Como todos sabemos, luego de la enorme cantidad de hechos positivos ocurridos en la semana, queda por delante un largo y engorroso camino hasta llegar a una playa razonable.
Seguramente, la inflación de junio superará, según los analistas, a la de mayo y, con ello, muchos sentirán un irrazonable e injustificado balde de agua fría.
Porque, si bien bajar del 25 al 4% mensual en sólo seis meses fue una verdadera proeza, a partir de ahora el descenso, como siempre sucede en los regímenes para adelgazar, será más arduo y prolongado.
Pero hoy mismo, las encuestas indican que la mayoría de los ciudadanos está dispuesta a otorgar al Gobierno una nueva cuota de esperanza que, según los datos, se extendería hasta diciembre.
Los salarios y jubilaciones están recuperando lentamente algún poder adquisitivo y, si ese ciclo virtuoso se prolonga y se suma al descrédito que afecta a toda la oposición, agravado por los violentos incidentes del miércoles y a la disgregación que sufren tanto el peronismo cuanto el radicalismo, éste por la siniestra mano de Martín Lousteau, el fantasma de un auténtico estallido social se aleja de verdad.
Si en septiembre, como muchos suponen que ocurrirá, el FMI abriera su hucha para liberar una suma importante y, con ella, Milei consigue levantar el cepo, su carrera hacia las elecciones de medio término (octubre de 2025) resultará más sencilla, aunque, si bien conseguirá incrementar el número de integrantes de los bloques legislativos propios, el juego de las mayorías actuales no cambiará demasiado, es decir, que tampoco debe permitir soñar con un Congreso permanentemente amigable.
De todas maneras, ahora hay que esperar quince días (la semana próxima sólo tendrá dos días hábiles) para ver qué sucede en Diputados; tengo grandes esperanzas en que el tránsito de la Ley de Bases y las modificaciones introducidas en ella por el Senado resulte más rápido y fácil en Diputados.
Queda, en la horrible columna del pasivo del balance, la actuación de la Justicia en las causas de corrupción que duermen en los cajones de tanto jueces, en especial en los de Lijo, sin llegar nunca a juicio oral.
Y por supuesto, la revisión de los infames procesos en las causas mal llamadas de “lesa humanidad”, que mantienen en las mazmorras del Estado, a miles de civiles, militares y sacerdotes a los cuales el kirchnerismo les aplicó –y el macrismo toleró- verdaderas condenas a muerte para lograr el apoyo de la izquierda mientras saqueaba el país.
Si nada cambia para entonces, el próximo sábado volveré a comentar temas importantes y no sólo urgentes.
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Por Dr. Enrique Guillermo Avogadro.
Como todos sabemos, luego de la enorme cantidad de hechos positivos ocurridos en la semana, queda por delante un largo y engorroso camino hasta llegar a una playa razonable.
Seguramente, la inflación de junio superará, según los analistas, a la de mayo y, con ello, muchos sentirán un irrazonable e injustificado balde de agua fría.
Porque, si bien bajar del 25 al 4% mensual en sólo seis meses fue una verdadera proeza, a partir de ahora el descenso, como siempre sucede en los regímenes para adelgazar, será más arduo y prolongado.
Pero hoy mismo, las encuestas indican que la mayoría de los ciudadanos está dispuesta a otorgar al Gobierno una nueva cuota de esperanza que, según los datos, se extendería hasta diciembre.
Los salarios y jubilaciones están recuperando lentamente algún poder adquisitivo y, si ese ciclo virtuoso se prolonga y se suma al descrédito que afecta a toda la oposición, agravado por los violentos incidentes del miércoles y a la disgregación que sufren tanto el peronismo cuanto el radicalismo, éste por la siniestra mano de Martín Lousteau, el fantasma de un auténtico estallido social se aleja de verdad.
Si en septiembre, como muchos suponen que ocurrirá, el FMI abriera su hucha para liberar una suma importante y, con ella, Milei consigue levantar el cepo, su carrera hacia las elecciones de medio término (octubre de 2025) resultará más sencilla, aunque, si bien conseguirá incrementar el número de integrantes de los bloques legislativos propios, el juego de las mayorías actuales no cambiará demasiado, es decir, que tampoco debe permitir soñar con un Congreso permanentemente amigable.
De todas maneras, ahora hay que esperar quince días (la semana próxima sólo tendrá dos días hábiles) para ver qué sucede en Diputados; tengo grandes esperanzas en que el tránsito de la Ley de Bases y las modificaciones introducidas en ella por el Senado resulte más rápido y fácil en Diputados.
Queda, en la horrible columna del pasivo del balance, la actuación de la Justicia en las causas de corrupción que duermen en los cajones de tanto jueces, en especial en los de Lijo, sin llegar nunca a juicio oral.
Y por supuesto, la revisión de los infames procesos en las causas mal llamadas de “lesa humanidad”, que mantienen en las mazmorras del Estado, a miles de civiles, militares y sacerdotes a los cuales el kirchnerismo les aplicó –y el macrismo toleró- verdaderas condenas a muerte para lograr el apoyo de la izquierda mientras saqueaba el país.
Si nada cambia para entonces, el próximo sábado volveré a comentar temas importantes y no sólo urgentes.
Un fuerte y fraternal abrazo.
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 18, 2024
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