DE HONOR, GLORIA, DIGNIDAD, HEROES Y LA SOCIEDAD RURAL DE SAN PEDRO
“Nos usaron para enfrentarnos con toda la sociedad en los últimos años y ahora pretenden usarnos nuevamente. Que ella lo intente no sorprende, e indigna. Que nosotros lo permitamos es INACEPTABLE”.
Si ustedes al leer estos renglones que anteceden espera encontrar en su texto original la firma con un sello aclaratorio de algún uniformado, o ex uniformado, con dorados entorchados y medallas en su pecho, henchido de gloria y viejas heridas de bala, está equivocado.
Esto es el final de un comunicado emitido por LA SOCIEDAD RURAL DE SAN PEDRO, cuya presidencia ocupa el señor RAUL VICTORES. En él se repudia la recepción que los miembros de la misma entidad, pero en este caso de LINCOLN le dieron a Cristina Fernández de Kirchner, quien los visitara en campaña por las próximas elecciones.
Debo decir que a los dirigentes sampedrinos, los felicito por su visión, valor y ética. Demuestran ser hombres de bien. A todos los que usaron o usan uniforme, SEA DEL COLOR QUE SEA, yo les pregunto:
CUANDO LAS ESPOSAS ENFERMAN Y MUEREN Y LOS HIJOS SON COPTADOS
¿Que nos pasó? Estamos siendo sometidos a la estigmatización, destrucción, desmoralización, y aniquilamiento más cruel y artero de la historia. Nuestras esposas enferman y mueren. Los hijos son coptados volviéndose los enemigos más crueles que pueda tener un ser viviente, lo cual no es mi caso. Hoy exitosa e inteligentemente, se lleva a cabo con nosotros una siniestra, maquiavélica e injusta acción, más peligrosa y continua que cualquier enfrenamiento armado o guerra que haya habido en este territorio llamado Argentina. “Nos usaron para enfrentarnos con toda la sociedad” como bien expresaran, a su nivel, los dignos y visionarios ruralistas.
Cristina Fernández viuda de Kirchner en Lincoln.
DIGAN ¡BASTA! CARAJO
No callen más. No sirve contar las injusticias o falsas acusaciones de las que son víctimas en el pasillo de una prisión y luego hacer silencio. Cuando reiteradamente los tenía que escuchar, llegué a sentir que por dentro, me tenían podrido. Ello porque se negaban a que publicara el hecho. En uno de los tantos casos, alguien, hoy ya silenciosamente fallecido en prisión, me contó de imputaciones en las que él demostraría su inocencia ya que su pasaporte certificaba fehacientemente haber estado en EEUU. Evidentemente no me dejó mostrarlo y la indigna muerte, lo liberó de toda acción ante una justicia bastarda, ciega y sorda.
ANCIANOS, LAS PELOTAS
Quienes de afuera nos quieren ayudar nos dicen ancianos. Demostremos que solo lo somos por estar próximos a la muerte. Que interiormente todavía fluye sangre de la buena, y que también podemos producir hormona de adrenalina, como en el pasado. Los actos heroicos, si realmente se llevaron a cabo, ya fueron, fenecieron. Quien supo dominar el miedo, tiene la obligación de seguir haciéndolo hasta el último día de su vida. El valor de verdad, se lleva adentro de siempre y para siempre. Solo es una condición que se tiene o no se tiene. Demostrémoslo. Ahora por disposición de las autoridades gubernamentales, están compartiendo celdas con policías detenidos por narcotráfico. Ellos usaron uniforme pero no los consideren camaradas. Un policía no puede estar al mismo tiempo hermanado con el narcotráfico, el más grande y criminal desafío que enfrenta la humanidad. Esa convivencia obligatoria es indigna y también lo están aceptando en silencio. Es la muestra de la consideración que tienen de nosotros, los imputados por los mal llamados delitos de lesa humanidad. ¿Que les pasa con el amor propio? Cuando detuvieron a Milani, lo blindaron para que no hubiera información que lo denostara. Él u otros como él, al igual que los policías narcos, no merecen respeto. Ellos, por ambición, de ser necesario, nos matan. Pongámonos de pie, nunca más de rodillas. Morir así, en la cárcel no es digno, ese lugar es para los que depredan y delinquen. Morir en silencio es aún más indigno.
“La dignidad es el respeto que una persona tiene de sí misma y quien la tiene no puede hacer nada que lo vuelva despreciable a sus propios ojos”.
“Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados”.
Talmud
A priori, le ruego siga difundiendo esta convocatoria hasta el último minuto, a ver si conseguimos movilizar a los jóvenes para que nos acompañen en esta patriada. Mientras tanto, y de todas maneras, pensemos en qué nos pasa a los argentinos y qué imagen estamos mostrando al exterior; realmente, ¿cómo el crisol de razas, del que tanto nos enorgullecimos en el pasado, ha podido derivar en este país de borregos emasculados?
El miércoles fuimos sorprendidos por una noticia procedente de Brasil, que nos debería llenar de vergüenza (una más, porque diariamente las novedades que deparan nuevos descubrimientos de la corrupción del kirchnerismo nos convierten en el hazmerreir generalizado): la condena a casi diez años de prisión dictada por el Juez Sergio Moro, un magistrado de Curitiba, Paraná, contra Luiz Inácio Lula da Silva, ex Presidente y aún dueño de una importante intención de voto en su país. Obviamente, será apelada ante el Tribunal Federal Regional y, con seguridad, llegará al Supremo Tribunal Federal, pero la repercusión ya ha sido inmensa, sobre todo porque lo inhibiría de presentarse a nuevas elecciones.
Sergio Fernando Moro
La vergüenza tiene varios aspectos en la lógica comparación con lo que aquí sucede. El primero, la celeridad y la independencia con que actúa la Justicia allí, mientras que nosotros seguimos sin saber siquiera cómo y cuándo murió el Fiscal Alberto Nisman, por ejemplo, y los responsables del infame crimen de Once siguen en libertad.
Luego, la pequeña cantidad de la cual Lula se habría apropiado personalmente; un departamento en el litoral paulista no tiene punto de comparación con el imperio hotelero e inmobiliario que Néstor y Cristina construyeron ni, por supuesto, con la propiedad de tantas estancias y empresas puestas a nombre de sus testaferros, incluyendo una gran porción de las acciones de YPF, que los Eskenazi compraron para Kirchner sin dinero. Finalmente, el monto total defraudado al fisco brasileño es infinitamente menor que el saqueo al que fue sometida la Argentina durante la prolongada década del latrocinio pingüino, tanto en términos relativos (por la enorme diferencia en el PBI de ambos países) cuanto absolutos: los US$ 3.500 millones desaparecidos en nuestro vecino no son nada frente a la gigantesca fortuna que amasaron nuestros inventores de una revolución imaginaria.
Algo similar está ocurriendo en Perú, donde su ex Presidente Ollanta Humala y su mujer acaban de ser encarcelados por corrupción en las operaciones con Odebrecht, y hasta en Ecuador, ya que el sucesor de Rafael Correa, elegido por éste presumiendo que sería un títere, ha ordenado abrir una investigación contra su padrino político por idénticas razones, amén de acusarlo de haber estrellado la economía de su país con su populismo.
Todos esos hechos, a los cuales debe sumarse lo sucedido en los dos países modélicos de la región, por los cuestionamientos chilenos a su Presidente, Michele Bachelet, en razón de algunos negociados de los que se acusa a su familia, las graves sospechas de corrupción durante el gobierno de José “Pepe” Mugica, que están golpeando fuertemente al Frente Amplio y lo colocan al borde de perder por primera vez las elecciones uruguayas desde 2004, y los reiterados rumores sobre Evo Morales y su amante, gestora de grandes negocios en Bolivia, confirman la profetizada ola de decencia que comenzó a impactar en este siglo sobre todos los regímenes populistas de la región, condenándolos al tacho de basura de la historia.
Nicolás Maduro
Una excepción, claro, son los terribles acontecimientos que, en cien días, han llevado a la tumba a más de cien jóvenes en las protestas contra Nicolás Maduro, que sigue manteniendo el poder sentado sobre las bayonetas de su ejército y de sus milicias paramilitares. Lamentablemente, la crisis que desangra a Venezuela no parece tener siquiera una imaginable solución, porque el tirano es sólo uno de los miles de bandidos que se reúsan a escuchar el clamor mundial y, si se fugara o muriera, detrás están Diosdado Cabello y cientos de generales poco dispuestos a perder tanto su libertad como las enormes fortunas que han acumulado con el narcotráfico y los pingües negocios que realizan a costa del Estado. La otra, obviamente, es la gerontocracia cubana, sostenida exclusivamente por el cordón umbilical que la une a Caracas y a través del cual fluye el petróleo que los venezolanos pagan con su cotidiana hambruna.
Pero la Argentina sigue dando la nota desafinada en ese concierto regional que tan bien suena. El peronismo se niega a entregar las cabezas de de los máximos exponentes de su corrupción: el Senador Carlos Menem, el Diputado Julio de Vido, el Juez Eduardo Freiler y, por supuesto, la Procuradora General, Alejandra ¡Giles! Carbó, llamada ayer a indagatoria. Muy por el contrario, cierra filas en su defensa y eso es comprensible porque, si esas testas rodaran, resultaría imposible que no arrastraran a muchos más, tal como amenazó el ex Ministro de Planificación cuando creyó que lo abandonarían a su suerte. El PJ adoptó idéntica posición en la resistencia a los fallos judiciales que impiden al Senador Ruperto Godoy continuar integrando el Consejo de la Magistratura por no reunir el elemental requisito de ser abogado.
Y qué decir de la libertad que gozan tantos procesados por delitos no excarcelables, mientras se mantiene en prisión preventiva por décadas a dos mil ancianos, acusados por hechos ocurridos hace cuarenta años, que no corren riesgo de fuga ni, menos aún, poner en peligro la investigación.
Es por eso que los ciudadanos debemos demostrar -y probarnos- que no somos meros eunucos y salir a la calle a exigir a la Justicia, en las personas de ese Consejo y de la Corte Suprema de Justicia, que deje de marearnos la perdiz y cumpla con el deber que la Constitución Nacional le impone. Y debemos hacerlo, como dice el cartel que encabeza esta nota, el 3 de agosto, a las 18:00, en Plaza Lavalle (y frente a las sedes de los tribunales de todo el país), donde tienen su asiento ambos órganos.
Alejandra Gils Carbó
Las consignas y reclamos deben ser concretos y unívocos. Es imprescindible que exijamos al Consejo que deje de ser el mamarracho en que se ha convertido, designe a los jueces que deben cubrir las incontables vacantes en todos los fueros y en todas las instancias, y desplace de una buena vez a los enriquecidos canallas que hoy ejercen magistraturas y venden sus sentencias al mejor postor, mientras pretenden que los ciudadanos nos sometamos a ellas como si provinieran de Dios mismo.
A la Corte, que actúe con independencia e imponga su poder sin dilaciones y sin oportunismo. Y a nuestro inicuo Congreso -ahora un mero aguantadero de delincuentes que se mofan de sus representados- que modifique el Código Procesal Penal de la Nación de modo tal que a cualquier procesado por hechos de corrupción, sea político, funcionario o empresario, se le retiren los fueros y se le deniegue esperar en libertad la sentencia definitiva y, a la vez, que sancione de una buena vez las leyes de responsabilidad empresaria y la caducidad de dominio de los bienes mal habidos.
Porque somos una generación desgraciada, como afirma el Talmud, ya que tenemos jueces que merecen ser juzgados por su corrupción y por su ilegítima militancia política. Y no podemos transmitir esa herencia nefasta a nuestros descendientes; tenemos la obligación de actuar ya mismo para evitarlo y para permitir que nuestro país vuelva a ser una nación orgullosa de de sus valores morales y de su destino, hoy tan marchitos y decadentes.
Tras una gestión lamentable, Horacio Pietragalla renuncia a la Secretaría de Derechos Humanos de Santa Cruz… para intentar seguir su exitosa carrera como senador.
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Cuando sospechaba que la Justicia investigaba, imputaba, enjuiciaba y absolvía o condenaba, el militante K, Horacio Pietragalla me abrió los ojos. Poco brillante al declarar (O simplemente exhibiendo su intolerancia e ignorancia) manifestaba que “Nosotros (Secretarías de Derechos Humanos) condenamos a tal represor…”. Esto ponía en evidencia el poder de estas organizaciones por sobre la Justicia argentina, o “justicia” argentina.
Pietragalla renuncia ahora a su cargo en la Secretaría de Derechos Humanos de Santa Cruz, tras un paso por la misma con logros como un tatuaje en su brazo de la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner o dejando en claro que los derechos humanos son solo para su gente y no para todos, como cristalinamente demostró en los casos de la muerte de Gustavo Geréz en una comisaría de Caleta Olivia, o balbuceando un año después de la muerte de Marcela Chocobar. En relación a este último asesinato, el ex diputado -que puede volver a ser legislador, ya que no se renuncia a un puesto pago por los contribuyentes por nada- terminó confrontándose con los padres de la joven a quienes les mostró su tatuaje de Cristina Fernández de Kirchner, tal vez como un símbolo de lo que los derechos humanos significan.
El ex presidente del Archivo Nacional de la Memoria se aleja de su gestión (?) para iniciar el rodaje de su campaña en Buenos Aires, donde integra la lista que lidera Cristina Fernández de Kirchner donde ocupa el puesto número 12 con la ambición de convertirse en senador ya que con el único crédito de ser nieto recuperado, cubre todos los requisitos que el votante pretende.
“Todas las intenciones lícitas y ecuánimes son de por sí equilibradas y mesuradas;
de lo contrario, se tornan sediciosas e ilícitas”.
Michel de Montaigne
Cuando el sábado Cristina Elizabet Fernández decidió postularse como candidata a senadora por la Provincia de Buenos Aires (al negarle la interna a Florencio Randazzo consiguió quitarse el “pre”) me pregunté qué la había movido a hacerlo. En el mundo de la política todo, absolutamente todo, es posible pero el grado de probabilidad de su ocurrencia depende de la mirada de quien lo evalúe o de hechos reales y concretos; los tiempos están llenos de “cisnes negros”.
Es probable que la viuda de Kirchner salga tercera y, de tal modo, no acceda a la banca que pretende; si fuera así, si no lograra entrar, habría confirmado que se trata de un cadáver político. Y esa probabilidad crecerá geométricamente si se cuela en el imaginario de los intendentes que aún se proclaman leales a su liderazgo; como siempre, estarán dispuestos a acompañarla hasta la puerta del cementerio, pero no a enterrarse con ella.
Entonces, otra vez, ¿por qué lo hizo? ¿Por los fueros parlamentarios, tan mal entendidos entre nosotros? Tampoco, ya que los hubiera obtenido más fácilmente postulándose como diputada, cargo para el cual sus probabilidades de ingresar al Congreso llegarían, sin duda, al cien por ciento.
Por lo demás, esa autoprotección e impunidad que se han concedido nuestros legisladores, en contra del sentido de su origen, que sólo buscaba garantizar la libertad de expresión en el ejercicio del mandato parlamentario, cede cuando los jueces lo requieren y la Cámara a que integra el imputado lo conceden, con una mayoría especial.
Pero, en tren de imaginar probabilidades, también es razonable pensar que esa cantidad de senadores, hartos de Cristina, de su corrupción desaforada y de sus modos autoritarios, y hasta en defensa propia, podría lograrse más fácilmente a partir del 10 de diciembre, claro, si al menos saliera segunda en la elección provincial.
¿Lo hizo, tal vez, para asustar a los jueces que la tienen contra las cuerdas con el fantasma de la restauración de su régimen? Puede haber sido, pero sería una jugada muy corta, ya que en octubre estará totalmente definida.
El país, finalmente, ha conseguido empezar a salir de la depresión en que ingresara, precisamente, por el populismo que impulsó y justificó la aplicación de la política económica del kirchnerismo, una crisis que el Gobierno se abstuvo de denunciar al asumir. Pero el comienzo del fin del horrendo sacrificio que esas locas medidas impusieron a los argentinos y que implicaron una herencia de 30% de pobreza y 40% de inflación anual, amén de haber dejado exangüe al Banco Central, no resulta óbice para que la ahora candidata quiera destruirlo todo otra vez.
¿Por qué lo hace? ¿Todavía no está satisfecha con lo que robó a tantos, mientras los condenaba a la miseria y a la desnutrición? Con cualquiera de los “negocios” que saltan a la luz todos los días, se podría haber dado agua y cloacas a muchos de los enclaves más terribles del Conurbano, amén de construir allí escuelas y hospitales. Me refiero, precisamente, a esos en los cuales campea el tráfico de drogas y la violencia que lo circunda, producto de la sociedad que armó su régimen con los grandes carteles mexicanos, peruanos y bolivianos.
Esta semana, Cristina nuevamente ha desatado la confrontación en la calle y, de continuar con el método de los encapuchados y de los palos, es más que probable que haya muertos, desangrados en el altar que cuida tan celosamente esta diosa malvada y, con seguridad, imputados al accionar represivo de un Gobierno que ha dado muestras de una absurda tolerancia, que tanto rechazo ha producido entre sus mismos adherentes. Pero que no se equivoque, porque ni Mauricio Macri, ni María Eugenia Vidal ni Horacio Rodríguez Larreta son comparables a Eduardo Duhalde frente a la muerte de Kosteki y Santillán.
¿Pretende, entonces, llevar al país a una guerra civil o, al menos, a un estado de conmoción interna? Si lo intentara demostraría que está totalmente loca, porque a los violentos que pudieran hoy intentar un disparate semejante las fuerzas de seguridad los sacarían de la calle a sopapos. ¿Y para qué lo haría?, ¿qué obtendría con ello? Desde ya, no la recuperación del poder porque al menos el 70% de nuestros connacionales tiene una pésima opinión de ella, y tampoco dispone de elementos que pudieran asegurarle el férreo y desalmado control de la realidad, como sucede en Venezuela.
El mundo ha cambiado mucho desde el ábside del poder kirchnerista, cuando Cristina obtuvo el 54% de los votos en 2011. Sus principales compañeros de ruta, como Hugo Chávez Frías y Fidel Castro Ruz, han muerto; otros, como Luis Inácio Lula da Silva, Dilma Rousseff, Rafael Correa y Mahmoud Ahmadineyad han dejado ya el poder; mientras Daniel Ortega, Raúl Castro Ruz y Evo Morales se encaminan a una segura decadencia final.
También se ha modificado muy gravemente en su contra el mundo financiero, que se ha hartado de la corrupción de empresas y funcionarios, y ahora lucha arduamente contra el lavado de dinero. Su viaje a Angola, a cambiar los billetes de € 500, que su miserable marido muerto gustaba coleccionar para tocar y entrar en éxtasis, por diamantes de sangre, tampoco parece ya tan fácil de replicar.
Hace unos años, se hubiera podido exiliar en alguno de los países que, según declamaba, le hubiera gustado hacernos imitar; debo reconocer que nunca creí en esta opción, porque no es lo mismo pasearse con carteras Louis Vuitton por Nueva York o Paris que hacerlo en Caracas, Managua o Teherán. Hoy, ni siquiera esos destinos le resultarían asequibles, ya que en todos ellos impera la violencia más desenfrenada y el aroma a calas marchitas impregna el ambiente.
¿Qué caminos quedan, entonces, a nuestra destronada emperatriz patagónica? Difícil decirlo, a pesar de estar convencido de que todos sus bienes inmuebles en la Argentina son una mera muestra de su verdadero capital en el exterior.
Mientras lo decide, seguirá haciendo de las suyas aquí, tratando de reconstruir un pasado imposible que ya se le ha ido de las manos; por lo demás, tampoco está dispuesta a empeñar su fortuna mal habida en arriesgadas jugadas políticas ni, mucho menos aún, en recomprar la voluntad de los votantes que la han abandonado.
Sergio, un ciudadano, un trabajador, se cansó y explotó un buen (mal) día. Sergio dice lo que siente y no cuida su lenguaje, porque -hasta ahora- no hay un decreto que, en la intimidad de su auto, se lo prohiba. Sergio arremete contra los Kirchneristas, contra los Cambiemos y contra cada uno de los políticos que reinan en nuestro país y que él siente que se burlan de sus súbditos. Sergio se cansó y explotó… un buen (mal) día…
Hasta diciembre de 2015 los argentinos, o mejor dicho, poco más del cincuenta por ciento de los argentinos estábamos convencidos que el relato kirchnerista terminaba con el cambio de gobierno que la presidente saliente no quiso entregar al entrante… algo insólito que ya quedó en el pasado pero que no hay que olvidar.
Sin embargo, por esas cosas repugnantes que tiene la política, el nuevo gobierno, en materia de derechos humanos, no sólo no terminó con el relato de la mentira del terrorismo, genocidio y los desaparecidos, sino que lo profundizó a niveles que hasta ni Maquiavelo hubiese imaginado como estrategia para mantenerse en el poder.
En efecto, cuando Mauricio Macri dijo en plena campaña electoral que iba a terminar con el curro de los derechos humanos –dicho por el cual logró el apoyo total de la clase media argentina– , no lo hizo por demagogia ni tampoco por oportunismo político, lo hizo porque ese es su verdadero pensamiento, porque está convencido que el tema de los derechos humanos en la Argentina es un gran curro que sirvió para que muchos terroristas se enriquecieran con arbitrarias, excesivas y desmedidas indemnizaciones.
Pero la realidad nefasta de la Argentina sin Patriotas, sin hombres probos y virtuosos en el poder, hizo que Mauricio Macri pareciera Gramsci al lado de Kristina cuando convalidó la política de ésta ante los principales líderes mundiales.
Verlo arrojar flores en el Río de la Plata en homenaje a los miembros del terrorismo subversivo acontecido en la Argentina, independientemente si murieron arrojados de un avión, en pleno combate con las Fuerzas del Orden de la Nación, o ajusticiados por sus propias organizaciones, sin dudas es una muestra de hipocresía humana y política que sobrepasa los límites de lo ético y moral.
