LA IGLESIA Y LOS PRISIONEROS MUDOS, HASTA EL DÍA DE NUESTRA MUERTE.
Recogiendo el guante arrojado por el Mayor del Ejército Argentino CARLOS DEL SEÑOR HIDALGO GARZÓN, con quien siendo yo policía, compartí tiempo en la Unidad Penitenciaria Federal 31 de Ezeiza, que nos robaran impresentables miembros del poder judicial, debo decir:
[ezcol_3fifth]
Que su nota: “DESPIERTA IGLESIA QUERIDA” pone el dedo en la llaga, porque justamente es la Iglesia Católica, la que abrazan en forma apasionada los miembros de todas las fuerzas de uniformados y la que desde mi punto de vista de “renegado” de la misma, menos hace por nosotros. Si bien fui alumno del Colegio Don Bosco, a través de 3 décadas como policía, salvo alguna excepción, nunca vi a los sacerdotes decir presente en forma activa en donde más se los necesitaba. También debí en no pocas ocasiones actuar en forma “discreta”, ante los “pecados” que solían cometer algunos sacerdotes, a quienes se les habilitaban los juzgados en días domingo para que recuperaran prontamente su libertad. Por otra parte, que ellos se limiten a rezar por nosotros, les significa nada de esfuerzo o riesgo frente a las necesidades materiales de “justicia” de quienes estamos imputados por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad. De siempre, la iglesia mantuvo un cuidadoso equilibrio con unos y con otros, y así bendijeron por igual las armas de las fuerzas que confrontaban entre sí. Reconozco la actitud activa (en comparación a sus antecesores) del actual Obispo Castrense Monseñor SANTIAGO OLIVERA, pero también observemos que él participó en la si se quiere, cuestionable beatificación del Obispo ENRIQUE ANGELELLI. Ese que, gracias a la presión de las organizaciones radicalizadas, 38 años después de su muerte, pasó a ser una víctima más de la represión de estado.
Ahora bien, pretender que la iglesia “DEBE DESPERTAR Y ASUMIR CON GARRA DE LEON LA DEFENSA LITURGICA Y POLÍTICA DE AQUELLOS QUE LE DIERON – PRECISAMETE LA PAZ QUE HOY TRANSITA”, es casi una utopía. Los uniformados somos quienes siempre debemos dar, sin pedir nada a cambio, porque en ese caso se perdería, como ha ocurrido, la razón de ser. Hoy vemos que los mismos uniformados prisioneros y familiares somos incapaces de decir ¡BASTA!, teniendo por el contrario una actitud totalmente pasiva y mansa hasta el extremo de un silencio cómplice, con quienes nos están exterminando.
Nos desenvolvemos en un pequeño mundo paralelo destinado solo para “los más tontos del barrio”, donde priva el sálvese quien pueda con lo cual no se salva nadie. En este portal permanentemente publicamos con nombre y apellido, notas sobre quienes impunemente nos depredan y sus víctimas. Pese a ello no hay reacción, ni del afectado ni de sus familiares y tampoco de sus “camaradas” presos, que como mínimo tendrían que expresarse por centenares (En la nota de GARZÓN, a la que respondo hasta el momento hay un solo comentario. Realmente lamentable). Si esa es nuestra actitud, desde hace 18 años cuando comenzaron los abusos y detenciones al barrer, muy poco se le puede pedir a la iglesia como institución. Los problemas de los prisioneros, ante todo, lo deben encarar y solucionar, ganando o perdiendo, los mismos prisioneros, más cuando se proclama que tenemos tantos “héroes” entre nosotros. Pero, lamentablemente pareciera que los mismos olvidaron aquél ultimo verso de nuestro Himno Nacional que dice: “o juremos con gloria morir”.
“No necesito ir a una iglesia a besar bandejas de plata y a engordar con mi bolsillo un montón de farsantes que se alimentan mejor que nosotros. Porque se puede honrarlo lo mismo en un bosque, en un campo, o incluso contemplando la bóveda celeste como los antiguos.”
🦜
LA IGLESIA Y LOS PRISIONEROS MUDOS, HASTA EL DÍA DE NUESTRA MUERTE.
