Si alguna vez hubo un día triste, es este: Mi hija adolescente tuvo una rabieta porque su pantalón favorito tenía un agujero, mi encargado de oficina se olvidó de una reunión temprana, por lo que tuve que asearme, vestirme y manejar a toda prisa, el pelo todavía húmedo de la ducha porque no tuve tiempo de secarlo y mucho menos de peinarlo. . . recibí una multa por exceso de velocidad, así que ahora llego tarde al trabajo.
Mi jefe está molesto: llevé a la oficina los documentos equivocados a la reunión del equipo. El colegio de mi hija menor llamó para decirme que está con vómitos y debo pasar a buscarla. El tráfico es un tormento de camino a la escuela y de la escuela a casa, la pizza que pedí fue enviada sin salsa de tomate, Oscar, mi esposo, saldría tarde de su trabajo. La electricidad se cortó por un huracán que pasó a cien millas de distancia. No hay internet.
Pero, por desgracia, la telefonía celular funciona a las mil maravillas. Si, puede sonar raro, pero usted no tiene una madre como la mía.
“Cuando era chica” comenzó diciendo “No teníamos ni un televisor. Apenas una radio para las noticias y un tocadiscos con un solo disco que mi madre ponía y ponía, repetía y repetía. No había cable, no había internet, pero teníamos inventiva. Y tu la tienes también”
Me quedé pensando en la mejor manera de pasar el rato con mi familia sin la necesidad de recurrir a la tecnología. Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando mi hija mayor retornó del colegio y se unió a mi hija menor en una serie interminable de reclamos.
“¿Cuando tendremos internet? ¡Tengo que hablar por Zoom con mis amigas!!!!”
“¿Por qué no utilizas el teléfono?” dije.
“Porque ahora se habla por zoom ¿No lo sabes?”
“No lo sabía…” roté mis ojos.
“Por qué no llamas a la compañía electrica? ¡Tienes derecho a saber cuando volvera la luz!”
“Tenemos colecciones completas de literatura universal. ¿Por que no leen un buen libro?” sugerí.
“¡¿Leer!!!???” dijeron ambas como si se tratara de ser objeto de una lobotomía.
Logré cocinar una salsa con una perdida lata que guardaba para emergencias y logré apaciguar la revolución por cinco minutos, el tiempo que se tomaron para devorar seis porciones.
Cuando Oscar llegó, me senté junto a él tratando de disfrutar el resto de la pizza. Pero Oscar abrió la caja de Pandora.
“¿Has podido llamar a la compañía eléctrica para saber cuando reanudarán el servicio?”
Como si fueran termitas, mis hijas bajaron la escalera.
“¡Le hemos estado diciendo eso, desde hace horas!!!”
😁
Si alguna vez hubo un día triste, es este: Mi hija adolescente tuvo una rabieta porque su pantalón favorito tenía un agujero, mi encargado de oficina se olvidó de una reunión temprana, por lo que tuve que asearme, vestirme y manejar a toda prisa, el pelo todavía húmedo de la ducha porque no tuve tiempo de secarlo y mucho menos de peinarlo. . . recibí una multa por exceso de velocidad, así que ahora llego tarde al trabajo.
Mi jefe está molesto: llevé a la oficina los documentos equivocados a la reunión del equipo. El colegio de mi hija menor llamó para decirme que está con vómitos y debo pasar a buscarla. El tráfico es un tormento de camino a la escuela y de la escuela a casa, la pizza que pedí fue enviada sin salsa de tomate, Oscar, mi esposo, saldría tarde de su trabajo. La electricidad se cortó por un huracán que pasó a cien millas de distancia. No hay internet.
“Cuando era chica” comenzó diciendo “No teníamos ni un televisor. Apenas una radio para las noticias y un tocadiscos con un solo disco que mi madre ponía y ponía, repetía y repetía. No había cable, no había internet, pero teníamos inventiva. Y tu la tienes también”
Me quedé pensando en la mejor manera de pasar el rato con mi familia sin la necesidad de recurrir a la tecnología. Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando mi hija mayor retornó del colegio y se unió a mi hija menor en una serie interminable de reclamos.
“¿Cuando tendremos internet? ¡Tengo que hablar por Zoom con mis amigas!!!!”
“¿Por qué no utilizas el teléfono?” dije.
“Porque ahora se habla por zoom ¿No lo sabes?”
“No lo sabía…” roté mis ojos.
“Por qué no llamas a la compañía electrica? ¡Tienes derecho a saber cuando volvera la luz!”
“Tenemos colecciones completas de literatura universal. ¿Por que no leen un buen libro?” sugerí.
“¡¿Leer!!!???” dijeron ambas como si se tratara de ser objeto de una lobotomía.
Cuando Oscar llegó, me senté junto a él tratando de disfrutar el resto de la pizza. Pero Oscar abrió la caja de Pandora.
“¿Has podido llamar a la compañía eléctrica para saber cuando reanudarán el servicio?”
Como si fueran termitas, mis hijas bajaron la escalera.
“¡Le hemos estado diciendo eso, desde hace horas!!!”
“¿Por qué no has llamado?”
“¡No podemos vivir sin electricidad!”
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 10, 2022