizo enemigos que lo obligaron al destierro y fue la autoridad máxima en la Gran Colombia, en Perú y en el país creado bajo su nombre, Bolivia. San Martín, en cambio, carecía de apetito político. En Argentina solamente ocupó un cargo gubernativo, el de gobernador de Mendoza, durante un plazo relativamente breve. Su principal función como gobernador fue transformar a Mendoza en una economía de guerra, destinada al funcionamiento del Ejército de los Andes. En Chile rechazó el poder cuando se lo ofrecieron, porque no entró a ese país como conquistador, sino como libertador. En Perú ocupó el cargo de Protector por aproximadamente un año. Es recordado por una serie de medidas progresistas como la abolición de la Inquisición, del impuesto indígena, del yanaconazgo (Un sistema de esclavitud y maltrato que sufrían los pueblos originarios) y de la esclavitud africana. También creó la Biblioteca Nacional. Varias de esas medidas fueron revertidas más tarde por Bolívar.
Simón Bolívar abrigaba el proyecto de una unión latinoamericana de regiones y con ese objeto convocó al Congreso Anfictiónico de Panamá. San Martín, más realista, más sabio, entendió que un estado semejante sería ingobernable. Por eso no intentó someter a ninguno de los países que liberó.
Ninguno de los dos hombres está libre de defectos, pero a San Martín no se le conocen deslices vergonzosos como la entrega de Miranda a los españoles para obtener un salvoconducto y salir con vida de su primer intento revolucionario.
Bolívar tenía 26 años cuando Venezuela declaró su independencia en el 5 de abril de 1811, y bajo su liderazgo trajo de regreso a Francisco de Miranda, quien había defendido durante mucho tiempo la libertad del dominio español bajo el que Venezuela estuvo, para transformarse en el líder de Venezuela. Sin embargo, después de un liderazgo errático y sin éxito, Bolívar capturó a Miranda, luego de que su ejército rebelde fuera arrestado y lo traicionó entregándolo a los españoles en el Puerto de La Guaira, pero los españoles solo enviaron a Bolívar al exilio a diferencia de Miranda, a quien privaron de su libertad. Miranda murió en prisión y fue enterrado en una fosa común.
José de San Martín no fue un sanguinario: nunca permitió nada parecido al Decreto de Guerra a Muerte de Bolívar. El Decreto de Guerra a Muerte fue un decreto emitido por el líder venezolano que permitió el asesinato y cualquier atrocidad que se cometa contra civiles nacidos en España, que no sean los que ayudaban de forma plena a Sudamérica, a su independencia, y además exoneró a los pueblos de las Américas que ya habían cometido tales asesinatos y atrocidades. La frase “guerra a muerte” se utilizó como eufemismo para disfrazar estas bestialidades. El decreto fue una “guerra de exterminio” explícita en el intento de Bolívar de mantener la independencia venezolana en la guerra con España, ya que sintió que el uso de barbaridades por parte del Ejército español contra quienes apoyaban a la Primera República de Venezuela había contribuido decisivamente a su derrota. Bolívar promulgó el decreto el 15 de junio de 1813 en la ciudad venezolana de Trujillo.
En su reunión con José de San Martín, trató de establecer una alianza con San Martín. Durante el encuentro entre ambos en Guayaquil, Bolívar concluyó decepcionado que el libertador del Perú no creía en la democracia, estando convencido de que aquellos países no podían ser regidos más que por Gobiernos vigorosos, que impusieran el cumplimiento de la Ley, ya que cuando los hombres no la obedecen voluntariamente, no queda más arbitrio que la fuerza. Cuando San Martín le ofreció el liderazgo de la campaña libertadora en el Perú, Bolívar le dio a entender que solo lo aceptaría si él se retiraba del Perú. El ultimátum de Bolívar fue: Solo yo o nada.
San Martín, que puso proa a Europa, si bien el verdadero problema de Bolívar con Perú era la amenaza que suponía como país para su intransigente deseo de formar la Gran Colombia. Bolívar llegó al Perú no tanto por dar la libertad a los peruanos, sino principalmente por el interés geopolítico de destruir de raíz lo que consideraba como una amenaza para la Gran Colombia. Por eso se crea Bolivia, para cortarle las patas a la amenaza peruana. La prueba de lo poco que le importaba la libertad local se demostró cuando, en 1825, Bolívar dispuso la anulación de la emancipación de los esclavos que había decretado San Martín y poco después implantó de nuevo el tributo del indígena, que también había sido eliminado por San Martín en 1821.
En la película Wall Street, Gordon Gekko supo decir “La codicia, a falta de una palabra mejor, es buena” en contrapartida, John Fitzgerald Kennedy sostuvo que “No preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tú país”. Gekko (solo en Estados Unidos) terminó en prisión. Kennedy, asesinado.
Los ciudadanos de América Latina preferimos exprimir a nuestros países, y zigzaguear entre gobiernos de izquierda y derecha sin plan para llegar a un horizonte, simplemente unos años en cargos públicos sirven para un retiro de lujos.
Hay dos tipos de personas: creadores y tomadores. Básicamente es la forma en que una persona fue criada. A los educados como creadores se les enseñó que, si se quiere algo, se debe renunciar a algo a cambio. Si el deseo es un automóvil nuevo, se tiene que hacer tareas en orden de obtenerlo. Si se quiere buenas notas, se debe que estudiar. En otras palabras, asumir la plena responsabilidad en pos del propio bienestar.
Los beneficiarios se criaron con la mentalidad de que tienen derecho a los beneficios porque existen. A menudo, las escuelas y universidades promueven y perpetúan esta mentalidad dejándoles con la creencia de que, debido a que has sido educado, el mundo te debe un buen trabajo y un gran salario. O si es un ser, merece una gran suma de dinero y una vivienda más que digna, sin esfuerzos.
Los creadores llegan temprano al trabajo, se van tarde y trabajan duro con la esperanza de un aumento de sueldo o un ascenso. Los tomadores hacen la menor cantidad de trabajo posible y se quejan incesantemente de que no les pagan lo suficiente, obteniendo extras de manera ilegal.
Los creadores aceptarán una tarea que no sea parte de su trabajo normal con entusiasmo y harán todo lo posible para completarla. Expresión favorita de los tomadores: Lo siento, no está en la descripción de mi trabajo y algo más seria explotarme.
Existen muchas áreas grises. Obviamente, los niños deben ser receptores hasta que puedan convertirse en creadores a medida que aprenden y crecen. Un buen creador, alguien que trabaja duro y tiene una buena ética de trabajo, podría tener un accidente y verse obligado a vivir de una discapacidad. Además, todo el mundo envejece y muchos en algún momento se ven obligados a convertirse en un tomador de beneficios.
Como Bolívar, nuestros dirigentes traicionan a sus ciudadanos en pos de sostener sus inclinaciones corruptas. En los casos de Lesa Humanidad, arrestos sin pruebas, violaciones a sus derechos constitucionales, condenándolos a muerte en el exilio de la prisión. Elegimos otro camino.
Dos talentosos jugadores de futbol con diferentes comportamientos, hasta que se logró convertir a Messi en Maradona. Dos valientes soldados con diferentes valores morales. San Martín nunca se convirtió en Bolívar. Por eso preferimos a este último.
PrisioneroEnArgentina.com
Enero 4, 2023