Conferencia del Grl Heriberto Justo Auel en el Círculo Militar.
Agosto de 2012
La valoración del Atlántico Sur a través del tiempo.
Los espacios geográficos particulares -en tanto y cuanto su posición relativa- cambian la valoración estratégica lo largo del tiempo según la evolución de la situación política internacional-regional que ocurre normalmente en las posguerras mundiales o imperiales, al ritmo de la evolución tecnológica -que siempre las acompaña- en un proceso de realineamientos y búsquedas de nuevos equilibrios, conducidos por el núcleo de poder triunfante.
El área del Atlántico Sur -y en particular las Is. Malvinas- ha tenido -alternativamente- valores diferenciados según las necesidades de las potencias hegemónicas emergentes que moderaron y moderan a las posguerras -a la nueva “Pax” durante el lapso de su dominio/influencia. Veamos:
En 1833, cuando Londres produce la usurpación de las Islas a través de un acto de violencia lo hace con una embarcación de bandera estadounidense, desplazando por la fuerza al gobierno y a la población argentinos hacia el continente y reemplazándolos por “ocupantes ingleses”, que hoy aspiran a su “autodeterminación”. En esa oportunidad el valor prioritario del área era “económico“: consolidar un punto de apoyo logístico para la flota comercial inglesa. La necesidad que impulsó la expansiva agresión respondía a un proyecto imperial, en tiempos de la talasocrática “Pax- Británica”. El Canal de Panamá recién se abriría en 1914.
En 1982, cuando el RU produce el “detonante de crisis” en las Is. Georgias -con un “incidente provocado”- comete una nueva agresión que -por un escalamiento imponderable- nos lleva a una “guerra limitada”, sorprendiendo al gobierno argentino que carecía de estructuras institucionales para enfrentar una negociación diplomática acompañada con una prueba de fuerza en el espacio delimitado por el agresor. En esa oportunidad los objetivos británicos en juego eran eminentemente “político-estratégicos“ en el escenario internacional de la lógica bipolar E-O. En 1982 EUA estaba en curso de reemplazo del concepto estratégico de la “mutuadestrucción asegurada” por el correspondiente a la “iniciativa de defensa estratégica” -IDE- y Malvinas cobraba en él un valor estratégico militar singular. El cierre de la base naval de EUA en Sud África, la necesidad de mantener los controles electrónicos en la “yugular del petróleo” y en el paso interoceánico austral -espacio llave éste último para lograr el seguimiento de la dispersión de los submarinos nucleares estratégicos- así lo exigía. Además, el presidente Reagan había resuelto redesplegar en Europa los misiles de corto y mediano alcance y M. Thatcher era la única líder europea que los admitía, desde una posición pre-electoral muy desfavorable. Era necesario un hecho socio-político trascendente -una victoria militar-, para sostenerla en el gobierno. Para ello se pensó en una provocación que escaló a una guerra limitada. Ésta que no resultó fácil, pero cumplió con su finalidad.
Era necesario desarrollar -dentro de la nueva opción estratégica IDE- en el área oceánica austral, pistas de aterrizaje alternativas para los servicios logísticos de las bases tácticas espaciales del nuevo sistema lasérico antimisiles. Ellas fueron establecidas en Mount Pleasant -en las Is. Malvinas- y en varias Islas del Atlántico y del Pacífico Sud, terminadas las operaciones en Puerto Argentino. Con anterioridad a estos hechos una Argentina autista presionaba en la Asamblea General de la ONU impulsada por “el silencio” británico, con su constante reclamo de soberanía sobre el Archipiélago Austral. En el ámbito de estos escenarios -internos y externos- el RU inicia la nueva agresión, como aliado privilegiado y “confiable” de EUA en el Atlántico Sur, impulsado y auxiliado desde Washington por un Grl de Cuatro Estrellas Haig -ex Cte de la NATO- en la Secretaria de Estado, en el período álgido que dio comienzo al abrupto final de la URSS que ocurrirá en 1989/91, por implosión.
En el año 2000 la situación estratégica mundial era otra, totalmente distinta. La guerra mundial -guerra fría- que duró cuarenta y tres años, había terminado hacía diez años. Aquella, como guerra imperial “diferente” -era la primera de la “era nuclear”-producía una posguerra también “muy diferente” e inauguraba la “Pax Global”, más conocida como “globalización planetaria”.Éste es un dato esencial para retener. En los primeros años de la posguerra fría -1989/91-2001- la valoración estratégica-militar del extremo sud-atlántico cayó verticalmente, al desaparecer la pugna E-O.
