La solución que he propuesto para el tema de los militares y civiles, infamemente perseguidos por haber impedido el triunfo del terror en los 70’s, debería ser bien fácil de implementar y, además, se adecúa al discurso presidencial que, ya desde los primeros momentos de su gestión, se refirió a la consulta popular como un medio apto para superar las dificultades que preanunciaban su debilidad legislativa y su falta de aparato político.
Si, como estoy absolutamente convencido de que sucederá, la sociedad elige dejar atrás el pasado y terminar con tamaña iniquidad, el éxito de la convocatoria reportará al Presidente enormes beneficios, desde el apoyo de la gran familia castrense (calculada en 1,5 millón de personas) hasta la garantía de adhesión de los cuadros actuales de las fuerzas armadas, cuyos jefes purgarán, en alguna medida, la culpa de haber dado la espalda e ignorado el drama de los ancianos presos políticos, tal como hizo la misma sociedad que, el 24 de marzo de 1976, se peló los nudillos golpeando las puertas de los cuarteles y que, luego, miró para otro lado mientras los convertía en sus chivos expiatorios.
En otro orden de cosas, realmente no se entiende por qué Javier Milei, que está permanentemente enterado de la enorme resistencia de la sociedad a la postulación de Ariel Lijo para integrar la Corte Suprema, sigue insistiendo.
Las sospechas acerca de un acuerdo subterráneo entre el Presidente y Cristina Fernández se acrecentaron esta semana por la barrera que puso Héctor Recalde, el Diputado que integra el Consejo de la Magistratura, al progreso procesal de las veinticinco denuncias que afectan al impresentable Juez.
Entonces, es razonable suponer que Milei ha constatado que Lijo constituye un enorme iceberg ante la proa de su Titanic personal (la pretensión de diferenciarse públicamente de la “casta”) y, sin embargo, avanza decidido a colisionar con el témpano de hielo que lo convertirá en un rey desnudo.
Finalmente, y ante la desusada carencia de cuadros propios capaces de ocupar las posiciones más relevantes del Estado en reemplazo de tantos kirchneristas y massistas que permanecen en ellas y trabajan diariamente como quinta-columnistas de la gestión, insisto en mi recomendación de incorporar en cada ministerio, en especial en el de Capital Humano, a un consejo asesor integrado por hombres y mujeres con experiencia y honestidad probada, que trabajen ad honorem.
Contra lo que se podría suponer, son muchos (y me incluyo) los que están dispuestos a poner sus saberes al servicio de la Patria, comprometiendo el hombro para colaborar con la administración libertaria para que llegue a buen puerto, puesto que creen estar ante la última oportunidad de evitar la caída al abismo definitivo.
Espero que el León viajero así lo perciba y lo lleve a la práctica, para el bien de la República y nuestro futuro.
◘
Por Dr. Enrique Guillermo Avogadro.
La solución que he propuesto para el tema de los militares y civiles, infamemente perseguidos por haber impedido el triunfo del terror en los 70’s, debería ser bien fácil de implementar y, además, se adecúa al discurso presidencial que, ya desde los primeros momentos de su gestión, se refirió a la consulta popular como un medio apto para superar las dificultades que preanunciaban su debilidad legislativa y su falta de aparato político.
Si, como estoy absolutamente convencido de que sucederá, la sociedad elige dejar atrás el pasado y terminar con tamaña iniquidad, el éxito de la convocatoria reportará al Presidente enormes beneficios, desde el apoyo de la gran familia castrense (calculada en 1,5 millón de personas) hasta la garantía de adhesión de los cuadros actuales de las fuerzas armadas, cuyos jefes purgarán, en alguna medida, la culpa de haber dado la espalda e ignorado el drama de los ancianos presos políticos, tal como hizo la misma sociedad que, el 24 de marzo de 1976, se peló los nudillos golpeando las puertas de los cuarteles y que, luego, miró para otro lado mientras los convertía en sus chivos expiatorios.
En otro orden de cosas, realmente no se entiende por qué Javier Milei, que está permanentemente enterado de la enorme resistencia de la sociedad a la postulación de Ariel Lijo para integrar la Corte Suprema, sigue insistiendo.
Las sospechas acerca de un acuerdo subterráneo entre el Presidente y Cristina Fernández se acrecentaron esta semana por la barrera que puso Héctor Recalde, el Diputado que integra el Consejo de la Magistratura, al progreso procesal de las veinticinco denuncias que afectan al impresentable Juez.
Entonces, es razonable suponer que Milei ha constatado que Lijo constituye un enorme iceberg ante la proa de su Titanic personal (la pretensión de diferenciarse públicamente de la “casta”) y, sin embargo, avanza decidido a colisionar con el témpano de hielo que lo convertirá en un rey desnudo.
Finalmente, y ante la desusada carencia de cuadros propios capaces de ocupar las posiciones más relevantes del Estado en reemplazo de tantos kirchneristas y massistas que permanecen en ellas y trabajan diariamente como quinta-columnistas de la gestión, insisto en mi recomendación de incorporar en cada ministerio, en especial en el de Capital Humano, a un consejo asesor integrado por hombres y mujeres con experiencia y honestidad probada, que trabajen ad honorem.
Contra lo que se podría suponer, son muchos (y me incluyo) los que están dispuestos a poner sus saberes al servicio de la Patria, comprometiendo el hombro para colaborar con la administración libertaria para que llegue a buen puerto, puesto que creen estar ante la última oportunidad de evitar la caída al abismo definitivo.
Espero que el León viajero así lo perciba y lo lleve a la práctica, para el bien de la República y nuestro futuro.
Hasta el sábado, si Dios quiere.
Un muy fuerte abrazo.
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
Tel. (+5411) ò (011) 4807 4401
Cel. en Argentina (+54911) o (15) 4473 4003
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Julio 14, 2024
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