Conferencia del Grl Heriberto Justo Auel en el Círculo Militar.
Agosto de 2012
La valoración del Atlántico Sur a través del tiempo.
Los espacios geográficos particulares -en tanto y cuanto su posición relativa- cambian la valoración estratégica lo largo del tiempo según la evolución de la situación política internacional-regional que ocurre normalmente en las posguerras mundiales o imperiales, al ritmo de la evolución tecnológica -que siempre las acompaña- en un proceso de realineamientos y búsquedas de nuevos equilibrios, conducidos por el núcleo de poder triunfante.
El área del Atlántico Sur -y en particular las Is. Malvinas- ha tenido -alternativamente- valores diferenciados según las necesidades de las potencias hegemónicas emergentes que moderaron y moderan a las posguerras -a la nueva “Pax” durante el lapso de su dominio/influencia. Veamos:
En 1833, cuando Londres produce la usurpación de las Islas a través de un acto de violencia lo hace con una embarcación de bandera estadounidense, desplazando por la fuerza al gobierno y a la población argentinos hacia el continente y reemplazándolos por “ocupantes ingleses”, que hoy aspiran a su “autodeterminación”. En esa oportunidad el valor prioritario del área era “económico“: consolidar un punto de apoyo logístico para la flota comercial inglesa. La necesidad que impulsó la expansiva agresión respondía a un proyecto imperial, en tiempos de la talasocrática “Pax- Británica”. El Canal de Panamá recién se abriría en 1914.
En 1982, cuando el RU produce el “detonante de crisis” en las Is. Georgias -con un “incidente provocado”- comete una nueva agresión que -por un escalamiento imponderable- nos lleva a una “guerra limitada”, sorprendiendo al gobierno argentino que carecía de estructuras institucionales para enfrentar una negociación diplomática acompañada con una prueba de fuerza en el espacio delimitado por el agresor. En esa oportunidad los objetivos británicos en juego eran eminentemente “político-estratégicos“ en el escenario internacional de la lógica bipolar E-O. En 1982 EUA estaba en curso de reemplazo del concepto estratégico de la “mutuadestrucción asegurada” por el correspondiente a la “iniciativa de defensa estratégica” -IDE- y Malvinas cobraba en él un valor estratégico militar singular. El cierre de la base naval de EUA en Sud África, la necesidad de mantener los controles electrónicos en la “yugular del petróleo” y en el paso interoceánico austral -espacio llave éste último para lograr el seguimiento de la dispersión de los submarinos nucleares estratégicos- así lo exigía. Además, el presidente Reagan había resuelto redesplegar en Europa los misiles de corto y mediano alcance y M. Thatcher era la única líder europea que los admitía, desde una posición pre-electoral muy desfavorable. Era necesario un hecho socio-político trascendente -una victoria militar-, para sostenerla en el gobierno. Para ello se pensó en una provocación que escaló a una guerra limitada. Ésta que no resultó fácil, pero cumplió con su finalidad.
Era necesario desarrollar -dentro de la nueva opción estratégica IDE- en el área oceánica austral, pistas de aterrizaje alternativas para los servicios logísticos de las bases tácticas espaciales del nuevo sistema lasérico antimisiles. Ellas fueron establecidas en Mount Pleasant -en las Is. Malvinas- y en varias Islas del Atlántico y del Pacífico Sud, terminadas las operaciones en Puerto Argentino. Con anterioridad a estos hechos una Argentina autista presionaba en la Asamblea General de la ONU impulsada por “el silencio” británico, con su constante reclamo de soberanía sobre el Archipiélago Austral. En el ámbito de estos escenarios -internos y externos- el RU inicia la nueva agresión, como aliado privilegiado y “confiable” de EUA en el Atlántico Sur, impulsado y auxiliado desde Washington por un Grl de Cuatro Estrellas Haig -ex Cte de la NATO- en la Secretaria de Estado, en el período álgido que dio comienzo al abrupto final de la URSS que ocurrirá en 1989/91, por implosión.
En el año 2000 la situación estratégica mundial era otra, totalmente distinta. La guerra mundial -guerra fría- que duró cuarenta y tres años, había terminado hacía diez años. Aquella, como guerra imperial “diferente” -era la primera de la “era nuclear”-producía una posguerra también “muy diferente” e inauguraba la “Pax Global”, más conocida como “globalización planetaria”.Éste es un dato esencial para retener. En los primeros años de la posguerra fría -1989/91-2001- la valoración estratégica-militar del extremo sud-atlántico cayó verticalmente, al desaparecer la pugna E-O.
EUA ya no sufragaba el sostenimiento de su aliado privilegiado en la “colonia” austral. El Atlántico Sur cambia nuevamente de valoración: se revalúa económicamente y vuelve a ser una base logística antártica. Londres busca, en éste lapso -a partir de los recursos económicos vivos y mineros de la zona- una alternativa para sostenerse en éste espacio a un costo presupuestario aceptable. Actuó -en estos años- unilateralmente, para ampliar sus derechos en el mar, mientras la Argentina se alejaba de sus reclamos en la Asamblea General de la ONU, dejaba de lado los votos de los No Alineados, buscaba estérilmente una mejor relación con los “kelpers” y ahondaba las “relaciones carnales” con Washington.
Consecuentemente, la Argentina y el RU aumentaron el nivel de conflictos periféricos al de soberanía en razón de abusos de hecho y jurídicos unilaterales, de ingleses y de otros, observables en las contrataciones pesqueras y petroleras. Las primeras han traído gran perjuicio a los intereses argentinos en el mar y han satisfecho las preocupaciones presupuestarias de los isleños. Las segundas, que despertaban un interés económico mayor, quedaron relegadas momentáneamente por los descubrimientos de inmensas reservas petroleras en el Mar Caspio, a mucho menor costo. Londres inició la búsqueda -en la acelerada evolución de los acontecimientos- de una alternativa al petróleo que le permitiera permanecer en el área, continuar ignorando las resoluciones de la ONU -negándose a negociar con la Argentina y con ello manteniendo el “estado de guerra”- y preservar así sus aspiraciones geopolíticas, económicas y antárticas.
Para ello volvió a cabalgar las necesidades de Washington. El posicionamiento de China sobre el Canal de Panamá, en el Caribe y en la Orinoquia y la fuerte tendencia al desarrollo de los “carriers” para el transporte marítimo, volvieron a valorizar a las Is. Malvinas desde el punto de vista del apoyo económico-logístico frente al paso interoceánico y a las Is. Georgias, frente a sus intereses en la Antártida. La Base Aérea de Mount Pleasant en la posguerra de 1982, es un indudable instrumento asignado a estos nuevos valores. Es así como llegamos a la situación que analizaremos en el próximo punto.
En el 2012: terminada la posguerra fría el 11S01 -con los ataques terroristas dentro de EUA- se inicia una nueva guerra mundial. Termina el tiempo de la “estrategia de ladisuasión” y regresa el de la “estrategia de la acción”. Un enemigo “no estatal”, “sin rostro”, demuestra que no es disuadible: se inmola. Ya ha transcurrido una década y los focos de ésta guerra -que ha tomado el nombre de “guerra contraterrorista global” – han evolucionado en su naturaleza, en sus formas y sobre la geografía.
Los estrategas teóricos la califican como guerras de “Cuarta y Quinta Generación” y para Iberoamérica Holsty las designa “dela tercera especie”, por sus particularidades. Su epicentro geográfico, hasta hoy, ha sido el Gran Medio Oriente. Sin embargo abarca al planeta y sorprende permanentemente, por sus dinámicas redes. A la crisis cultural del Occidente Cristiano en su núcleo fundacional europeo, se le ha sumado -como una de sus consecuencias- la crisis financiera del 2008 que está afectando a la economía internacional. Éste último fenómeno se constituye, en los días que corren, en un verdadero catalizador de la guerra contraterrorista global.
El RU, abarcado por los graves problemas que transita la UE, particularmente en su integración, ha resuelto apartarse de la Europa continental. Como ha sido su actitud histórica, se siente hoy nuevamente “fuera y sobre Europa” y como viene ocurriendo desde la GMI -1914/1918- se apoya en el “cachorro anglo-sajón americano”. Como lo hizo en tiempos de nuestra independencia, a puesto sus ojos en Iberoamérica como espacio de expansión de sus negocios. Además de las visitas del primer ministro inglés a Brasil y a Chile, recientemente, tiene en el Atlántico Sur un espacio que puede aprovechar con mucha mayor autonomía, pues las circunstancias internacionales en curso le otorgan otra vez, al Atlántico Sur, una singular importancia Estratégica y Económica, ahora combinadas.
