En 1998, la prestigiosa revista médica Lancet publicó un artículo del médico británico Andrew Wakefield, en el que relacionaba el autismo con la vacuna triple vírica (SPR), comúnmente administrada. El estudio recibió amplia publicidad a pesar de basarse en una muestra increíblemente pequeña y selectiva de 12 niños. También hubo serios problemas éticos, como que Wakefield (quien posteriormente perdió su licencia médica) no obtuvo las autorizaciones necesarias para trabajar con/examinar a los niños participantes e incluso falsificó los datos que incluyó. Finalmente, Lancet se retractó del artículo, dejando a Wakefield sumido en una profunda vergüenza.
Wakefield
Pero el daño ya estaba hecho. En los años posteriores a la publicación del estudio, las tasas de vacunación infantil cayeron por debajo del 50 % en algunas partes del Reino Unido, aunque repuntaron en 2013 hasta el 90 %. Durante ese período de 15 años, los residentes del Reino Unido sufrieron más de 10.000 casos prevenibles de sarampión, muchos de los cuales conllevaron efectos a largo plazo y hospitalizaciones. En EE. UU., el sarampión, que se había declarado erradicado en el año 2000, resurgió, con más de 2.000 casos en los últimos 20 años.
Las afirmaciones fraudulentas de Andrew Wakefield que vinculaban la vacuna triple vírica con el autismo fueron expuestas mediante investigaciones científicas, investigaciones periodísticas y revisiones médicas. Su estudio de 1998, publicado en The Lancet, sugirió falsamente una conexión entre la vacuna y el autismo, lo que generó temor generalizado y reticencia a vacunarse.
Cómo la ciencia descubrió el fraude: Estudios epidemiológicos: Múltiples estudios a gran escala no encontraron ninguna relación entre la vacuna triple vírica y el autismo, lo que contradice las afirmaciones de Wakefield.
Investigación periodística: El reportero Brian Deer descubrió evidencia de que Wakefield manipuló datos de pacientes y tenía conflictos de intereses financieros, incluyendo planes para lucrarse con una vacuna alternativa.
Revisiones médicas: El Consejo Médico General (GMC) determinó que Wakefield tergiversó los historiales clínicos de los pacientes y realizó una investigación poco ética, lo que resultó en la revocación de su licencia médica.
Retractación del artículo: The Lancet se retractó oficialmente del estudio de Wakefield en 2010 tras descubrir falsificación de datos y violaciones éticas.
Las afirmaciones fraudulentas de Wakefield tuvieron consecuencias trágicas, alimentando la reticencia a las vacunas y brotes de sarampión y otras enfermedades prevenibles.
Hoy en día, el consenso científico sigue siendo claro: las vacunas no causan autismo.
El “Estudio” de Andrew Wakefield sobre Vacunas y Autismo
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En 1998, la prestigiosa revista médica Lancet publicó un artículo del médico británico Andrew Wakefield, en el que relacionaba el autismo con la vacuna triple vírica (SPR), comúnmente administrada. El estudio recibió amplia publicidad a pesar de basarse en una muestra increíblemente pequeña y selectiva de 12 niños. También hubo serios problemas éticos, como que Wakefield (quien posteriormente perdió su licencia médica) no obtuvo las autorizaciones necesarias para trabajar con/examinar a los niños participantes e incluso falsificó los datos que incluyó. Finalmente, Lancet se retractó del artículo, dejando a Wakefield sumido en una profunda vergüenza.
Pero el daño ya estaba hecho. En los años posteriores a la publicación del estudio, las tasas de vacunación infantil cayeron por debajo del 50 % en algunas partes del Reino Unido, aunque repuntaron en 2013 hasta el 90 %. Durante ese período de 15 años, los residentes del Reino Unido sufrieron más de 10.000 casos prevenibles de sarampión, muchos de los cuales conllevaron efectos a largo plazo y hospitalizaciones. En EE. UU., el sarampión, que se había declarado erradicado en el año 2000, resurgió, con más de 2.000 casos en los últimos 20 años.
Las afirmaciones fraudulentas de Andrew Wakefield que vinculaban la vacuna triple vírica con el autismo fueron expuestas mediante investigaciones científicas, investigaciones periodísticas y revisiones médicas. Su estudio de 1998, publicado en The Lancet, sugirió falsamente una conexión entre la vacuna y el autismo, lo que generó temor generalizado y reticencia a vacunarse.
Cómo la ciencia descubrió el fraude:
Estudios epidemiológicos: Múltiples estudios a gran escala no encontraron ninguna relación entre la vacuna triple vírica y el autismo, lo que contradice las afirmaciones de Wakefield.
Investigación periodística: El reportero Brian Deer descubrió evidencia de que Wakefield manipuló datos de pacientes y tenía conflictos de intereses financieros, incluyendo planes para lucrarse con una vacuna alternativa.
Revisiones médicas: El Consejo Médico General (GMC) determinó que Wakefield tergiversó los historiales clínicos de los pacientes y realizó una investigación poco ética, lo que resultó en la revocación de su licencia médica.
Retractación del artículo: The Lancet se retractó oficialmente del estudio de Wakefield en 2010 tras descubrir falsificación de datos y violaciones éticas.
Las afirmaciones fraudulentas de Wakefield tuvieron consecuencias trágicas, alimentando la reticencia a las vacunas y brotes de sarampión y otras enfermedades prevenibles.
Hoy en día, el consenso científico sigue siendo claro: las vacunas no causan autismo.
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 24, 2025