QAnon es el nombre de la teoría de conspiraciones más popular y enfermiza del momento. Nació en Estados Unidos poco antes de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.  Según se viene resumiendo su mensaje, el destino del planeta está en manos de un poder oculto compuesto por fieles de Satán que explotan niños secuestrados para beber su sangre y que tiene a Joe Biden y a Barack Obama entre los consumidores adictos al plasma de infantes. Al parecer, Donald Trump sería el político más indicado para luchar contra esos oscuros poderes.

Aunque su contenido tenga que ver, sobre todo, con la realidad política estadounidense – según el relato QAnon, por ejemplo, la ex Secretaria de Estado estadounidense y rival de Trump en la elección presidencial de 2016, Hillary Clinton, estaría también involucrada en los manejos de los seguidores de Satán en el poder – esta teoría también parece tener futuro a este lado del Oceáno Atlántico. Al menos así parece en Alemania, en la cual este movimiento tiene una amplia base de seguidores, estimada en unas 200.000 personas. Sólo en la red social Telegram hay un canal alemán con no menos de 100.000 abonados. 

Pero QAnon no es sólo cosa de gente que vive conectada exclusivamente a la realidad que le hacen llegar los canales de “hechos alternativos” de Internet. En Berlín, los seguidores de QAnon se han convertido en habituales de las manifestaciones contra las restricciones que ha supuesto la lucha contra el coronavirus

Las ideas de QAnon han encontrado en Alemania importantes puntos de arraigo. Por ejemplo, en el país de la canciller Angela Merkel ya había teorías conspirativas que ofrecían una visión de la realidad que no difiere mucho de la que plantean en QAnon. Ahí está, para demostrarlo, la teoría que siguen los “Ciudadanos del Imperio”. 

Para ellos, dado que el III Reich no capituló en la II Guerra Mundial, Alemania sigue siendo un imperio. Por eso, su bandera es esa de color negro, blanco y rojo. A su entender, Alemania está gobernada en la sombra por poderes internacionales ocultos. 

De hecho, según estos “ciudadanos” con falta de apego por la realidad política del que de verdad es su país, hasta Merkel estaría siendo mantenida en el poder por una maléfica y elitista comunidad judía.

Al igual que los seguidores de QAnon en Estados Unidos, hay en Alemania gente que considera que quienes mueven los hilos del orden mundial son personalidades de la familia judía europea Rothschild, conocida especialmente por sus actividades en el mundo de las finanzas, o integrantes del mundo de la filantropia como el estadounidense de origen húngaro George Soros.

“Muchos dicen que no los señalan por ser judíos pero lo hacen claramente por motivos antisemitas”, dijo Andre Wartmann, investigador de la asociación alemana Forum Judío para la Democracia y contra el Antisemitismo (JFDA, por sus siglas alemanas). A él no le sorprende el arraigo que ha encontrado en Alemania un grupo que resuma antisemitismo como QAnon. 

“En Alemania tenemos estudios que dan cuenta de que un 20% de la población alemana tiene una especial animadversión contra los judíos”, apunta Wartmann. No es difícil entonces que encuentre eco en Alemania una teoría como QAnon que recicla ideas como esa de la explotación de niños a manos de seguidores del diablo. 

“Que haya niños siendo explotados para beber su sangre es algo que ya se decía que hacían los judíos en la Edad Media”, recuerda el investigador de la JFDA.

El antisemitismo en Europa no es un mal exclusivo de Alemania, aunque aquí probablemente tenga más impacto la violencia antisemita y sus consecuencias debido a la experiencia histórica del Holocausto.  Tampoco es que los alemanes sean especialmente crédulos. Pero, como en muchas sociedades, incluidas las avanzadas y en teoría bien informadas, hay en algunas personas un fuerte anhelo por comprender el mundo aunque sea a partir de teorías alejadas de la razón.

En Alemania, aún no ha trascendido que los servicios secretos estén estudiando la peligrosidad de QAnon. Pero, entre tanto y según los expertos, este movimiento sigue ganando fieles.