Santiago de Compostela. “…Mi compañera de vuelo y mis muletas…

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He vuelto a escribir luego de un largo tiempo y no puedo alzar vuelo a través de mis facultades de bilocación. Solamente el destino y Tata Dios dirá cuándo extenderé mis alas en búsqueda de mis milagrosos viajes astrales.

 

Escribe Jorge B. Lobo Aragón.

 

Es en el momento siempre mágico frente a la computadora, cuando intento garabatear mis ideas, cuando me viene a la memoria el clamor del guerrero en un grito salvaje y misterioso de “Santiago y cierra España” con que tronaban los caballeros cristianos para infundirse ánimos al entrar en la batalla. Exclamación aguerrida que equivale a “Santiago, salva a España”. Revelación de fortaleza por la que se invoca al apóstol Santiago el Mayor. Es que a Santiago y su hermano San Juan evangelista, hijos de Zebedeo, nuestro Señor los apodó “hijos del trueno”. Santiago será el que proponga hacer bajar fuego del cielo sobre los samaritanos que rechazan al Señor. En la larga y heroica reconquista española, varias veces aparecerá con su espada de fuego cabalgando por los aires en auxilio de los cristianos. Cuando en los dominios del rey nunca se ponía el sol, para difundir la fe los hombres necesitaban andar con las armas en la mano, por lo que era común invocar al apóstol en los frecuentes momentos de peligro, y el mundo de esa manera se llenó de lugares con el nombre de Santiago. En una lista aparecen 461 pueblos, lugares, barrios, ayuntamientos, islas, ríos, cabos, bahías con este nombre sagrado. Es que el “recompensado por Dios” o “sostenido por el talón” cuyo nombre significa nos lleva también a descubrir que los genitivos son pocos: Santiagueño es el de Santiago del Estero; santiagués el de Santiago de Compostela; Santiaguino el de Santiago de Chile y santiaguero el de Santiago de Cuba. A qué viene recordar hoy a los lugares tocayos? Seguramente por mi lucha por escribir de la mejor manera. Es que luego de releer la historia de Hernán Cortes en donde en un 18 de noviembre de 1518 a días de su evocación, cuando el joven capitán, más conocido aún por su simpatía y don de gente que por hechos de armas, zarpaba para realizar una de las mayores hazañas militares y políticas que en el mundo se han conocido. Partía de un Santiago. Precisamente de ese Santiago de Cuba, el Santiago de los santiagueros, pueblo fundado cuatro años antes por Diego Velázquez. No fue fácil la partida, porque el señor gobernador estuvo dudando en si autorizaría o no esta expedición. Al final, por celos, le negó el permiso, pero Cortés se fue igual. Conquistaría un enorme imperio sin pedirle permiso ni a Moctezuma ni a Cuauhtémoc; evidentemente tampoco precisaba el permiso del gobernador Velázquez. Es la lucha constante la que invoco que se sintetiza leyendo la historia de este magnífico conquistador y estratega por lo que me vino a la mente como un “trueno” un llamado especial y único que me repiquetea constantemente.
Visitar y conocer a los santiagueses de Compostela. Un llamado en donde grandes amigos han intervenido, y de manera muy especial una enorme artista y excelsa poeta me ha compartido en un escrito titulado de igual manera el camino que durante más de mil años, ha conducido a los peregrinos hasta el santuario del apóstol de la cristiandad, cuya tumba descubierta una noche del 813 en el monte sagrado del Libredon , bajo una lluvia de estrellas, sería la piedra fundacional de la prestigiosa catedral y de una ciudad que desde entonces atraería la huellas de los caminantes hasta convertirse en un destino con el rastro y el eco de toda Europa. Esas viejas sendas continentales es la que haces tintinear tus campanas y a través del atlántico desde esa orilla me llamas. Insistes haciéndome saber que me aguardas. Acá desde mis cosas, abro las ventanas y te abrazo. Aprisiono con pasión el sonido, los aromas, la humedad que mi rostro lava. Y te digo…”Voy”…Viajero que dejaste huellas para poder hundir en ellas las mías. Que saciaste la sed de esperanza a veces perdida. Se ha iluminado mi vida, desde esta fé de transitar a mi modo las rutas que marcaste un día. Porque sabes Santiago, te atrapo, en la palabra, en el color, en la música en mi vida misma. En todo aquello que emana de esta sangre que bulle con alegría, deseando que Tata Dios, tal vez me permita llegar antes de mi irremediable partida.