EUA ya no sufragaba el sostenimiento de su aliado privilegiado en la “colonia” austral. El Atlántico Sur cambia nuevamente de valoración: se revalúa económicamente y vuelve a ser una base logística antártica. Londres busca, en éste lapso -a partir de los recursos económicos vivos y mineros de la zona- una alternativa para sostenerse en éste espacio a un costo presupuestario aceptable. Actuó -en estos años- unilateralmente, para ampliar sus derechos en el mar, mientras la Argentina se alejaba de sus reclamos en la Asamblea General de la ONU, dejaba de lado los votos de los No Alineados, buscaba estérilmente una mejor relación con los “kelpers” y ahondaba las “relaciones carnales” con Washington.
Consecuentemente, la Argentina y el RU aumentaron el nivel de conflictos periféricos al de soberanía en razón de abusos de hecho y jurídicos unilaterales, de ingleses y de otros, observables en las contrataciones pesqueras y petroleras. Las primeras han traído gran perjuicio a los intereses argentinos en el mar y han satisfecho las preocupaciones presupuestarias de los isleños. Las segundas, que despertaban un interés económico mayor, quedaron relegadas momentáneamente por los descubrimientos de inmensas reservas petroleras en el Mar Caspio, a mucho menor costo. Londres inició la búsqueda -en la acelerada evolución de los acontecimientos- de una alternativa al petróleo que le permitiera permanecer en el área, continuar ignorando las resoluciones de la ONU -negándose a negociar con la Argentina y con ello manteniendo el “estado de guerra”- y preservar así sus aspiraciones geopolíticas, económicas y antárticas.
Para ello volvió a cabalgar las necesidades de Washington. El posicionamiento de China sobre el Canal de Panamá, en el Caribe y en la Orinoquia y la fuerte tendencia al desarrollo de los “carriers” para el transporte marítimo, volvieron a valorizar a las Is. Malvinas desde el punto de vista del apoyo económico-logístico frente al paso interoceánico y a las Is. Georgias, frente a sus intereses en la Antártida. La Base Aérea de Mount Pleasant en la posguerra de 1982, es un indudable instrumento asignado a estos nuevos valores. Es así como llegamos a la situación que analizaremos en el próximo punto.
En el 2012: terminada la posguerra fría el 11S01 -con los ataques terroristas dentro de EUA- se inicia una nueva guerra mundial. Termina el tiempo de la “estrategia de ladisuasión” y regresa el de la “estrategia de la acción”. Un enemigo “no estatal”, “sin rostro”, demuestra que no es disuadible: se inmola. Ya ha transcurrido una década y los focos de ésta guerra -que ha tomado el nombre de “guerra contraterrorista global” – han evolucionado en su naturaleza, en sus formas y sobre la geografía.
Los estrategas teóricos la califican como guerras de “Cuarta y Quinta Generación” y para Iberoamérica Holsty las designa “dela tercera especie”, por sus particularidades. Su epicentro geográfico, hasta hoy, ha sido el Gran Medio Oriente. Sin embargo abarca al planeta y sorprende permanentemente, por sus dinámicas redes. A la crisis cultural del Occidente Cristiano en su núcleo fundacional europeo, se le ha sumado -como una de sus consecuencias- la crisis financiera del 2008 que está afectando a la economía internacional. Éste último fenómeno se constituye, en los días que corren, en un verdadero catalizador de la guerra contraterrorista global.
El RU, abarcado por los graves problemas que transita la UE, particularmente en su integración, ha resuelto apartarse de la Europa continental. Como ha sido su actitud histórica, se siente hoy nuevamente “fuera y sobre Europa” y como viene ocurriendo desde la GMI -1914/1918- se apoya en el “cachorro anglo-sajón americano”. Como lo hizo en tiempos de nuestra independencia, a puesto sus ojos en Iberoamérica como espacio de expansión de sus negocios. Además de las visitas del primer ministro inglés a Brasil y a Chile, recientemente, tiene en el Atlántico Sur un espacio que puede aprovechar con mucha mayor autonomía, pues las circunstancias internacionales en curso le otorgan otra vez, al Atlántico Sur, una singular importancia Estratégica y Económica, ahora combinadas.