Recogiendo el guante arrojado por el Mayor del Ejército Argentino CARLOS DEL SEÑOR HIDALGO GARZÓN, con quien siendo yo policía, compartí tiempo en la Unidad Penitenciaria Federal 31 de Ezeiza, que nos robaran impresentables miembros del poder judicial, debo decir:
[ezcol_3fifth]Que su nota: “DESPIERTA IGLESIA QUERIDA” pone el dedo en la llaga, porque justamente es la Iglesia Católica, la que abrazan en forma apasionada los miembros de todas las fuerzas de uniformados y la que desde mi punto de vista de “renegado” de la misma, menos hace por nosotros. Si bien fui alumno del Colegio Don Bosco, a través de 3 décadas como policía, salvo alguna excepción, nunca vi a los sacerdotes decir presente en forma activa en donde más se los necesitaba. También debí en no pocas ocasiones actuar en forma “discreta”, ante los “pecados” que solían cometer algunos sacerdotes, a quienes se les habilitaban los juzgados en días domingo para que recuperaran prontamente su libertad. Por otra parte, que ellos se limiten a rezar por nosotros, les significa nada de esfuerzo o riesgo frente a las necesidades materiales de “justicia” de quienes estamos imputados por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad. De siempre, la iglesia mantuvo un cuidadoso equilibrio con unos y con otros, y así bendijeron por igual las armas de las fuerzas que confrontaban entre sí. Reconozco la actitud activa (en comparación a sus antecesores) del actual Obispo Castrense Monseñor SANTIAGO OLIVERA, pero también observemos que él participó en la si se quiere, cuestionable beatificación del Obispo ENRIQUE ANGELELLI. Ese que, gracias a la presión de las organizaciones radicalizadas, 38 años después de su muerte, pasó a ser una víctima más de la represión de estado.
Ahora bien, pretender que la iglesia “DEBE DESPERTAR Y ASUMIR CON GARRA DE LEON LA DEFENSA LITURGICA Y POLÍTICA DE AQUELLOS QUE LE DIERON – PRECISAMETE LA PAZ QUE HOY TRANSITA”, es casi una utopía. Los uniformados somos quienes siempre debemos dar, sin pedir nada a cambio, porque en ese caso se perdería, como ha ocurrido, la razón de ser. Hoy vemos que los mismos uniformados prisioneros y familiares somos incapaces de decir ¡BASTA!, teniendo por el contrario una actitud totalmente pasiva y mansa hasta el extremo de un silencio cómplice, con quienes nos están exterminando.
[/ezcol_3fifth] [ezcol_1fifth] [/ezcol_1fifth] [ezcol_1fifth_end] [/ezcol_1fifth_end]Nos desenvolvemos en un pequeño mundo paralelo destinado solo para “los más tontos del barrio”, donde priva el sálvese quien pueda con lo cual no se salva nadie. En este portal permanentemente publicamos con nombre y apellido, notas sobre quienes impunemente nos depredan y sus víctimas. Pese a ello no hay reacción, ni del afectado ni de sus familiares y tampoco de sus “camaradas” presos, que como mínimo tendrían que expresarse por centenares (En la nota de GARZÓN, a la que respondo hasta el momento hay un solo comentario. Realmente lamentable). Si esa es nuestra actitud, desde hace 18 años cuando comenzaron los abusos y detenciones al barrer, muy poco se le puede pedir a la iglesia como institución. Los problemas de los prisioneros, ante todo, lo deben encarar y solucionar, ganando o perdiendo, los mismos prisioneros, más cuando se proclama que tenemos tantos “héroes” entre nosotros. Pero, lamentablemente pareciera que los mismos olvidaron aquél ultimo verso de nuestro Himno Nacional que dice: “o juremos con gloria morir”.
[ezcol_1half]Claudio Kussman
Comisario Mayor (R)
Policía Pcia. Buenos Aires
claudio@PrisioneroEnArgentina.com
www.PrisioneroEnArgentina.com
[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]“No necesito ir a una iglesia a besar bandejas de plata y a engordar con mi bolsillo un montón de farsantes que se alimentan mejor que nosotros. Porque se puede honrarlo lo mismo en un bosque, en un campo, o incluso contemplando la bóveda celeste como los antiguos.”
Gustave Flaubert 81821-1880)
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 1, 2021