El terrorismo y si su intervención aumentara en el Gran Medio Oriente -como ya lo hizo en Libia- es consciente de que se constituirá nuevamente en un blanco fácil de las facciones enfrentadas en los fundamentalismos musulmanes, presentes en gran número en las más importantes ciudades británicas a través de la inmigración de las últimas décadas. El comercio con el continente se resiente progresivamente, por varias razones. Al liderazgo político se le hace necesario exhibir una bandera que llame a la unidad nacional. No es extraño que Cameron y algunos de sus almirantes “faroleen” con destructores, submarinos y príncipes, desafiando a la Argentina, un país desarmado, que fue tildado de “colonialista” en la Cámara de los Comunes. Grave error sería tomar en serio a ese faroleo. Es el momento adecuado para que los argentinos -también en crisis interna- reflexionen que no se puede desarrollar una política exterior sin FFAA. El desarme argentino lleva casi treinta años. Una eventual recuperación de la Defensa Nacional tardará años. Pareciera que nuestros dirigentes ignoran que la principal misión de las FFAA es la de dar soporte a la Política Exterior y a la vez promocionar a la economía y si se nos impone la guerra: ganarla. En su actual estadio la Argentina, además de prudencia, tendría que demostrar alguna cuota de inteligencia.
Buenos Aires ha rechazado recientemente en Mar del Plata el ingreso al ALCA. EUA -consecuentemente- ha resuelto llamar a los países del Pacífico y conformar con ellos un importante mercado. Esos pasos están en plena ejecución. La maniobra está acompañada por el Pentágono, que ha trasladado un importante poder de fuego hacia el Oeste pues se prevén allí a los nuevos conflictos. La importancia de la confluencia oceánica, al Sur del Cabo de Hornos, cobra nuevamente valor estratégico. En estos días, al recalentarse la situación en el Estrecho de Ormuz, estamos observando la fluidez de movimientos navales entre el Pacífico, el Atlántico y el Índico.
Los Actores Interactuantes en el Atlántico Sur en el 2012.
UU. -como única superpotencia militar actual- en función de sus intereses globales y regionales declarados, es el principal actor internacional en el Atlántico Sur. Retiene el absoluto control electrónico del área. Su histórica relación con el RU se renueva hoy por las razones ya anotadas, recobrando el Atlántico Sur la importancia de los tiempos de la bipolaridad. La actividad financiera ilegal, en particular el lavado de dinero en los “paraísos fiscales” del Caribe que controla el RU, constituía un elemento de perturbación que está hoy cada vez más controlada internacionalmente, luego de la caída de Lehmann Brothers. La necesidad de trasladar el centro de gravedad de las preocupaciones estratégicas estadounidenses al Asia-Pacífico revaloriza al Atlántico Sur y a la confluencia oceánica. Esa es la razón del espaldarazo de la Secretaría de Estado al “aliado” RU, al negar la “militarización” del área que la Argentina esgrime ante el CS y la AG ONU. Simultáneamente Washington apela al latiguillo de que el conflicto por la soberanía es “un tema bilateral” y, como veremos más abajo, no es así. Hay una responsabilidad estadounidense que Washington no asume, en éste caso. Recordemos que en el derecho internacional “Pacta sunt servanda”.
Brasil mantiene aspiraciones de presencia hegemónica en el Atlántico Sur que debieran ser encauzadas en un “Acuerdo de Seguridad Colectiva y Defensa Común” con Buenos Aires, relacionando estrechamente los “nuevos riesgos y amenazas” posguerra fría y considerando también a la “Nueva Alianza Inter-Oceánica” (NAIO), propuesta por el Grl Div D. Carlos de Meira Mattos en función de la evolución estratégica en el Asia-Pacífico y en el dominio naval del Atlántico Sur, del Índico y del Pacífico Sur. Brasil es un “socio comercial” de la Argentina en el Mercosur, pero un “socio comercial” no es un “aliado estratégico”. Brasil, hoy “el único país emergente iberoamericano”, revistando con los “BRICS”, cuidará muy especialmente sus relaciones diplomáticas y comerciales con el mundo.
Chile ha logrado, merced a la resolución del conflicto por el Canal de Beagle, presencia en el Atlántico Sur, con la cooperación de los EEUU. Ocupa el Cabo de Hornos. En el proceso de integración económico-comercial Mercosur ha ingresado tibiamente, sin comprometerse, como mero observador. Su secular e histórica relación con el RU se transformó en colusión comprobada durante la Guerra del Atlántico Sur -1982- y ello le otorga la categoría de “aliado” del RU en la región. San Martín es considerado “Libertador” en Lima, pero no es así en Santiago. Con referencia a su actitud frente a EUA, su inserción está sufragada por el ingreso al ALCA, de la mano del gobierno socialista del presidente Lagos. En Ago 12, un Oficial Superior chileno comanda un ejercicio naval gigantesco en el Pacífico, el RIMPAC 2012, con su puesto de mando en el portaviones NIMITZ, de EUA.
El RU, en su repliegue pos imperial hacia las Islas Británicas, ha negociado con los países ocupados por su expansión colonial canjeando soberanía por todo aquello que le fue posible, en orden a paliar su decadencia y obtener las máximas ventajas que la situación actual le admite, ya sean económicas, financieras, estratégicas o políticas. En el caso de las Is. del Atlántico Sur se ha negado permanentemente a negociar, a pesar de las Resoluciones de la AG ONU. Esa actitud evidencia una firme voluntad de mantener un “estado de guerra” con la Argentina, que queda demostrado en los hechos. Frente al agravamiento de la crisis económica que padece desde el año 2008, ha resuelto expandir sus negocios petroleros sobre los espacios marítimos que se ha auto-asignado como propios, para lo cual ha reformulado recientemente el status de autonomía de los pobladores implantados en las Is., asumiendo su representación internacional y su defensa. En los próximos meses veremos las respuestas que el esfuerzo diplomático argentino puede lograr en la región, buscando una “solidaridad ideológica” que no hemos visto funcionar en los casos de Botnia o del gas boliviano. Creemos que en éste caso esa “lealtad” será exclusivamente retórica.
La Argentina mantiene con el RU una disputa -más que centenaria- de soberanía por las Islas usurpadas en 1833. Su permanente inestabilidad y discontinuidad política no ha logrado hacer cumplir las Resoluciones de la ONU, que obliga a los ingleses a negociar la soberanía. Su prolongada crisis interna, sus guerras recientes aun abiertas y una indisimulable decadencia institucional le han impedido el control de sus derechos en el mar. En los últimos 30 años el PBI chileno creció 15 veces, el brasileño diez y el argentino solo el 3,3. Estos datos se traducen en una realidad regional que contiene aquella frase final que Ferns nos dedica en su libro “La Argentina”: … “la Argentina seguirá siendo amiga de todos y aliada de nadie”. Hoy nuestro país debería entender que está solo, en dramática soledad estratégica, en el Atlántico Sur.
En síntesis, la difícil situación que enfrenta Occidente en el curso de la actual guerra mundial, ha revalorizado estratégicamente al Atlántico Sur y a la confluencia oceánica. EUA necesita en el área “aliados” confiables para el comando naval permanente del área. Chile ha avanzado desde el Canal de Beagle hacia el Oeste en los últimos tiempos y tiene ahora presencia en el Atlántico. El RU -desde 1982- ha avanzado desde las Is. Malvinas hacia el Este y el Oeste y la Argentina carece de poder naval para controlar su soberanía marítima y la proyección antártica. Nuestra zigzagueante Política Exterior, además de improvisada, carece de soporte de fuerza. Consecuentemente la debilidad estratégica nacional en el Atlántico Sur coloca a la Argentina en una posición significativamente desfavorable en el frente diplomático, agravado por el apoyo recibido desde algunos países sudamericanos adheridos a dictaduras enemigas de Occidente -por razones ideológicas- y a la presencia -en el área austral- de los “aliados” regionales del RU.
La Descolonización y la Islas Malvinas.
El 16 de Agosto de 1941, embarcados frente a las costas de Terranova, Roosevelt y Churchill firmaron la “Carta del Atlántico” cuyo tercer párrafo transcribimos a continuación:
“3. Estos países (EE.UU y RU) reconocen el derecho de todos los pueblos a elegir las formas de gobierno bajo las cuales han de vivir y formulan su firme propósito de devolver la autodeterminación de los derechos de soberanía a todas aquellas naciones a las que les hubieran sido arrebatados.”