Pero, si bien los argentinos siempre, en todos los órdenes de la vida damos la nota por nuestra transgresión innata, en materia de hipocresía podemos asegurar que no estamos solos. En efecto, la conducta de Obama, Hollande y recientemente Merkel tirando flores al río por los terroristas muertos, cuando ellos en sus países sufren a diario sus sangrientas consecuencias, a las claras nos habla de la gran falsedad que predomina en los supuestos grandes líderes mundiales y de la confusión que siembran en la humanidad. O como alguien dijo por ahí, “¿acaso el terrorismo argentino es bueno y el del resto del mundo malo?”.
Si al menos junto con esos actos, el gobierno hubiese tenido el tino de rendirle homenaje a San Martín y los caídos en Malvinas, todo hubiese quedado como un acto protocolar, pero de este modo se instala que los únicos héroes argentinos son los terroristas.
Cuesta creerlo, pero es verdad, el presidente actual de los argentinos, Mauricio Macri, oficializó ante el mundo una flagrante mentira. Y el mundo confundido y aturdido, sobre esa base creerá que, la mentira es lo cierto y lo cierto es la mentira.
Siguiendo con la propuesta de mis amigos los Dres. Enrique Guillermo Avogadro ; Francisco Benard y muchos otros de denunciar a los jueces y fiscales que incurran en faltas graves en el ejercicio de sus magistraturas, es que también me sumo a la necesidad masiva de salir a la calle a pedir por una justicia independiente en la argentina. Manifestación pacifica que debiera ser replicada en todo el país, demostrando nuestro hartazgo. Es que mi provincia después de las últimas elecciones del 23 de Agosto estuvo bajo la lupa de todo un país y de un mundo que miraba de reojo un sistema electoral perverso practicado con todas las mañas posibles. En ese entonces se desató una represión inusitada del estado ante una convocatoria espontánea. Una junta electoral provincial compuesta por integrantes del poder y el colegio de abogados nunca pudo mantener la mínima credibilidad. Una resolución judicial independiente que tuvo que resolver ante una acción de amparo desató la ira del poder de turno. Concordantemente los intereses y candidatos presidenciables en ese entonces a nivel nacional pusieron sus esfuerzos mediáticos en busca de alguna ventaja. Mientras tanto la mirada de politólogos y encuestadores se hacían escuchar todos los días. El gobierno de Cristina lejos de poner paños fríos ante posibilidad de una intervención y sin ley de acefalía se desplegó bajo el famoso lema “Vamos por todo”. Paralelamente en nuestra provincia la plaza independencia se veía acorralada por la protesta justa de los ruralistas o la gente del campo. Ante la finalización de los escrutinios practicados, el gobierno se autoproclamo vencedor ocupando el parque con una multitud movilizada bajo su propio sistema prebendario. Después del fallo judicial de la cámara contenciosa competente que anulara las elecciones el Gobierno de ese entonces se desató sin medir consecuencias con la absoluta impunidad que impone el poder. La justicia resolvió con jueces de distintas instancias. Pero ante esos sucesos que repican en la mente de muchos, gran parte de la sociedad se pregunta ante nuevas elecciones: Se debe o puede hacer algo más para que la prepotencia, los vándalos, no cunda lo más campantes, seguras de que la sociedad carece de medios adecuados para defenderse. Algo hay que pueda hacerse, menos quedarse gozando de la tranquilidad de los que aún no les ha tocado ser víctimas, consolándose con el argumento de que libertinaje y despotismo hubo siempre y esperando que las cosas algún día solas se han de arreglar. Actualmente eso es imposible en la práctica – sin entrar a polemizar-, culpa de quien o de quienes. Como abogado y hombre público entiendo que una “justicia bajo extorsión o mirando el sudeste no es justicia”. Lamentablemente actualmente, pasados los años, los argentinos no contamos con una administración de justicia que resulte satisfactoria. Pareciera que al organizar un estado independiente los argentinos hubiéramos fracasado en lo más elemental; que en vez de mantener el buen funcionamiento de instituciones fundamentales, las fuéramos deteriorando cada vez más. Como si los argentinos nos hubiéramos amansado, llegando a comprender que es inevitable que la sociedad sea manejada por mafias, por la transgresión, por organizaciones que tienen poder y que son impunes, pues escapan a las sanciones, y frente a ellas la justicia parece carecer de los instrumentos necesarios para investigarlas y para controlarlas. Parecería muy desesperada, muy desalentada y patética la situación. Pero estoy convencido que argentinos y especialmente los Tucumanos si podemos reaccionar, tenemos energías para reclamar justicia, somos capaces de interesarnos por los problemas públicos no sólo los días de comicios sino también cuando se afectan los grandes valores de la sociedad, como son la seguridad pública y la administración de justicia. Si de las movilizaciones practicadas en su momento gran parte de la comunidad ha respondido en forma vigorosa y con ánimo alentado se vendría a demostrar que aquellos congresales de 1816 no estaban tan errados. Habrá libertades e independencias inalcanzables, o que no atraen ni interesan a una sociedad moderna, pero no se habrán equivocado al pensar que podíamos organizar el Estado; un Estado con una justicia tan capaz, independiente y eficaz, por lo menos, como la que teníamos en 1816. Lo que un lejano 9 de julio nos propusimos, ser libres e independientes, ahora parece exceder la medida de una ilusión. Ahora podemos hacer dos cosas: Darnos por satisfechos interpretando que los anhelos que entonces se plantearon ya están conseguidos, o que, con las vueltas que ha dado la historia se trata ya de afanes inútiles, ridículos frente a una nueva realidad, inválidos, estériles, arcaicos. O aceptar que el fracaso de nuestra empresa nacional se debe a la cantidad de defectos, de vicios, de errores, de pecados que nos caracterizan a los argentinos y tucumanos y que conocemos bastante. Pero entiendo que no es suficiente con conocer: hay que hacer un sincero propósito de enmienda y ponernos a la tarea de corregirnos, de ser mejores para que la patria de nuestros nietos pueda ser mejor. Que aquel 9 de julio en Tucumán debe servir de recuerdo de que tenemos la obligación de curarnos de las tristes deficiencias que nos caracterizan. No se puede aceptar sin protestar que uno de los poderes esenciales para garantizar a cada uno lo que le corresponda sea maniatado y extorsionado de manera inusitada e incomprensible. Como dice mi gran amigo y maestro Avogrado no permitamos más que cuatro o cinco cretinos, hijos de mala madre, hipotequen nuestro futuro y el de nuestros descendientes. Salgamos a gritar, bien fuerte y remedando a Gabriel Celaya, “¡A la calle!, que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo”.
El diputado Olmedo y su discurso en contra de los planes de ayuda. Aquellos que las cobran, que colaboren forestando calles o ayudando en hogares de infantes -señaló. Observese el lleno total (foto a la derecha) del recinto cuando parlamentaba el legislador. ¿A quién se referiría Alfredo Olmedo con “cobrar sin hacer nada” ?
Siguenlosexabruptos y groserías de una ex – senadora
Las palabras no son buenas ni malas. Sólo significan cosas y, esas cosas, sí, a veces son buenas, a veces malas y muchas veces ni una cosa ni la otra sino según cómo se la vea.Negro o indio en Tucumán es una palabra que puede estar cargada de ternura, o ser denigrante o despreciativa cuando se la pronuncia para ofender. Así lo hizo públicamente la señora Beatriz Rojkés de Alperovichcon un comprovinciano al tratarlo de manera peyorativa de negro o “indígena. Sus desatinos y dislates se han convertidoen las llamadas “celebres frases” que se reproducen en los distintos diarios de nuestra provincia. La actual presidente del partido Justicialista hinchada en su momento por un prurito de blancos europeos, con su continuo desparpajo no solamente ha ofendido a todo el norte argentino sino a la sociedad en general. En su despropósito de afirmar ligeramente que se volvió a resucitar al Fiscal Nisman porque ven que Cristina Fernández de Kirchner está avasallando en las encuestas, ha menospreciado, ofendiendo y subestimando una vez más, no solo a sus comprovincianos que supo alguna vez representar sinoa nuestro País. Pero en verdad, señora de Alperovich, usted formó parte de un gobierno que hizo gala durante mucho tiempo de una enormeimpunidad que volvió valientes a los cobardes y osados a los pusilánimes, y lamentablemente el día en que cobardes y pusilánimes alcanzan el poder sus sucias babas lo aniquilan todo. Fue parte ladecisión abominable de constitucionalidad del pacto con Irán y su relación con el atentado de la AMIA. Fue integrante del gobierno de los innombrables López, Jaime, Báez, Boudou, de Vido, Echegaray y Aníbal Fernández entre otros cuyas investigaciones todavía están en saco roto y que en muchos casos duermen el sueño de los justos, pero que seguramente algún día se reavivaran o resucitaran pese a su resentimiento y contrariedad. Es cierto que estamos en argentina. Vivimos en el país de la justicia lenta y tortuosa. Acostumbrados a la mediocridad o anestesiados con él no te metas. Nadie sabe a ciencia cierta ni conoce que pasa en el laberinto del infierno. El silencio de muchos y las miradas al sudeste como la de Ud., semofan de los sentimientos más puros. Pero estoy seguro que la verdad del Fiscal Nisman revivirá y sus logros resucitaranpara que se pueda combatir abiertamente el flagelo de la corrupción, acreditarla, esclarecerla y hacerle frente a la delincuencia. De una vez por toda debemos formar parte de una sociedad que no se resigne a la impunidad como si se tratase de una fuerza de la naturaleza. Ante el mal que todos vemos y lamentamos, es necesario reaccionar buscando la forma de purificar la sociedad.Por favor señora basta de impunidad…
“Veo un pueblo indolente y dormido que abdica sus derechos, olvida sus tradiciones, sus deberes,
y su porvenir. Lo que debe a la honra de sus progenitores y al bien de la prosperidad, a su estirpe, a su familia,
a sí mismos y a Dios. Con instituciones que amenazan desmoronarse carcomidas por la corrupción y los vicios”.
José Manuel Estrada.
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Hubo dos hechos a comienzos de la semana que, en cierto modo, pasaron desapercibidos para el gran público, pero revisten singular importancia por cuanto confirman que nada ha cambiado respecto a la visión que, sobre la tragedia de la guerra que sacudió al país en los 70’s, tienen los poderes públicos de la Argentina.
El primero, si no fuera trágico, alcanzaría las cumbres más altas del ridículo. Me refiero a la promulgación, por la Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, de la ley que obliga a publicar, en todos los documentos oficiales, la cifra de 30.000 desaparecidos; ese disparate normativo se concretó aún a sabiendas (ha sido reiteradamente confesado por los inventores del número mágico) de que se trató de un creación literaria destinada a la pretensión de calificar como “genocidio” lo sucedido y, especialmente, a conmover los bolsillos de las organizaciones europeas de derechos humanos, siempre tan generosas con el terrorismo.
La consagración de ese falso dogma interpela a la sociedad entera, puesto que se trata de la primera vez en que una clara falsificación, por obra y gracia de legisladores de todos los colores –sólo uno votó en contra- se transforma en verdad revelada; María Eugenia Vidal se transformó en cómplice del absurdo dislate y se arrogó el derecho de hablar ex–catedra. ¡Menuda competencia le apareció a S.S. Francisco en su propia tierra!
El segundo hecho que clama al cielo fue la sentencia de la Sala IV (Mariano Borinsky y Juan Carlos Gemignani) de la Cámara Federal de Casación, el tribunal penal más alto del país, que rechazó la concesión de la prisión domiciliaria a Jaime Smart, luego del desconocimiento de su anterior resolución, que la había otorgado, por la Cámara Federal de La Plata. Ésta, para insistir en su posición de rechazo, sostuvo que ese beneficio legal no era aplicable porque el detenido podía fugarse, amén de poner en peligro la investigación de los hechos.
“Jimmy” Smart tiene 81 años de edad y las imputaciones que le formularon se refieren a acontecimientos ocurridos hace cuarenta años. Es decir, un preso que siempre estuvo a disposición de la Justicia y cuya edad excede en mucho la establecida por la ley (70) para acceder al beneficio, ahora –según los asesinos togados- estaría presuntamente dispuesto a convertirse en rebelde, abandonar a su familia y escapar de la acción del Estado. Por lo demás, ¿cómo podría poner en riesgo las pruebas de la investigación, si se trata de hechos acontecidos hace cuatro décadas?
Que esa extraña presunción, o mera excusa para la venganza, se conozca en la misma semana en que la Diputada Lilita Carrió haya acusado a todo el arco político –incluidos sus aliados del Gobierno- de proteger a su colega Julio de Vido, el epítome de la corrupción kirchnerista, convierte lo sucedido en aún más llamativo e irritante. Resulta razonable que haya muchos empresarios preocupados por la posibilidad de la detención del zar de la obra pública de la década en que nos convertimos en silentes esclavos: como se ve en Brasil, el color político no es lo importante; en el mismo lodo, todos se revolcaron.
La sociedad entera reclama a gritos, todos los días, que los jueces actúen de una buena vez contra los saqueadores que, a fuerza de chupar la sangre del país durante doce años, han dejado a la Argentina exangüe. Estos delincuentes, encabezados por la jefa y organizadora de la asociación ilícita que se hizo con el poder en 2003, han alterado reiterada y probadamente las pruebas de los hechos investigados, y las imputaciones que los afectan se refieren a delitos no excarcelables; sin embargo, gozan no de detención domiciliaria sino de total libertad, hasta para trasladarse al extranjero, y alegremente se pasean por las calles, cuando no siguen ocupando altos cargos en alguno de los poderes del Estado.
Desde las bancas parlamentarias, ellos mismos impiden sistemáticamente la sanción de leyes indispensables para la lucha contra la corrupción como, por ejemplo, la de responsabilidad empresarial, la de extinción de dominio sobre los bienes mal habidos o las que, como ocurre en Brasil, permiten lo que allí se llama “delación premiada”; nótese que esta última ha llevado tras las rejas a decenas de senadores, diputados, ministros, gobernadores, funcionarios y grandes empresarios, y que se hayan devuelto miles de millones de reales a las arcas del Estado.
Hace años que sabemos cómo duermen los expedientes “sensibles” para el poder de turno en los tribunales. Entonces, lo que todos debemos preguntarnos es si estamos dispuestos a ser juzgados, con el gigantesco riesgo que ello implica para nuestra libertad y nuestro patrimonio, por magistrados tan ignorantes, tan cobardes o tan corruptos como para verse impedidos (o ser “convencidos”) de resolver con arreglo a la Constitución Nacional, los tratados internacionales, los códigos y las leyes, sólo para proteger, por acción u omisión, intereses bastardos.
Tengo muchos años de ejercicio profesional, a punto tal que el Colegio de Abogados me ha ¿elevado? a la categoría de “matriculado emérito”. Gracias a Dios, ya sólo llevo un único juicio, que será el último. Porque, cuando era joven y estaba en la facultad, aprendí que, para que la sociedad sea realmente libre, todos debemos ser esclavos de la ley. Lo que veo hoy, tanto en la calle como en los juzgados, me produce un asco tan profundo que, a veces, hasta me impide respirar.
Por eso, porque aquí funciona –protegida por leyes inicuas- la norma mafiosa de la omertá, que por tanto tiempo permitió a las numerosas organizaciones mafiosas italianas conservar sus negocios ilícitos y su poder, y porque los magistrados y fiscales federales, amén de gozar de fortunas inexplicables, también tienen muchos muertos en sus placares y están a tiro de “carpetazos”, la Argentina tiene un destino de decadencia e insignificancia en el concierto mundial.
Sólo conseguirá evadirlo si logra hacerse de una Justicia independiente, seria y rápida, y en ese monumental esfuerzo deberíamos comprometer nuestro accionar todos los ciudadanos, cualquiera sea nuestro signo político.
En los próximos días, y como un buena muestra de cómo se protegen los intereses de la sociedad, sabremos qué actitud adopta el Consejo de la Magistratura frente al Juez de la Cámara Criminal y Correccional Federal Eduardo Freiler a quien, como sucede con los mismos Kirchner y tantos cómplices, su enriquecimiento es tan escandaloso que impide que le cierren los números que él mismo declara sobre su patrimonio; si lo salva, como hiciera tantas veces con Oyarbide, el organismo se habrá cubierto de oprobio una vez más, y los ciudadanos de a pie sabremos que la Argentina ya no tiene futuro alguno.
Hoy 25 de mayo es un día muy especial, celebramos el día de la Patria, pensamos en ella, tenemos tiempo porque es un día de descanso laboral,pero en realidad en la Patria debemos pensar todos los días. Cuando pensemos en ella meditemos profundamente en todo lo que debemos hacer para hacerla más feliz, para lograr que todos los argentinos estemos más unidos para luchar entre todos por la unión nacional, por la tan ansiada union nacional. Lamentablemente estamos muy lejos de ello. LA PATRIA ARGENTINA NO SE MERECE QUE TENGAMOS TANTO NIVEL DE CORRUPCION, pensemos en ello y roguemos a Dios para que nos ayude y nos ilumine, para que comprendamos que es necesario que el pueblo todo sin distinciones partidarias salga un día a las calles para decir “Ya no queremos más corrupción” todo ello en homenaje a la Patria Argentina. No aceptemos nunca mas que haya dirigentes políticos como la Señora “Kristina Kirchner” que siempre dijo admirar al General Belgrano que donaba sus salarios al Estado, que murio en la total pobreza y ella se enriquecio a más no poder y en forma deshonesta haciendo negocios con los beneficiados por la Obra Pública. Asumamos que no es posible tener Presidentes como el Nestor Kirchner abrazado a una “Caja Fuerte”, lo que necesitamos son verdaderos “Heroes” hombres y mujeres que amen a la Patria Argentina. No son los únicos por supuesto que hay muchos más responsables, los que menciono han sido el ejemplo más patetico de la corrupcion de los últimos años en Argentina. Hace poco escribía un artículo titulado “La Argentina Marginal” una sociedad que vive como la nuestra violando permanentemente las leyes, esto se debe terminar, todo dentro de la ley y nada fuera de ella, por el bien de la Patria y por un mejor futuro para nuestros hijos y nietos. Hoy al levantar nuestras copas y celebrar por la Patria Argentina prometamos que entre todos haremos cuanto este a nuestro alcance para que la Argentina ya no figure más en la lista de los países mas corruptos del mundo. Hoy 25 de mayo es o debería ser un día de gran reflexion para todos los argentinos, tenemos un país que se dice es riquisimo y administramos pobreza, la culpa se la debemos a todos los que se llenan la boca hablando de la Patria y de su amor a ella y solo quieren acceder a puestos en el Estado para enriquecerse y no para servir a la Patria. Podria así seguir mencionando cosas pero para terminar le pido a todos los argentinos que reflexionemos seriamente que es lo que significa en nuestras vidas decir que amamos a la Patria Argentina. Ruego a Dios que todos, absolutamente todos reflexionemos sobre los errores que han cometido y aprendan a pedir perdon, estamos muy lejos de que ello ocurra, lo que me llena de mucha tristeza.Exijamos que los empresarios piensen no solo en ser más ricos cada día sino también a construir su riqueza -lo que es lógica- con honestidad y amor a la Patria.
“La discreción tiene una importancia crucial para proteger el principal
electorado de los gobiernos implicados: el sector empresarial”.
Noam Chomsky
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El lunes comenzará en la Argentina una nueva Semana de Mayo; la mitología atribuye a los pocos presentes en la Plaza homónima, mientras se reunía el Cabildo porteño, la autoría del grito “el pueblo quiere saber de qué se trata”. Más de dos siglos después, el reclamo recorre a toda América.
En los Estados Unidos, a cinco meses de la asunción de Donald Trump a la primera magistratura del país más poderoso del mundo, y después del intempestivo despido del Director del FBI, cabeza de una investigación sobre los contactos de miembros del círculo íntimo del Presidente con los jerarcas rusos, ya sospechados de interferir en la campaña demócrata, la tormenta estalló y el famoso grito se repite: existen serios indicios por eventuales divulgaciones de informaciones suministradas por los servicios secretos de Israel, su tradicional aliado en Medio Oriente, al Canciller y al Embajador de Rusia, un país que apoya al régimen sirio, y hasta socio de Irán.
Ayer mismo, Trump inició un prolongado viaje por varias naciones de Medio Oriente y Europa y, dadas las excéntricas maneras que gasta el Presidente, nadie sabe en qué redundará el periplo. Pero, en cambio, entre los propios legisladores republicanos han surgido divisiones que podrían poner en jaque la permanencia del magnate en la Casa Blanca. Recuerdo que el año pasado, un profesor -su nombre se me escapa- de una de las más prestigiosas universidades norteamericanas, se hizo famoso por haber predicho con exactitud el resultado de las elecciones presidenciales en su país durante los últimos treinta y dos años; ese mismo docente, cuyo método de predicción fue publicado en un exitoso libro, afirmó que Trump no terminaría su mandato, ya que sería expulsado mediante un impeachment.
Ese fue el camino que siguió el Congreso brasileño, con el respaldo del Supremo Tribunal Federal, para eyectar del Palácio do Planalto a Dilma Rousseff, acusada de “maquillar” las cuentas públicas, y entronizar en su lugar al Vicepresidente, Michel Temer. Éste aún cuenta con respaldo parlamentario debido al pánico de la clase política por el fuerte reclamo popular, pero parece estar a sólo semanas de verse obligado a dejar el cargo, y las consecuencias, como sucedería en los Estados Unidos, son imprevisibles. Mientras tanto, las sanas leyes económicas ya sancionadas y algunas otras en trámite, que habían permitido a Brasil comenzar a salir de la peor recesión de su historia, han entrado nuevamente en controversia y ello podría traer aparejada una nueva recaída.
Pero el grito de la calle, traducido en el reclamo de “¡que se vayan todos!” y expresado en manifestaciones callejeras en las grandes ciudades del país, ha tomado nuevamente impulso por obra y gracia de las revelaciones sobre la enorme corrupción que afecta a todo el espectro político y empresarial de la séptima potencia mundial. En la medida en que la Constitución otorga al Congreso la potestad de elegir a quien debería concluir el actual período, si Temer fuera expulsado, y el abanico de candidatos aceptables es muy reducido, el futuro inmediato de nuestro vecino y socio esencial resulta totalmente incierto.