El terrorismo y si su intervención aumentara en el Gran Medio Oriente -como ya lo hizo en Libia- es consciente de que se constituirá nuevamente en un blanco fácil de las facciones enfrentadas en los fundamentalismos musulmanes, presentes en gran número en las más importantes ciudades británicas a través de la inmigración de las últimas décadas. El comercio con el continente se resiente progresivamente, por varias razones. Al liderazgo político se le hace necesario exhibir una bandera que llame a la unidad nacional. No es extraño que Cameron y algunos de sus almirantes “faroleen” con destructores, submarinos y príncipes, desafiando a la Argentina, un país desarmado, que fue tildado de “colonialista” en la Cámara de los Comunes. Grave error sería tomar en serio a ese faroleo. Es el momento adecuado para que los argentinos -también en crisis interna- reflexionen que no se puede desarrollar una política exterior sin FFAA. El desarme argentino lleva casi treinta años. Una eventual recuperación de la Defensa Nacional tardará años. Pareciera que nuestros dirigentes ignoran que la principal misión de las FFAA es la de dar soporte a la Política Exterior y a la vez promocionar a la economía y si se nos impone la guerra: ganarla. En su actual estadio la Argentina, además de prudencia, tendría que demostrar alguna cuota de inteligencia.
Buenos Aires ha rechazado recientemente en Mar del Plata el ingreso al ALCA. EUA -consecuentemente- ha resuelto llamar a los países del Pacífico y conformar con ellos un importante mercado. Esos pasos están en plena ejecución. La maniobra está acompañada por el Pentágono, que ha trasladado un importante poder de fuego hacia el Oeste pues se prevén allí a los nuevos conflictos. La importancia de la confluencia oceánica, al Sur del Cabo de Hornos, cobra nuevamente valor estratégico. En estos días, al recalentarse la situación en el Estrecho de Ormuz, estamos observando la fluidez de movimientos navales entre el Pacífico, el Atlántico y el Índico.
Los Actores Interactuantes en el Atlántico Sur en el 2012.
UU. -como única superpotencia militar actual- en función de sus intereses globales y regionales declarados, es el principal actor internacional en el Atlántico Sur. Retiene el absoluto control electrónico del área. Su histórica relación con el RU se renueva hoy por las razones ya anotadas, recobrando el Atlántico Sur la importancia de los tiempos de la bipolaridad. La actividad financiera ilegal, en particular el lavado de dinero en los “paraísos fiscales” del Caribe que controla el RU, constituía un elemento de perturbación que está hoy cada vez más controlada internacionalmente, luego de la caída de Lehmann Brothers. La necesidad de trasladar el centro de gravedad de las preocupaciones estratégicas estadounidenses al Asia-Pacífico revaloriza al Atlántico Sur y a la confluencia oceánica. Esa es la razón del espaldarazo de la Secretaría de Estado al “aliado” RU, al negar la “militarización” del área que la Argentina esgrime ante el CS y la AG ONU. Simultáneamente Washington apela al latiguillo de que el conflicto por la soberanía es “un tema bilateral” y, como veremos más abajo, no es así. Hay una responsabilidad estadounidense que Washington no asume, en éste caso. Recordemos que en el derecho internacional “Pacta sunt servanda”.
Brasil mantiene aspiraciones de presencia hegemónica en el Atlántico Sur que debieran ser encauzadas en un “Acuerdo de Seguridad Colectiva y Defensa Común” con Buenos Aires, relacionando estrechamente los “nuevos riesgos y amenazas” posguerra fría y considerando también a la “Nueva Alianza Inter-Oceánica” (NAIO), propuesta por el Grl Div D. Carlos de Meira Mattos en función de la evolución estratégica en el Asia-Pacífico y en el dominio naval del Atlántico Sur, del Índico y del Pacífico Sur. Brasil es un “socio comercial” de la Argentina en el Mercosur, pero un “socio comercial” no es un “aliado estratégico”. Brasil, hoy “el único país emergente iberoamericano”, revistando con los “BRICS”, cuidará muy especialmente sus relaciones diplomáticas y comerciales con el mundo.