En la “Carta del Atlántico” Roosevelt condicionaba su ingreso a la Segunda Guerra Mundial al cumplimiento de fuertes imposiciones al entonces vigente Imperio Británico y al status colonial europeo. Con éstos condicionamientos Churchill logrará “ganar la guerra y perderáel Imperio”, como lo señaló el Grl. Fuller en su conocida obra histórica. Se le exigía al RU la liberación de las colonias y ello se cumplirá a partir de 1945. Sin embargo, para algunas naciones -entre ellas la Argentina- quedó pendiente la “devolución de los derechos de soberanía…. que les hubieran sido arrebatadas”. Y, como ya señaláramos: “pacta sunt servanda”. EUA no debería seguir mirando hacia un costado. La embarcación que sirvió para el arrebato, tenía bandera estadounidense.
La “Carta del Atlántico” fue ratificada entre 1942 y 1945 por diecinueve países. Entre ellos, diez fueron Iberoamericanos. Luego la cláusula de marras ingresará al derecho internacional de posguerra, al incorporarse a la Carta de las Naciones Unidas y dará lugar a la existencia del Comité de Descolonización, hoy a punto de desactivarse. La República Argentina presentó constantemente en la ONU su reclamo por el caso “colonial”, que afecta a su soberanía en el Atlántico Sur y la comunidad internacional, por amplísima mayoría respondió, haciendo justicia en la Asamblea General, reconociendo el hecho de la usurpación y exigiendo al ex-imperio iniciar las negociaciones por la soberanía de las Islas. En esas votaciones EE.UU. -verdadero motor de la descolonización- normalmente se abstuvo. Los intereses estratégicos de EEUU en el Atlántico Sur durante la guerra fría eran superiores a sus principios liberales anticoloniales. El país reclamante de soberanía “no les era confiable”, frente a un “aliado comprobado”. Paradójicamente esta calificación de la posición de la Argentina no era la que correspondía a esa etapa de la GMII, en la que nuestro país se mantuvo más ligado a Londres que a Washington, como lo prueban las memorias de Churchill y de C. Hull. Pero la situación -desde 1947- había cambiado y los “intereses” también, mientras la Argentina continuaba siendo -en el 2012- “no confiable”.
La Situación Argentina desde la Posguerra Fría.
En la posguerra fría -1989/91-2001- nuestro país “por estado de necesidad” –como la realidad sufragó- luego de la derrota militar en el Atlántico Sur y de las hiperinflaciones, cerró el ciclo de su economía socialista -con constitución liberal- y de los golpes de estado cívico-militares -en el futuro estos fueron y probablemente seguirán siendo exclusivamente “cívicos”- Se “insertó” en el subcontinente sudamericano. Para ello “sobreactuó” y alcanzó -en breve plazo- un Acuerdo Regional Comercial, el “Mercosur” y el status de “Aliado Especial Extra-NATO” otorgado por Washington en reconocimiento al giro copernicano de su Política Exterior. En el año 2000 la Argentina había alcanzado una difícil situación política institucional que potenciaba la crisis socioeconómica de arrastre, ponía en serias dificultades la gobernabilidad y evidenciaba graves incongruencias y contradicciones en la coalición gobernante, que llegó a una irremediable caída. La Argentina ingresó a un retro populismo neo-marxista autodenominado “progresista” que, al enfrentar la dura realidad posterior al 2008 se encuentra -nuevamente- en proceso de autodestrucción. En esa situación el riesgo de tomar a la “causa nacional Malvinas” como tabla de salvación o cortina de humo, existe. En consideración a su actual aislamiento en el extremo austral, los daños que puede producir una falsa maniobra política pueden ser muy graves para el futuro sostenimiento de nuestros derechos de soberanía en el Atlántico Sur-Antártida.
Un posible modo de acción emergente de la crítica situación político-estratégica nacional, en el Año 2012.
La Argentina deberá reencontrar el curso de desarrollo que emprendió con éxito en el siglo XIX. Para ello será necesaria la recuperación de su identidad, plantear su reproyección enellargo plazo y entender la naturaleza de las circunstancias críticas que nos presenta el escenario internacional y regional, en las primeras décadas del siglo XXI.
No existen indicios de que algunas de las tres condiciones enunciadas estén siendo planteadas, discutidas o elaboradas por nuestras dirigencias. El “Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires” hace años que difunde su Plan Estratégico Nacional “La Segunda ArgentinaPosindustrial”, como base de un debate imprescindible que aun no se ha logrado. La alternativa al rumbo que llevamos no ha sido enunciada públicamente, no la conocemos. Esa es la raíz de la ansiedad que nos abarca.
La prensa argentina entrevistaba en el año 1997 a Alexander Haig, quien -se supone- cumplía un rol mayor en la mediación entre Argentina y Gran Bretaña durante el conflicto de la Guerra de las Islas Malvinas. Sus declaraciones, a pocos días, fueron refutadas por Gustavo Figueroa, quien fue un importante auxiliar de Nicanor Costa Mández en ese período bélico.
[ezcol_1half]
HAIG
“El verdadero problema fue el sistema de veto que funcionaba enla junta de los militares argentinos”.
-¿Cómo funcionaba?
-Nadie podía decir que sí y todos podían decir que no. El Ejército y la Fuerza Aérea, de alguna manera, eran más razonables. Galtieri hubiera aceptado las propuestas de paz, pero el Ejército no podía avanzar sin el consentimiento de la Armada. El representante de la Armada siempre era el más rígido. Una vez me dijo: “Vamos a pelear y vamos a ganar”. Yo le respondí: “Usted dice eso porque nunca le llegaron las bolsas con los cadáveres”. Pero no le causó ninguna impresión.
-¿Y el entonces canciller Nicanor Costa Méndez?
-Creo que era un aliado de la Armada. En dos ocasiones logré el consentimiento de los británicos, él me decía que sí y luego venía con un papelito al aeropuerto. “Lea esto en el avión”, me decía. ¡Y el papelito rompía todo el acuerdo! Ya no le guardo resentimiento, pero no le tengo respeto. Me mintió dos veces.
-El que tomaba las decisiones era Galtieri, no su canciller.
-A Galtieri lo respeto. Creo que fue una víctima de las circunstancias, que estaba sometido a muchas presiones.
-Dicen que bebía…
-No lo sé , pero lo escuché. Una sola vez, después de horas y horas de negociaciones, lo noté con los cachetes enrojecidos.
-¿Thatcher era más flexible?
– Ambos lados estaban atrapados por cierto “emocionalismo”. La señora Thatcher analizaba la situación en el contexto de la guerra fría. Pensaba que sería una mala señal hacia Moscú que Occidente retrocediera frente a un ataque. No podía tolerar una agresión, una ruptura de las leyes del orden internacional. ¡Y tenía razón!
-Si creía que Thatcher tenía razón, ¿Por qué intentó mediar?
-Por varios motivos. Uno -no menor- era que América latina podía reaccionar en contra los Estados Unidos si nos poníamos en forma automática del lado británico.
Respaldos
-¿Evaluaron la posibilidad de que Moscú apoyara a la Argentina?
-Esa preocupación siempre, siempre, estaba presente en nuestros cálculos. Galtieri me dijo que los rusos le habían ofrecido hundir un barco británico con un submarino para que la Argentina se atribuyera el mérito.A mí eso no me preocupaba, porque la junta era visceralmente anticomunista. Si estaban cooperando con los Estados Unidos en Nicaragua. ¡Y eso era contra Castro!
-¿Le consta la cooperación de la dictadura argentina con la CIA?
-No tengo pruebas, pero lo escuché y no tengo dudas al respecto.
-¿Cómo le dice a las islas, Malvinas o Falklands?
-Generalmente, Malvinas o “las islas”.
-¿Y delante de Thatcher?
-Seguro que Falklands. Eso fue lo más difícil: demostrarle a las dos partes que éramos imparciales. De todas maneras, le aclaré a los argentinos desde el comienzo que nos pondríamos del lado británico si las negociaciones fracasaban.
-Durante su mediación, ¿Estados Unidos le dio información satelital a los británicos?
-Le aclaré a Galtieri que respetaríamos los acuerdos de cooperación que estaban vigentes. Pero una de las cosas que me perturbaba, porque dañaba mi credibilidad ante la Argentina, eran las relaciones muy íntimas que el Pentágono tenía con los británicos, especialmente la Armada. La verdad es que yo no estaba al tanto de todo lo que sucedía en la Casa Blanca, donde muchos, con acceso directo a Reagan, se oponían a mi intento mediador.
-¿Qué pensaba Reagan?
-Muchos en la Casa Blanca creían que el problema no tenía nada que ver con el orgullo nacional, que todo estalló por el petróleo. Reagan a veces repetía eso.
-Ahora se firmaron acuerdos de cooperación petrolera.
-Es ironía, pero yo no creía en eso.
-¿Qué creía?