No es menor el hecho de que el personaje público con mayor respaldo popular sea el Juez Sérgio Moro, un magistrado federal con sede en Curitiba, a cargo de los procesos conocidos como Lava-jato y Petrolão, que actúa, bajo supervisión del Supremo Tribunal, con un equipo de fiscales dispuestos a cargarse a quien sea. Y es que en Brasil también, el pueblo quiere saber de qué se trata en materia de corrupción y está dispuesto a pagar el elevado precio que significará terminar con ella de raíz.
Un solo apunte curioso: también allí el político más manchado por acusaciones de haberse quedado con dinero público -Luiz Inácio Lula da Silva- aún cuenta con un 30% de intención de voto. ¿Le suena conocido? Evidentemente, el populismo sabe hacer las cosas para mantener cautivo a su electorado.
En Chile, un país con elevados estándares de transparencia y ética pública, la Coalición gobernante ha implosionado por la defección de la Democracia Cristiana, tal vez debida al decaimiento de la economía y a los hechos de corrupción que afectan a la familia de la Presidente Michelle Bachelet. Esa división, que impedirá la presencia de un único candidato de centro izquierda en las próximas elecciones, convierte a Sebastián Piñera en el más probable próximo inquilino del Palacio de La Moneda.
En Venezuela, el pueblo sale a la calle todos los días a gritar y, con un asombroso coraje, enfrentar la durísima represión -que incluye ya más de cuarenta asesinatos a mansalva y miles de detenidos- de la tiranía de Nicolás Maduro, que ha convertido a un país enormemente rico en un caos de miseria y hambre, mientras saquea sin tasa ni piedad las arcas públicas y se enriquece con el narcotráfico. Cuba es la gran responsable -como lo fue en la Argentina de los 70’s- de lo que allí sucede, y no es para menos porque la supervivencia de la gerontocracia de Raúl Castro depende, exclusivamente, del cordón umbilical que la une al socialismo bolivariano, a través del cual llega a la isla el petróleo regalado, y por ello lo apoya con armas, soldados e inteligencia interna.
Y, en Argentina, me parece que es la sociedad entera quien grita, mirando a Comodoro Py, que quiere saber de qué se trata; aquí, la obvia comparación con lo que sucede en Brasil, resulta pasmosa y avergüenza. Que quienes se convirtieron en los máximos artífices del desastre en que vivimos por sólo afán de lucro personal sigan paseándose contentos y despreocupados entre nosotros nos produce desconcierto e indignación. Hay demasiados muertos en tragedias evitables -trenes y rutas inexistentes- y demasiada miseria como para que pueda resultar indiferente tamaña impunidad. Estoy comenzando a dudar de una antigua afirmación mía -“los jueces federales tienen mejor olfato que los más reputados perfumistas”- ya que, a esta altura, hubieran debido percibir que un regreso de Cristina Kirchner al poder resulta de todo punto de vista imposible.
Porque el peronismo todo grita que quiere saber de qué se trata. La permanencia de tanto tránsfuga en el escenario partidario, cambiando de sector y de fidelidad a cada rato, lo ha sumido en un profundo estupor, y los esfuerzos por una imposible unidad que realizan sus obsecuentes pequeños líderes se estrellan contra la presencia de permanente de los más repudiados, como Luis D’Elía, Gabriel Mariotto, Martín Sabbatella o Amado Boudou. Por lo demás, la indiscutida líder de ese “espacio”, que continúa siendo la dueña del látigo y de la lapicera, no hace más que contribuir a la dispersión, en una conocida película que ya hemos visto mil veces y lleva por título “sálvese quien pueda”, con los intendentes como actores principales.
El jueves próximo podremos celebrar que, después de doscientos siete años desde aquél 25 de mayo fundacional y pese a nuestros ingentes esfuerzos suicidas, aún la Argentina sobreviva. No es poco, pero tratemos de no terminar nuestra insana e inexplicable autodestrucción como país. Mientras tanto, también nosotros gritemos: ¡Viva la Patria!
Nuestra dirigencia política se ha desarrollado con una vocación de ilegalidad constante.
Cuando era joven, era corriente saber que los cuarteles eran frecuentados por dirigentes políticos que consideraban necesario el “golpe de estado”. O éramos invitados a reuniones muy “coquetas” donde se producía un acercamiento personal. Para ello nos alababan con hermosas palabras y más que todo, describían terribles desgracias que podían suceder a nuestro país si no aceptábamos que había que derrocar al gobierno. Y leves insinuaciones a nuestra falta de valor cuando manifestábamos nuestro desacuerdo. Por supuesto no se necesita ser hombre de derecho para percibir que estaban proponiendo una ilegalidad. Pero ilegalidad existe cuando se hace y no cuando se habla.
Como nunca fui un militar importante, tuve la suerte que salvo en tertulias amigables donde se expresaban opiniones que definían una mirada de simpatía hacia el golpe de estado, no veía más.
Gracias a Dios. Para “tocar” a algún militar, lo normal era de jefe de unidad (teniente coronel o coronel, cuando no algún general). Yo hablo cuando era subteniente y hasta capitán.
Mi obsesión era el trato con mis subalternos, entre los cuales existía una gran cantidad que eran soldados. Y estoy seguro, que a través de ello aprendí lo que es mi pueblo. Anualmente conocía entre 150 a 200 soldados, y más profundamente hasta teniente a unos 50. Y en ellos veía una pintura de lo que es nuestro pueblo. Y aprendí a amarlo. ¡Cuántos diálogos sostuve con ellos que me enseñaron cosas! Y conste que no era un superior que saliera del reglamento.
Mi teoría era que, con mis subalternos, el reglamento, pero con sentido humano. Para mis superiores, el reglamento que no solo me obligaba, sino que me defendía. Para el militar en la paz, el reglamento es la ley militar. No está escrito en broma ni para que se lo burle. Está para ser cumplido.
Nuestra dirigencia política noto, se educó con otras normas. Le ley es algo formal. La cumplimos si nos conviene. Si no la burlamos. Y si así no se logra nada, se la viola, eso sí con un racimo de argumentos ideológicos donde la democracia, la libertad, la dignidad y otras yerbas son manoseadas con hermosas palabras.
Los tiempos cambian. Y con ello los “caballitos de batalla”. Las hermosas palabras están de moda o cambian con otras nuevas más sensibles para la población. Hoy el culpar a los derechos humanos, de toda la ilegalidad que late dentro de ellos.
Dentro de este marco, se ha puesto de moda la frase: “política de estado”. ¿Qué es eso? Si bien no hay una definición indiscutible, podemos intuir que apunta a evitar los enfoques divergentes de sectores políticos que confrontan violentamente contra otros. Y si vamos a la expresión ideológica es muy bueno.
Argentina es un país fracturado, con una dirigencia política incapaz de buscar un sentir común como nación. Entonces se mantiene un quiebre permanente de su frente interno. Basta ver en economía la lucha entre “los capitalistas” y los “nacionalistas” (que desarrollaría en otra oportunidad). Esto conlleva que, por la vía democrática, los gobiernos cambian y sea una línea u otra necesita tirar abajo lo que hizo el otro. ¿Y la población que decide por el voto? Ante las dos líneas que hacen un buen “marketing”, la ciudadanía parece que alternativamente les da oportunidad para que encontremos el país deseado. Pero si observamos las expresiones de su voto, interpreto que se inclinan más a las ideas “nacionalistas” que a las “capitalistas”. Pero ambas albergan aspectos muy negativos, en los cuales la corrupción quiebra toda esperanza.
Los “capitalistas” sueñan con las inversiones extranjeras y se baja los pantalones ante el “capitalismo salvaje” cambiando soberanía por una “feliz dependencia”. Los “nacionalistas” es un amplio abanico va desde la idea de crear su propio capitalismo hasta el que quiere hacer la guerra mundial contra el capitalismo internacional. Son miradas muy diferentes. Cada una de estas busca el poder. Y si es diferente de la línea gubernamental que se va, cambia en 180ª todo lo que se ha hecho en el país. Luego una política de estado parece ayudar a evitar los cambios bruscos que al final sea para un lado o para el otro, perjudica a la población. Nuestra Argentina vive en el cambio, y nuestra población (que es lo más importante que tiene una nación) es golpeada por los efectos que no son motivos de preocupación real (es decir de hechos) de nuestra dirigencia. Cada uno cautiva con sus palabras y actúa pensando más en cómo convertir su cargo gubernamental en una tarea laboral cómoda y rendidora. Y esto se agrava con la tendencia al caudillismo que ha desvirtuado la vida de los partidos políticos. Todo esto transforma a la política de estado en algo no solo positivo sino necesario.
Pero nuestra dirigencia, vocacionalmente ilegalista, quizás por haragana o por usarla a su albedrío, no quiere legislar sobre esto.
Hay que notar que, en un país, las normas de juego son imprescindibles para convivir e incluso para desarrollarse. Y las normas de juegos son las leyes.
Si fuera yo, propondría una ley sobre política de estado que diga que hay que cumplir las leyes y modificarlas dentro de las normas que se establecen para modificarlas. Esa podría ser una buena política de estado.
Pero el problema básico es establecer como se da forma a “una política de estado”. Parecería obvio que hay que legislar sobre esto.
El primer problema es ubicarla en el marco legal. Una política de estado debería ser superior a las leyes. Porque si es igual no es necesaria. Debe ser inferior a la constitución, salvo que se modifique ésta.
En nuestro país hay dos niveles legales: La constitución nacional y las leyes que se deben fundamentar en la constitución nacional. Una ley referida a la política de estado” debería ser superior al mecanismo legislativo para sacar una ley. ¿Por qué? Porque si no una ley modifica otra, y la política de estado puede cambiar según las mayorías, que normalmente son cambiantes. Entonces no hagamos una política de estado, dejamos la ley y basta.
Otra solución es convocar a una constituyente y dentro de la constitución establecer como se establece una política de estado que garantice su continuidad a pesar de cambiar los gobiernos, y también cómo puede ser cambiada, sin necesidad que se convoque a una nueva constituyente. Por ejemplo, imponer que debe ser una ley que debe contar con el 80% de los votos y sea aprobada por un referéndum vinculante. Tanto para ponerla en vigencia como para cambiarla.
Nuestra dirigencia pretende omitir “este detalle”. Y por lo tanto el Dr. Lorenzetti puede establecer una política de estado, o el Dr. Kunkel o mi tía si se le ocurre. No hay norma que limite establecer una política de estado. Puede darle vigencia algún buen periodista con “plafón” sea Víctor Hugo, o Asís, o Laje, o en un programa de debate político periodístico.
En consecuencia, los presos políticos hasta ahora no estamos afectados por ninguna “política de estado” que no tiene vigencia en nuestro andamiaje legal. Solamente estamos sometidos al Poder de la Corte Suprema de Justicia, que, en vez de establecer jurisprudencia sobre su conducta anticonstitucional e ilegal, prefiere asombrarnos por una “política de estado” carente de vigencia en nuestro país, dictada (al modo de una dictadura) por el Dr. Lorenzetti con sus amigos.
“Mientras en la calle imperan el caos, el olvido, la prisa, la guerra contra el pasado y,
sobre todo, está esa gente ilusionada con un cambio, desbordada de júbilo, diría que
hasta muy contenta con lo que confían recibir por su fervorosa credulidad,
sin pensar que pronto les llegarán las exigencias terribles de la fe que ahora profesan”.
Leonardo Padura
La Argentina política decidió esta semana castigar a los presuntos caníbales comiéndoselos. Confirmó así su siniestra selección de un grupo de dos mil ancianos para que asuman la culpa general de toda sociedad por haber apoyado la revolución militar de 1976 y así lograr el perdón.
Para preparar el adefesio que cocinó por unanimidad –salvo la honrosa y valiente actitud del Diputado Alfredo Olmedo- el ¿Honorable? Congreso de la Nación utilizó varios ingredientes, todos en descomposición, lo cual facilitó la cocción: la Constitución Nacional, el Código Penal, el Tratado de Roma, la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y la Convención Interamericana de los Derechos Humanos.
Estoy hablando, claro, de la ley que prohibió la aplicación del famoso “2×1” que había utilizado la Corte Suprema de Justicia para declarar cumplida la pena de un condenado por crímenes de lesa humanidad, un fallo que motivó la inmediata reacción de la izquierda, de los pseudo organismos de derechos humanos y del kirchnerismo (probando todos una vez más lo selectivo de su memoria), de los partidos políticos y hasta del Gobierno.
El Tribunal supremo, por una mayoría constituida por sus verdaderos juristas, falló conforme a derecho y, aún en contra de la posición personal y moral de cada uno, lo único que hizo fue aplicar el principio vigente en todas las legislaciones, que impone utilizar siempre la ley más benigna en el juzgamiento y la graduación de la pena de todo y cualquier delito.
Ese principio está consagrado en todas las normas, locales e internacionales, que he mencionado y hasta el ex Juez Eugenio Zaffaroni (de allí la desmemoria, ya que sus votos fueron calcados a lo ahora resuelto por la mayoría de la Corte) lo había respetado en sus fallos. Pero ello no fue óbice para que todos salieran corriendo a criticar a Elena Highton de Nolasco, Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti, y hasta llegaron al extremo disparate de denunciarlos penalmente por prevaricato, es decir, por resolver teóricamente en contra de las pruebas de la causa.
Con la sanción de este espantajo, se viola nuevamente otro principio básico de toda la estructura jurídico-penal de Occidente: la irretroactividad de la ley. Porque, cuando otro caso de lesa humanidad llegue a la Corte, los legisladores pretenden que el “2×1” no sea aplicado siquiera a las causas en trámite, es decir, que esta delirante norma recién promulgada impida la concesión de ese beneficio a quienes ya lo tenían.
Pero no debe asombrarnos, porque también se lo hizo cuando, en nombre de una “política de Estado” ¡convenida! entre los tres poderes (el Presidente del máximo tribunal, Ricardo Lorenzetti, lo reafirmó así en su voto) se aplicó –y muy tuertamente, por cierto- el concepto de “genocidio”, descripto por el Tratado de Roma, al cual adhirió la Argentina en 1994, a delitos así calificados y presuntamente cometidos veinte años antes.
Como dijo nuestra “abogada exitosa” esta semana en Bruselas, “todo tiene que ver con todo” y, precisamente para imponer el concepto de “genocidio”, fue que el terrorismo inventó el dogma de los 30.000 desaparecidos, amén de lucrar innoblemente con las indemnizaciones.
Debemos recordar que, cuando nuestros insanos legisladores sancionaron esta absurda ley, dijeron haberlo hecho ante la presión del clamor popular; o sea, invocando a la teórica opinión de la sociedad, nunca verificada, se modificó retroactivamente nuestra Constitución Nacional. Eso fue, claramente, lo que hicieron Hitler, Mussolini y Stalin para cambiar el mundo, ¡y así le fue a la humanidad!.
Y no se trata de una mera exageración literaria. Basta preguntarse qué diferencia, en los hechos, a nuestro Congreso del tirano Nicolás Maduro; ambos dicen representar a mayorías, a las cuales no se atreven siquiera consultar, para cambiar las reglas de juego de la democracia. La permanente violación a la ley, que los argentinos y venezolanos sufrimos diariamente, nos acerca cada vez más a las horas más oscuras de la historia, devolviéndonos a la selva en la que impera el más fuerte.
Este tristísimo episodio volverá a costar a la Argentina mucho más que los transitorios beneficios de venganza que obtendrán sus aplaudidores porque, como es notorio, convierte en innegable la enorme inseguridad jurídica que campea por estas latitudes, en todos los terrenos, de la mano de una justicia venal, rastrera y corrupta. Con esos elementos en la imagen que ofrecemos al mundo, ¿cómo van a venir las inversiones que necesitamos tanto como el oxígeno?
Sólo el coraje cívico de los tres miembros de la Corte Suprema, si mantienen -como fue la eterna conducta del Dr. Carlos Fayt- su postura de apego irrestricto a la ley cuando lleguen a su conocimiento otros casos similares, podrá salvar a nuestro país de un nuevo abismo.
Tampoco será menor el costo que pagará Cambiemos por lo sucedido. Con excepción de Lilita Carrió, con su actitud imaginada como “políticamente correcta”, que lo llevó a ponerse de sombrero la división de poderes y a descalificar a la Corte, pretende evitar el ataque permanente del kirchnerismo y de la izquierda irracional y, en el camino, recoger algunos imposibles votos de esas procedencias; pero olvida que, desde el lado sensato de la sociedad, que se manifestó en las calles el 1° de abril, se mira con asco este irracional proceder y muchos ciudadanos pensarán seriamente antes de repetir su elección de 2015.
Pese a todo, no tengo dudas que el Gobierno se alzará con el triunfo en octubre de este año, pero el crédito deberá ser otorgado a la falta de opciones, ya que el peronismo no ha conseguido evolucionar y desprenderse de su factor más centrífugo, Cristina Fernández de Kirchner. Mientras ésta siga pesando en la escena partidaria, no podrán surgir hombres y mujeres que representen una nueva forma de hacer política y ejercerla con probidad y honestidad. La “noble viuda” obliga a los cobardes dirigentes del PJ a arrastrarse en su estela; y aún los pocos honestos de éstos que todavía existen se van así sumergiendo en la fétida atmósfera de corrupción que la rodea y que no se atreven a denunciar por miedo a su venganza.
Es desolador el panorama que podemos ver a nuestro alrededor, pero está en nosotros mismos, con nuestro esfuerzo individual, revertirlo. Tenemos esa obligación, aún los mayores, frente a nuestros hijos y nietos, porque recibimos un país y lo hemos destruido, incumpliendo así nuestra principal obligación como administradores de algo que no era nuestro.
Mi opinión está lejana a toda religión o ideología que pueda afectar drásticamente a terceros. Puedo ofender o crear discrepancia, pero jamás me atrevería a imponer leyes inexistentes o revocar leyes establecidas para poner el pie sobre un potencial adversario. De esta manera actúan los totalitarios. De esta manera han actuado magistrados argentinos que tiempo atrás pusieron su mano sobre la Constitución Nacional y juraron respetarla. Para un mejor ejemplo, en su obra épica sobre Napoleón, Stendhal, nombre de pluma de Henri-Marie Beyle, pronuncia algo más parecido a un alegato que a una introducción:
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Escribo la historia de Napoleón para responder a un libelo. Es una empresa imprudente porque ese libelo lo lanza el primer talento del siglo contra un hombre que, desde hace cuatro años, es objeto de la venganza de todos los poderes de la tierra. Estoy encadenado por la expresión de mi pensamiento, me falta talento y mi noble adversario tiene como auxiliares a todos los tribunales de policía correccional. Por lo demás, al margen de su gloria, ese adversario gozaba de gran fortuna, de un gran renombre en los salones de Europa y de todas las ventajas sociales. Halagó incluso a nombres oscuros, y su gloria póstuma no dejará de excitar el celo de todos esos nobles escritores, siempre dispuestos a enternecerse en favor de los infortunios del poder, del tipo que sea.
No estoy tratando de establecer un paralelo entre la narración del francés y cualquier parecido entre los obstáculos que se debieron sortear durante la Década Ganada o en los dieciocho meses de Cambiemos. Para ello hay sobrados ejemplos extraídos de la dura vida de aquellos tocados por los circenses casos de lesa humanidad.
En el país de los derechos humanos, queda en descubierto que todos somos iguales, pero algunos somos más iguales que otros. Sobre todo, en esta disputa de la ley del 2 x 1, cercana a una comedia de enredos. Esa pasión por distinguir la equidad es lo que exhiben los legisladores argentinos -incluso aquellos que pertenecen a Cambiemos, esa coalición política que con la discrepancia de ideas solo refleja ambición de poder y no unión de ideas- que no tienen la menor timidez en admitir que el negocio de esos derechos humanos va a seguir por largo tiempo contradiciendo a su propio contradictorio líder.
Los juicios de lesa humanidad nunca van a reflejar la verdad, ya que es claro el medio utilizado, ese que permite condenar sin pruebas. Cuando hablamos de evidencia, me permito describir estas con el diálogo entre un imputado y su abogado defensor. Usted juzgará quién es quién.
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–Con respecto al principio de legalidad le cuento que esa cuestión ya ha sido resuelta por la jurisprudencia, se basan en el estatuto de Roma que tipificaba los delitos de tortura y secuestros ya en el año 1950, a su vez la convención de delitos de lesa humanidad, incorporada a la Constitución, considera que se tienen que juzgar e investigar en cualquier momento que se hayan cometido y eso los hace imprescriptibles, se lo explico someramente, es más profundo el tema.
– Percibo una discrepancia, dado que estoy convencido que en nuestro país no se puede legislar mediante la jurisprudencia, (en Gran Bretaña, quizás sí) y menos existiendo leyes vigentes en el país. Por supuesto el cambio de la Constitución debe realizarse como lo establece el artículo 30 de la Constitución Nacional. No hay funcionario Judicial con autoridad para modificarla. También le recuerdo que el Estatuto de Roma declara en su contenido que es solo aplicable a partir de la fecha que está vigente, en nuestro caso 2001. De cualquier manera, a pesar de todo, lo único que me queda es recuperar mi dignidad.
– Tendrá tiempo para restituir su dignidad después, en un libro, por ejemplo, le digo que tengo bastantes argumentos para pelear su defensa, no hay pruebas en su contra.
– De acuerdo. Tampoco había pruebas en mi contra cuando me condenaron a prisión perpetua la primera vez.
Cuando esto se produce, percibimos que la interpretación de La Ley no es una excusa que solo usan los jueces y fiscales militantes. Los abogados defensores apostados en la playa miran la bandera negra y amarilla mientras sus defendidos nadan en un mar dudoso. Ciertos tribunales aprovechan el desconocimiento de las partes o se burlan. “El imputado no podía no saber…” o “El testigo no identifica ni describe a quien lo arrestó, pero se infiere…” son algunas de las frases que quedaran para el análisis de nuevos hombres de derecho que las interpretarán según el color de la tendencia ideológica que los maneje. Si un ex uniformado es acusado por un hecho producido el día A, y logra comprobar que no se encontraba en el lugar sino hasta el día B, el problema tiene solución. Simplemente se cambia la fecha y se continúa. Habiendo exhibido esto, no es sorprendente que la ley del 2 x 1 tenga febriles combatientes y se logre dictar solo para violadores, narcotraficantes o asesinos seriales. Lesa humanidad no se mancha, porque produce dinero.