Chile ha logrado, merced a la resolución del conflicto por el Canal de Beagle, presencia en el Atlántico Sur, con la cooperación de los EEUU. Ocupa el Cabo de Hornos. En el proceso de integración económico-comercial Mercosur ha ingresado tibiamente, sin comprometerse, como mero observador. Su secular e histórica relación con el RU se transformó en colusión comprobada durante la Guerra del Atlántico Sur -1982- y ello le otorga la categoría de “aliado” del RU en la región. San Martín es considerado “Libertador” en Lima, pero no es así en Santiago. Con referencia a su actitud frente a EUA, su inserción está sufragada por el ingreso al ALCA, de la mano del gobierno socialista del presidente Lagos. En Ago 12, un Oficial Superior chileno comanda un ejercicio naval gigantesco en el Pacífico, el RIMPAC 2012, con su puesto de mando en el portaviones NIMITZ, de EUA.
El RU, en su repliegue pos imperial hacia las Islas Británicas, ha negociado con los países ocupados por su expansión colonial canjeando soberanía por todo aquello que le fue posible, en orden a paliar su decadencia y obtener las máximas ventajas que la situación actual le admite, ya sean económicas, financieras, estratégicas o políticas. En el caso de las Is. del Atlántico Sur se ha negado permanentemente a negociar, a pesar de las Resoluciones de la AG ONU. Esa actitud evidencia una firme voluntad de mantener un “estado de guerra” con la Argentina, que queda demostrado en los hechos. Frente al agravamiento de la crisis económica que padece desde el año 2008, ha resuelto expandir sus negocios petroleros sobre los espacios marítimos que se ha auto-asignado como propios, para lo cual ha reformulado recientemente el status de autonomía de los pobladores implantados en las Is., asumiendo su representación internacional y su defensa. En los próximos meses veremos las respuestas que el esfuerzo diplomático argentino puede lograr en la región, buscando una “solidaridad ideológica” que no hemos visto funcionar en los casos de Botnia o del gas boliviano. Creemos que en éste caso esa “lealtad” será exclusivamente retórica.
La Argentina mantiene con el RU una disputa -más que centenaria- de soberanía por las Islas usurpadas en 1833. Su permanente inestabilidad y discontinuidad política no ha logrado hacer cumplir las Resoluciones de la ONU, que obliga a los ingleses a negociar la soberanía. Su prolongada crisis interna, sus guerras recientes aun abiertas y una indisimulable decadencia institucional le han impedido el control de sus derechos en el mar. En los últimos 30 años el PBI chileno creció 15 veces, el brasileño diez y el argentino solo el 3,3. Estos datos se traducen en una realidad regional que contiene aquella frase final que Ferns nos dedica en su libro “La Argentina”: … “la Argentina seguirá siendo amiga de todos y aliada de nadie”. Hoy nuestro país debería entender que está solo, en dramática soledad estratégica, en el Atlántico Sur.
En síntesis, la difícil situación que enfrenta Occidente en el curso de la actual guerra mundial, ha revalorizado estratégicamente al Atlántico Sur y a la confluencia oceánica. EUA necesita en el área “aliados” confiables para el comando naval permanente del área. Chile ha avanzado desde el Canal de Beagle hacia el Oeste en los últimos tiempos y tiene ahora presencia en el Atlántico. El RU -desde 1982- ha avanzado desde las Is. Malvinas hacia el Este y el Oeste y la Argentina carece de poder naval para controlar su soberanía marítima y la proyección antártica. Nuestra zigzagueante Política Exterior, además de improvisada, carece de soporte de fuerza. Consecuentemente la debilidad estratégica nacional en el Atlántico Sur coloca a la Argentina en una posición significativamente desfavorable en el frente diplomático, agravado por el apoyo recibido desde algunos países sudamericanos adheridos a dictaduras enemigas de Occidente -por razones ideológicas- y a la presencia -en el área austral- de los “aliados” regionales del RU.
La Descolonización y la Islas Malvinas.
El 16 de Agosto de 1941, embarcados frente a las costas de Terranova, Roosevelt y Churchill firmaron la “Carta del Atlántico” cuyo tercer párrafo transcribimos a continuación:
“3. Estos países (EE.UU y RU) reconocen el derecho de todos los pueblos a elegir las formas de gobierno bajo las cuales han de vivir y formulan su firme propósito de devolver la autodeterminación de los derechos de soberanía a todas aquellas naciones a las que les hubieran sido arrebatados.”