-Que tenía que ver con despertar el orgullo nacional y con otra cosa. La junta -Galtieri me lo dijo- nunca creyó que los británicos darían pelea. El creía que Occidente se había corrompido. Que los británicos no tenían Dios, que Estados Unidos se había corrompido…. Nunca lo pude convencer de que ellos no sólo iban a pelear, que además iban a ganar.
-Galtieri lo subió a un helicóptero para que viera una manifestación en la Plaza de Mayo.
-También quería que saliera a saludar al balcón (risas). Pero sólo acepté el viaje en helicóptero y lo que vi fue una muestra de patriotismo preparada por el Gobierno.El domingo fui a misa y las mujeres, en voz baja, me pedían: “Paz, paz”, porque iban a pagar los costos con la vida de sus propios hijos.
-Usted dice que Thatcher buscó la paz, pero cuando el acuerdo de paz había avanzado con Belaúnde Terry los británicos hundieron el Belgrano.
-Esos son los problemas de acercarse tanto a la guerra, se pierde el control. No creo que los británicos estuvieran intentando boicotear la solución pacífica. En Londres, para mí fue evidente que, salvo el ministro de Defensa, el resto quería la paz.
-Pero fue a una guerra que sabía que ganaría y que le sirvió políticamente.
-La ayudó tremendamente, eso es cierto. Pero eso le da más méritos a sus intentos de paz, que le sirvieron para poner en evidencia que no era ella la que no quería cooperar.
-Al gobierno argentino le gustaría que Estados Unidos vuelva a intentar una mediación.
-Es algo natural, tiene buenas relaciones con ambos países.
-Clinton dijo que sólo lo haría si se lo piden ambos.
-Es una buena respuesta (risas).
-¿Porque Clinton sabe que los británicos no se lo van a pedir?
-Dudo que lo hagan…
La mediación
Reagan: luego del desembarco argentino en las Malvinas, el presidente de los Estados Unidos designó a Haig, entonces secretario de Estado, como mediador entre la Argentina y el Reino Unido.
Encuentro: Haig se reunió por primera vez con el ex canciller Nicanor Costa Méndez enNueva York, el 4 de abril de 1982.
Viajes: el mediador se entrevistó conThatcher en Londres y estuvo dos veces en Buenos Aires con Galtieri, a quien puso al teléfono con Reagan.
Fracaso: sobre el final de abril, Haig se retrae y alienta una mediación del entonces presidente delPerú, Belaúnde Terry.
Ruptura: el 30 de abril anuncia que los Estados Unidos impondrán sanciones económicas a la Argentina y que “responderá positivamente a los pedidos de apoyo de los británicos”.
Nadie habló de traspaso
“Nunca hablamos de una transferencia de soberanía para 1997”, afirmó Haig, para desmentir a un diario inglés que lo citó diciendo que Margaret Thatcher estaba dispuesta a entregar las islas Malvinas junto con Hong Kong. Según Haig, la ex primer ministra británica estaba más interesada en “la autodeterminación de los isleños que en la disputa de soberanía”. En otras palabras, el ex secretario de Estado de los Estados Unidos sostiene que Thatcher estaba dispuesta a transferir las Malvinas, siempre y cuando los isleños aprobaran esa decisión mediante un plebiscito.
-Pero nunca hubiera sucedido, porque los isleños no quieren ser argentinos, quieren ser británicos.
-No lo sé. Con el tiempo, la situación podría haber cambiado de manera dramática, porque el acuerdo hubiera roto con el aislamiento de las islas, las hubiera dejado más expuestas a la influencia argentina, porque contemplaba un gobierno más balanceado.
-¿Qué plazos manejaban?
-Estaba claro que no podíamos lograr el consentimiento argentino para que el plebiscito fuera algo inmediato porque sabían cómo iban a votar los isleños.
-¿La Argentina va a recuperar alguna vez las islas?
-No lo sé. Puede suceder si se mantiene el diálogo y se busca una vía pacífica. De lo contrario, si se cometen errores, si surgen fuerzas nacionalistas, eso va a jugar en contra.
-Los británicos ya no discuten la soberanía porque está dentro del paraguas.
-Eso es un buen signo. En relaciones internacionales, siempre es bueno dejar de lado las diferencias irreconciliables. En el corto plazo, la Argentina debe intentar que las cosas sean como eran antes de la guerra. Antes de la guerra, muchas cosas podrían haber sucedido.
-De no haber sido por la guerra, ¿la Argentina tendría las Malvinas?
-No puedo afirmar eso. Pero sí puedo decir que la guerra hizo mucho más difícil la perspectiva de un cambio. La discusión de soberanía va a demorar mucho más tiempo.
El divorcio
Cuando la entrevista ya había culminado, Haig se levantó para la despedida y con cierto desdén contó lo que considera su mejor anécdota con Galtieri. En la intimidad, Haig solía decirle a Galtieri que no tenía “ningún sentido derramar sangre por unas islas rocosas y ventosas”. Al ex secretario de Estado, que jamás pisó las Malvinas y que conocía poco de América latina, le costaba entender el conflicto.
“Usted sabe que la Argentina es un país católico en el que está prohibido el divorcio”, respondió Galtieri, y en broma le dijo que pretendía convertir a las Malvinas en un lugar al que pudieran ir los argentinos a divorciarse. Haig, que estaba desconcertado, atinó a decir: “Bueno, yo soy un hombre católico. No creo en el divorcio”. Y soltó una carcajada.
[/ezcol_1half]
[ezcol_1half_end]
FIGUEROA
Gustavo Figueroa fue el jefe de gabinete del canciller Nicanor Costa Méndez durante la Guerra de las Malvinas, en 1982. Diplomático de carrera, estuvo muy cerca de Costa Méndez durante la gestión mediadora del ex secretario de Estado de los Estados Unidos, Alexander Haig.
“Unos meses antes de morir, Costa Méndez me preguntó con relación al tema Malvinas:´¿Qué hice mal?´ Le respondí: ´Aceptar´.
“Al principio no entendió, pero luego se rió. Estaba claro que el error había sido aceptar el Ministerio de Relaciones Exteriores en la situación en que se encontraba nuestro país.
“Durante la guerra, un par de veces me comentó que, quizá, lo mejor (en lo personal) era renunciar. Pero sabía que en medio de una guerra eso era imposible. No renunció antes de las hostilidades porque creyó que se podía negociar.No renunció durante, porque hubiera sido considerado un acto de traición. Después, fue el primero en presentar su renuncia, al día siguiente de la rendición, el 15 de junio de 1982”, aseguró Figueroa.
Las respuestas
A continuación se reproducen algunas afirmaciones de Haig a La nacion e, inmediatamente, la réplica de Figueroa.
Haig:”Nicanor Costa Méndez era un aliado de la Armada”.
Figueroa: “Costa Méndez no fue ni dejó de ser un aliado de la Armada. Si mis recuerdos son fieles, fue la Fuerza Aérea que lo propuso como canciller. Era amigo del brigadier Lami Dozo. A Galtieri y a Anaya los conoció luego de que le ofrecieran la Cancillería”.
“Galtieri hubiera aceptado las propuestas de paz, pero el Ejército no podía avanzar sin el consentimiento de la Armada.El representante de la Armada siempre era el más rígido.”
“Según me dijo Costa Méndez, Galtieri tuvo ganas de aceptar la negociación dos veces. Galtieri estaba dominado o influido por Anaya. Pienso que era la retribución por el voto de la Armada para destituir a Viola (2 a 1). El almirante Anaya tenía poder de veto y lo utilizaba. Era, sin dudas, el más duro de los tres representantes.Le escuché varias teorías:
a) Cuando desembarquen luego de tanto tiempo en el mar van a estar mareados.
b) Es preferible una derrota con honor que una rendición.
c) Astiz tiene instrucciones de no rendirse en las Georgias hasta que por lo menos haya perdido la mitad de la tropa.
“Costa Méndez me decía que sí y luego venía con un papelito al aeropuerto. ‘Lea esto en el avión´, me decía. ‘Y el papelito rompía todo el acuerdo! Costa Méndez me mintió dos veces.”
“En una ocasión, el que le entregó el ‘papelito´ a Haig fue el suscripto. Costa Méndez estaba en favor de la negociación, pero la que tomaba la decisión final era la Junta Militar. En ambos casos, lo que hizo a través de los papelitos fue transmitir decisiones de la Junta. Nunca le mintió. Quería negociar y lo intentó hasta el final.”
“Nunca lo pude convencer (a Galtieri) de que los británicos no sólo iban a pelear, sino que además iban a ganar.”
“Haig no miente cuando dice que nos alertó. Lo que no cuenta es por qué podía entrar en el despacho de Galtieri sin hacerse anunciar, al igual que el conocido general Vernon Walters. Nunca pude saber cuál era la conexión.Es posible que Vernon Walters haya sido el enlace con la CIA.El viajaba desde hacía tiempo a la Argentina y se entrevistaba con los miembros de la Junta sin que se supiera.”