En mi opinión, que no afecta a nadie, solo ofende o se discute, el fundamento a discutir no es esta ley que puede o no beneficiar a los condenados (aquellos que aún no son llevados a juicio pueden morir presos, aguardando). El principio a debatir es el desarrollo de los casos, las imputaciones y los elementos de prueba, que llevan al resultado de los juicios -siempre en desventaja- que si afectan vidas humanas.
Una de las poesías favoritas de mi padre es Sobre los Indiferentes, de Martin Niemüller y es un reflejo sin tiempo para las sociedades que decidan no respetar sus leyes, que pisotean su Constitución Nacional, que es miope a sus códigos penales. La Argentina Salvaje acusa a grupos ya que algo habrán hecho. Todos somos todos. Y todos puede ser usted. No vinieron realmente por Menem ni por De Vido, como no van a venir por Cristina Kirchner. Es usted y yo. O usted o yo.
El fallo de la Corte que aplicó el cómputo del dos por uno en un caso de lesa humanidad muestra el sano funcionamiento de la independencia de los poderes.
El reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia que aplicó el cómputo del dos por uno a condenados por delitos de lesa humanidad y que tanta polémica despierta nos mueve a reflexionar acerca de si como sociedad hemos asumido plenamente lo que significa aceptar el Estado de Derecho, esto es, la sujeción del hombre al imperio de la ley que debe regir la vida en comunidad.
Los delitos de lesa humanidad, en los que incurrieron ambos bandos en tiempos del enfrentamiento armado entre las fuerzas de seguridad y los terroristas revolucionarios, recogen desde siempre un merecido repudio. Hay también acuerdo respecto de la imprescriptibilidad de esos delitos, pero la unanimidad cede cuando se restringe ese carácter exclusivamente a los cometidos por la represión ilegal y se deja inexplicable e injustificadamente fuera a los cometidos por la guerrilla subversiva.
A propósito del fallo “Muiña” de nuestro máximo tribunal, que conocimos días atrás, merced al cual se le concede a un represor el beneficio del dos por uno en su condena por el delito de privación ilegal de la libertad y tormentos para con trabajadores del hospital Posadas, se ha afirmado en distintos ámbitos que los derechos humanos universalmente reconocidos están por encima de cualquier ley. Pero si realmente aspiramos a vivir en un Estado de Derecho no hay doctrina política, ni religiosa, ni filosófica, ni relato ni memoria que puedan justificar su elevación por sobre la ley.
A lo largo de la historia, el mundo occidental civilizado ha incorporado sabiamente principios inamovibles como la igualdad ante la ley, el derecho de defensa, el debido proceso y que nadie puede ser juzgado ni condenado por conductas no previstas en leyes anteriores al hecho, entre muchos otros. Las llamadas leyes humanitarias han suprimido la prisión por deudas y la tortura; han consagrado el principio de in dubio pro reo, o beneficio de la duda; el principio de la ley más benigna a favor del imputado siempre que ésta estuviese vigente al momento del hecho, y que las cárceles sean sanas y limpias “para seguridad y no para castigo de los detenidos en ellas”. En la misma línea están la reducción de la pena por buena conducta y la prisión domiciliaria para los mayores de 70 años. Se trata de conquistas que responden a piadosas tendencias humanitarias, precisamente a favor del hombre.
La sana división de poderes, con expresa prohibición de arrogarse otras funciones propias del Poder Judicial, y la obligación de los jueces de fallar según la ley, con independencia de toda doctrina o postura política por respetable que ella sea, constituyen garantías para el ciudadano. A la luz de estos principios fundamentales, la sociedad debe comprender que si se quiere vivir en un Estado de Derecho se deben respetar las leyes, nos gusten o no sus términos, pues no existe ninguna política capaz de situarse por encima de ese cuerpo legal. Si el fallo en cuestión se hubiese aplicado a un ex montonero, la situación sería exactamente la misma, pues nada tienen que ver en esto la militancia ni las argumentaciones ligadas a la defensa de los derechos humanos.
Precisamente por este motivo se representa a la Justicia con una venda en los ojos para simbolizar su imparcialidad: la ley es igual para todos. La aplicación de este principio es justamente lo que nos distinguirá de los criminales de toda laya y de la barbarie, tanto como de quienes pretenderían ampararse en la deleznable consigna “al enemigo, ni justicia” para exigir venganza antes que el cumplimiento de las leyes.
No puede menos que repudiarse la afirmación de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien, al cuestionar el fallo de la Corte Suprema, sostuvo que algo así no hubiese ocurrido durante su gestión gubernamental: otro vergonzoso sincericidio que confirma cuán lejos estaba de respetar la autonomía de los tres poderes que debe primar en una república, al aceptar que ella controlaba o aspiraba a digitar incluso al máximo tribunal de la Nación.
Que la sentencia no sea políticamente favorable al gobierno de Mauricio Macri, por un lado, y que desagrade a organismos defensores de los derechos humanos, por el otro, son una clara muestra de la independencia de la que ha hecho gala la Corte, con su dinámica de mayorías y minorías, al fallar de acuerdo con lo que entiende es la debida aplicación de la ley y las garantías procesales. Técnicamente el fallo resulta inobjetable, aun para sus detractores. Recordemos, además, que el régimen del dos por uno fue muy criticado y desde esta columna se pidió su derogación en 2000.
Recientemente, la Corte avaló el arresto domiciliario para un represor de 85 años y enfermo. Un fallo de características similares fue el de la Corte chilena que habilitó a Augusto Pinochet, de la misma edad, a terminar sus días en su hogar y no en prisión. En una auténtica república el respeto a la ley puede derivar en actos éticamente humanitarios, incluso para con aquellos que tan ferozmente la combatieron, pues sólo así se confirma su fortaleza y sus auténticos valores.
Desgraciadamente, continuando con una inercia de enfrentamiento que sólo nos aleja del futuro para anclarnos en el pasado, una parte de la ciudadanía parece haber olvidado que venimos de más de una década de denunciar la falta de independencia del Poder Judicial. Ya comienzan a oírse voces que anticipan apelar a mecanismos constitucionales que pongan freno a nuevos fallos, incluso al absurdo pedido de juicio político a los magistrados que conformaron el voto mayoritario. En el juego democrático, todo lo que acontezca dentro del marco institucional debe celebrarse. Hasta aquí, respetamos un ejemplo del sano funcionamiento de la independencia de los poderes tan largamente reclamada.
“SERGIO MASSA recurrirá a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, para frenar la aplicación del 2×1 a represores. También impulsará en el Congreso una condena de la cámara baja a la decisión de la Corte Suprema de beneficiar a represores”. http://www.infobae.com/politica/2017/05/06/sergio-massa-buscara-frenar-la-aplicacion-del-2×1-a-represores-en-la-corte-interamericana-de-derechos-humanos/ Palabra más palabra menos es noticia en los matutinos de la fecha. Nótese como la palabra PRESUNTO no existe. De allí, que luego de ver la conducta republicada de este adalid del honor, la honestidad y de la gloria inmaculada, que formó parte del gobierno de la “década ganada” tenga que sentir y expresar, que la señora HEBE simplemente es casi un “pichoncito”. Evidentemente para nuestros políticos “el curro de los derechos humanos” debe ser un muy buen negocio. Por ello pegarle una y otra vez a un grupo de septuagenarios y octogenarios, presos a como dé lugar, por los mal llamados delitos de lesa humanidad, debe sentirlo como actos heroicos. Por su magnitud, superiores a los llevados a cabo a sangre y fuego por el señor GUILLERMO NANI, quien hoy a modo de agradecimiento, ya está encerrado en este mundo paralelo de rejas y sombras.
DE BOUDUES Y KRISTINAS
Mientras BOUDUES, KRISTINAS, y muchos, muchísimos más, económicamente salvados, circulan libremente por este u otros territorios lejanos. Recuerdo cuando mi esposa, junto a otras voluntarias, ayudó “ad honorem” a Malena conyuge de este “ILLUMINATI” en zoonosis del municipio de Tigre y su reacción de “amiga” cuando tomó conocimiento de mi “engarronamiento judicial”. Grandes hipócritas oportunistas que aun sabiendo fehacientemente de las detenciones muchas veces ilegales y “al barrer”, profanan la verdad, al igual que terroristas devenidos en juventud maravillosa, en cuanto medio les da espacio. Por ello en comparación de unos con otros, sostengo, que HEBE es un “pichoncito”. Por lo menos, nunca CAMBIÓ.
la electricidad y la energía atómica: la voluntad”.
Albert Einstein
Obviamente, el título de esta nota se refiere, primero, al fallo de la Corte Suprema (https://tinyurl.com/kbumnvm) que el miércoles resolvió que correspondía aplicar el “2×1” (cada día de prisión preventiva se computa doble) a un procesado por delitos de lesa humanidad. Los ministros del máximo Tribunal Carlos Rosenkrantz, Elena Highton de Nolasco y Horacio Rosatti conformaron la mayoría que simplemente aplicó la ley, mientras Ricardo Lorenzetti y Juan Carlos Maqueda se opusieron. ¡Una para el lado de la Justicia!
No habían pasado cinco minutos desde que el fallo fuera públicamente conocido cuando comenzó el coro habitual de los ex organismos de derechos humanos (ya confesadamente movimientos políticos kirchneristas) a repudiarla; que la Vicepresidente, Graciela Michetti, y el Ministro de Justicia, Germán Garavano, se sumaran a los críticos de la sentencia, y en términos de compleja gravedad frente a la tan declamada separación de poderes resultó, al menos, raro. Lo más notable fue la reacción de quienes apoyaron, siempre y sin reparos, las teorías penales garantistas de Eugenio Zaffaroni, que hicieron escuela y permitieron liberar a acusados de los más aberrantes delitos, que ahora se rasgan las vestiduras simplemente porque se pretende terminar con una arbitraria discriminación. Aquí nadie parece comprender que, aunque se trate eventualmente de culpables, no se combate a los caníbales comiéndoselos.
El voto de Lorenzetti confirmó su postura de años, durante los cuales sostuvo que la persecución a los militares que derrotaron a la subversión terrorista (armada y financiada por Cuba, Argelia, Libia, Vietnam y Rusia) era una política de Estado, consensuada por los tres poderes, por lo cual ese vengativo acoso estaba legitimado y resultaba funcional al poder de turno; nunca se le ocurrió juzgar conforme a derecho y con total independencia. ¿Está abriendo el paraguas –como hizo el propio Néstor, cuando dijo con cinismo “la zurda te da fueros”– frente a las concretadas denuncias de Lilita Carrió o ante lo que surge de su biografía, escrita por Natalia Aguiar, que se ha transformado en un best seller?
Recordemos que, para lograr ese fin, buscado por el kirchnerismo para conquistar a la intencionada izquierda vernácula e internacional -el actual viaje a Europa de Cristina es una prueba de su éxito-, se violaron todas las leyes vigentes (legalidad, juez natural, irretroactividad, máximo de prisión preventiva, detención domiciliaria a los mayores de 70 años) en juicios fraguados mientras la sociedad entera, con su habitual actitud hipócrita y cobarde, olvidaba a los militares presos y amnistiaba a los asesinos, les pagaba sin control alguno pingües indemnizaciones y los enquistaba en el aparato estatal.
Lamentablemente, esa buena noticia, que hace regresar a la Argentina al imperio del derecho y de la igualdad ante la ley, fue empañada por un nuevo manotazo de venganza: un Juez de Mar del Plata, Santiago Inchausti, armó una causa por presuntos delitos de lesa humanidad y ordenó la captura de cuatro militares, entre ellos el Tte. Cnel. Emilio Nani, héroe de Malvinas y tal vez el más condecorado de la gesta por su valor en combate, que fue gravemente herido y perdió un ojo en la recuperación de los cuarteles del Regimiento N° 3 “Gral. Belgrano”, en La Tablada. Esa acción guerrillera, que protagonizó el MTP (continuador del ERP), conducido por Enrique Gorriarán Merlo, se desarrolló en enero de 1989, en la presidencia de Raúl Alfonsín, un gobierno obviamente democrático y. amén de multitud de heridos, costó la vida a muchos militares y policías.
Nani actuó hoy como hubieran debido hacerlo siempre los jefes de todas las armas cuando esta infamia persecución comenzó; es decir, cuando Néstor Kirchner, arropado en las banderas revolucionarias que siempre había repudiado, obtuvo del genuflexo Congreso la derogación de las leyes de obediencia debida y punto final que, sabiamente, la democracia había sancionado como camino hacia la pacificación. O sea, haciendo honor a la jerarquía, indispensable en cualquier fuerza armada, y al ver que habían detenido a oficiales más jóvenes que él por la misma causa, viajó a Mar del Plata, se puso a disposición del Juez y fue enviado a la cárcel. ¡Así paga esta miserable y decadente Argentina a sus mejores hombres!
En el otro extremo de Sudamérica, mientras tanto, Nicolás Maduro sigue poniéndose de sombrero a todo su país, sumido en el caos, el hambre, la violencia, la falta de salud, la inflación espantosa. El estruendoso silencio de nuestros presuntos defensores de los derechos humanos frente a la salvaje represión, que ya contabiliza cuarenta muertos, decenas de opositores presos y la destrucción de la prensa libre, desnuda su inmunda hipocresía.
El nuevo engendro jurídico pergeñado por el tirano para conservar el poder omnímodo que aún ostenta fue la convocatoria a una original Asamblea constituyente para modificar la carta magna que su padrino, Hugo Chávez Frías, había impuesto a fines del siglo pasado. Pretende constituirla, al menos por la mitad, con partidarios elegidos a dedo. Pero todo eso no bastará, como lo demuestra cada día en la calle la movilizada sociedad, para compensar su descrédito, por muchas armas y activistas que le suministren los gerontes cubanos; es que, si el chavismo cayera, la isla verá cortarse el último cordón umbilical que le permite respirar, aunque sea miserablemente.
No hay dictadura en el mundo que haya podido sostenerse exclusivamente basada en las bayonetas, cuando sólo el 10% de la población la apoyaba. Pero sería muy importante, casi decisivo, que los Estados Unidos resolvieran, más allá de la correcta declamación política, interrumpir sus compras de petróleo venezolano, que hoy representan el 75% de las exportaciones del país. Si Maduro ni siquiera está dispuesto a permitir la instalación de un corredor humanitario –es más, ha confiscado las escasas medicinas que llegaron a su través- para ayudar a sus connacionales simplemente a sobrevivir, ¿por qué seguir alimentando su régimen, además vinculado al terrorismo colombiano y al narcotráfico, con esenciales divisas?
En el escenario latinoamericano, casi barrido de él el populismo que tanta miseria costó a sus pueblos, Argentina ha recuperado su prestigio y está dispuesta a asumir el liderazgo que Brasil dejara vacante por la enormidad de sus problemas internos. En este momento, la acompañan todos los países de la región –con la obvia exclusión de Uruguay, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, que aún no han conseguido desprenderse de esa lacra, y varias naciones caribeñas, deudoras del chavismo, que intentó exportar el “socialismo del siglo XXI” mediante enormes exportaciones de petróleo a precios subsidiados- y la presión de sus vecinos regionales sobre Nicolás Maduro se está acentuando.
El gobierno bolivariano, ha quedado demostrado, prefiere la muerte de sus conciudadanos a ceder en sus pretensiones pseudo socialistas y en su capacidad depredatoria. Se ha conformado así un verdadero infierno, en el cual Venezuela muere cada día, mientras los chavistas rojo-rojillos bailan sobre un volcán en ebullición. Cómo concluirá esta monumental crisis, que tanto lastima la sensible y dolorida piel del continente, es la gran incógnita.
“Un hombre común se maravilla ante las cosas poco corrientes;
un hombre sabio se maravilla ante las cosas corrientes”.
Confucio
Si el pensador chino, que murió quinientos años antes de la era cristiana, hubiera llegado a conocer la Argentina, habría estado permanentemente maravillado porque aquí compartimos, desde siempre, una realidad virtual, en la cual nada de lo que vemos o hacemos es cierto, mientras ignoramos las normas elementales que permiten a los hombres vivir en comunidad. No me refiero a las leyes, de por sí bastante extrañas y contradictorias, sino al modo en que las aplicamos, según nuestro personal punto de vista, en general reñido con el de la sociedad en su conjunto; y, en la duda, optamos siempre por el que más conviene a nuestro relato, individual o colectivo.
Para ejemplificar a qué me refiero, basta con pensar que las normas establecen que quienes son procesados por delitos pueden permanecer en libertad mientas se sustancia el juicio y se llega a una sentencia firme, pero se niega dicho privilegio a aquéllos que, estando libres, pueden poner en riesgo la investigación, adulterar las pruebas o, simplemente, fugarse. Y los mismos criterios se aplican a los mayores de setenta años, aún con condena firme, respecto a la prisión domiciliaria; esto último se justifica especialmente porque ninguna sociedad civilizada combate a los supuestos caníbales comiéndoselos.
En estos días, los argentinos observamos con enorme perplejidad que dos jueces federales, los Dres. Ercolini y Bonadío, con el consentimiento de los respectivos fiscales que actúan ante sus juzgados, han concedido a Cristina E. Fernández y a su hija, Florencia Kirchner, autorización para realizar un paseo pseudo cultural por la vieja Europa, con el obvio propósito de exponer su inventada persecución política ante audiencias amenas y receptivas, como son los famosos izquierdistas “revolucionarios de escritorio”; si bien el segundo la otorgó bajo una caución real, el monto fijado resulta una nimiedad al comparárselo con las incalculables fortunas que la familia ha robado de las arcas públicas.
Creo que el asombro llega a Brasil, donde el proceso de limpieza contra la corrupción ha alcanzado cotas impensables en América Latina hasta hace muy poco, ya que muchísimos dirigentes políticos, gobernadores, senadores, diputados, empresarios, etc., se encuentran en la cárcel y a nadie se le ocurriría siquiera pedir algo así.
La viuda patagónica, recordemos, se encuentra procesada, entre otras cosas, por organizar y encabezar una asociación ilícita (un delito no excarcelable), fundada con el propósito de cometer una enorme multiplicidad de estropicios, de los cuales hemos sido víctimas todos y cada uno de los habitantes de este país, expoliado hasta la extenuación durante las sucesivas gestiones que compartió desde hace veinticinco años con su marido muerto; si como muestra basta un botón, allí tenemos a la Provincia de Santa Cruz, aunque ésta tenga una superficie comparable a la de varios países sumados y tenga bajo su suelo una riqueza saudí.
El choque entre este suceso y la realidad de las prisiones superpobladas de individuos detenidos sin sentencia firme por la comisión de delitos menores, como hurtos o arrebatos, ha producido una generalizada indignación, reflejada en las redes sociales y en las plataformas de peticiones públicas; y es razonable que así sea, toda vez que Cristina Kirchner y su entorno han demostrado hasta el hartazgo que están dispuestos a alterar las pruebas –como hicieron con los libros de las sociedades hoteleras involucradas- y entorpecer así cualquier investigación.
Esos hechos, ya probados, bastarían con enviar a la cárcel a cualquier pequeño comerciante, pero nuestros particulares jueces, que cuentan con narices más caras que las de los mejores perfumistas, son inmensamente tolerantes y permisivos ante quienes han ejercido, durante tantos años y con enorme fiereza, un poder omnímodo; no vaya a ser que, en una súbita recaída social, vuelvan al poder y quieran cobrarse las penas ahora aplicadas.
En otro orden de cosas, lo mismo parece suceder con aquellas personas que, como Hebe de Bonafini, son aún capaces de generar conflictos en la calle; aún tenemos fresco el recuerdo de cuando se negó a comparecer en Comodoro Py y el Juez aceptó interrogarla en la cocina de la Fundación Madres de Plaza de Mayo. El Dr. Eduardo San Emeterio y quien esto escribe la denunciamos –y, con ella, a la locutora del acto y a los organismos de pseudo derechos humanos firmantes del documento allí leído- por sus dichos en la Plaza de Mayo el 24 de marzo pasado; a más de un mes de haberlas radicado, no hemos sido llamados todavía a ratificar las denuncias, primer paso de la causa penal.
En el otro extremo de ese espectro se encuentran los casi dos mil presos militares, ancianos (el promedio de edad es 76 años), la mayoría sin condena firme y cumpliendo prisiones preventivas que exceden en lustros el máximo legal permitido (dos años, más uno debidamente justificado), que se siguen muriendo en las mazmorras estatales por falta de atención médica adecuada. Acusados por testigos que, cuarenta años después, dicen haber construido colectivamente la memoria y reconocerlos por la voz o por el olor, privados de todo derecho a un juicio justo y víctimas de procesos judiciales amañados, cuatrocientos ya fallecieron (cincuenta lo han hecho desde el 15 de diciembre de 2015) y, naturalmente, el ritmo se incrementará con el mero transcurso del tiempo.
Cuando, muy esporádicamente por cierto, algún tribunal federal les concede el beneficio de la prisión domiciliaria –ayer fue el caso de un preso de 87 años, gravemente enfermo- la mayor parte de las veces no se hace efectivo porque otro tribunal la niega, y la saga continúa. Es que, rápidamente, se alzan los infames pasquines y las radios y canales de televisión que multiplican la vocinglera gritería de esos mismos organismos de pseudo derechos humanos que rechazan la democracia como sistema de vida y piden, a voz en cuello, el derrocamiento del Gobierno.
Nadie se pregunta, tratándose de los “genocidas”, por qué se los mantiene en la cárcel, cuando no pueden alterar las pruebas del proceso ni corren riesgo de fuga. Es que a éstos, la sociedad los ha elegido como únicos receptores de la culpa general de haber llamado a las puertas de los cuarteles para parar el desmadre en que se había convertido el régimen peronista en 1974 y 1975, que amenazaba con despedazar el país.
Ya nadie recuerda –ni quiere hacerlo- cuántos civiles, en especial radicales, actuaron como funcionarios, ministros e intendentes del proceso militar, ni cuántos empresarios, obreros, comerciantes y estudiantes aplaudieron a rabiar a los generales golpistas. Es más cómodo transferir esa responsabilidad a unos pocos y lavar así los pecados colectivos, por más que, cuando la tragedia se produjo, esos pocos fueran extremadamente jóvenes y estuvieran en los grados más bajos del escalafón jerárquico; hasta el lamentable Gral. Milani entra en esta categoría, aunque deba permanecer en la cárcel hasta que sea condenado por ladrón.