En la “Carta del Atlántico” Roosevelt condicionaba su ingreso a la Segunda Guerra Mundial al cumplimiento de fuertes imposiciones al entonces vigente Imperio Británico y al status colonial europeo. Con éstos condicionamientos Churchill logrará “ganar la guerra y perderáel Imperio”, como lo señaló el Grl. Fuller en su conocida obra histórica. Se le exigía al RU la liberación de las colonias y ello se cumplirá a partir de 1945. Sin embargo, para algunas naciones -entre ellas la Argentina- quedó pendiente la “devolución de los derechos de soberanía…. que les hubieran sido arrebatadas”. Y, como ya señaláramos: “pacta sunt servanda”. EUA no debería seguir mirando hacia un costado. La embarcación que sirvió para el arrebato, tenía bandera estadounidense.
La “Carta del Atlántico” fue ratificada entre 1942 y 1945 por diecinueve países. Entre ellos, diez fueron Iberoamericanos. Luego la cláusula de marras ingresará al derecho internacional de posguerra, al incorporarse a la Carta de las Naciones Unidas y dará lugar a la existencia del Comité de Descolonización, hoy a punto de desactivarse. La República Argentina presentó constantemente en la ONU su reclamo por el caso “colonial”, que afecta a su soberanía en el Atlántico Sur y la comunidad internacional, por amplísima mayoría respondió, haciendo justicia en la Asamblea General, reconociendo el hecho de la usurpación y exigiendo al ex-imperio iniciar las negociaciones por la soberanía de las Islas. En esas votaciones EE.UU. -verdadero motor de la descolonización- normalmente se abstuvo. Los intereses estratégicos de EEUU en el Atlántico Sur durante la guerra fría eran superiores a sus principios liberales anticoloniales. El país reclamante de soberanía “no les era confiable”, frente a un “aliado comprobado”. Paradójicamente esta calificación de la posición de la Argentina no era la que correspondía a esa etapa de la GMII, en la que nuestro país se mantuvo más ligado a Londres que a Washington, como lo prueban las memorias de Churchill y de C. Hull. Pero la situación -desde 1947- había cambiado y los “intereses” también, mientras la Argentina continuaba siendo -en el 2012- “no confiable”.
La Situación Argentina desde la Posguerra Fría.
En la posguerra fría -1989/91-2001- nuestro país “por estado de necesidad” –como la realidad sufragó- luego de la derrota militar en el Atlántico Sur y de las hiperinflaciones, cerró el ciclo de su economía socialista -con constitución liberal- y de los golpes de estado cívico-militares -en el futuro estos fueron y probablemente seguirán siendo exclusivamente “cívicos”- Se “insertó” en el subcontinente sudamericano. Para ello “sobreactuó” y alcanzó -en breve plazo- un Acuerdo Regional Comercial, el “Mercosur” y el status de “Aliado Especial Extra-NATO” otorgado por Washington en reconocimiento al giro copernicano de su Política Exterior. En el año 2000 la Argentina había alcanzado una difícil situación política institucional que potenciaba la crisis socioeconómica de arrastre, ponía en serias dificultades la gobernabilidad y evidenciaba graves incongruencias y contradicciones en la coalición gobernante, que llegó a una irremediable caída. La Argentina ingresó a un retro populismo neo-marxista autodenominado “progresista” que, al enfrentar la dura realidad posterior al 2008 se encuentra -nuevamente- en proceso de autodestrucción. En esa situación el riesgo de tomar a la “causa nacional Malvinas” como tabla de salvación o cortina de humo, existe. En consideración a su actual aislamiento en el extremo austral, los daños que puede producir una falsa maniobra política pueden ser muy graves para el futuro sostenimiento de nuestros derechos de soberanía en el Atlántico Sur-Antártida.
Un posible modo de acción emergente de la crítica situación político-estratégica nacional, en el Año 2012.
La Argentina deberá reencontrar el curso de desarrollo que emprendió con éxito en el siglo XIX. Para ello será necesaria la recuperación de su identidad, plantear su reproyección enellargo plazo y entender la naturaleza de las circunstancias críticas que nos presenta el escenario internacional y regional, en las primeras décadas del siglo XXI.
No existen indicios de que algunas de las tres condiciones enunciadas estén siendo planteadas, discutidas o elaboradas por nuestras dirigencias. El “Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires” hace años que difunde su Plan Estratégico Nacional “La Segunda ArgentinaPosindustrial”, como base de un debate imprescindible que aun no se ha logrado. La alternativa al rumbo que llevamos no ha sido enunciada públicamente, no la conocemos. Esa es la raíz de la ansiedad que nos abarca.