El respeto por Galtieri
“A Galtieri lo respeto, fue una víctima de las circunstancias.”
“Estimo que Haig defiende a Galtieri en aras de defender a un colega militar.El problema con Costa Méndez es que era más inteligente que Haig, quien obviamente se sentía más cómodo con Galtieri.”
“No creo que los ingleses estuvieran intentando boicotear una solución pacífica.”
“El día anterior al hundimiento del Belgrano, el canciller del Perú negoció con Costa Méndez una fórmula que ya contaba con el sí argentino. Lamentablemente, con el hundimiento del Belgrano se hundieron las esperanzas de la negociación.Lo del Belgrano se pudo haber evitado, pero eso hubiera ido en contra de los planes de Thatcher.”
“Lo que vi (al sobrevolar la Plaza de Mayo en helicóptero) fue una muestra de patriotismo preparada por el Gobierno.”
“Fue un acto espontáneo. A punto tal, que Galtieri y la Junta leyeron mal las señales. Cuando Galtieri intentó politizar su improvisación desde el balcón, fue silbado. La gente lo había aceptado como un instrumento de recuperación de las islas, no como presidente de los argentinos.”
Figueroa agregó un comentario final:”Ingresé en la Cancillería en 1958, vi pasar muchos cancilleres y muchos presidentes. La prioridad (la obsesión) de todos era el tema de Chile y las Malvinas. Lo de Chile ya está casi solucionado, sólo faltan los hielos continentales ¿Por qué no pensar que con Malvinas algún día puede pasar lo mismo?”
En abril de 1982 recuperamos las Malvinas con una operación en la que las únicas ilustres víctimas fueron soldados argentinos, tal fue el afán con el que se procuró no producirles daño a los usurpadores. Después de más de ciento ochenta y cuatro años de despojo; de varios pronunciamientos de las Naciones Unidas en contra de la ocupación colonial, y en medio de circunstancias que hacían imperioso no demorar la recuperación, las fuerzas armadas se instalaron allá. De inmediato se establecieron negociaciones buscando un acuerdo satisfactorio sin apelar a la fuerza. Se habló de un gobierno tripartito, argentino e inglés con los norteamericanos como veedores. De una administración mitad argentina y mitad anglokélper. La argentina rechaza estas posibilidades con el lógico argumento de que la soberanía no se negocia, pero manteniendo el dialogo abierto a la búsqueda de la solución pacífica. El Secretario de Estado norteamericano, Haig, viene, viaja a Londres, vuelve, y la solución aceptable no aparece. El 23 de Abril el ministro ingles, Pym, dice que aunque nada pueda anunciarse se registran progresos hacía una salida encaminada a evitar la guerra. El 24 nuestro ministro, Nicanor Costa Méndez, viaja a los Estados Unidos para participar en una reunión de la Organización de los Estados Americanos. El domingo 25 de abril los ingleses atacan nuestro submarino estacionado en la superficie en las Georgia, y cañonean a la escasa guarnición. Es la guerra. Avanza la flota británica y a través de la diplomacia suiza nos hace saber que cualquier buque o avión que se le aproxime “recibirá la respuesta adecuada”. Responde la junta declarando que defenderá de la manera que lo considere más conveniente los supremos intereses de la nación. Se disipa el optimismo de mantener la paz. Y el lunes 26 de Abril de 1982 se reúnen en Nueva York los cancilleres de las veintiuna naciones americanas. Costa Méndez explica la situación y pide una respuesta “Clara e inmediata”: la flota británica tiene su lugar en otra parte del mundo y el colonialismo en ninguno. El Tratado interamericano de Asistencia reciproca establece que toda América apoyará a un país americano atacado por una potencia extra continental. La Gran Bretaña nos ataca y la Comunidad Europea ha dispuesto un aislamiento económico en contra de nosotros. “Traíamos propuestas de paz. Antes de comenzar nos han contestado con la guerra”.Los cancilleres aplauden de pie su exposición. Bastarían catorce votos contra siete para decidir la ayuda americana, pero superamos la cantidad:hay diecisiete votos por el reconocimiento de nuestra soberanía en las Malvinas y la cesación del ataque inglés, y solo cuatro abstenciones.Chile, Colombia, Los Estados Unidos y Trinidad. Nicaragua ofrece su apoyo a cualquier medida que tomemos en nuestra defensa. El Ecuador especialmente reconoce nuestro derecho a la heredad territorial. El Perú propone mediar haciendo intervenir a las naciones unidad. El Brasil se brinda para burlar el bloqueo europeo. Los panameños hacen fiestas populares apoyándonos.-Pero no todos acatan los tratados internacionales. Los Estados Unidos anuncian que en caso de llegarse a la guerra participarán en contra de nosotros. El panamericanismo queda reducido a una ilusión.
La Situación Estratégica del Atlántico Sur en el año 2012
♣
Conferencia del Grl Heriberto Justo Auel en el Círculo Militar.
Agosto de 2012
Los espacios geográficos particulares -en tanto y cuanto su posición relativa- cambian la valoración estratégica lo largo del tiempo según la evolución de la situación política internacional-regional que ocurre normalmente en las posguerras mundiales o imperiales, al ritmo de la evolución tecnológica -que siempre las acompaña- en un proceso de realineamientos y búsquedas de nuevos equilibrios, conducidos por el núcleo de poder triunfante.
El área del Atlántico Sur -y en particular las Is. Malvinas- ha tenido -alternativamente- valores diferenciados según las necesidades de las potencias hegemónicas emergentes que moderaron y moderan a las posguerras -a la nueva “Pax” durante el lapso de su dominio/influencia. Veamos:
Era necesario desarrollar -dentro de la nueva opción estratégica IDE- en el área oceánica austral, pistas de aterrizaje alternativas para los servicios logísticos de las bases tácticas espaciales del nuevo sistema lasérico antimisiles. Ellas fueron establecidas en Mount Pleasant -en las Is. Malvinas- y en varias Islas del Atlántico y del Pacífico Sud, terminadas las operaciones en Puerto Argentino. Con anterioridad a estos hechos una Argentina autista presionaba en la Asamblea General de la ONU impulsada por “el silencio” británico, con su constante reclamo de soberanía sobre el Archipiélago Austral. En el ámbito de estos escenarios -internos y externos- el RU inicia la nueva agresión, como aliado privilegiado y “confiable” de EUA en el Atlántico Sur, impulsado y auxiliado desde Washington por un Grl de Cuatro Estrellas Haig -ex Cte de la NATO- en la Secretaria de Estado, en el período álgido que dio comienzo al abrupto final de la URSS que ocurrirá en 1989/91, por implosión.
En el año 2000 la situación estratégica mundial era otra, totalmente distinta. La guerra mundial -guerra fría- que duró cuarenta y tres años, había terminado hacía diez años. Aquella, como guerra imperial “diferente” -era la primera de la “era nuclear”- producía una posguerra también “muy diferente” e inauguraba la “Pax Global”, más conocida como “globalización planetaria”. Éste es un dato esencial para retener. En los primeros años de la posguerra fría -1989/91-2001- la valoración estratégica-militar del extremo sud-atlántico cayó verticalmente, al desaparecer la pugna E-O.
EUA ya no sufragaba el sostenimiento de su aliado privilegiado en la “colonia” austral. El Atlántico Sur cambia nuevamente de valoración: se revalúa económicamente y vuelve a ser una base logística antártica. Londres busca, en éste lapso -a partir de los recursos económicos vivos y mineros de la zona- una alternativa para sostenerse en éste espacio a un costo presupuestario aceptable. Actuó -en estos años- unilateralmente, para ampliar sus derechos en el mar, mientras la Argentina se alejaba de sus reclamos en la Asamblea General de la ONU, dejaba de lado los votos de los No Alineados, buscaba estérilmente una mejor relación con los “kelpers” y ahondaba las “relaciones carnales” con Washington.
Consecuentemente, la Argentina y el RU aumentaron el nivel de conflictos periféricos al de soberanía en razón de abusos de hecho y jurídicos unilaterales, de ingleses y de otros, observables en las contrataciones pesqueras y petroleras. Las primeras han traído gran perjuicio a los intereses argentinos en el mar y han satisfecho las preocupaciones presupuestarias de los isleños. Las segundas, que despertaban un interés económico mayor, quedaron relegadas momentáneamente por los descubrimientos de inmensas reservas petroleras en el Mar Caspio, a mucho menor costo. Londres inició la búsqueda -en la acelerada evolución de los acontecimientos- de una alternativa al petróleo que le permitiera permanecer en el área, continuar ignorando las resoluciones de la ONU -negándose a negociar con la Argentina y con ello manteniendo el “estado de guerra”- y preservar así sus aspiraciones geopolíticas, económicas y antárticas.