Hace un año y medio, Mauricio Macri prometió terminar con lo que él mismo llamó el “curro” de los derechos humanos. Los argentinos, tan golpeados por la gigantesca crisis económica que nos dejó el kirchnerismo, necesitamos saber quién se llevó los más de US$ 2.500 millones en extrañísimas indemnizaciones, cuyos destinatarios el Gobierno aún se niega a revelar.
Argentina se está reinsertando en el mundo, y una prueba de ello será su próxima integración a las grandes mesas de discusión del comercio mundial, en especial en el área del Pacífico, así como la importancia que nuestro país está recuperando en la región, reconocida a través de los viajes presidenciales a China y la visita de grandes personalidades mundiales, como Angela Merkel. Evidentemente, mucho ha cambiado ya y, después de octubre, ese cambio se acelerará, cuando la esperable victoria electoral del Gobierno derrumbe la falsa prudencia de los inversores, sobre todo de nosotros mismos.
Pero debemos recordar que, para que esas esperanzas se transformen en realidades concretas, debemos tener una Justicia independiente, seria, confiable y rápida; con ella, todo será posible pero, sin ella, nada lo será.
La ex presidente Cristina Elisabeth Fernández de Kirchner podrá salir del país. El juez Claudio Bonadio autorizó este miércoles a la ex primera dama y ex mandataria a realizar un viaje a Europa, previsto para los próximas días. El magistrado le otorgó la autorización pese a que antes le había díctado la prohibición para salir del país en el marco de la causa Los Sauces, en la cual se investiga maniobras de lavado de dinero.
El cambio de rumbo enardeció a los titulares de cuentas de Twitter anti-k, quienes expresaron su disgusto contra el juez federal y aprovecharon la oportunidad para darle más fuerza a una convocatoria en las inmediaciones de los tribunales de Comodoro Py.
El evento (De aquí en más “El Argentinazo”) será llevado a cabo el próximo 25 de mayo y el motivo será una protesta contra la justicia federal. Los convocantes manifiestan que esta “justicia” no es demasiado clara en los casos de corrupción de la era K que se tramitan en ese fuero.
Los Tweets desbordan las redes haciendo hincapié a partir de la decisión de Bonadio, aunque el hallazgo del cuerpo sin vida de Micaela García también despertó iras. Su asesino es un hombre con antecedentes que, contra otras recomendaciones, fue liberado por un juez de la escuela Zaffaroniana.
Los principales gritos de la llamada a la protesta son “Argentinazo a la Justicia” y “Sin Justicia no hay República”. Las redes sociales son el principal motor de la convocatoria, como lo fue en la del primer día de abril, cuando miles de ciudadanos acudieron a la Plaza de Mayo para mostrar su apoyo al gobierno de Mauricio Macri ante lo que entendían una “maniobra de desestabilización” por parte del kirchnerismo.
Se maneja la hipótesis que una contramarcha para celebrar los 14 años desde la asunción de Néstor Kirchner a la Presidencia, podría efectuarse el mismo día.
DIGAN ¡BASTA! CARAJO
DE HONOR, GLORIA, DIGNIDAD, HEROES Y LA SOCIEDAD RURAL DE SAN PEDRO
“Nos usaron para enfrentarnos con toda la sociedad en los últimos años y ahora pretenden usarnos nuevamente. Que ella lo intente no sorprende, e indigna. Que nosotros lo permitamos es INACEPTABLE”.
Si ustedes al leer estos renglones que anteceden espera encontrar en su texto original la firma con un sello aclaratorio de algún uniformado, o ex uniformado, con
dorados entorchados y medallas en su pecho, henchido de gloria y viejas heridas de bala, está equivocado.
Esto es el final de un comunicado emitido por LA SOCIEDAD RURAL DE SAN PEDRO, cuya presidencia ocupa el señor RAUL VICTORES. En él se repudia la recepción que los miembros de la misma entidad, pero en este caso de LINCOLN le dieron a Cristina Fernández de Kirchner, quien los visitara en campaña por las próximas elecciones.
Debo decir que a los dirigentes sampedrinos, los felicito por su visión, valor y ética. Demuestran ser hombres de bien. A todos los que usaron o usan uniforme, SEA DEL COLOR QUE SEA, yo les pregunto:
CUANDO LAS ESPOSAS ENFERMAN Y MUEREN Y LOS HIJOS SON COPTADOS
¿Que nos pasó? Estamos siendo sometidos a la estigmatización, destrucción, desmoralización, y aniquilamiento más cruel y artero de la historia. Nuestras esposas enferman y mueren. Los hijos son coptados volviéndose los enemigos más crueles que pueda tener un ser viviente, lo cual no es mi caso. Hoy exitosa e inteligentemente, se lleva a cabo con nosotros una siniestra, maquiavélica e injusta acción, más peligrosa y continua que cualquier enfrenamiento armado o guerra que haya habido en este territorio llamado Argentina. “Nos usaron para enfrentarnos con toda la sociedad” como bien expresaran, a su nivel, los dignos y visionarios ruralistas.
Cristina Fernández viuda de Kirchner en Lincoln.
DIGAN ¡BASTA! CARAJO
No callen más. No sirve contar las injusticias o falsas acusaciones de las que son víctimas en el pasillo de una prisión y luego hacer silencio. Cuando reiteradamente los tenía que escuchar, llegué a sentir que por dentro, me tenían podrido. Ello porque se negaban a que publicara el hecho. En uno de los tantos casos, alguien, hoy ya silenciosamente fallecido en prisión, me contó de imputaciones en las que él demostraría su inocencia ya que su pasaporte certificaba fehacientemente haber estado en EEUU. Evidentemente no me dejó mostrarlo y la indigna muerte, lo liberó de toda acción ante una justicia bastarda, ciega y sorda.
ANCIANOS, LAS PELOTAS
Quienes de afuera nos quieren ayudar nos dicen ancianos. Demostremos que solo lo somos por estar próximos a la muerte. Que interiormente todavía fluye sangre de la buena, y que también podemos producir hormona de adrenalina, como en el pasado. Los actos heroicos, si realmente se llevaron a cabo, ya fueron, fenecieron. Quien supo dominar el miedo, tiene la obligación de seguir haciéndolo hasta el último día de su vida. El valor de verdad, se lleva adentro de siempre y para siempre. Solo es una condición que se tiene o no se tiene. Demostrémoslo. Ahora por disposición de las autoridades gubernamentales, están compartiendo celdas con policías detenidos por narcotráfico. Ellos usaron uniforme pero no los consideren camaradas. Un policía no puede estar al mismo tiempo hermanado con el narcotráfico, el más grande y criminal desafío que enfrenta la humanidad. Esa convivencia obligatoria es indigna y también lo están aceptando en silencio. Es la muestra de la consideración que tienen de nosotros, los imputados por los mal llamados delitos de lesa humanidad. ¿Que les pasa con el amor propio? Cuando detuvieron a Milani, lo blindaron para que no hubiera información que lo denostara. Él u otros como él, al igual que los policías narcos, no merecen respeto. Ellos, por ambición, de ser necesario, nos matan. Pongámonos de pie, nunca más de rodillas. Morir así, en la cárcel no es digno, ese lugar es para los que depredan y delinquen. Morir en silencio es aún más indigno.
Concepción Arenal (1820-1893)
Claudio Kussman
PrisioneroEnArgentina.com
Claudio@PrisioneroEnArgentina.com
@PrisioneroA
Julio 21, 2017
Colaboración Doctora Andrea Palomas Alarcón
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 21, 2017
Castrados y Avergonzados
“Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados”.
Talmud
A priori, le ruego siga difundiendo esta convocatoria hasta el último minuto, a ver si conseguimos movilizar a los jóvenes para que nos acompañen en esta patriada. Mientras tanto, y de todas maneras, pensemos en qué nos pasa a los argentinos y qué imagen estamos mostrando al exterior; realmente, ¿cómo el crisol de razas, del que tanto nos enorgullecimos en el pasado, ha podido derivar en este país de borregos emasculados?
El miércoles fuimos sorprendidos por una noticia procedente de Brasil, que nos debería llenar de vergüenza (una más, porque diariamente las novedades que deparan nuevos descubrimientos de la corrupción del kirchnerismo nos convierten en el hazmerreir generalizado): la condena a casi diez años de prisión dictada por el Juez Sergio Moro, un magistrado de Curitiba, Paraná, contra Luiz Inácio Lula da Silva, ex Presidente y aún dueño de una importante intención de voto en su país. Obviamente, será apelada ante el Tribunal Federal Regional y, con seguridad, llegará al Supremo Tribunal Federal, pero la repercusión ya ha sido inmensa, sobre todo porque lo inhibiría de presentarse a nuevas elecciones.
La vergüenza tiene varios aspectos en la lógica comparación con lo que aquí sucede. El primero, la celeridad y la independencia con que actúa la Justicia allí, mientras que nosotros seguimos sin saber siquiera cómo y cuándo murió el Fiscal Alberto Nisman, por ejemplo, y los responsables del infame crimen de Once siguen en libertad.
Luego, la pequeña cantidad de la cual Lula se habría apropiado personalmente; un departamento en el litoral paulista no tiene punto de comparación con el imperio hotelero e inmobiliario que Néstor y Cristina construyeron ni, por supuesto, con la propiedad de tantas estancias y empresas puestas a nombre de sus testaferros, incluyendo una gran porción de las acciones de YPF, que los Eskenazi compraron para Kirchner sin dinero. Finalmente, el monto total defraudado al fisco brasileño es infinitamente menor que el saqueo al que fue sometida la Argentina durante la prolongada década del latrocinio pingüino, tanto en términos relativos (por la enorme diferencia en el PBI de ambos países) cuanto absolutos: los US$ 3.500 millones desaparecidos en nuestro vecino no son nada frente a la gigantesca fortuna que amasaron nuestros inventores de una revolución imaginaria.
Algo similar está ocurriendo en Perú, donde su ex Presidente Ollanta Humala y su mujer acaban de ser encarcelados por corrupción en las operaciones con Odebrecht, y hasta en Ecuador, ya que el sucesor de Rafael Correa, elegido por éste presumiendo que sería un títere, ha ordenado abrir una investigación contra su padrino político por idénticas razones, amén de acusarlo de haber estrellado la economía de su país con su populismo.
Todos esos hechos, a los cuales debe sumarse lo sucedido en los dos países modélicos de la región, por los cuestionamientos chilenos a su Presidente, Michele Bachelet, en razón de algunos negociados de los que se acusa a su familia, las graves sospechas de corrupción durante el gobierno de José “Pepe” Mugica, que están golpeando fuertemente al Frente Amplio y lo colocan al borde de perder por primera vez las elecciones uruguayas desde 2004, y los reiterados rumores sobre Evo Morales y su amante, gestora de grandes negocios en Bolivia, confirman la profetizada ola de decencia que comenzó a impactar en este siglo sobre todos los regímenes populistas de la región, condenándolos al tacho de basura de la historia.
Una excepción, claro, son los terribles acontecimientos que, en cien días, han llevado a la tumba a más de cien jóvenes en las protestas contra Nicolás Maduro, que sigue manteniendo el poder sentado sobre las bayonetas de su ejército y de sus milicias paramilitares. Lamentablemente, la crisis que desangra a Venezuela no parece tener siquiera una imaginable solución, porque el tirano es sólo uno de los miles de bandidos que se reúsan a escuchar el clamor mundial y, si se fugara o muriera, detrás están Diosdado Cabello y cientos de generales poco dispuestos a perder tanto su libertad como las enormes fortunas que han acumulado con el narcotráfico y los pingües negocios que realizan a costa del Estado. La otra, obviamente, es la gerontocracia cubana, sostenida exclusivamente por el cordón umbilical que la une a Caracas y a través del cual fluye el petróleo que los venezolanos pagan con su cotidiana hambruna.
Pero la Argentina sigue dando la nota desafinada en ese concierto regional que tan bien suena. El peronismo se niega a entregar las cabezas de de los máximos exponentes de su corrupción: el Senador Carlos Menem, el Diputado Julio de Vido, el Juez Eduardo Freiler y, por supuesto, la Procuradora General, Alejandra ¡Giles! Carbó, llamada ayer a indagatoria. Muy por el contrario, cierra filas en su defensa y eso es comprensible porque, si esas testas rodaran, resultaría imposible que no arrastraran a muchos más, tal como amenazó el ex Ministro de Planificación cuando creyó que lo abandonarían a su suerte. El PJ adoptó idéntica posición en la resistencia a los fallos judiciales que impiden al Senador Ruperto Godoy continuar integrando el Consejo de la Magistratura por no reunir el elemental requisito de ser abogado.
Y qué decir de la libertad que gozan tantos procesados por delitos no excarcelables, mientras se mantiene en prisión preventiva por décadas a dos mil ancianos, acusados por hechos ocurridos hace cuarenta años, que no corren riesgo de fuga ni, menos aún, poner en peligro la investigación.
Es por eso que los ciudadanos debemos demostrar -y probarnos- que no somos meros eunucos y salir a la calle a exigir a la Justicia, en las personas de ese Consejo y de la Corte Suprema de Justicia, que deje de marearnos la perdiz y cumpla con el deber que la Constitución Nacional le impone. Y debemos hacerlo, como dice el cartel que encabeza esta nota, el 3 de agosto, a las 18:00, en Plaza Lavalle (y frente a las sedes de los tribunales de todo el país), donde tienen su asiento ambos órganos.
Las consignas y reclamos deben ser concretos y unívocos. Es imprescindible que exijamos al Consejo que deje de ser el mamarracho en que se ha convertido, designe a los jueces que deben cubrir las incontables vacantes en todos los fueros y en todas las instancias, y desplace de una buena vez a los enriquecidos canallas que hoy ejercen magistraturas y venden sus sentencias al mejor postor, mientras pretenden que los ciudadanos nos sometamos a ellas como si provinieran de Dios mismo.
A la Corte, que actúe con independencia e imponga su poder sin dilaciones y sin oportunismo. Y a nuestro inicuo Congreso -ahora un mero aguantadero de delincuentes que se mofan de sus representados- que modifique el Código Procesal Penal de la Nación de modo tal que a cualquier procesado por hechos de corrupción, sea político, funcionario o empresario, se le retiren los fueros y se le deniegue esperar en libertad la sentencia definitiva y, a la vez, que sancione de una buena vez las leyes de responsabilidad empresaria y la caducidad de dominio de los bienes mal habidos.
Porque somos una generación desgraciada, como afirma el Talmud, ya que tenemos jueces que merecen ser juzgados por su corrupción y por su ilegítima militancia política. Y no podemos transmitir esa herencia nefasta a nuestros descendientes; tenemos la obligación de actuar ya mismo para evitarlo y para permitir que nuestro país vuelva a ser una nación orgullosa de de sus valores morales y de su destino, hoy tan marchitos y decadentes.
Bs.As., 15 Jul 17
Enrique Guillermo Avogadro
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 15, 2017
Los Fueros
Escribe Luis Bardín.
LOS FUEROS
Después de haber malversado
y haber delinquido tanto
la previsora abogada,
presintió en pleno mandato
su Kruel PYadoso Kalvario.
Sabía muy bien que a la larga
se caería su relato.
Con maquiavélica astucia
de a poco fue preparando
su obligada retirada
y el caerse de tan alto.
Su objetivo: la justicia
que de a poco fue copando
no bien se sintió segura
con un segundo mandato.
Nombró jueces y fiscales
sin pudor y sin recato
que se auto proclamaron
ser la justicia legítima
que nos estaba faltando.
Esa asociación ilícita
y una fiel procuradora
las causas han demorado.
Algunas se debilitan
y otras se han encajonado.
En tres en que hubo condena
ninguna la ha salpicado.
La causa De Vido Turbio
cayó en un juez militante
que Cristina hubo nombrado.
¿será un digno magistrado
o no llegará hasta el hueso
abriendo causa fusible
y el que le quiten los fueros
será misión imposible?
Luis Bardín.
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 7, 2017
Pietragalla, el brillante
Tras una gestión lamentable, Horacio Pietragalla renuncia a la Secretaría de Derechos Humanos de Santa Cruz… para intentar seguir su exitosa carrera como senador.
Pietragalla renuncia ahora a su cargo en la Secretaría de Derechos Humanos de Santa Cruz, tras un paso por la misma con logros como un tatuaje en su brazo de la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner o dejando en claro que los derechos humanos son solo para su gente y no para todos, como cristalinamente demostró en los casos de la muerte de Gustavo Geréz en una comisaría de Caleta Olivia, o balbuceando un año después de la muerte de Marcela Chocobar. En relación a este último asesinato, el ex diputado -que puede volver a ser legislador, ya que no se renuncia a un puesto pago por los contribuyentes por nada- terminó confrontándose con los padres de la joven a quienes les mostró su tatuaje de Cristina Fernández de Kirchner, tal vez como un símbolo de lo que los derechos humanos significan.
El ex presidente del Archivo Nacional de la Memoria se aleja de su gestión (?) para iniciar el rodaje de su campaña en Buenos Aires, donde integra la lista que lidera Cristina Fernández de Kirchner donde ocupa el puesto número 12 con la ambición de convertirse en senador ya que con el único crédito de ser nieto recuperado, cubre todos los requisitos que el votante pretende.
Fabian Kussman
www.PrisioneroEnArgentina.com
email@PrisioneroEnArgentina.com
@FabianKussman
Julio 3, 2017
¿Maldad o Demencia?
Por Enrique Guillermo Avogadro.
Cuando el sábado Cristina Elizabet Fernández decidió postularse como candidata a senadora por la Provincia de Buenos Aires (al negarle la interna a Florencio Randazzo consiguió quitarse el “pre”) me pregunté qué la había movido a hacerlo. En el mundo de la política todo, absolutamente todo, es posible pero el grado de probabilidad de su ocurrencia depende de la mirada de quien lo evalúe o de hechos reales y concretos; los tiempos están llenos de “cisnes negros”.
Es probable que la viuda de Kirchner salga tercera y, de tal modo, no acceda a la banca que pretende; si fuera así, si no lograra entrar, habría confirmado que se trata de un cadáver político. Y esa probabilidad crecerá geométricamente si se cuela en el imaginario de los intendentes que aún se proclaman leales a su liderazgo; como siempre, estarán dispuestos a acompañarla hasta la puerta del cementerio, pero no a enterrarse con ella.
Entonces, otra vez, ¿por qué lo hizo? ¿Por los fueros parlamentarios, tan mal entendidos entre nosotros? Tampoco, ya que los hubiera obtenido más fácilmente postulándose como diputada, cargo para el cual sus probabilidades de ingresar al Congreso llegarían, sin duda, al cien por ciento.
Por lo demás, esa autoprotección e impunidad que se han concedido nuestros legisladores, en contra del sentido de su origen, que sólo buscaba garantizar la libertad de expresión en el ejercicio del mandato parlamentario, cede cuando los jueces lo requieren y la Cámara a que integra el imputado lo conceden, con una mayoría especial.
Pero, en tren de imaginar probabilidades, también es razonable pensar que esa cantidad de senadores, hartos de Cristina, de su corrupción desaforada y de sus modos autoritarios, y hasta en defensa propia, podría lograrse más fácilmente a partir del 10 de diciembre, claro, si al menos saliera segunda en la elección provincial.
¿Lo hizo, tal vez, para asustar a los jueces que la tienen contra las cuerdas con el fantasma de la restauración de su régimen? Puede haber sido, pero sería una jugada muy corta, ya que en octubre estará totalmente definida.
El país, finalmente, ha conseguido empezar a salir de la depresión en que ingresara, precisamente, por el populismo que impulsó y justificó la aplicación de la política económica del kirchnerismo, una crisis que el Gobierno se abstuvo de denunciar al asumir. Pero el comienzo del fin del horrendo sacrificio que esas locas medidas impusieron a los argentinos y que implicaron una herencia de 30% de pobreza y 40% de inflación anual, amén de haber dejado exangüe al Banco Central, no resulta óbice para que la ahora candidata quiera destruirlo todo otra vez.
¿Por qué lo hace? ¿Todavía no está satisfecha con lo que robó a tantos, mientras los condenaba a la miseria y a la desnutrición? Con cualquiera de los “negocios” que saltan a la luz todos los días, se podría haber dado agua y cloacas a muchos de los enclaves más terribles del Conurbano, amén de construir allí escuelas y hospitales. Me refiero, precisamente, a esos en los cuales campea el tráfico de drogas y la violencia que lo circunda, producto de la sociedad que armó su régimen con los grandes carteles mexicanos, peruanos y bolivianos.
Esta semana, Cristina nuevamente ha desatado la confrontación en la calle y, de continuar con el método de los encapuchados y de los palos, es más que probable que haya muertos, desangrados en el altar que cuida tan celosamente esta diosa malvada y, con seguridad, imputados al accionar represivo de un Gobierno que ha dado muestras de una absurda tolerancia, que tanto rechazo ha producido entre sus mismos adherentes. Pero que no se equivoque, porque ni Mauricio Macri, ni María Eugenia Vidal ni Horacio Rodríguez Larreta son comparables a Eduardo Duhalde frente a la muerte de Kosteki y Santillán.
¿Pretende, entonces, llevar al país a una guerra civil o, al menos, a un estado de conmoción interna? Si lo intentara demostraría que está totalmente loca, porque a los violentos que pudieran hoy intentar un disparate semejante las fuerzas de seguridad los sacarían de la calle a sopapos. ¿Y para qué lo haría?, ¿qué obtendría con ello? Desde ya, no la recuperación del poder porque al menos el 70% de nuestros connacionales tiene una pésima opinión de ella, y tampoco dispone de elementos que pudieran asegurarle el férreo y desalmado control de la realidad, como sucede en Venezuela.
El mundo ha cambiado mucho desde el ábside del poder kirchnerista, cuando Cristina obtuvo el 54% de los votos en 2011. Sus principales compañeros de ruta, como Hugo Chávez Frías y Fidel Castro Ruz, han muerto; otros, como Luis Inácio Lula da Silva, Dilma Rousseff, Rafael Correa y Mahmoud Ahmadineyad han dejado ya el poder; mientras Daniel Ortega, Raúl Castro Ruz y Evo Morales se encaminan a una segura decadencia final.