♣
Conferencia del Grl Heriberto Justo Auel en el Círculo Militar.
Agosto de 2012
Los espacios geográficos particulares -en tanto y cuanto su posición relativa- cambian la valoración estratégica lo largo del tiempo según la evolución de la situación política internacional-regional que ocurre normalmente en las posguerras mundiales o imperiales, al ritmo de la evolución tecnológica -que siempre las acompaña- en un proceso de realineamientos y búsquedas de nuevos equilibrios, conducidos por el núcleo de poder triunfante.
El área del Atlántico Sur -y en particular las Is. Malvinas- ha tenido -alternativamente- valores diferenciados según las necesidades de las potencias hegemónicas emergentes que moderaron y moderan a las posguerras -a la nueva “Pax” durante el lapso de su dominio/influencia. Veamos:
Era necesario desarrollar -dentro de la nueva opción estratégica IDE- en el área oceánica austral, pistas de aterrizaje alternativas para los servicios logísticos de las bases tácticas espaciales del nuevo sistema lasérico antimisiles. Ellas fueron establecidas en Mount Pleasant -en las Is. Malvinas- y en varias Islas del Atlántico y del Pacífico Sud, terminadas las operaciones en Puerto Argentino. Con anterioridad a estos hechos una Argentina autista presionaba en la Asamblea General de la ONU impulsada por “el silencio” británico, con su constante reclamo de soberanía sobre el Archipiélago Austral. En el ámbito de estos escenarios -internos y externos- el RU inicia la nueva agresión, como aliado privilegiado y “confiable” de EUA en el Atlántico Sur, impulsado y auxiliado desde Washington por un Grl de Cuatro Estrellas Haig -ex Cte de la NATO- en la Secretaria de Estado, en el período álgido que dio comienzo al abrupto final de la URSS que ocurrirá en 1989/91, por implosión.
En el año 2000 la situación estratégica mundial era otra, totalmente distinta. La guerra mundial -guerra fría- que duró cuarenta y tres años, había terminado hacía diez años. Aquella, como guerra imperial “diferente” -era la primera de la “era nuclear”- producía una posguerra también “muy diferente” e inauguraba la “Pax Global”, más conocida como “globalización planetaria”. Éste es un dato esencial para retener. En los primeros años de la posguerra fría -1989/91-2001- la valoración estratégica-militar del extremo sud-atlántico cayó verticalmente, al desaparecer la pugna E-O.
EUA ya no sufragaba el sostenimiento de su aliado privilegiado en la “colonia” austral. El Atlántico Sur cambia nuevamente de valoración: se revalúa económicamente y vuelve a ser una base logística antártica. Londres busca, en éste lapso -a partir de los recursos económicos vivos y mineros de la zona- una alternativa para sostenerse en éste espacio a un costo presupuestario aceptable. Actuó -en estos años- unilateralmente, para ampliar sus derechos en el mar, mientras la Argentina se alejaba de sus reclamos en la Asamblea General de la ONU, dejaba de lado los votos de los No Alineados, buscaba estérilmente una mejor relación con los “kelpers” y ahondaba las “relaciones carnales” con Washington.
Consecuentemente, la Argentina y el RU aumentaron el nivel de conflictos periféricos al de soberanía en razón de abusos de hecho y jurídicos unilaterales, de ingleses y de otros, observables en las contrataciones pesqueras y petroleras. Las primeras han traído gran perjuicio a los intereses argentinos en el mar y han satisfecho las preocupaciones presupuestarias de los isleños. Las segundas, que despertaban un interés económico mayor, quedaron relegadas momentáneamente por los descubrimientos de inmensas reservas petroleras en el Mar Caspio, a mucho menor costo. Londres inició la búsqueda -en la acelerada evolución de los acontecimientos- de una alternativa al petróleo que le permitiera permanecer en el área, continuar ignorando las resoluciones de la ONU -negándose a negociar con la Argentina y con ello manteniendo el “estado de guerra”- y preservar así sus aspiraciones geopolíticas, económicas y antárticas.