Para ello volvió a cabalgar las necesidades de Washington. El posicionamiento de China sobre el Canal de Panamá, en el Caribe y en la Orinoquia y la fuerte tendencia al desarrollo de los “carriers” para el transporte marítimo, volvieron a valorizar a las Is. Malvinas desde el punto de vista del apoyo económico-logístico frente al paso interoceánico y a las Is. Georgias, frente a sus intereses en la Antártida. La Base Aérea de Mount Pleasant en la posguerra de 1982, es un indudable instrumento asignado a estos nuevos valores. Es así como llegamos a la situación que analizaremos en el próximo punto.
El terrorismo y si su intervención aumentara en el Gran Medio Oriente -como ya lo hizo en Libia- es consciente de que se constituirá nuevamente en un blanco fácil de las facciones enfrentadas en los fundamentalismos musulmanes, presentes en gran número en las más importantes ciudades británicas a través de la inmigración de las últimas décadas. El comercio con el continente se resiente progresivamente, por varias razones. Al liderazgo político se le hace necesario exhibir una bandera que llame a la unidad nacional. No es extraño que Cameron y algunos de sus almirantes “faroleen” con destructores, submarinos y príncipes, desafiando a la Argentina, un país desarmado, que fue tildado de “colonialista” en la Cámara de los Comunes. Grave error sería tomar en serio a ese faroleo. Es el momento adecuado para que los argentinos -también en crisis interna- reflexionen que no se puede desarrollar una política exterior sin FFAA. El desarme argentino lleva casi treinta años. Una eventual recuperación de la Defensa Nacional tardará años. Pareciera que nuestros dirigentes ignoran que la principal misión de las FFAA es la de dar soporte a la Política Exterior y a la vez promocionar a la economía y si se nos impone la guerra: ganarla. En su actual estadio la Argentina, además de prudencia, tendría que demostrar alguna cuota de inteligencia.
Chile ha logrado, merced a la resolución del conflicto por el Canal de Beagle, presencia en el Atlántico Sur, con la cooperación de los EEUU. Ocupa el Cabo de Hornos. En el proceso de integración económico-comercial Mercosur ha ingresado tibiamente, sin comprometerse, como mero observador. Su secular e histórica relación con el RU se transformó en colusión comprobada durante la Guerra del Atlántico Sur -1982- y ello le otorga la categoría de “aliado” del RU en la región. San Martín es considerado “Libertador” en Lima, pero no es así en Santiago. Con referencia a su actitud frente a EUA, su inserción está sufragada por el ingreso al ALCA, de la mano del gobierno socialista del presidente Lagos. En Ago 12, un Oficial Superior chileno comanda un ejercicio naval gigantesco en el Pacífico, el RIMPAC 2012, con su puesto de mando en el portaviones NIMITZ, de EUA.
En síntesis, la difícil situación que enfrenta Occidente en el curso de la actual guerra mundial, ha revalorizado estratégicamente al Atlántico Sur y a la confluencia oceánica. EUA necesita en el área “aliados” confiables para el comando naval permanente del área. Chile ha avanzado desde el Canal de Beagle hacia el Oeste en los últimos tiempos y tiene ahora presencia en el Atlántico. El RU -desde 1982- ha avanzado desde las Is. Malvinas hacia el Este y el Oeste y la Argentina carece de poder naval para controlar su soberanía marítima y la proyección antártica. Nuestra zigzagueante Política Exterior, además de improvisada, carece de soporte de fuerza. Consecuentemente la debilidad estratégica nacional en el Atlántico Sur coloca a la Argentina en una posición significativamente desfavorable en el frente diplomático, agravado por el apoyo recibido desde algunos países sudamericanos adheridos a dictaduras enemigas de Occidente -por razones ideológicas- y a la presencia -en el área austral- de los “aliados” regionales del RU.
El 16 de Agosto de 1941, embarcados frente a las costas de Terranova, Roosevelt y Churchill firmaron la “Carta del Atlántico” cuyo tercer párrafo transcribimos a continuación:
“3. Estos países (EE.UU y RU) reconocen el derecho de todos los pueblos a elegir las formas de gobierno bajo las cuales han de vivir y formulan su firme propósito de devolver la autodeterminación de los derechos de soberanía a todas aquellas naciones a las que les hubieran sido arrebatados.”
En la “Carta del Atlántico” Roosevelt condicionaba su ingreso a la Segunda Guerra Mundial al cumplimiento de fuertes imposiciones al entonces vigente Imperio Británico y al status colonial europeo. Con éstos condicionamientos Churchill logrará “ganar la guerra y perderá el Imperio”, como lo señaló el Grl. Fuller en su conocida obra histórica. Se le exigía al RU la liberación de las colonias y ello se cumplirá a partir de 1945. Sin embargo, para algunas naciones -entre ellas la Argentina- quedó pendiente la “devolución de los derechos de soberanía…. que les hubieran sido arrebatadas”. Y, como ya señaláramos: “pacta sunt servanda”. EUA no debería seguir mirando hacia un costado. La embarcación que sirvió para el arrebato, tenía bandera estadounidense.
La “Carta del Atlántico” fue ratificada entre 1942 y 1945 por diecinueve países. Entre ellos, diez fueron Iberoamericanos. Luego la cláusula de marras ingresará al derecho internacional de posguerra, al incorporarse a la Carta de las Naciones Unidas y dará lugar a la existencia del Comité de Descolonización, hoy a punto de desactivarse. La República Argentina presentó constantemente en la ONU su reclamo por el caso “colonial”, que afecta a su soberanía en el Atlántico Sur y la comunidad internacional, por amplísima mayoría respondió, haciendo justicia en la Asamblea General, reconociendo el hecho de la usurpación y exigiendo al ex-imperio iniciar las negociaciones por la soberanía de las Islas. En esas votaciones EE.UU. -verdadero motor de la descolonización- normalmente se abstuvo. Los intereses estratégicos de EEUU en el Atlántico Sur durante la guerra fría eran superiores a sus principios liberales anticoloniales. El país reclamante de soberanía “no les era confiable”, frente a un “aliado comprobado”. Paradójicamente esta calificación de la posición de la Argentina no era la que correspondía a esa etapa de la GMII, en la que nuestro país se mantuvo más ligado a Londres que a Washington, como lo prueban las memorias de Churchill y de C. Hull. Pero la situación -desde 1947- había cambiado y los “intereses” también, mientras la Argentina continuaba siendo -en el 2012- “no confiable”.
En la posguerra fría -1989/91-2001- nuestro país “por estado de necesidad” –como la realidad sufragó- luego de la derrota militar en el Atlántico Sur y de las hiperinflaciones, cerró el ciclo de su economía socialista -con constitución liberal- y de los golpes de estado cívico-militares -en el futuro estos fueron y probablemente seguirán siendo exclusivamente “cívicos”- Se “insertó” en el subcontinente sudamericano. Para ello “sobreactuó” y alcanzó -en breve plazo- un Acuerdo Regional Comercial, el “Mercosur” y el status de “Aliado Especial Extra-NATO” otorgado por Washington en reconocimiento al giro copernicano de su Política Exterior. En el año 2000 la Argentina había alcanzado una difícil situación política institucional que potenciaba la crisis socioeconómica de arrastre, ponía en serias dificultades la gobernabilidad y evidenciaba graves incongruencias y contradicciones en la coalición gobernante, que llegó a una irremediable caída. La Argentina ingresó a un retro populismo neo-marxista autodenominado “progresista” que, al enfrentar la dura realidad posterior al 2008 se encuentra -nuevamente- en proceso de autodestrucción. En esa situación el riesgo de tomar a la “causa nacional Malvinas” como tabla de salvación o cortina de humo, existe. En consideración a su actual aislamiento en el extremo austral, los daños que puede producir una falsa maniobra política pueden ser muy graves para el futuro sostenimiento de nuestros derechos de soberanía en el Atlántico Sur-Antártida.
La Argentina deberá reencontrar el curso de desarrollo que emprendió con éxito en el siglo XIX. Para ello será necesaria la recuperación de su identidad, plantear su reproyección en el largo plazo y entender la naturaleza de las circunstancias críticas que nos presenta el escenario internacional y regional, en las primeras décadas del siglo XXI.
No existen indicios de que algunas de las tres condiciones enunciadas estén siendo planteadas, discutidas o elaboradas por nuestras dirigencias. El “Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires” hace años que difunde su Plan Estratégico Nacional “La Segunda Argentina Posindustrial”, como base de un debate imprescindible que aun no se ha logrado. La alternativa al rumbo que llevamos no ha sido enunciada públicamente, no la conocemos. Esa es la raíz de la ansiedad que nos abarca.