También se ha modificado muy gravemente en su contra el mundo financiero, que se ha hartado de la corrupción de empresas y funcionarios, y ahora lucha arduamente contra el lavado de dinero. Su viaje a Angola, a cambiar los billetes de € 500, que su miserable marido muerto gustaba coleccionar para tocar y entrar en éxtasis, por diamantes de sangre, tampoco parece ya tan fácil de replicar.
Hace unos años, se hubiera podido exiliar en alguno de los países que, según declamaba, le hubiera gustado hacernos imitar; debo reconocer que nunca creí en esta opción, porque no es lo mismo pasearse con carteras Louis Vuitton por Nueva York o Paris que hacerlo en Caracas, Managua o Teherán. Hoy, ni siquiera esos destinos le resultarían asequibles, ya que en todos ellos impera la violencia más desenfrenada y el aroma a calas marchitas impregna el ambiente.
¿Qué caminos quedan, entonces, a nuestra destronada emperatriz patagónica? Difícil decirlo, a pesar de estar convencido de que todos sus bienes inmuebles en la Argentina son una mera muestra de su verdadero capital en el exterior.
Mientras lo decide, seguirá haciendo de las suyas aquí, tratando de reconstruir un pasado imposible que ya se le ha ido de las manos; por lo demás, tampoco está dispuesta a empeñar su fortuna mal habida en arriesgadas jugadas políticas ni, mucho menos aún, en recomprar la voluntad de los votantes que la han abandonado.
Enrique Guillermo Avogadro
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 2, 2017
MEMORIA INCOMPLETA
Escribe Luis Bardín.
MEMORIA INCOMPLETA
Hay millones que no fueron,
50 mil los presentes.
Son más los que no se olvidan
que ha sido una delincuente.
El acto que fue montado
por intendentes panqueques
produjo dos coincidencias:
tanto el nombre del estadio
y su apodo de “El Viaducto”
tienen la rima asonante
con la palabra corrupto.
Hizo su entrada triunfal
envuelta en una bandera,
En el palco principal,
perdidos entre la gente,
los compinches de su mafia
fueron a darle el presente,
aunque fue muy sugestivo
que hubiera grandes ausentes.
Parece que algo ha aprendido.
A D’elía lo prohibió,
ni estuvo al lado de Hebe.
Quiso borrar personajes
que a la gente les recuerde
la década del sesastre
y los fueros no le lleguen.
Pidió argentinas banderas,
prohibió la justicialista,
carteles del Che Guevara
y carteles camporistas.
Una mano lava la otra
y las dos lavan la cara.
Hubo pillos de Quebracho
que en advertencia vedada
sus banderas piqueteras
en las tribunas flameaban.
Luis Bardín.
PrisioneroEnArgentina.com
Juni 20, 2017
Hombre al borde de un ataque de nervios
Sergio, un ciudadano, un trabajador, se cansó y explotó un buen (mal) día. Sergio dice lo que siente y no cuida su lenguaje, porque -hasta ahora- no hay un decreto que, en la intimidad de su auto, se lo prohiba. Sergio arremete contra los Kirchneristas, contra los Cambiemos y contra cada uno de los políticos que reinan en nuestro país y que él siente que se burlan de sus súbditos. Sergio se cansó y explotó… un buen (mal) día…
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 20, 2017
“Líderes mundiales y el relato argentino”
Escribe el ex Mayor Hugo R. Abete.
Hasta diciembre de 2015 los argentinos, o mejor dicho, poco más del cincuenta por ciento de los argentinos estábamos convencidos que el relato kirchnerista terminaba con el cambio de gobierno que la presidente saliente no quiso entregar al entrante… algo insólito que ya quedó en el pasado pero que no hay que olvidar.
Sin embargo, por esas cosas repugnantes que tiene la política, el nuevo gobierno, en materia de derechos humanos, no sólo no terminó con el relato de la mentira del terrorismo, genocidio y los desaparecidos, sino que lo profundizó a niveles que hasta ni Maquiavelo hubiese imaginado como estrategia para mantenerse en el poder.
En efecto, cuando Mauricio Macri dijo en plena campaña electoral que iba a terminar con el curro de los derechos humanos –dicho por el cual logró el apoyo total de la clase media argentina– , no lo hizo por demagogia ni tampoco por oportunismo político, lo hizo porque ese es su verdadero pensamiento, porque está convencido que el tema de los derechos humanos en la Argentina es un gran curro que sirvió para que muchos terroristas se enriquecieran con arbitrarias, excesivas y desmedidas indemnizaciones.
Pero la realidad nefasta de la Argentina sin Patriotas, sin hombres probos y virtuosos en el poder, hizo que Mauricio Macri pareciera Gramsci al lado de Kristina cuando convalidó la política de ésta ante los principales líderes mundiales.
Verlo arrojar flores en el Río de la Plata en homenaje a los miembros del terrorismo subversivo acontecido en la Argentina, independientemente si murieron arrojados de un avión, en pleno combate con las Fuerzas del Orden de la Nación, o ajusticiados por sus propias organizaciones, sin dudas es una muestra de hipocresía humana y política que sobrepasa los límites de lo ético y moral.
Pero, si bien los argentinos siempre, en todos los órdenes de la vida damos la nota por nuestra transgresión innata, en materia de hipocresía podemos asegurar que no estamos solos. En efecto, la conducta de Obama, Hollande y recientemente Merkel tirando flores al río por los terroristas muertos, cuando ellos en sus países sufren a diario sus sangrientas consecuencias, a las claras nos habla de la gran falsedad que predomina en los supuestos grandes líderes mundiales y de la confusión que siembran en la humanidad. O como alguien dijo por ahí, “¿acaso el terrorismo argentino es bueno y el del resto del mundo malo?”.
Si al menos junto con esos actos, el gobierno hubiese tenido el tino de rendirle homenaje a San Martín y los caídos en Malvinas, todo hubiese quedado como un acto protocolar, pero de este modo se instala que los únicos héroes argentinos son los terroristas.
Cuesta creerlo, pero es verdad, el presidente actual de los argentinos, Mauricio Macri, oficializó ante el mundo una flagrante mentira. Y el mundo confundido y aturdido, sobre esa base creerá que, la mentira es lo cierto y lo cierto es la mentira.
Sólo Dios salvará a la Patria.
¡Por Dios y por la Patria!
Hugo Reinaldo Abete
Ex Mayor E.A.
PrisioneroEnArgentina.com
Hunio 10, 2017
Poder Judicial Bajo extorsión o mirando el sudeste “A la calle por ser justicia”
Por Jorge Bernabé Lobo Aragón.
Opinión
Siguiendo con la propuesta de mis amigos los Dres. Enrique Guillermo Avogadro ; Francisco Benard y muchos otros de denunciar a los jueces y fiscales que incurran en faltas graves en el ejercicio de sus magistraturas, es que también me sumo a la necesidad masiva de salir a la calle a pedir por una justicia independiente en la argentina. Manifestación pacifica que debiera ser replicada en todo el país, demostrando nuestro hartazgo. Es que mi provincia después de las últimas elecciones del 23 de Agosto estuvo bajo la lupa de todo un país y de un mundo que miraba de reojo un sistema electoral perverso practicado con todas las mañas posibles. En ese entonces se desató una represión inusitada del estado ante una convocatoria espontánea. Una junta electoral provincial compuesta por integrantes del poder y el colegio de abogados nunca pudo mantener la mínima credibilidad. Una resolución judicial independiente que tuvo que resolver ante una acción de amparo desató la ira del poder de turno. Concordantemente los intereses y candidatos presidenciables en ese entonces a nivel nacional pusieron sus esfuerzos mediáticos en busca de alguna ventaja. Mientras tanto la mirada de politólogos y encuestadores se hacían escuchar todos los días. El gobierno de Cristina lejos de poner paños fríos ante posibilidad de una intervención y sin ley de acefalía se desplegó bajo el famoso lema “Vamos por todo”. Paralelamente en nuestra provincia la plaza independencia se veía acorralada por la protesta justa de los ruralistas o la gente del campo. Ante la finalización de los escrutinios practicados, el gobierno se autoproclamo vencedor ocupando el parque con una multitud movilizada bajo su propio sistema prebendario. Después del fallo judicial de la cámara contenciosa competente que anulara las elecciones el Gobierno de ese entonces se desató sin medir consecuencias con la absoluta impunidad que impone el poder. La justicia resolvió con jueces de distintas instancias. Pero ante esos sucesos que repican en la mente de muchos, gran parte de la sociedad se pregunta ante nuevas elecciones: Se debe o puede hacer algo más para que la prepotencia, los vándalos, no cunda lo más campantes, seguras de que la sociedad carece de medios adecuados para defenderse. Algo hay que pueda hacerse, menos quedarse gozando de la tranquilidad de los que aún no les ha tocado ser víctimas, consolándose con el argumento de que libertinaje y despotismo hubo siempre y esperando que las cosas algún día solas se han de arreglar. Actualmente eso es imposible en la práctica – sin entrar a polemizar-, culpa de quien o de quienes. Como abogado y hombre público entiendo que una “justicia bajo extorsión o mirando el sudeste no es justicia”. Lamentablemente actualmente, pasados los años, los argentinos no contamos con una administración de justicia que resulte satisfactoria. Pareciera que al organizar un estado independiente los argentinos hubiéramos fracasado en lo más elemental; que en vez de mantener el buen funcionamiento de instituciones fundamentales, las fuéramos deteriorando cada vez más. Como si los argentinos nos hubiéramos amansado, llegando a comprender que es inevitable que la sociedad sea manejada por mafias, por la transgresión, por organizaciones que tienen poder y que son impunes, pues escapan a las sanciones, y frente a ellas la justicia parece carecer de los instrumentos necesarios para investigarlas y para controlarlas. Parecería muy desesperada, muy desalentada y patética la situación. Pero estoy convencido que argentinos y especialmente los Tucumanos si podemos reaccionar, tenemos energías para reclamar justicia, somos capaces de interesarnos por los problemas públicos no sólo los días de comicios sino también cuando se afectan los grandes valores de la sociedad, como son la seguridad pública y la administración de justicia. Si de las movilizaciones practicadas en su momento gran parte de la comunidad ha respondido en forma vigorosa y con ánimo alentado se vendría a demostrar que aquellos congresales de 1816 no estaban tan errados. Habrá libertades e independencias inalcanzables, o que no atraen ni interesan a una sociedad moderna, pero no se habrán equivocado al pensar que podíamos organizar el Estado; un Estado con una justicia tan capaz, independiente y eficaz, por lo menos, como la que teníamos en 1816. Lo que un lejano 9 de julio nos propusimos, ser libres e independientes, ahora parece exceder la medida de una ilusión. Ahora podemos hacer dos cosas: Darnos por satisfechos interpretando que los anhelos que entonces se plantearon ya están conseguidos, o que, con las vueltas que ha dado la historia se trata ya de afanes inútiles, ridículos frente a una nueva realidad, inválidos, estériles, arcaicos. O aceptar que el fracaso de nuestra empresa nacional se debe a la cantidad de defectos, de vicios, de errores, de pecados que nos caracterizan a los argentinos y tucumanos y que conocemos bastante. Pero entiendo que no es suficiente con conocer: hay que hacer un sincero propósito de enmienda y ponernos a la tarea de corregirnos, de ser mejores para que la patria de nuestros nietos pueda ser mejor. Que aquel 9 de julio en Tucumán debe servir de recuerdo de que tenemos la obligación de curarnos de las tristes deficiencias que nos caracterizan. No se puede aceptar sin protestar que uno de los poderes esenciales para garantizar a cada uno lo que le corresponda sea maniatado y extorsionado de manera inusitada e incomprensible. Como dice mi gran amigo y maestro Avogrado no permitamos más que cuatro o cinco cretinos, hijos de mala madre, hipotequen nuestro futuro y el de nuestros descendientes. Salgamos a gritar, bien fuerte y remedando a Gabriel Celaya, “¡A la calle!, que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo”.
Dr Jorge B. Lobo Aragón
San Miguel de Tucumán
Argentina
Avogadro
Cristina
Bénard
Celaya
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 10, 2017
El diputado Olmedo contra los que cobran sin trabajar: “Prueben laburando…!”
El diputado Olmedo y su discurso en contra de los planes de ayuda. Aquellos que las cobran, que colaboren forestando calles o ayudando en hogares de infantes -señaló. Observese el lleno total (foto a la derecha) del recinto cuando parlamentaba el legislador. ¿A quién se referiría Alfredo Olmedo con “cobrar sin hacer nada” ?
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 2, 2017
Opinión de un tucumano hastiado…
Por JORGE BERNABE LOBO ARAGON
Siguen los exabruptos y groserías de una ex – senadora
Las palabras no son buenas ni malas. Sólo significan cosas y, esas cosas, sí, a veces son buenas, a veces malas y muchas veces ni una cosa ni la otra sino según cómo se la vea. Negro o indio en Tucumán es una palabra que puede estar cargada de ternura, o ser denigrante o despreciativa cuando se la pronuncia para ofender. Así lo hizo públicamente la señora Beatriz Rojkés de Alperovich con un comprovinciano al tratarlo de manera peyorativa de negro o “indígena. Sus desatinos y dislates se han convertido en las llamadas “celebres frases” que se reproducen en los distintos diarios de nuestra provincia. La actual presidente del partido Justicialista hinchada en su momento por un prurito de blancos europeos, con su continuo desparpajo no solamente ha ofendido a todo el norte argentino sino a la sociedad en general. En su despropósito de afirmar ligeramente que se volvió a resucitar al Fiscal Nisman porque ven que Cristina Fernández de Kirchner está avasallando en las encuestas, ha menospreciado, ofendiendo y subestimando una vez más, no solo a sus comprovincianos que supo alguna vez representar sino a nuestro País. Pero en verdad, señora de Alperovich, usted formó parte de un gobierno que hizo gala durante mucho tiempo de una enorme impunidad que volvió valientes a los cobardes y osados a los pusilánimes, y lamentablemente el día en que cobardes y pusilánimes alcanzan el poder sus sucias babas lo aniquilan todo. Fue parte la decisión abominable de constitucionalidad del pacto con Irán y su relación con el atentado de la AMIA. Fue integrante del gobierno de los innombrables López, Jaime, Báez, Boudou, de Vido, Echegaray y Aníbal Fernández entre otros cuyas investigaciones todavía están en saco roto y que en muchos casos duermen el sueño de los justos, pero que seguramente algún día se reavivaran o resucitaran pese a su resentimiento y contrariedad. Es cierto que estamos en argentina. Vivimos en el país de la justicia lenta y tortuosa. Acostumbrados a la mediocridad o anestesiados con él no te metas. Nadie sabe a ciencia cierta ni conoce que pasa en el laberinto del infierno. El silencio de muchos y las miradas al sudeste como la de Ud., se mofan de los sentimientos más puros. Pero estoy seguro que la verdad del Fiscal Nisman revivirá y sus logros resucitaran para que se pueda combatir abiertamente el flagelo de la corrupción, acreditarla, esclarecerla y hacerle frente a la delincuencia. De una vez por toda debemos formar parte de una sociedad que no se resigne a la impunidad como si se tratase de una fuerza de la naturaleza. Ante el mal que todos vemos y lamentamos, es necesario reaccionar buscando la forma de purificar la sociedad. Por favor señora basta de impunidad…
Dr. Jorge B. Lobo Aragón
PeisioneroEnArgentina.com
Junio 1, 2017
El asco superador
Hubo dos hechos a comienzos de la semana que, en cierto modo, pasaron desapercibidos para el gran público, pero revisten singular importancia por cuanto confirman que nada ha cambiado respecto a la visión que, sobre la tragedia de la guerra que sacudió al país en los 70’s, tienen los poderes públicos de la Argentina.
El primero, si no fuera trágico, alcanzaría las cumbres más altas del ridículo. Me refiero a la promulgación, por la Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, de la ley que obliga a publicar, en todos los documentos oficiales, la cifra de 30.000 desaparecidos; ese disparate normativo se concretó aún a sabiendas (ha sido reiteradamente confesado por los inventores del número mágico) de que se trató de un creación literaria destinada a la pretensión de calificar como “genocidio” lo sucedido y, especialmente, a conmover los bolsillos de las organizaciones europeas de derechos humanos, siempre tan generosas con el terrorismo.
La consagración de ese falso dogma interpela a la sociedad entera, puesto que se trata de la primera vez en que una clara falsificación, por obra y gracia de legisladores de todos los colores –sólo uno votó en contra- se transforma en verdad revelada; María Eugenia Vidal se transformó en cómplice del absurdo dislate y se arrogó el derecho de hablar ex–catedra. ¡Menuda competencia le apareció a S.S. Francisco en su propia tierra!
El segundo hecho que clama al cielo fue la sentencia de la Sala IV (Mariano Borinsky y Juan Carlos Gemignani) de la Cámara Federal de Casación, el tribunal penal más alto del país, que rechazó la concesión de la prisión domiciliaria a Jaime Smart, luego del desconocimiento de su anterior resolución, que la había otorgado, por la Cámara Federal de La Plata. Ésta, para insistir en su posición de rechazo, sostuvo que ese beneficio legal no era aplicable porque el detenido podía fugarse, amén de poner en peligro la investigación de los hechos.
“Jimmy” Smart tiene 81 años de edad y las imputaciones que le formularon se refieren a acontecimientos ocurridos hace cuarenta años. Es decir, un preso que siempre estuvo a disposición de la Justicia y cuya edad excede en mucho la establecida por la ley (70) para acceder al beneficio, ahora –según los asesinos togados- estaría presuntamente dispuesto a convertirse en rebelde, abandonar a su familia y escapar de la acción del Estado. Por lo demás, ¿cómo podría poner en riesgo las pruebas de la investigación, si se trata de hechos acontecidos hace cuatro décadas?
Que esa extraña presunción, o mera excusa para la venganza, se conozca en la misma semana en que la Diputada Lilita Carrió haya acusado a todo el arco político –incluidos sus aliados del Gobierno- de proteger a su colega Julio de Vido, el epítome de la corrupción kirchnerista, convierte lo sucedido en aún más llamativo e irritante. Resulta razonable que haya muchos empresarios preocupados por la posibilidad de la detención del zar de la obra pública de la década en que nos convertimos en silentes esclavos: como se ve en Brasil, el color político no es lo importante; en el mismo lodo, todos se revolcaron.
La sociedad entera reclama a gritos, todos los días, que los jueces actúen de una buena vez contra los saqueadores que, a fuerza de chupar la sangre del país durante doce años, han dejado a la Argentina exangüe. Estos delincuentes, encabezados por la jefa y organizadora de la asociación ilícita que se hizo con el poder en 2003, han alterado reiterada y probadamente las pruebas de los hechos investigados, y las imputaciones que los afectan se refieren a delitos no excarcelables; sin embargo, gozan no de detención domiciliaria sino de total libertad, hasta para trasladarse al extranjero, y alegremente se pasean por las calles, cuando no siguen ocupando altos cargos en alguno de los poderes del Estado.
Desde las bancas parlamentarias, ellos mismos impiden sistemáticamente la sanción de leyes indispensables para la lucha contra la corrupción como, por ejemplo, la de responsabilidad empresarial, la de extinción de dominio sobre los bienes mal habidos o las que, como ocurre en Brasil, permiten lo que allí se llama “delación premiada”; nótese que esta última ha llevado tras las rejas a decenas de senadores, diputados, ministros, gobernadores, funcionarios y grandes empresarios, y que se hayan devuelto miles de millones de reales a las arcas del Estado.
Hace años que sabemos cómo duermen los expedientes “sensibles” para el poder de turno en los tribunales. Entonces, lo que todos debemos preguntarnos es si estamos dispuestos a ser juzgados, con el gigantesco riesgo que ello implica para nuestra libertad y nuestro patrimonio, por magistrados tan ignorantes, tan cobardes o tan corruptos como para verse impedidos (o ser “convencidos”) de resolver con arreglo a la Constitución Nacional, los tratados internacionales, los códigos y las leyes, sólo para proteger, por acción u omisión, intereses bastardos.
Tengo muchos años de ejercicio profesional, a punto tal que el Colegio de Abogados me ha ¿elevado? a la categoría de “matriculado emérito”. Gracias a Dios, ya sólo llevo un único juicio, que será el último. Porque, cuando era joven y estaba en la facultad, aprendí que, para que la sociedad sea realmente libre, todos debemos ser esclavos de la ley. Lo que veo hoy, tanto en la calle como en los juzgados, me produce un asco tan profundo que, a veces, hasta me impide respirar.
Por eso, porque aquí funciona –protegida por leyes inicuas- la norma mafiosa de la omertá, que por tanto tiempo permitió a las numerosas organizaciones mafiosas italianas conservar sus negocios ilícitos y su poder, y porque los magistrados y fiscales federales, amén de gozar de fortunas inexplicables, también tienen muchos muertos en sus placares y están a tiro de “carpetazos”, la Argentina tiene un destino de decadencia e insignificancia en el concierto mundial.
Sólo conseguirá evadirlo si logra hacerse de una Justicia independiente, seria y rápida, y en ese monumental esfuerzo deberíamos comprometer nuestro accionar todos los ciudadanos, cualquiera sea nuestro signo político.
En los próximos días, y como un buena muestra de cómo se protegen los intereses de la sociedad, sabremos qué actitud adopta el Consejo de la Magistratura frente al Juez de la Cámara Criminal y Correccional Federal Eduardo Freiler a quien, como sucede con los mismos Kirchner y tantos cómplices, su enriquecimiento es tan escandaloso que impide que le cierren los números que él mismo declara sobre su patrimonio; si lo salva, como hiciera tantas veces con Oyarbide, el organismo se habrá cubierto de oprobio una vez más, y los ciudadanos de a pie sabremos que la Argentina ya no tiene futuro alguno.
