La mayoría de los argentinos no atacamos en banda, la realidad es que preferimos actuar solos y si es necesario resolvemos nuestras cosas de manera individual, con o sin violencia- no hay por que avergonzarse de ello si se da el primer caso- pero tenemos algo que podría ser catalogado como enfermedad social; de alguna manera en nuestro imaginario hemos enaltecido la “patota” como elemento social nacional. Ya en 1933 Celedonio Flores decía en “Corrientes y Esmeralda”: “y te dieron lustre las patotas bravas/ allá por el año… novecientos dos…”, más recientemente, alrededor de 1997, Acho Estol compone “La Patota” que empieza diciendo: “…En el centro de la plaza, la hora de los valientes;/ la Córdoba y la Corrientes se trenzaban por el honor./ Cuchillo, cadena y faca; patada, puño y cabeza;/ no es un cuento de los veinte, ya existía el rock and roll.”
Días atrás una patota asesinó en Villa Gesell a un chico de 18 años; este hecho infame, cometido por una banda de desalmados que- quizás drogados, quizás borrachos- no hicieron otra cosa que protagonizar una de las tantas trifulcas de bandas, muchas veces con muertos a cuestas, que se dan en los fines de semana, a lo largo de cada año, a la salida de los boliches en la Argentina.
Pero en este caso en particular se conjugan dos elementos que obligan a este desgraciado suceso a permanecer de manera forzosa en los medios: el grupo agresor estaba compuesto por jugadores de rugby y la hipocresía de los medios que, por una causa de marketing, machacan a sus oyentes y lectores con la palabra “rugbiers” y no patoteros que sería lo más correcto.
Entiendo que por algunos días, la Argentina estará conmovida por el asesinato de este chico en Villa Gesell, cuantos días durará este sentimiento es algo imposible de saber, dependerá de una próxima muerte en circunstancias parecidas, o dependerá de la carga de hipocresía que tengamos en ese momento. Lo que si se es que el uso desmedido dela palabra “rugbiers” que sale en todo momento y en todos los zócalos de cuanto programa “amarillo” hay solo sirve para estigmatizar a miles de argentinos que hemos jugado y juegan al rugby. De una vez por todas hay que decir que este caso y otros también violentos que han sucedido son a pesar de lo que nos enseñó el rugby y no como una consecuencia de un deporte que es, ante todo, pura fricción.
He jugado rugby durante quince años de mi vida- meniscos pulverizados, fracturas y golpes y amigos, muchos amigos- y he amado y amo a este deporte desde el primer día que toqué una ovalada; mis mejores sueños son cuando sueño que vuelvo a jugar rugby, eso solo me asegura un despertar alegre. Entonces, ¿por que- pese a que los hipócritas del periodismo empiezan sus idioteces con: “con esto no queremos descalificar al deporte…”- siempre salta, en un incidente patoteril, la palabra “rugbier” y no simplemente patotero?.
Estamos viviendo una época donde cualquier principio es pasible de ser demolido en aras de un relativismo nefasto que solo nos llevará a una ruina social. El rugby con sus principios es una barrera de contención a ese futuro nihilista que algunos intentan construir, Sres. Periodistas, entiendan de una vez por todas que el uso de la palabra “rugbiers” para catalogar un hecho delictivo no es otra cosa que una generalización despreciable.
.
LA ARGENTINA DE HOY
Pero en este caso en particular se conjugan dos elementos que obligan a este desgraciado suceso a permanecer de manera forzosa en los medios: el grupo agresor estaba compuesto por jugadores de rugby y la hipocresía de los medios que, por una causa de marketing, machacan a sus oyentes y lectores con la palabra “rugbiers” y no patoteros que sería lo más correcto.
Entiendo que por algunos días, la Argentina estará conmovida por el asesinato de este chico en Villa Gesell, cuantos días durará este sentimiento es algo imposible de saber, dependerá de una próxima muerte en circunstancias parecidas, o dependerá de la carga de hipocresía que tengamos en ese momento. Lo que si se es que el uso desmedido dela palabra “rugbiers” que sale en todo momento y en todos los zócalos de cuanto programa “amarillo” hay solo sirve para estigmatizar a miles de argentinos que hemos jugado y juegan al rugby. De una vez por todas hay que decir que este caso y otros también violentos que han sucedido son a pesar de lo que nos enseñó el rugby y no como una consecuencia de un
deporte que es, ante todo, pura fricción.
He jugado rugby durante quince años de mi vida- meniscos pulverizados, fracturas y golpes y amigos, muchos amigos- y he amado y amo a este deporte desde el primer día que toqué una ovalada; mis mejores sueños son cuando sueño que vuelvo a jugar rugby, eso solo me asegura un despertar alegre. Entonces, ¿por que- pese a que los hipócritas del periodismo empiezan sus idioteces con: “con esto no queremos descalificar al deporte…”- siempre salta, en un incidente patoteril, la palabra “rugbier” y no simplemente patotero?.
Estamos viviendo una época donde cualquier principio es pasible de ser demolido en aras de un relativismo nefasto que solo nos llevará a una ruina social. El rugby con sus principios es una barrera de contención a ese futuro nihilista que algunos intentan construir, Sres. Periodistas, entiendan de una vez por todas que el uso de la palabra “rugbiers” para catalogar un hecho delictivo no es otra cosa que una generalización despreciable.
JOSE LUIS MILIA
josemilia_686@hotmail.com
Non nobis, Domine, non nobis. Sed Nomini tuo da gloriam.
PrisioneroEnArgentina.com
Enero 24, 2020