ATOLE DE CAPULÌN; UNA BEBIDA PARA ESPANTAR EL FRÍO

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Por Claudio Valerio.

El atole es una bebida que ya se preparaba, y consumía, en la época prehispánica, y que actualmente se hace en México, Guatemala, como también en otros países de América Central. Se trata  de harina de maíz azucarada cocida en agua, en la que sus proporciones son tales que se consigue una moderada viscosidad. Existen registros de que los pueblos originarios ofrecían y vendían una bebida de maíz molido, sea esta caliente o fría, a la que llamaban “atolli”, que significa “aguado”.

Inicialmente se la preparaba con maíz molido y, en la actualidad, también se la elabora con avena o trigo, harina de arroz y, según sean nuestras necesidades o preferencias alimenticias, la preparación tienes muchas opciones. 

El atole es una bebida que, no solo se trata de un acto activación, preservación y resistencia, sino que también es un acto de amor… Rica en antioxidantes, fibra, potasio, zinc, magnesio y llena de vitamina B, este brebaje sirve como primer alimento de un bebé, dado que activa, en una clave crucial, la memoria genética del maíz.

El Capulín es un tesoro nutricional de México; es más que un fruto, puesto que esta pequeña fruta, de muchos usos y propiedades, tiene mucha historia; además de ofrecer propiedades antioxidantes, reguladoras de actividades intestinales, y otros beneficios para la salud humana.

En “Historia gastronómica de la Ciudad de México”, el cronista Salvador Novo describe: “Nuestras bebidas calientes eran a lo largo del XVI y del XVII el chocolate para los ricos y el atole para los pobres”.

El atole es una bebida que espanta el frío y de recetas tan variadas como los sabores que recorren la temporada, como capulín, piña, zapote, guayaba.

 La Chef Diana Hernández Anselmo, cocinera tradicional e Instructora en gastronomía, oriunda de México, nos presenta una opción de atole, con un sabor ancestral y para calentarnos el estómago.

 

ATOLE DE CAPULÌN

INGREDIENTES:

250g de masa de maíz

1 ½ taza capulín

280g piloncillo

1 raja canela

3 lt agua

 

PREPARACIÒN:

  1. Hervir en una olla de barro nueve tazas de agua con el piloncillo y la canela.

  2. Hervir 1.5 tazas de agua con los capulines, verter en un plato para extraer la pulpa de capulín y pasar por un colador.

  3. Disolver la masa en taza y media de agua. Pasar por un colador y verter sobre la olla de agua con piloncillo y canela. Bajar el fuego y dejar hervir.

  4. Verter la pulpa de capulín junto con el agua donde hirvió,

  5. Dejar a fuego suave por 10 minutos y mover constantemente para evitar que se pegue.

 

Para muchos, “beber una bebida como el atole puede sentirse como el abrazo tierno de una abuela”… Hoy, en todo México, y en otros países, esta bebida es consumida con variados endulzantes (miel, azúcar, piloncillo o dulces en general); desde luego que las formas de preparación y recetas son muy variadas…

 

 Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.

Claudio Valerio

®. Valerius

 


PrisioneroEnArgentina.com

Junio 14, 2025


 

La cerveza y la ley

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  Por Caroline Rae.

En el Código de Hammurabi, una de las colecciones de leyes escritas más antiguas, se establecía que todo ciudadano babilónico tenía derecho a una ración diaria de al menos dos litros de cerveza.

Y para los cerveceros que fueran sorprendidos diluyendo la preciada bebida, se aplicaba la pena capital: eran condenados a beber hasta morir ahogados.

En el siglo XI, Eduardo el Confesor, rey sajón de los ingleses, también se preocupó por la adulteración de la cerveza que producía.

Por ello, estableció un método de control muy original.

Se vertía un poco de cerveza sobre un taburete de madera, en el que se sentaban los inspectores, vestidos con pantalones de cuero.

Si tenían dificultades para levantarse, significaba que se había añadido azúcar a la cerveza: algo absolutamente ilegal.

Se dice que Donald Glaser, premio Nobel de Física en 1960 por “la invención de la cámara de burbujas”, tuvo la idea de este detector de partículas al observar las columnas de burbujas en un vaso de cerveza.

Era una tarde de 1952 y Glaser, un sencillo ayudante de física de veinticinco años de la Universidad de Michigan, estaba sentado en la barra contemplando las burbujas que subían en su cerveza Pilsner…

Por otra parte, Benjamin Franklin ya lo dijo:

“La cerveza es una prueba de que Dios nos ama y quiere que seamos felices”.


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Enero 27, 2025