Para ello volvió a cabalgar las necesidades de Washington. El posicionamiento de China sobre el Canal de Panamá, en el Caribe y en la Orinoquia y la fuerte tendencia al desarrollo de los “carriers” para el transporte marítimo, volvieron a valorizar a las Is. Malvinas desde el punto de vista del apoyo económico-logístico frente al paso interoceánico y a las Is. Georgias, frente a sus intereses en la Antártida. La Base Aérea de Mount Pleasant en la posguerra de 1982, es un indudable instrumento asignado a estos nuevos valores. Es así como llegamos a la situación que analizaremos en el próximo punto.
El terrorismo y si su intervención aumentara en el Gran Medio Oriente -como ya lo hizo en Libia- es consciente de que se constituirá nuevamente en un blanco fácil de las facciones enfrentadas en los fundamentalismos musulmanes, presentes en gran número en las más importantes ciudades británicas a través de la inmigración de las últimas décadas. El comercio con el continente se resiente progresivamente, por varias razones. Al liderazgo político se le hace necesario exhibir una bandera que llame a la unidad nacional. No es extraño que Cameron y algunos de sus almirantes “faroleen” con destructores, submarinos y príncipes, desafiando a la Argentina, un país desarmado, que fue tildado de “colonialista” en la Cámara de los Comunes. Grave error sería tomar en serio a ese faroleo. Es el momento adecuado para que los argentinos -también en crisis interna- reflexionen que no se puede desarrollar una política exterior sin FFAA. El desarme argentino lleva casi treinta años. Una eventual recuperación de la Defensa Nacional tardará años. Pareciera que nuestros dirigentes ignoran que la principal misión de las FFAA es la de dar soporte a la Política Exterior y a la vez promocionar a la economía y si se nos impone la guerra: ganarla. En su actual estadio la Argentina, además de prudencia, tendría que demostrar alguna cuota de inteligencia.
Chile ha logrado, merced a la resolución del conflicto por el Canal de Beagle, presencia en el Atlántico Sur, con la cooperación de los EEUU. Ocupa el Cabo de Hornos. En el proceso de integración económico-comercial Mercosur ha ingresado tibiamente, sin comprometerse, como mero observador. Su secular e histórica relación con el RU se transformó en colusión comprobada durante la Guerra del Atlántico Sur -1982- y ello le otorga la categoría de “aliado” del RU en la región. San Martín es considerado “Libertador” en Lima, pero no es así en Santiago. Con referencia a su actitud frente a EUA, su inserción está sufragada por el ingreso al ALCA, de la mano del gobierno socialista del presidente Lagos. En Ago 12, un Oficial Superior chileno comanda un ejercicio naval gigantesco en el Pacífico, el RIMPAC 2012, con su puesto de mando en el portaviones NIMITZ, de EUA.
En síntesis, la difícil situación que enfrenta Occidente en el curso de la actual guerra mundial, ha revalorizado estratégicamente al Atlántico Sur y a la confluencia oceánica. EUA necesita en el área “aliados” confiables para el comando naval permanente del área. Chile ha avanzado desde el Canal de Beagle hacia el Oeste en los últimos tiempos y tiene ahora presencia en el Atlántico. El RU -desde 1982- ha avanzado desde las Is. Malvinas hacia el Este y el Oeste y la Argentina carece de poder naval para controlar su soberanía marítima y la proyección antártica. Nuestra zigzagueante Política Exterior, además de improvisada, carece de soporte de fuerza. Consecuentemente la debilidad estratégica nacional en el Atlántico Sur coloca a la Argentina en una posición significativamente desfavorable en el frente diplomático, agravado por el apoyo recibido desde algunos países sudamericanos adheridos a dictaduras enemigas de Occidente -por razones ideológicas- y a la presencia -en el área austral- de los “aliados” regionales del RU.
El 16 de Agosto de 1941, embarcados frente a las costas de Terranova, Roosevelt y Churchill firmaron la “Carta del Atlántico” cuyo tercer párrafo transcribimos a continuación:
“3. Estos países (EE.UU y RU) reconocen el derecho de todos los pueblos a elegir las formas de gobierno bajo las cuales han de vivir y formulan su firme propósito de devolver la autodeterminación de los derechos de soberanía a todas aquellas naciones a las que les hubieran sido arrebatados.”