… O también cuando en otro increíble escrito mi gran amiga me invoca como un regalo del cielo y me pone en marcha en el antiguo mecanismo de búsqueda común a toda la cristiandad. El viaje hacia la salvación… “… Sentirás que de pronto todo es tuyo, te beberás los vientos, la cara se pondrá de pleno ante el sol, la lluvia será tu compañera, el cemento, la arenisca, las piedras tu mejor canción, los bosques y las aves esa oración que no sabes pero aprenderás en un instante. El Camino te abrazará con la ternura que aún no conoces y serás otro…nuevo y viejo. Liviano y cargado. La experiencia llevada a un grado imposible de describir No me atrevo a intentarlo solo sé que al mencionártelo me duele el pecho. Es que de pronto veo ciertos senderos, intrincados algunos otros abiertos iluminados, esperando el paso del que va cargado de rezos, de preguntas, compartiendo… “…Llegarás! Y serás otro. “Tus muletas”, todo un símbolo, ellas te ayudarán a caminar, producirán el sonido más glorioso que hayas escuchado. Tú figura será la de un Quijote de este lado del atlántico, tu arma principal la Fe. Esas muletas representarán el espíritu de quienes las llevan para avanzar no como una carga feroz que deben desterrar. Las muletas del alma que deben convertirse en alas. Si esta gran artista y mejor persona, es la que toco mi alma como el hilo rojo de las almas gemelas. Es ella mi compañera de vuelo y de ilusiones mágicas la que cerrando los ojos me visualizo de manera incomparable en el sendero de la vida… “… Un poco elevado los hombros, acompasado andar, el mechón de tu frente disparado según venga el viento, los ojos desafiantes buscando el mejor lugar para dar el paso. La sonrisa complacida, ignorando el esfuerzo el cansancio solo teniendo en tu pensamiento la meta y todo lo que eso significa. Y por qué no ?…Santiago murmurándote…otro paso…otro más…falta menos…sigue. Te detendrás para respirar profundo y deleitarte con el paisaje que te aportará su majestuosidad. Pensarás que has entrado en la penumbra de la magia al ver el follaje, sus verdes, los cimbreantes y angostos senderos marcados por otras huellas, esa vegetación pequeña que parece querer enredarse en las piernas. Al fondo el monasterio que abrirá sus puertas para recibirte, homenajearte. Que te ofrecerá el reposo, el alimento para el cuerpo y la palabra justa para tu alma. Y creerás que es un sueño…Soñaras con el momento en que por gracia del Dios estés frente al botafumeiro, cantando y alabando…Ya no eres el mismo, a esta altura del Camino todo te impacta y distancia de lo anterior vivido, revalorizando, proponiendo cosas nuevas, la energía será mayor pues descubrirás una fuerza que emana de tu interior, de tu esfuerzo, de esa aventura realizada por amor. No te asustes si sientes que se acelera el corazón, si al descansar en tus sueños te invaden unas torres magníficas que cortan el cielo rojizo del atardecer. Si la silueta de un peregrino a caballo se desplaza por la vera del camino y te sonríe complacido…solo te sonríe…Si desde esa sonrisa sientes que se enardece la sangre y continúas la marcha como si recién comenzaras. Que el orballo te da en la cara y ya no sabes si son tus ojos que estallan o es el cielo que te lava. Te detendrás un momento, sacarás pecho…como diciendo…!mira lo que me estás haciendo! Y abrirás los brazos. Y querrás gritar, pero no podrás hacerlo. El viento te robará el grito y se lo llevará lejos. A un lugar tan recóndito y secreto que solo a tierra sabe y ese es su gran misterio. Te invadirán todos los aromas que irán con cuidado apareciendo. Y los sonidos con los aromas realizarán una fiesta de bienestar. Más pensarás… ¿Que hice para merecer esto? Muy sencillo, Creer, tener Fe y Caminar. Aún falta un poco, te acompañaré durante el camino con mi pensamiento, le pediré a Santiago que te sostenga. Cuando llegues a un crucero abrázalo, yo te estaré abrazando desde Cristo. Y cuando llegues a la Catedral serán tus brazos y los míos que abracen al Apóstol. Luego en la Corticela, esa capilla contigua, buscaremos el amparo del silencio, para darnos cuenta que hemos quedado marcados a fuego. Te pediré que hagas bendecir tus muletas, tampoco ellas son las mismas. Pero recuerda siempre, que te encontré bajo el cielo azul de Compostela, el Campo de la Estrella. Como no luchar en este valle de lágrimas para soñar y buscar mí destino, después de haber sido tocado como con una varita mágica por la pluma de mí amiga y el pincel de su arte asombroso que me eleva como un rayo hacia el faro espiritual de Europa.

Dr. Jorge B. Lobo Aragón


PrisioneroEnArgentina.com

Noviembre 8, 2017

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