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 1, 2021
Malvinas: ALEXANDER HAIG vs GUSTAVO FIGUEROA
La prensa argentina entrevistaba en el año 1997 a Alexander Haig, quien -se supone- cumplía un rol mayor en la mediación entre Argentina y Gran Bretaña durante el conflicto de la Guerra de las Islas Malvinas. Sus declaraciones, a pocos días, fueron refutadas por Gustavo Figueroa, quien fue un importante auxiliar de Nicanor Costa Mández en ese período bélico.
[ezcol_1half]HAIG
“El verdadero problema fue el sistema de veto que funcionaba enla junta de los militares argentinos”.
-¿Cómo funcionaba?
-Nadie podía decir que sí y todos podían decir que no. El Ejército y la Fuerza Aérea, de alguna manera, eran más razonables. Galtieri hubiera aceptado las propuestas de paz, pero el Ejército no podía avanzar sin el consentimiento de la Armada. El representante de la Armada siempre era el más rígido. Una vez me dijo: “Vamos a pelear y vamos a ganar”. Yo le respondí: “Usted dice eso porque nunca le llegaron las bolsas con los cadáveres”. Pero no le causó ninguna impresión.
-¿Y el entonces canciller Nicanor Costa Méndez?
-Creo que era un aliado de la Armada. En dos ocasiones logré el consentimiento de los británicos, él me decía que sí y luego venía con un papelito al aeropuerto. “Lea esto en el avión”, me decía. ¡Y el papelito rompía todo el acuerdo! Ya no le guardo resentimiento, pero no le tengo respeto. Me mintió dos veces.
-El que tomaba las decisiones era Galtieri, no su canciller.
-A Galtieri lo respeto. Creo que fue una víctima de las circunstancias, que estaba sometido a muchas presiones.
-Dicen que bebía…
-No lo sé , pero lo escuché. Una sola vez, después de horas y horas de negociaciones, lo noté con los cachetes enrojecidos.
-¿Thatcher era más flexible?
– Ambos lados estaban atrapados por cierto “emocionalismo”. La señora Thatcher analizaba la situación en el contexto de la guerra fría. Pensaba que sería una mala señal hacia Moscú que Occidente retrocediera frente a un ataque. No podía tolerar una agresión, una ruptura de las leyes del orden internacional. ¡Y tenía razón!
-Si creía que Thatcher tenía razón, ¿Por qué intentó mediar?
-Por varios motivos. Uno -no menor- era que América latina podía reaccionar en contra los Estados Unidos si nos poníamos en forma automática del lado británico.
Respaldos
-¿Evaluaron la posibilidad de que Moscú apoyara a la Argentina?
-Esa preocupación siempre, siempre, estaba presente en nuestros cálculos. Galtieri me dijo que los rusos le habían ofrecido hundir un barco británico con un submarino para que la Argentina se atribuyera el mérito.A mí eso no me preocupaba, porque la junta era visceralmente anticomunista. Si estaban cooperando con los Estados Unidos en Nicaragua. ¡Y eso era contra Castro!
-¿Le consta la cooperación de la dictadura argentina con la CIA?
-No tengo pruebas, pero lo escuché y no tengo dudas al respecto.
-¿Cómo le dice a las islas, Malvinas o Falklands?
-Generalmente, Malvinas o “las islas”.
-¿Y delante de Thatcher?
-Seguro que Falklands. Eso fue lo más difícil: demostrarle a las dos partes que éramos imparciales. De todas maneras, le aclaré a los argentinos desde el comienzo que nos pondríamos del lado británico si las negociaciones fracasaban.
-Durante su mediación, ¿Estados Unidos le dio información satelital a los británicos?
-Le aclaré a Galtieri que respetaríamos los acuerdos de cooperación que estaban vigentes. Pero una de las cosas que me perturbaba, porque dañaba mi credibilidad ante la Argentina, eran las relaciones muy íntimas que el Pentágono tenía con los británicos, especialmente la Armada. La verdad es que yo no estaba al tanto de todo lo que sucedía en la Casa Blanca, donde muchos, con acceso directo a Reagan, se oponían a mi intento mediador.
-¿Qué pensaba Reagan?
-Muchos en la Casa Blanca creían que el problema no tenía nada que ver con el orgullo nacional, que todo estalló por el petróleo. Reagan a veces repetía eso.
-Ahora se firmaron acuerdos de cooperación petrolera.
-Es ironía, pero yo no creía en eso.
-¿Qué creía?
-Que tenía que ver con despertar el orgullo nacional y con otra cosa. La junta -Galtieri me lo dijo- nunca creyó que los británicos darían pelea. El creía que Occidente se había corrompido. Que los británicos no tenían Dios, que Estados Unidos se había corrompido…. Nunca lo pude convencer de que ellos no sólo iban a pelear, que además iban a ganar.
-Galtieri lo subió a un helicóptero para que viera una manifestación en la Plaza de Mayo.
-También quería que saliera a saludar al balcón (risas). Pero sólo acepté el viaje en helicóptero y lo que vi fue una muestra de patriotismo preparada por el Gobierno.El domingo fui a misa y las mujeres, en voz baja, me pedían: “Paz, paz”, porque iban a pagar los costos con la vida de sus propios hijos.
-Usted dice que Thatcher buscó la paz, pero cuando el acuerdo de paz había avanzado con Belaúnde Terry los británicos hundieron el Belgrano.
-Esos son los problemas de acercarse tanto a la guerra, se pierde el control. No creo que los británicos estuvieran intentando boicotear la solución pacífica. En Londres, para mí fue evidente que, salvo el ministro de Defensa, el resto quería la paz.
-Pero fue a una guerra que sabía que ganaría y que le sirvió políticamente.
-La ayudó tremendamente, eso es cierto. Pero eso le da más méritos a sus intentos de paz, que le sirvieron para poner en evidencia que no era ella la que no quería cooperar.
-Al gobierno argentino le gustaría que Estados Unidos vuelva a intentar una mediación.
-Es algo natural, tiene buenas relaciones con ambos países.
-Clinton dijo que sólo lo haría si se lo piden ambos.
-Es una buena respuesta (risas).
-¿Porque Clinton sabe que los británicos no se lo van a pedir?
-Dudo que lo hagan…
La mediación
Nadie habló de traspaso
“Nunca hablamos de una transferencia de soberanía para 1997”, afirmó Haig, para desmentir a un diario inglés que lo citó diciendo que Margaret Thatcher estaba dispuesta a entregar las islas Malvinas junto con Hong Kong. Según Haig, la ex primer ministra británica estaba más interesada en “la autodeterminación de los isleños que en la disputa de soberanía”. En otras palabras, el ex secretario de Estado de los Estados Unidos sostiene que Thatcher estaba dispuesta a transferir las Malvinas, siempre y cuando los isleños aprobaran esa decisión mediante un plebiscito.
-Pero nunca hubiera sucedido, porque los isleños no quieren ser argentinos, quieren ser británicos.
-No lo sé. Con el tiempo, la situación podría haber cambiado de manera dramática, porque el acuerdo hubiera roto con el aislamiento de las islas, las hubiera dejado más expuestas a la influencia argentina, porque contemplaba un gobierno más balanceado.
-¿Qué plazos manejaban?
-Estaba claro que no podíamos lograr el consentimiento argentino para que el plebiscito fuera algo inmediato porque sabían cómo iban a votar los isleños.
-¿La Argentina va a recuperar alguna vez las islas?
-No lo sé. Puede suceder si se mantiene el diálogo y se busca una vía pacífica. De lo contrario, si se cometen errores, si surgen fuerzas nacionalistas, eso va a jugar en contra.
-Los británicos ya no discuten la soberanía porque está dentro del paraguas.
-Eso es un buen signo. En relaciones internacionales, siempre es bueno dejar de lado las diferencias irreconciliables. En el corto plazo, la Argentina debe intentar que las cosas sean como eran antes de la guerra. Antes de la guerra, muchas cosas podrían haber sucedido.
-De no haber sido por la guerra, ¿la Argentina tendría las Malvinas?
-No puedo afirmar eso. Pero sí puedo decir que la guerra hizo mucho más difícil la perspectiva de un cambio. La discusión de soberanía va a demorar mucho más tiempo.
El divorcio
Cuando la entrevista ya había culminado, Haig se levantó para la despedida y con cierto desdén contó lo que considera su mejor anécdota con Galtieri. En la intimidad, Haig solía decirle a Galtieri que no tenía “ningún sentido derramar sangre por unas islas rocosas y ventosas”. Al ex secretario de Estado, que jamás pisó las Malvinas y que conocía poco de América latina, le costaba entender el conflicto.