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 28, 2017
La Patria Argentina
Hoy 25 de mayo es un día muy especial, celebramos el día de la Patria, pensamos en ella, tenemos tiempo porque es un día de descanso laboral,pero en realidad en la Patria debemos pensar todos los días. Cuando pensemos en ella meditemos profundamente en todo lo que debemos hacer para hacerla más feliz, para lograr que todos los argentinos estemos más unidos para luchar entre todos por la unión nacional, por la tan ansiada union nacional. Lamentablemente estamos muy lejos de ello. LA PATRIA ARGENTINA NO SE MERECE QUE TENGAMOS TANTO NIVEL DE CORRUPCION, pensemos en ello y roguemos a Dios para que nos ayude y nos ilumine, para que comprendamos que es necesario que el pueblo todo sin distinciones partidarias salga un día a las calles para decir “Ya no queremos más corrupción” todo ello en homenaje a la Patria Argentina. No aceptemos nunca mas que haya dirigentes políticos como la Señora “Kristina Kirchner” que siempre dijo admirar al General Belgrano que donaba sus salarios al Estado, que murio en la total pobreza y ella se enriquecio a más no poder y en forma deshonesta haciendo negocios con los beneficiados por la Obra Pública. Asumamos que no es posible tener Presidentes como el Nestor Kirchner abrazado a una “Caja Fuerte”, lo que necesitamos son verdaderos “Heroes” hombres y mujeres que amen a la Patria Argentina. No son los únicos por supuesto que hay muchos más responsables, los que menciono han sido el ejemplo más patetico de la corrupcion de los últimos años en Argentina. Hace poco escribía un artículo titulado “La Argentina Marginal” una sociedad que vive como la nuestra violando permanentemente las leyes, esto se debe terminar, todo dentro de la ley y nada fuera de ella, por el bien de la Patria y por un mejor futuro para nuestros hijos y nietos. Hoy al levantar nuestras copas y celebrar por la Patria Argentina prometamos que entre todos haremos cuanto este a nuestro alcance para que la Argentina ya no figure más en la lista de los países mas corruptos del mundo. Hoy 25 de mayo es o debería ser un día de gran reflexion para todos los argentinos, tenemos un país que se dice es riquisimo y administramos pobreza, la culpa se la debemos a todos los que se llenan la boca hablando de la Patria y de su amor a ella y solo quieren acceder a puestos en el Estado para enriquecerse y no para servir a la Patria. Podria así seguir mencionando cosas pero para terminar le pido a todos los argentinos que reflexionemos seriamente que es lo que significa en nuestras vidas decir que amamos a la Patria Argentina. Ruego a Dios que todos, absolutamente todos reflexionemos sobre los errores que han cometido y aprendan a pedir perdon, estamos muy lejos de que ello ocurra, lo que me llena de mucha tristeza.Exijamos que los empresarios piensen no solo en ser más ricos cada día sino también a construir su riqueza -lo que es lógica- con honestidad y amor a la Patria.
Francisco Benard
Abogado y Periodista
El mismo grito
El lunes comenzará en la Argentina una nueva Semana de Mayo; la mitología atribuye a los pocos presentes en la Plaza homónima, mientras se reunía el Cabildo porteño, la autoría del grito “el pueblo quiere saber de qué se trata”. Más de dos siglos después, el reclamo recorre a toda América.
Ayer mismo, Trump inició un prolongado viaje por varias naciones de Medio Oriente y Europa y, dadas las excéntricas maneras que gasta el Presidente, nadie sabe en qué redundará el periplo. Pero, en cambio, entre los propios legisladores republicanos han surgido divisiones que podrían poner en jaque la permanencia del magnate en la Casa Blanca. Recuerdo que el año pasado, un profesor -su nombre se me escapa- de una de las más prestigiosas universidades norteamericanas, se hizo famoso por haber predicho con exactitud el resultado de las elecciones presidenciales en su país durante los últimos treinta y dos años; ese mismo docente, cuyo método de predicción fue publicado en un exitoso libro, afirmó que Trump no terminaría su mandato, ya que sería expulsado mediante un impeachment.
Ese fue el camino que siguió el Congreso brasileño, con el respaldo del Supremo Tribunal Federal, para eyectar del Palácio do Planalto a Dilma Rousseff, acusada de “maquillar” las cuentas públicas, y entronizar en su lugar al Vicepresidente, Michel Temer. Éste aún cuenta con respaldo parlamentario debido al pánico de la clase política por el fuerte reclamo popular, pero parece estar a sólo semanas de verse obligado a dejar el cargo, y las consecuencias, como sucedería en los Estados Unidos, son imprevisibles. Mientras
tanto, las sanas leyes económicas ya sancionadas y algunas otras en trámite, que habían permitido a Brasil comenzar a salir de la peor recesión de su historia, han entrado nuevamente en controversia y ello podría traer aparejada una nueva recaída.
Pero el grito de la calle, traducido en el reclamo de “¡que se vayan todos!” y expresado en manifestaciones callejeras en las grandes ciudades del país, ha tomado nuevamente impulso por obra y gracia de las revelaciones sobre la enorme corrupción que afecta a todo el espectro político y empresarial de la séptima potencia mundial. En la medida en que la Constitución otorga al Congreso la potestad de elegir a quien debería concluir el actual período, si Temer fuera expulsado, y el abanico de candidatos aceptables es muy reducido, el futuro inmediato de nuestro vecino y socio esencial resulta totalmente incierto.
No es menor el hecho de que el personaje público con mayor respaldo popular sea el Juez Sérgio Moro, un magistrado federal con sede en Curitiba, a cargo de los procesos conocidos como Lava-jato y Petrolão, que actúa, bajo supervisión del Supremo Tribunal, con un equipo de fiscales dispuestos a cargarse a quien sea. Y es que en Brasil también, el pueblo quiere saber de qué se trata en materia de corrupción y está dispuesto a pagar el elevado precio que significará terminar con ella de raíz.
Un solo apunte curioso: también allí el político más manchado por acusaciones de haberse quedado con dinero público -Luiz Inácio Lula da Silva- aún cuenta con un 30% de intención de voto. ¿Le suena conocido? Evidentemente, el populismo sabe hacer las cosas para mantener cautivo a su electorado.
En Chile, un país con elevados estándares de transparencia y ética pública, la Coalición gobernante ha implosionado por la defección de la Democracia Cristiana, tal vez debida
al decaimiento de la economía y a los hechos de corrupción que afectan a la familia de la Presidente Michelle Bachelet. Esa división, que impedirá la presencia de un único candidato de centro izquierda en las próximas elecciones, convierte a Sebastián Piñera en el más probable próximo inquilino del Palacio de La Moneda.
En Venezuela, el pueblo sale a la calle todos los días a gritar y, con un asombroso coraje, enfrentar la durísima represión -que incluye ya más de cuarenta asesinatos a mansalva y miles de detenidos- de la tiranía de Nicolás Maduro, que ha convertido a un país enormemente rico en un caos de miseria y hambre, mientras saquea sin tasa ni piedad las arcas públicas y se enriquece con el narcotráfico. Cuba es la gran responsable -como lo fue en la Argentina de los 70’s- de lo que allí sucede, y no es para menos porque la supervivencia de la gerontocracia de Raúl Castro depende, exclusivamente, del cordón umbilical que la une al socialismo bolivariano, a través del cual llega a la isla el petróleo regalado, y por ello lo apoya con armas, soldados e inteligencia interna.
Y, en Argentina, me parece que es la sociedad entera quien grita, mirando a Comodoro Py, que quiere saber de qué se trata; aquí, la obvia comparación con lo que sucede en Brasil, resulta pasmosa y avergüenza. Que quienes se convirtieron en los máximos artífices del desastre en que vivimos por sólo afán de lucro personal sigan paseándose contentos y despreocupados entre nosotros nos produce desconcierto e indignación. Hay demasiados muertos en tragedias evitables -trenes y
rutas inexistentes- y demasiada miseria como para que pueda resultar indiferente tamaña impunidad. Estoy comenzando a dudar de una antigua afirmación mía -“los jueces federales tienen mejor olfato que los más reputados perfumistas”- ya que, a esta altura, hubieran debido percibir que un regreso de Cristina Kirchner al poder resulta de todo punto de vista imposible.
Porque el peronismo todo grita que quiere saber de qué se trata. La permanencia de tanto tránsfuga en el escenario partidario, cambiando de sector y de fidelidad a cada rato, lo ha sumido en un profundo estupor, y los esfuerzos por una imposible unidad que realizan sus obsecuentes pequeños líderes se estrellan contra la presencia de permanente de los más repudiados, como Luis D’Elía, Gabriel Mariotto, Martín Sabbatella o Amado Boudou. Por lo demás, la indiscutida líder de ese “espacio”, que continúa siendo la dueña del látigo y de la lapicera, no hace más que contribuir a la dispersión, en una conocida película que ya hemos visto mil veces y lleva por título “sálvese quien pueda”, con los intendentes como actores principales.
El jueves próximo podremos celebrar que, después de doscientos siete años desde aquél 25 de mayo fundacional y pese a nuestros ingentes esfuerzos suicidas, aún la Argentina sobreviva. No es poco, pero tratemos de no terminar nuestra insana e inexplicable autodestrucción como país. Mientras tanto, también nosotros gritemos: ¡Viva la Patria!
Enrique Guillermo Avogadro
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 20, 2017
DD.HH + SS.CC
Escribe Luis Bardín.
DD.HH + SS.CC
A nadie le cave duda que es corrupta y embustera.
Que a los derechos humanos mucho jugo le ha sacado
y con sueños compartidos sus alforjas se colmaron.
Su boca es una letrina que maldice y que putea
si alguien se atreve a dudar de su moral y enteresa.
Siempre recurre a sus muertos. Los usa de arma de guerra
que a su vez le proporcionan necrológica defensa.
Ella explotó el gran prestigio que muchas madres ostentan.
Se abrió de las fundadoras y ha enmugrado sus emblemas.
Ensució tanto el pañuelo que al acto del dos por uno,
temiendo que la abuchearan las otras madres y abuelas,
ni se subió al escenario y ni estuvo en la platea.
Hoy justicia aletargada parece que se despierta.
Los expedientes rebalsan de testimonios y pruebas.
Vamos a ver si De Giorgi las tiene ahora bien puestas
y no sea otro Bonadío que autorizó a la Cristina,
que invitada por zurdacas, se fue a “relatar” conferencias.
Luis Bardín.
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 16, 2017
POLÍTICA DE ESTADO “DE FACTO”
Nuestra dirigencia política se ha desarrollado con una vocación de ilegalidad constante.
Cuando era joven, era corriente saber que los cuarteles eran frecuentados por dirigentes políticos que consideraban necesario el “golpe de estado”. O éramos invitados a reuniones muy “coquetas” donde se producía un acercamiento personal. Para ello nos alababan con hermosas palabras y más que todo, describían terribles desgracias que podían suceder a nuestro país si no aceptábamos que había que derrocar al gobierno. Y leves insinuaciones a nuestra falta de valor cuando manifestábamos nuestro desacuerdo. Por supuesto no se necesita ser hombre de derecho para percibir que estaban proponiendo una ilegalidad. Pero ilegalidad existe cuando se hace y no cuando se habla.
Como nunca fui un militar importante, tuve la suerte que salvo en tertulias amigables donde se expresaban opiniones que definían una mirada de simpatía hacia el golpe de estado, no veía más.
Mi obsesión era el trato con mis subalternos, entre los cuales existía una gran cantidad que eran soldados. Y estoy seguro, que a través de ello aprendí lo que es mi pueblo. Anualmente conocía entre 150 a 200 soldados, y más profundamente hasta teniente a unos 50. Y en ellos veía una pintura de lo que es nuestro pueblo. Y aprendí a amarlo. ¡Cuántos diálogos sostuve con ellos que me enseñaron cosas! Y conste que no era un superior que saliera del reglamento.
Mi teoría era que, con mis subalternos, el reglamento, pero con sentido humano. Para mis superiores, el reglamento que no solo me obligaba, sino que me defendía. Para el militar en la paz, el reglamento es la ley militar. No está escrito en broma ni para que se lo burle. Está para ser cumplido.
Nuestra dirigencia política noto, se educó con otras normas. Le ley es algo formal. La cumplimos si nos conviene. Si no la burlamos. Y si así no se logra nada, se la viola, eso sí con un racimo de argumentos ideológicos donde la democracia, la libertad, la dignidad y otras yerbas son manoseadas con hermosas palabras.
Los tiempos cambian. Y con ello los “caballitos de batalla”. Las hermosas palabras están de moda o cambian con otras nuevas más sensibles para la población. Hoy el culpar a los derechos humanos, de toda la ilegalidad que late dentro de ellos.
Dentro de este marco, se ha puesto de moda la frase: “política de estado”. ¿Qué es eso? Si bien no hay una definición indiscutible, podemos intuir que apunta a evitar los enfoques divergentes de sectores políticos que confrontan violentamente contra otros. Y si vamos a la expresión ideológica es muy bueno.
Argentina es un país fracturado, con una dirigencia política incapaz de buscar un sentir común como nación. Entonces se mantiene un quiebre permanente de su frente
interno. Basta ver en economía la lucha entre “los capitalistas” y los “nacionalistas” (que desarrollaría en otra oportunidad). Esto conlleva que, por la vía democrática, los gobiernos cambian y sea una línea u otra necesita tirar abajo lo que hizo el otro. ¿Y la población que decide por el voto? Ante las dos líneas que hacen un buen “marketing”, la ciudadanía parece que alternativamente les da oportunidad para que encontremos el país deseado. Pero si observamos las expresiones de su voto, interpreto que se inclinan más a las ideas “nacionalistas” que a las “capitalistas”. Pero ambas albergan aspectos muy negativos, en los cuales la corrupción quiebra toda esperanza.
Los “capitalistas” sueñan con las inversiones extranjeras y se baja los pantalones ante el “capitalismo salvaje” cambiando soberanía por una “feliz dependencia”. Los “nacionalistas” es un amplio abanico va desde la idea de crear su propio capitalismo hasta el que quiere hacer la guerra mundial contra el capitalismo internacional. Son miradas muy diferentes. Cada una de estas busca el poder. Y si es diferente de la línea gubernamental que se va, cambia en 180ª todo lo que se ha hecho en el país. Luego una política de estado parece ayudar a evitar los cambios bruscos que al final sea para un lado o para el otro, perjudica a la población. Nuestra Argentina vive en el cambio, y nuestra población (que es lo más importante que tiene una nación) es golpeada por los efectos que no son motivos de preocupación real (es decir de hechos) de nuestra dirigencia. Cada uno cautiva con sus palabras y actúa pensando más en cómo convertir su cargo gubernamental en una tarea laboral cómoda y rendidora. Y esto se agrava con la tendencia al caudillismo que ha desvirtuado la vida de los partidos políticos. Todo esto transforma a la política de estado en algo no solo positivo sino necesario.
Pero nuestra dirigencia, vocacionalmente ilegalista, quizás por haragana o por usarla a su albedrío, no quiere legislar sobre esto.
Hay que notar que, en un país, las normas de juego son imprescindibles para convivir e incluso para desarrollarse. Y las normas de juegos son las leyes.
Si fuera yo, propondría una ley sobre política de estado que diga que hay que cumplir las leyes y modificarlas dentro de las normas que se establecen para modificarlas. Esa podría ser una buena política de estado.
Pero el problema básico es establecer como se da forma a “una política de estado”. Parecería obvio que hay que legislar sobre esto.
En nuestro país hay dos niveles legales: La constitución nacional y las leyes que se deben fundamentar en la constitución nacional. Una ley referida a la política de estado” debería ser superior al mecanismo legislativo para sacar una ley. ¿Por qué? Porque si no una ley modifica otra, y la política de estado puede cambiar según las mayorías, que normalmente son cambiantes. Entonces no hagamos una política de estado, dejamos la ley y basta.
Otra solución es convocar a una constituyente y dentro de la constitución establecer como se establece una política de estado que garantice su continuidad a pesar de cambiar los gobiernos, y también cómo puede ser cambiada, sin necesidad que se convoque a una nueva constituyente. Por ejemplo, imponer que debe ser una ley que debe contar con el 80% de los votos y sea aprobada por un referéndum vinculante. Tanto para ponerla en vigencia como para cambiarla.
Nuestra dirigencia pretende omitir “este detalle”. Y por lo tanto el Dr. Lorenzetti puede establecer una política de estado, o el Dr. Kunkel o mi tía si se le ocurre. No hay norma que limite establecer una política de estado. Puede darle vigencia algún buen periodista con “plafón” sea Víctor Hugo, o Asís, o Laje, o en un programa de debate político periodístico.
En consecuencia, los presos políticos hasta ahora no estamos afectados por ninguna “política de estado” que no tiene vigencia en nuestro andamiaje legal. Solamente estamos sometidos al Poder de la Corte Suprema de Justicia, que, en vez de establecer jurisprudencia sobre su conducta anticonstitucional e ilegal, prefiere asombrarnos por una “política de estado” carente de vigencia en nuestro país, dictada (al modo de una dictadura) por el Dr. Lorenzetti con sus amigos.
Carlos Españadero
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 16, 2017
YIRA… YIRA
Esctibe Luis Bardín.
YIRA…….YIRA
Fue el triste fin de una gira improvisada.
Quiso mostrar que en el mundo la veían
cual ejemplo de ilustre mandataria.
Quiso mostrar que por aquí la perseguían
golpistas, liberales, vendepatrias
y que en el mundo la considerarían,
con su oratoria sabia e inflamada,
un bastión de la moral y la justicia.
Su posible visita Vaticana
por el Papa Francisco fue ignorada.
En otra gira triunfal los de Oxford Union
siguen ansiosos esperando su palabra.
Fue pretexto, el saltearse esa parada,
que grave crisis de estado, en Argentina,
su presencia urgente reclamaban.
Su comedida parodia convertida
en patético papel de aficionada
no ha sido un “the end” a toda orquesta,
ni fue triunfal su lid parlamentaria.
Jamás pensó que allá en la vieja Grecia
la globalización la traicionara.
El mundo ahora está muy informado.
Con gritos y carteles bochornosos
fue tildada de corrupta y abucheada.
Luis Bardín.
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 16, 2017
Receta Caníbal
La Argentina política decidió esta semana castigar a los presuntos caníbales comiéndoselos. Confirmó así su siniestra selección de un grupo de dos mil ancianos para que asuman la culpa general de toda sociedad por haber apoyado la revolución militar de 1976 y así lograr el perdón.
Estoy hablando, claro, de la ley que prohibió la aplicación del famoso “2×1” que había utilizado la Corte Suprema de Justicia para declarar cumplida la pena de un condenado por crímenes de lesa humanidad, un fallo que motivó la inmediata reacción de la izquierda, de los pseudo organismos de derechos humanos y del kirchnerismo (probando todos una vez más lo selectivo de su memoria), de los partidos políticos y hasta del Gobierno.
El Tribunal supremo, por una mayoría constituida por sus verdaderos juristas, falló conforme a derecho y, aún en contra de la posición personal y moral de cada uno, lo único que hizo fue aplicar el principio vigente en todas las legislaciones, que impone utilizar siempre la ley más benigna en el juzgamiento y la graduación de la pena de todo y cualquier delito.
Con la sanción de este espantajo, se viola nuevamente otro principio básico de toda la estructura jurídico-penal de Occidente: la irretroactividad de la ley. Porque, cuando otro caso de lesa humanidad llegue a la Corte, los legisladores pretenden que el “2×1” no sea aplicado siquiera a las causas en trámite, es decir, que esta delirante norma recién promulgada impida la concesión de ese beneficio a quienes ya lo tenían.
Pero no debe asombrarnos, porque también se lo hizo cuando, en nombre de una “política de Estado” ¡convenida! entre los tres poderes (el Presidente del máximo tribunal, Ricardo Lorenzetti, lo reafirmó así en su voto) se aplicó –y muy tuertamente, por cierto- el concepto de “genocidio”, descripto por el Tratado de Roma, al cual adhirió la Argentina en 1994, a delitos así calificados y presuntamente cometidos veinte años antes.
Como dijo nuestra “abogada exitosa” esta semana en Bruselas, “todo tiene que ver con todo” y, precisamente para imponer el concepto de “genocidio”, fue que el terrorismo inventó el dogma de los 30.000 desaparecidos, amén de lucrar innoblemente con las indemnizaciones.
Debemos recordar que, cuando nuestros insanos legisladores sancionaron esta absurda ley, dijeron haberlo hecho ante la presión del clamor popular; o sea, invocando a la
teórica opinión de la sociedad, nunca verificada, se modificó retroactivamente nuestra Constitución Nacional. Eso fue, claramente, lo que hicieron Hitler, Mussolini y Stalin para cambiar el mundo, ¡y así le fue a la humanidad!.
Y no se trata de una mera exageración literaria. Basta preguntarse qué diferencia, en los hechos, a nuestro Congreso del tirano Nicolás Maduro; ambos dicen representar a mayorías, a las cuales no se atreven siquiera consultar, para cambiar las reglas de juego de la democracia. La permanente violación a la ley, que los argentinos y venezolanos sufrimos diariamente, nos acerca cada vez más a las horas más oscuras de la historia, devolviéndonos a la selva en la que impera el más fuerte.
Este tristísimo episodio volverá a costar a la Argentina mucho más que los transitorios beneficios de venganza que obtendrán sus aplaudidores porque, como es notorio, convierte en innegable la enorme inseguridad jurídica que campea por estas latitudes, en todos los terrenos, de la mano de una justicia venal, rastrera y corrupta. Con esos elementos en la imagen que ofrecemos al mundo, ¿cómo van a venir las inversiones que necesitamos tanto como el oxígeno?
Sólo el coraje cívico de los tres miembros de la Corte Suprema, si mantienen -como fue la eterna conducta del Dr. Carlos Fayt- su postura de apego irrestricto a la ley cuando lleguen a su conocimiento otros casos similares, podrá salvar a nuestro país de un nuevo abismo.
Pese a todo, no tengo dudas que el Gobierno se alzará con el triunfo en octubre de este año, pero el crédito deberá ser otorgado a la falta de opciones, ya que el peronismo no ha conseguido evolucionar y desprenderse de su factor más centrífugo, Cristina Fernández de Kirchner. Mientras ésta siga pesando en la escena partidaria, no podrán surgir hombres y mujeres que representen una nueva forma de hacer política y ejercerla con probidad y honestidad. La “noble viuda” obliga a los cobardes dirigentes del PJ a arrastrarse en su estela; y aún los pocos honestos de éstos que todavía existen se van así sumergiendo en la fétida atmósfera de corrupción que la rodea y que no se atreven a denunciar por miedo a su venganza.