En la “Carta del Atlántico” Roosevelt condicionaba su ingreso a la Segunda Guerra Mundial al cumplimiento de fuertes imposiciones al entonces vigente Imperio Británico y al status colonial europeo. Con éstos condicionamientos Churchill logrará “ganar la guerra y perderá el Imperio”, como lo señaló el Grl. Fuller en su conocida obra histórica. Se le exigía al RU la liberación de las colonias y ello se cumplirá a partir de 1945. Sin embargo, para algunas naciones -entre ellas la Argentina- quedó pendiente la “devolución de los derechos de soberanía…. que les hubieran sido arrebatadas”. Y, como ya señaláramos: “pacta sunt servanda”. EUA no debería seguir mirando hacia un costado. La embarcación que sirvió para el arrebato, tenía bandera estadounidense.
La “Carta del Atlántico” fue ratificada entre 1942 y 1945 por diecinueve países. Entre ellos, diez fueron Iberoamericanos. Luego la cláusula de marras ingresará al derecho internacional de posguerra, al incorporarse a la Carta de las Naciones Unidas y dará lugar a la existencia del Comité de Descolonización, hoy a punto de desactivarse. La República Argentina presentó constantemente en la ONU su reclamo por el caso “colonial”, que afecta a su soberanía en el Atlántico Sur y la comunidad internacional, por amplísima mayoría respondió, haciendo justicia en la Asamblea General, reconociendo el hecho de la usurpación y exigiendo al ex-imperio iniciar las negociaciones por la soberanía de las Islas. En esas votaciones EE.UU. -verdadero motor de la descolonización- normalmente se abstuvo. Los intereses estratégicos de EEUU en el Atlántico Sur durante la guerra fría eran superiores a sus principios liberales anticoloniales. El país reclamante de soberanía “no les era confiable”, frente a un “aliado comprobado”. Paradójicamente esta calificación de la posición de la Argentina no era la que correspondía a esa etapa de la GMII, en la que nuestro país se mantuvo más ligado a Londres que a Washington, como lo prueban las memorias de Churchill y de C. Hull. Pero la situación -desde 1947- había cambiado y los “intereses” también, mientras la Argentina continuaba siendo -en el 2012- “no confiable”.
En la posguerra fría -1989/91-2001- nuestro país “por estado de necesidad” –como la realidad sufragó- luego de la derrota militar en el Atlántico Sur y de las hiperinflaciones, cerró el ciclo de su economía socialista -con constitución liberal- y de los golpes de estado cívico-militares -en el futuro estos fueron y probablemente seguirán siendo exclusivamente “cívicos”- Se “insertó” en el subcontinente sudamericano. Para ello “sobreactuó” y alcanzó -en breve plazo- un Acuerdo Regional Comercial, el “Mercosur” y el status de “Aliado Especial Extra-NATO” otorgado por Washington en reconocimiento al giro copernicano de su Política Exterior. En el año 2000 la Argentina había alcanzado una difícil situación política institucional que potenciaba la crisis socioeconómica de arrastre, ponía en serias dificultades la gobernabilidad y evidenciaba graves incongruencias y contradicciones en la coalición gobernante, que llegó a una irremediable caída. La Argentina ingresó a un retro populismo neo-marxista autodenominado “progresista” que, al enfrentar la dura realidad posterior al 2008 se encuentra -nuevamente- en proceso de autodestrucción. En esa situación el riesgo de tomar a la “causa nacional Malvinas” como tabla de salvación o cortina de humo, existe. En consideración a su actual aislamiento en el extremo austral, los daños que puede producir una falsa maniobra política pueden ser muy graves para el futuro sostenimiento de nuestros derechos de soberanía en el Atlántico Sur-Antártida.
La Argentina deberá reencontrar el curso de desarrollo que emprendió con éxito en el siglo XIX. Para ello será necesaria la recuperación de su identidad, plantear su reproyección en el largo plazo y entender la naturaleza de las circunstancias críticas que nos presenta el escenario internacional y regional, en las primeras décadas del siglo XXI.
No existen indicios de que algunas de las tres condiciones enunciadas estén siendo planteadas, discutidas o elaboradas por nuestras dirigencias. El “Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires” hace años que difunde su Plan Estratégico Nacional “La Segunda Argentina Posindustrial”, como base de un debate imprescindible que aun no se ha logrado. La alternativa al rumbo que llevamos no ha sido enunciada públicamente, no la conocemos. Esa es la raíz de la ansiedad que nos abarca.
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 1, 2021
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