“Usted sabe que la Argentina es un país católico en el que está prohibido el divorcio”, respondió Galtieri, y en broma le dijo que pretendía convertir a las Malvinas en un lugar al que pudieran ir los argentinos a divorciarse. Haig, que estaba desconcertado, atinó a decir: “Bueno, yo soy un hombre católico. No creo en el divorcio”. Y soltó una carcajada.
[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]FIGUEROA
Gustavo Figueroa fue el jefe de gabinete del canciller Nicanor Costa Méndez durante la Guerra de las Malvinas, en 1982. Diplomático de carrera, estuvo muy cerca de Costa Méndez durante la gestión mediadora del ex secretario de Estado de los Estados Unidos, Alexander Haig.
“Unos meses antes de morir, Costa Méndez me preguntó con relación al tema Malvinas:´¿Qué hice mal?´ Le respondí: ´Aceptar´.
“Al principio no entendió, pero luego se rió. Estaba claro que el error había sido aceptar el Ministerio de Relaciones Exteriores en la situación en que se encontraba nuestro país.
“Durante la guerra, un par de veces me comentó que, quizá, lo mejor (en lo personal) era renunciar. Pero sabía que en medio de una guerra eso era imposible. No renunció antes de las hostilidades porque creyó que se podía negociar.No renunció durante, porque hubiera sido considerado un acto de traición. Después, fue el primero en presentar su renuncia, al día siguiente de la rendición, el 15 de junio de 1982”, aseguró Figueroa.
Las respuestas
A continuación se reproducen algunas afirmaciones de Haig a La nacion e, inmediatamente, la réplica de Figueroa.
Haig:”Nicanor Costa Méndez era un aliado de la Armada”.
Figueroa: “Costa Méndez no fue ni dejó de ser un aliado de la Armada. Si mis recuerdos son fieles, fue la Fuerza Aérea que lo propuso como canciller. Era amigo del brigadier Lami Dozo. A Galtieri y a Anaya los conoció luego de que le ofrecieran la Cancillería”.
“Galtieri hubiera aceptado las propuestas de paz, pero el Ejército no podía avanzar sin el consentimiento de la Armada.El representante de la Armada siempre era el más rígido.”
“Según me dijo Costa Méndez, Galtieri tuvo ganas de aceptar la negociación dos veces. Galtieri estaba dominado o influido por Anaya. Pienso que era la retribución por el voto de la Armada para destituir a Viola (2 a 1). El almirante Anaya tenía poder de veto y lo utilizaba. Era, sin dudas, el más duro de los tres representantes.Le escuché varias teorías:
“Costa Méndez me decía que sí y luego venía con un papelito al aeropuerto. ‘Lea esto en el avión´, me decía. ‘Y el papelito rompía todo el acuerdo! Costa Méndez me mintió dos veces.”
“En una ocasión, el que le entregó el ‘papelito´ a Haig fue el suscripto. Costa Méndez estaba en favor de la negociación, pero la que tomaba la decisión final era la Junta Militar. En ambos casos, lo que hizo a través de los papelitos fue transmitir decisiones de la Junta. Nunca le mintió. Quería negociar y lo intentó hasta el final.”
“Nunca lo pude convencer (a Galtieri) de que los británicos no sólo iban a pelear, sino que además iban a ganar.”
“Haig no miente cuando dice que nos alertó. Lo que no cuenta es por qué podía entrar en el despacho de Galtieri sin hacerse anunciar, al igual que el conocido general Vernon Walters. Nunca pude saber cuál era la conexión.Es posible que Vernon Walters haya sido el enlace con la CIA.El viajaba desde hacía tiempo a la Argentina y se entrevistaba con los miembros de la Junta sin que se supiera.”
El respeto por Galtieri
“A Galtieri lo respeto, fue una víctima de las circunstancias.”
“Estimo que Haig defiende a Galtieri en aras de defender a un colega militar.El problema con Costa Méndez es que era más inteligente que Haig, quien obviamente se sentía más cómodo con Galtieri.”
“No creo que los ingleses estuvieran intentando boicotear una solución pacífica.”
“El día anterior al hundimiento del Belgrano, el canciller del Perú negoció con Costa Méndez una fórmula que ya contaba con el sí argentino. Lamentablemente, con el hundimiento del Belgrano se hundieron las esperanzas de la negociación.Lo del Belgrano se pudo haber evitado, pero eso hubiera ido en contra de los planes de Thatcher.”
“Lo que vi (al sobrevolar la Plaza de Mayo en helicóptero) fue una muestra de patriotismo preparada por el Gobierno.”
“Fue un acto espontáneo. A punto tal, que Galtieri y la Junta leyeron mal las señales. Cuando Galtieri intentó politizar su improvisación desde el balcón, fue silbado. La gente lo había aceptado como un instrumento de recuperación de las islas, no como presidente de los argentinos.”
Figueroa agregó un comentario final:”Ingresé en la Cancillería en 1958, vi pasar muchos cancilleres y muchos presidentes. La prioridad (la obsesión) de todos era el tema de Chile y las Malvinas. Lo de Chile ya está casi solucionado, sólo faltan los hielos continentales ¿Por qué no pensar que con Malvinas algún día puede pasar lo mismo?”
[/ezcol_1half_end]PrisioneroEnArgentina.com
April 2, 2019
PANAMERICANISMO
LO QUE NO SE DEBE NI PUEDE OLVIDAR
OPINIÓN
En abril de 1982 recuperamos las Malvinas con una operación en la que las únicas ilustres víctimas fueron soldados argentinos, tal fue el afán con el que se procuró no producirles daño a los usurpadores. Después de más de ciento ochenta y cuatro años de despojo; de varios pronunciamientos de las Naciones Unidas en contra de la ocupación colonial, y en medio de circunstancias que hacían imperioso no demorar la recuperación, las fuerzas armadas se instalaron allá. De inmediato se establecieron negociaciones buscando un acuerdo satisfactorio sin apelar a la fuerza. Se habló de un gobierno tripartito, argentino e inglés con los norteamericanos como veedores. De una administración mitad argentina y mitad anglokélper. La argentina rechaza estas posibilidades con el lógico argumento de que la soberanía no se negocia, pero manteniendo el dialogo abierto a la búsqueda de la solución pacífica. El Secretario de Estado norteamericano, Haig, viene, viaja a Londres, vuelve, y la solución aceptable no aparece. El 23 de Abril el ministro ingles, Pym, dice que aunque nada pueda anunciarse se registran progresos hacía una salida encaminada a evitar la guerra. El 24 nuestro ministro, Nicanor Costa Méndez, viaja a los Estados Unidos para participar en una reunión de la Organización de los Estados Americanos. El domingo 25 de abril los ingleses atacan nuestro submarino estacionado en la superficie en las Georgia, y cañonean a la escasa guarnición. Es la guerra. Avanza la flota británica y a través de la diplomacia suiza nos hace saber que cualquier buque o avión que se le aproxime “recibirá la respuesta adecuada”. Responde la junta declarando que defenderá de la manera que lo considere más conveniente los supremos intereses de la nación. Se disipa el optimismo de mantener la paz. Y el lunes 26 de Abril de 1982 se reúnen en Nueva York los cancilleres de las veintiuna naciones americanas. Costa Méndez explica la situación y pide una respuesta “Clara e inmediata”: la flota británica tiene su lugar en otra parte del mundo y el colonialismo en ninguno. El Tratado interamericano de Asistencia reciproca establece que toda América apoyará a un país americano atacado por una potencia extra continental. La Gran Bretaña nos ataca y la Comunidad Europea ha dispuesto un aislamiento económico en contra de nosotros. “Traíamos propuestas de paz. Antes de comenzar nos han contestado con la guerra”. Los cancilleres aplauden de pie su exposición. Bastarían catorce votos contra siete para decidir la ayuda americana, pero superamos la cantidad: hay diecisiete votos por el reconocimiento de nuestra soberanía en las Malvinas y la cesación del ataque inglés, y solo cuatro abstenciones. Chile, Colombia, Los Estados Unidos y Trinidad. Nicaragua ofrece su apoyo a cualquier medida que tomemos en nuestra defensa. El Ecuador especialmente reconoce nuestro derecho a la heredad territorial. El Perú propone mediar haciendo intervenir a las naciones unidad. El Brasil se brinda para burlar el bloqueo europeo. Los panameños hacen fiestas populares apoyándonos.-Pero no todos acatan los tratados internacionales. Los Estados Unidos anuncian que en caso de llegarse a la guerra participarán en contra de nosotros. El panamericanismo queda reducido a una ilusión.
DR. JORGE B. LOBO ARAGÓN