Me parece que el activismo estudiantil contra el Gobierno está siendo fogoneado por la izquierda insurreccional (claramente secundada por el kirchnerismo) que pretende montarse sobre él para replicar aquí lo que sucedió en Chile durante la Presidencia de Sebastián Piñera cuando, después de destruir decenas de estaciones de subterráneo simultáneamente y enfrentar violentamente en la calle a los Carabineros, llevaron al poder a Gabriel Boric, un líder surgido de aquellos movimientos anárquicos que cambiaron la cara de su país.
Que luego éste haya moderado sus posiciones más extremas, a punto tal de calificar hoy a Nicolás Maduro como un sanguinario tirano que esclaviza a Venezuela, no altera la historia del camino que recorrió para llegar a La Moneda y, por eso, aparece como replicable aquí.
La reaparición del asesino Mario Firmenich desde su más que cómoda residencia en Nicaragua, reivindicando el accionar terrorista de Montoneros con la pretensión de traerlo al presente, y el franco respaldo de sus más encumbrados cómplices a los pseudo-mapuches que incendian y ocupan propiedades privadas y fiscales, son otros síntomas que delatan las mismas intenciones: desafiar al Estado, aún a costa de la desintegración territorial de la Argentina, y convertir a nuestro país en un nuevo campo de batalla de la renovada guerra (todavía) fría que se libra en el plano geopolítico mundial.
Pero también creo que estas nuevas generaciones son incapaces, gracias a Dios, de parir tantos criminales que, en nombre de una falsa ideología igualitaria, estén dispuestos a sembrar el terror, a sangre y fuego. Y si me equivocara, no dudo que la Ministro de Seguridad sería absolutamente eficiente en el mantenimiento del orden público.
Dentro de escasos días, concretamente el 5 de noviembre, se disputará la crucial disputa electoral en los Estados Unidos, la más ríspida y pareja de su historia.
De su resultado dependerá el futuro inmediato de todo el globo, se trate del comportamiento de la Casa Blanca frente a la OTAN y la ONU, de la invasión de Rusia a Ucrania, de la guerra de Irán y sus organizaciones proxis contra Israel, del estrangulamiento yemení al comercio marítimo internacional en el estrecho de Ormuz y el Mar Rojo, y de la creciente actividad bélica con que China está desafiando a sus vecinos, comenzando por Taiwan pero que afecta, también, a Nueva Zelanda, Australia, Filipinas, India, Corea del Sur y Japón.
En nuestra región, cuya relación con Estados Unidos es siempre trascendental, la definición entre Kamala Harris y Donald Trump se espera con inquietud desde los distintos alineamientos ideológicos. Maduro, Daniel Ortega en Nicaragua y Miguel Díaz-Canel en Cuba, lógicamente, no tienen las mismas expectativas que Javier Milei en Argentina y Nayir Bukele en El Salvador o Boric, Xiomara Castro en Honduras, Gustavo Petro en Colombia, Luiz Lula da Silva en Brasil y Claudia Sheinbaum en México.
Lo que seguramente está sucediendo es que se ha hecho realidad esa antigua maldición china: “Ojalá vivas tiempos interesantes”; sin duda, y por la inmediatez con los hechos que genera la creciente interconectividad, los estamos viviendo.
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Por Dr. Enrique Guillermo Avogadro.
Me parece que el activismo estudiantil contra el Gobierno está siendo fogoneado por la izquierda insurreccional (claramente secundada por el kirchnerismo) que pretende montarse sobre él para replicar aquí lo que sucedió en Chile durante la Presidencia de Sebastián Piñera cuando, después de destruir decenas de estaciones de subterráneo simultáneamente y enfrentar violentamente en la calle a los Carabineros, llevaron al poder a Gabriel Boric, un líder surgido de aquellos movimientos anárquicos que cambiaron la cara de su país.
Que luego éste haya moderado sus posiciones más extremas, a punto tal de calificar hoy a Nicolás Maduro como un sanguinario tirano que esclaviza a Venezuela, no altera la historia del camino que recorrió para llegar a La Moneda y, por eso, aparece como replicable aquí.
La reaparición del asesino Mario Firmenich desde su más que cómoda residencia en Nicaragua, reivindicando el accionar terrorista de Montoneros con la pretensión de traerlo al presente, y el franco respaldo de sus más encumbrados cómplices a los pseudo-mapuches que incendian y ocupan propiedades privadas y fiscales, son otros síntomas que delatan las mismas intenciones: desafiar al Estado, aún a costa de la desintegración territorial de la Argentina, y convertir a nuestro país en un nuevo campo de batalla de la renovada guerra (todavía) fría que se libra en el plano geopolítico mundial.
Pero también creo que estas nuevas generaciones son incapaces, gracias a Dios, de parir tantos criminales que, en nombre de una falsa ideología igualitaria, estén dispuestos a sembrar el terror, a sangre y fuego. Y si me equivocara, no dudo que la Ministro de Seguridad sería absolutamente eficiente en el mantenimiento del orden público.
Dentro de escasos días, concretamente el 5 de noviembre, se disputará la crucial disputa electoral en los Estados Unidos, la más ríspida y pareja de su historia.
De su resultado dependerá el futuro inmediato de todo el globo, se trate del comportamiento de la Casa Blanca frente a la OTAN y la ONU, de la invasión de Rusia a Ucrania, de la guerra de Irán y sus organizaciones proxis contra Israel, del estrangulamiento yemení al comercio marítimo internacional en el estrecho de Ormuz y el Mar Rojo, y de la creciente actividad bélica con que China está desafiando a sus vecinos, comenzando por Taiwan pero que afecta, también, a Nueva Zelanda, Australia, Filipinas, India, Corea del Sur y Japón.
En nuestra región, cuya relación con Estados Unidos es siempre trascendental, la definición entre Kamala Harris y Donald Trump se espera con inquietud desde los distintos alineamientos ideológicos. Maduro, Daniel Ortega en Nicaragua y Miguel Díaz-Canel en Cuba, lógicamente, no tienen las mismas expectativas que Javier Milei en Argentina y Nayir Bukele en El Salvador o Boric, Xiomara Castro en Honduras, Gustavo Petro en Colombia, Luiz Lula da Silva en Brasil y Claudia Sheinbaum en México.
Lo que seguramente está sucediendo es que se ha hecho realidad esa antigua maldición china: “Ojalá vivas tiempos interesantes”; sin duda, y por la inmediatez con los hechos que genera la creciente interconectividad, los estamos viviendo.
Hasta la próxima, si Dios quiere.
Un fuerte abrazo.
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
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Cel. en Argentina (+54911) o (15) 4473 4003
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Octubre 21, 2024
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