Regina Betancourt de Liska, conocida popularmente como Regina 11, es una de las figuras más enigmáticas y controvertidas de la historia reciente de Colombia. Nacida en 1936, se dio a conocer en las décadas de 1970 y 1980 como una mística, clarividente, líder espiritual y figura política, ganándose el apodo de “la Bruja Mayor” por sus habilidades paranormales, sus discursos cargados de misticismo, y su influencia inusual en sectores amplios de la población.
Regina 11 afirmaba poseer dones paranormales, como la capacidad de comunicarse con entidades superiores y prever el futuro. Estas habilidades, junto con un carisma hipnótico, la llevaron a fundar un movimiento espiritual llamado “Reginismo”, centrado en el pensamiento positivo, la autosugestión, y el poder de la mente. Su figura capturó la imaginación de miles de colombianos, quienes la seguían no solo como una guía espiritual, sino también como una líder política alternativa en tiempos de crisis institucional.
A pesar del escepticismo de muchos sectores, Regina incursionó en la política con sorprendente éxito. Fundó el Movimiento Unitario Metapolítico y fue elegida concejal de Bogotá, diputada, y luego senadora de la República, un logro insólito para alguien con un perfil tan atípico. Su presencia en la política tradicional generó controversia, pero también simbolizó una suerte de protesta popular contra las élites políticas tradicionales.
En 1990, su figura quedó marcada por el escándalo tras su misteriosa desaparición, que posteriormente fue declarada como un autosecuestro. Aunque ella negó haber fingido el secuestro, este episodio afectó gravemente su credibilidad y debilitó su influencia pública. Sin embargo, nunca abandonó completamente la vida pública y en varias ocasiones intentó postularse a la presidencia.
Más allá de su fama de “bruja”, Regina 11 representa un fenómeno cultural y político único. Su ascenso reflejó el descontento social, la fascinación popular por lo esotérico, y la búsqueda de alternativas espirituales y políticas en un país atravesado por la violencia, la corrupción y la desconfianza institucional.
Hoy en día, Regina 11 es recordada como una figura excéntrica, pero también como un símbolo del sincretismo entre religión, misticismo y política en Colombia. Su historia invita a reflexionar sobre el poder del carisma, la fe popular y la necesidad de liderazgo en tiempos de incertidumbre.
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Regina Betancourt de Liska, conocida popularmente como Regina 11, es una de las figuras más enigmáticas y controvertidas de la historia reciente de Colombia. Nacida en 1936, se dio a conocer en las décadas de 1970 y 1980 como una mística, clarividente, líder espiritual y figura política, ganándose el apodo de “la Bruja Mayor” por sus habilidades paranormales, sus discursos cargados de misticismo, y su influencia inusual en sectores amplios de la población.
Regina 11 afirmaba poseer dones paranormales, como la capacidad de comunicarse con entidades superiores y prever el futuro. Estas habilidades, junto con un carisma hipnótico, la llevaron a fundar un movimiento espiritual llamado “Reginismo”, centrado en el pensamiento positivo, la autosugestión, y el poder de la mente.
Su figura capturó la imaginación de miles de colombianos, quienes la seguían no solo como una guía espiritual, sino también como una líder política alternativa en tiempos de crisis institucional.
A pesar del escepticismo de muchos sectores, Regina incursionó en la política con sorprendente éxito. Fundó el Movimiento Unitario Metapolítico y fue elegida concejal de Bogotá, diputada, y luego senadora de la República, un logro insólito para alguien con un perfil tan atípico. Su presencia en la política tradicional generó controversia, pero también simbolizó una suerte de protesta popular contra las élites políticas tradicionales.
En 1990, su figura quedó marcada por el escándalo tras su misteriosa desaparición, que posteriormente fue declarada como un autosecuestro. Aunque ella negó haber fingido el secuestro, este episodio afectó gravemente su credibilidad y debilitó su influencia pública. Sin embargo, nunca abandonó completamente la vida pública y en varias ocasiones intentó postularse a la presidencia.
Más allá de su fama de “bruja”, Regina 11 representa un fenómeno cultural y político único. Su ascenso reflejó el descontento social, la fascinación popular por lo esotérico, y la búsqueda de alternativas espirituales y políticas en un país atravesado por la violencia, la corrupción y la desconfianza institucional.
Hoy en día, Regina 11 es recordada como una figura excéntrica, pero también como un símbolo del sincretismo entre religión, misticismo y política en Colombia. Su historia invita a reflexionar sobre el poder del carisma, la fe popular y la necesidad de liderazgo en tiempos de incertidumbre.
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 27, 2025
Tags: Paranormal
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