Es desolador el panorama que podemos ver a nuestro alrededor, pero está en nosotros mismos, con nuestro esfuerzo individual, revertirlo. Tenemos esa obligación, aún los mayores, frente a nuestros hijos y nietos, porque recibimos un país y lo hemos destruido, incumpliendo así nuestra principal obligación como administradores de algo que no era nuestro.
Enrique Guillermo Avogadro
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 13, 2017
La Importancia de Llamarse Nada
Escribo la historia de Napoleón para responder a un libelo. Es una empresa imprudente porque ese libelo lo lanza el primer talento del siglo contra un hombre que, desde hace cuatro años, es objeto de la venganza de todos los poderes de la tierra. Estoy encadenado por la expresión de mi pensamiento, me falta talento y mi noble adversario tiene como auxiliares a todos los tribunales de policía correccional. Por lo demás, al margen de su gloria, ese adversario gozaba de gran fortuna, de un gran renombre en los salones de Europa y de todas las ventajas sociales. Halagó incluso a nombres oscuros, y su gloria póstuma no dejará de excitar el celo de todos esos nobles escritores, siempre dispuestos a enternecerse en favor de los infortunios del poder, del tipo que sea.
No estoy tratando de establecer un paralelo entre la narración del francés y cualquier parecido entre los obstáculos que se debieron sortear durante la Década Ganada o en los dieciocho meses de Cambiemos. Para ello hay sobrados ejemplos extraídos de la dura vida de aquellos tocados por los circenses casos de lesa humanidad.
En el país de los derechos humanos, queda en descubierto que todos somos iguales, pero algunos somos más iguales que otros. Sobre todo, en esta disputa de la ley del 2 x 1, cercana a una comedia de enredos. Esa pasión por distinguir la equidad es lo que exhiben los legisladores argentinos -incluso aquellos que pertenecen a Cambiemos, esa coalición política que con la discrepancia de ideas solo refleja ambición de poder y no unión de ideas- que no tienen la menor timidez en admitir que el negocio de esos derechos humanos va a seguir por largo tiempo contradiciendo a su propio contradictorio líder.
Los juicios de lesa humanidad nunca van a reflejar la verdad, ya que es claro el medio utilizado, ese que permite condenar sin pruebas. Cuando hablamos de evidencia, me permito describir estas con el diálogo entre un imputado y su abogado defensor. Usted juzgará quién es quién.
– Con respecto al principio de legalidad le cuento que esa cuestión ya ha sido resuelta por la jurisprudencia, se basan en el estatuto de Roma que tipificaba los delitos de tortura y secuestros ya en el año 1950, a su vez la convención de delitos de lesa humanidad, incorporada a la Constitución, considera que se tienen que juzgar e investigar en cualquier momento que se hayan cometido y eso los hace imprescriptibles, se lo explico someramente, es más profundo el tema.
– Percibo una discrepancia, dado que estoy convencido que en nuestro país no se puede legislar mediante la jurisprudencia, (en Gran Bretaña, quizás sí) y menos existiendo leyes vigentes en el país. Por supuesto el cambio de la Constitución debe realizarse como lo establece el artículo 30 de la Constitución Nacional. No hay funcionario Judicial con autoridad para modificarla. También le recuerdo que el Estatuto de Roma declara en su contenido que es solo aplicable a partir de la fecha que está vigente, en nuestro caso 2001. De cualquier manera, a pesar de todo, lo único que me queda es recuperar mi dignidad.
– Tendrá tiempo para restituir su dignidad después, en un libro, por ejemplo, le digo que tengo bastantes argumentos para pelear su defensa, no hay pruebas en su contra.
– De acuerdo. Tampoco había pruebas en mi contra cuando me condenaron a prisión perpetua la primera vez.
Cuando esto se produce, percibimos que la interpretación de La Ley no es una excusa que solo usan los jueces y fiscales militantes. Los abogados defensores apostados en la playa miran la bandera negra y amarilla mientras sus defendidos nadan en un mar dudoso. Ciertos tribunales aprovechan el desconocimiento de las partes o se burlan. “El imputado no podía no saber…” o “El testigo no identifica ni describe a quien lo arrestó, pero se infiere…” son algunas de las frases que quedaran para el análisis de nuevos hombres de derecho que las interpretarán según el color de la tendencia ideológica que los maneje. Si un ex uniformado es acusado por un hecho producido el día A, y logra comprobar que no se encontraba en el lugar sino hasta el día B, el problema tiene solución. Simplemente se cambia la fecha y se continúa. Habiendo exhibido esto, no es sorprendente que la ley del 2 x 1 tenga febriles combatientes y se logre dictar solo para violadores, narcotraficantes o asesinos seriales. Lesa humanidad no se mancha, porque produce dinero.
En mi opinión, que no afecta a nadie, solo ofende o se discute, el fundamento a discutir no es esta ley que puede o no beneficiar a los condenados (aquellos que aún no son llevados a juicio pueden morir presos, aguardando). El principio a debatir es el desarrollo de los casos, las imputaciones y los elementos de prueba, que llevan al resultado de los juicios -siempre en desventaja- que si afectan vidas humanas.
Una de las poesías favoritas de mi padre es Sobre los Indiferentes, de Martin Niemüller y es un reflejo sin tiempo para las sociedades que decidan no respetar sus leyes, que pisotean su Constitución Nacional, que es miope a sus códigos penales. La Argentina Salvaje acusa a grupos ya que algo habrán hecho. Todos somos todos. Y todos puede ser usted. No vinieron realmente por Menem ni por De Vido, como no van a venir por Cristina Kirchner. Es usted y yo. O usted o yo.
Fabian Kussman
email@PrisioneroEnArgentina.com
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@FabianKussman
Mayo 10, 2017
El Estado de Derecho. Editorial del periódico La Nación
El fallo de la Corte que aplicó el cómputo del dos por uno en un caso de lesa humanidad muestra el sano funcionamiento de la independencia de los poderes.
El reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia que aplicó el cómputo del dos por uno a condenados por delitos de lesa humanidad y que tanta polémica despierta nos mueve a reflexionar acerca de si como sociedad hemos asumido plenamente lo que significa aceptar el Estado de Derecho, esto es, la sujeción del hombre al imperio de la ley que debe regir la vida en comunidad.
Los delitos de lesa humanidad, en los que incurrieron ambos bandos en tiempos del enfrentamiento armado entre las fuerzas de seguridad y los terroristas revolucionarios, recogen desde siempre un merecido repudio. Hay también acuerdo respecto de la imprescriptibilidad de esos delitos, pero la unanimidad cede cuando se restringe ese carácter exclusivamente a los cometidos por la represión ilegal y se deja inexplicable e injustificadamente fuera a los cometidos por la guerrilla subversiva.
A propósito del fallo “Muiña” de nuestro máximo tribunal, que conocimos días atrás, merced al cual se le concede a un represor el beneficio del dos por uno en su condena por el delito de privación ilegal de la libertad y tormentos para con trabajadores del hospital Posadas, se ha afirmado en distintos ámbitos que los derechos humanos universalmente reconocidos están por encima de cualquier ley. Pero si realmente aspiramos a vivir en un Estado de Derecho no hay doctrina política, ni religiosa, ni filosófica, ni relato ni memoria que puedan justificar su elevación por sobre la ley.
A lo largo de la historia, el mundo occidental civilizado ha incorporado sabiamente principios inamovibles como la igualdad ante la ley, el derecho de defensa, el debido proceso y que nadie puede ser juzgado ni condenado por conductas no previstas en leyes anteriores al hecho, entre muchos otros. Las llamadas leyes humanitarias han suprimido la prisión por deudas y la tortura; han consagrado el principio de in dubio pro reo, o beneficio de la duda; el principio de la ley más benigna a favor del imputado siempre que ésta estuviese vigente al momento del hecho, y que las cárceles sean sanas y limpias “para seguridad y no para castigo de los detenidos en ellas”. En la misma línea están la reducción de la pena por buena conducta y la prisión domiciliaria para los mayores de 70 años. Se trata de conquistas que responden a piadosas tendencias humanitarias, precisamente a favor del hombre.
La sana división de poderes, con expresa prohibición de arrogarse otras funciones propias del Poder Judicial, y la obligación de los jueces de fallar según la ley, con independencia de toda doctrina o postura política por respetable que ella sea, constituyen garantías para el ciudadano. A la luz de estos principios fundamentales, la sociedad debe comprender que si se quiere vivir en un Estado de Derecho se deben respetar las leyes, nos gusten o no sus términos, pues no existe ninguna política capaz de situarse por encima de ese cuerpo legal. Si el fallo en cuestión se hubiese aplicado a un ex montonero, la situación sería exactamente la misma, pues nada tienen que ver en esto la militancia ni las argumentaciones ligadas a la defensa de los derechos humanos.
Precisamente por este motivo se representa a la Justicia con una venda en los ojos para simbolizar su imparcialidad: la ley es igual para todos. La aplicación de este principio es justamente lo que nos distinguirá de los criminales de toda laya y de la barbarie, tanto como de quienes pretenderían ampararse en la deleznable consigna “al enemigo, ni justicia” para exigir venganza antes que el cumplimiento de las leyes.
No puede menos que repudiarse la afirmación de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien, al cuestionar el fallo de la Corte Suprema, sostuvo que algo así no hubiese ocurrido durante su gestión gubernamental: otro vergonzoso sincericidio que confirma cuán lejos estaba de respetar la autonomía de los tres poderes que debe primar en una república, al aceptar que ella controlaba o aspiraba a digitar incluso al máximo tribunal de la Nación.
Que la sentencia no sea políticamente favorable al gobierno de Mauricio Macri, por un lado, y que desagrade a organismos defensores de los derechos humanos, por el otro, son una clara muestra de la independencia de la que ha hecho gala la Corte, con su dinámica de mayorías y minorías, al fallar de acuerdo con lo que entiende es la debida aplicación de la ley y las garantías procesales. Técnicamente el fallo resulta inobjetable, aun para sus detractores. Recordemos, además, que el régimen del dos por uno fue muy criticado y desde esta columna se pidió su derogación en 2000.
Recientemente, la Corte avaló el arresto domiciliario para un represor de 85 años y enfermo. Un fallo de características similares fue el de la Corte chilena que habilitó a Augusto Pinochet, de la misma edad, a terminar sus días en su hogar y no en prisión. En una auténtica república el respeto a la ley puede derivar en actos éticamente humanitarios, incluso para con aquellos que tan ferozmente la combatieron, pues sólo así se confirma su fortaleza y sus auténticos valores.
Desgraciadamente, continuando con una inercia de enfrentamiento que sólo nos aleja del futuro para anclarnos en el pasado, una parte de la ciudadanía parece haber olvidado que venimos de más de una década de denunciar la falta de independencia del Poder Judicial. Ya comienzan a oírse voces que anticipan apelar a mecanismos constitucionales que pongan freno a nuevos fallos, incluso al absurdo pedido de juicio político a los magistrados que conformaron el voto mayoritario. En el juego democrático, todo lo que acontezca dentro del marco institucional debe celebrarse. Hasta aquí, respetamos un ejemplo del sano funcionamiento de la independencia de los poderes tan largamente reclamada.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/2021842-el-estado-de-derecho
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 9, 2017
BONAFINI COMPARADA CON SERGIO MASSA ES UN “PICHONCITO”
EL GRAN HIPÓCRITA
“SERGIO MASSA recurrirá a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, para frenar la aplicación del 2×1 a represores. También impulsará en el Congreso una condena de la cámara baja a la decisión de la Corte Suprema de beneficiar a represores”. http://www.infobae.com/politica/2017/05/06/sergio-massa-buscara-frenar-la-aplicacion-del-2×1-a-represores-en-la-corte-interamericana-de-derechos-humanos/ Palabra más palabra menos es noticia en los matutinos de la fecha. Nótese como la palabra PRESUNTO no existe. De allí, que luego de ver la conducta republicada de este adalid del honor, la honestidad y de la gloria inmaculada, que formó parte del gobierno de la “década ganada” tenga que sentir y expresar, que la señora HEBE simplemente es casi un “pichoncito”. Evidentemente para nuestros políticos “el curro de los derechos humanos” debe ser un muy buen negocio. Por ello pegarle una y otra vez a un grupo de septuagenarios y octogenarios, presos a como dé lugar, por los mal llamados delitos de lesa humanidad, debe sentirlo como actos heroicos. Por su magnitud, superiores a los llevados a cabo a sangre y fuego por el señor GUILLERMO NANI, quien hoy a modo de agradecimiento, ya está encerrado en este mundo paralelo de rejas y sombras.
DE BOUDUES Y KRISTINAS
Mientras BOUDUES, KRISTINAS, y muchos, muchísimos más, económicamente salvados, circulan libremente por este u otros territorios lejanos. Recuerdo cuando mi esposa, junto a otras voluntarias, ayudó “ad honorem” a Malena conyuge de este “ILLUMINATI” en zoonosis del municipio de Tigre y su reacción de “amiga” cuando tomó conocimiento de mi “engarronamiento judicial”. Grandes hipócritas oportunistas que aun sabiendo fehacientemente de las detenciones muchas veces ilegales y “al barrer”, profanan la verdad, al igual que terroristas devenidos en juventud maravillosa, en cuanto medio les da espacio. Por ello en comparación de unos con otros, sostengo, que HEBE es un “pichoncito”. Por lo menos, nunca CAMBIÓ.
Claudio Kussman
claudio@PrisioneroEnArgentina.com
www.PrisioneroEnArgentina.com
@PrisioneroA
Mayo 7, 2017
Justicia y canalladas
Obviamente, el título de esta nota se refiere, primero, al fallo de la Corte Suprema (https://tinyurl.com/kbumnvm) que el miércoles resolvió que correspondía aplicar el “2×1” (cada día de prisión preventiva se computa doble) a un procesado por delitos de lesa humanidad. Los ministros del máximo Tribunal Carlos Rosenkrantz, Elena Highton de Nolasco y Horacio Rosatti conformaron la mayoría que simplemente aplicó la ley, mientras Ricardo Lorenzetti y Juan Carlos Maqueda se opusieron. ¡Una para el lado de la Justicia!
No habían pasado cinco minutos desde que el fallo fuera públicamente conocido cuando comenzó el coro habitual de los ex organismos de
derechos humanos (ya confesadamente movimientos políticos kirchneristas) a repudiarla; que la Vicepresidente, Graciela Michetti, y el Ministro de Justicia, Germán Garavano, se sumaran a los críticos de la sentencia, y en términos de compleja gravedad frente a la tan declamada separación de poderes resultó, al menos, raro. Lo más notable fue la reacción de quienes apoyaron, siempre y sin reparos, las teorías penales garantistas de Eugenio Zaffaroni, que hicieron escuela y permitieron liberar a acusados de los más aberrantes delitos, que ahora se rasgan las vestiduras simplemente porque se pretende terminar con una arbitraria discriminación. Aquí nadie parece comprender que, aunque se trate eventualmente de culpables, no se combate a los caníbales comiéndoselos.
El voto de Lorenzetti confirmó su postura de años, durante los cuales sostuvo que la persecución a los militares que derrotaron a la subversión
terrorista (armada y financiada por Cuba, Argelia, Libia, Vietnam y Rusia) era una política de Estado, consensuada por los tres poderes, por lo cual ese vengativo acoso estaba legitimado y resultaba funcional al poder de turno; nunca se le ocurrió juzgar conforme a derecho y con total independencia. ¿Está abriendo el paraguas –como hizo el propio Néstor, cuando dijo con cinismo “la zurda te da fueros”– frente a las concretadas denuncias de Lilita Carrió o ante lo que surge de su biografía, escrita por Natalia Aguiar, que se ha transformado en un best seller?
Recordemos que, para lograr ese fin, buscado por el kirchnerismo para conquistar a la intencionada izquierda vernácula e internacional -el actual viaje a Europa de Cristina es una prueba de su éxito-, se violaron todas las leyes vigentes (legalidad, juez natural, irretroactividad, máximo de prisión preventiva, detención domiciliaria a los mayores de 70 años) en juicios fraguados mientras la sociedad entera, con su habitual actitud
hipócrita y cobarde, olvidaba a los militares presos y amnistiaba a los asesinos, les pagaba sin control alguno pingües indemnizaciones y los enquistaba en el aparato estatal.
Lamentablemente, esa buena noticia, que hace regresar a la Argentina al imperio del derecho y de la igualdad ante la ley, fue empañada por un nuevo manotazo de venganza: un Juez de Mar del Plata, Santiago Inchausti, armó una causa por presuntos delitos de lesa humanidad y ordenó la captura de cuatro militares, entre ellos el Tte. Cnel. Emilio Nani, héroe de Malvinas y tal vez el más condecorado de la gesta por su valor en combate, que fue gravemente herido y perdió un ojo en la recuperación de los cuarteles del Regimiento N° 3 “Gral. Belgrano”, en La Tablada. Esa acción guerrillera, que protagonizó el MTP (continuador del ERP), conducido por Enrique Gorriarán Merlo, se desarrolló en enero de 1989, en la presidencia de Raúl Alfonsín, un gobierno obviamente democrático y. amén de multitud de
heridos, costó la vida a muchos militares y policías.
Nani actuó hoy como hubieran debido hacerlo siempre los jefes de todas las armas cuando esta infamia persecución comenzó; es decir, cuando Néstor Kirchner, arropado en las banderas revolucionarias que siempre había repudiado, obtuvo del genuflexo Congreso la derogación de las leyes de obediencia debida y punto final que, sabiamente, la democracia había sancionado como camino hacia la pacificación. O sea, haciendo honor a la jerarquía, indispensable en cualquier fuerza armada, y al ver que habían detenido a oficiales más jóvenes que él por la misma causa, viajó a Mar del Plata, se puso a disposición del Juez y fue enviado a la cárcel. ¡Así paga esta miserable y decadente Argentina a sus mejores hombres!
En el otro extremo de Sudamérica, mientras tanto, Nicolás Maduro sigue poniéndose de sombrero a todo su país, sumido en el caos, el hambre, la
violencia, la falta de salud, la inflación espantosa. El estruendoso silencio de nuestros presuntos defensores de los derechos humanos frente a la salvaje represión, que ya contabiliza cuarenta muertos, decenas de opositores presos y la destrucción de la prensa libre, desnuda su inmunda hipocresía.
El nuevo engendro jurídico pergeñado por el tirano para conservar el poder omnímodo que aún ostenta fue la convocatoria a una original Asamblea constituyente para modificar la carta magna que su padrino, Hugo Chávez Frías, había impuesto a fines del siglo pasado. Pretende constituirla, al menos por la mitad, con partidarios elegidos a dedo. Pero todo eso no bastará, como lo demuestra cada día en la calle la movilizada sociedad, para compensar su descrédito, por muchas armas y activistas que le suministren los gerontes cubanos; es que, si el chavismo cayera, la isla verá cortarse el último cordón umbilical que le permite respirar, aunque sea miserablemente.
No hay dictadura en el mundo que haya podido sostenerse exclusivamente basada en las bayonetas, cuando sólo el 10% de la población la apoyaba.
Pero sería muy importante, casi decisivo, que los Estados Unidos resolvieran, más allá de la correcta declamación política, interrumpir sus compras de petróleo venezolano, que hoy representan el 75% de las exportaciones del país. Si Maduro ni siquiera está dispuesto a permitir la instalación de un corredor humanitario –es más, ha confiscado las escasas medicinas que llegaron a su través- para ayudar a sus connacionales simplemente a sobrevivir, ¿por qué seguir alimentando su régimen, además vinculado al terrorismo colombiano y al narcotráfico, con esenciales divisas?
En el escenario latinoamericano, casi barrido de él el populismo que tanta miseria costó a sus pueblos, Argentina ha recuperado su prestigio y está dispuesta a asumir el liderazgo que Brasil dejara vacante por la enormidad de sus problemas internos. En este momento, la acompañan todos los países de la región –con la obvia exclusión de Uruguay, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, que aún no han conseguido desprenderse de esa lacra, y varias naciones caribeñas, deudoras del chavismo, que intentó exportar el “socialismo del siglo XXI” mediante enormes exportaciones de petróleo a precios subsidiados- y la presión de sus vecinos regionales sobre Nicolás Maduro se está acentuando.
El gobierno bolivariano, ha quedado demostrado, prefiere la muerte de sus conciudadanos a ceder en sus pretensiones pseudo socialistas y en su capacidad depredatoria. Se ha conformado así un verdadero infierno, en el cual Venezuela muere cada día, mientras los chavistas rojo-rojillos bailan sobre un volcán en ebullición. Cómo concluirá esta monumental crisis, que tanto lastima la sensible y dolorida piel del continente, es la gran incógnita.
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 6, 2017
Bifocalidad y Justicia
Si el pensador chino, que murió quinientos años antes de la era cristiana, hubiera llegado a conocer la Argentina, habría estado permanentemente maravillado porque aquí compartimos, desde siempre, una realidad virtual, en la cual nada de lo que vemos o hacemos es cierto, mientras ignoramos las normas elementales que permiten a los hombres vivir en comunidad. No me refiero a las leyes, de por sí bastante extrañas y contradictorias, sino al modo en que las aplicamos, según nuestro personal punto de vista, en general reñido con el de la sociedad en su conjunto; y, en la duda, optamos siempre por el que más conviene a nuestro relato, individual o colectivo.
Para ejemplificar a qué me refiero, basta con pensar que las normas establecen que quienes son procesados por delitos pueden permanecer en libertad mientas se sustancia el juicio y se llega a una sentencia firme, pero se niega dicho privilegio a aquéllos que, estando libres, pueden poner en riesgo la investigación, adulterar las pruebas o, simplemente, fugarse. Y los mismos criterios se aplican a los mayores de setenta años, aún con condena firme, respecto a la prisión domiciliaria; esto último se justifica especialmente porque ninguna sociedad civilizada combate a los supuestos caníbales comiéndoselos.
Creo que el asombro llega a Brasil, donde el proceso de limpieza contra la corrupción ha alcanzado cotas impensables en América Latina hasta hace muy poco, ya que muchísimos dirigentes políticos, gobernadores, senadores, diputados, empresarios, etc., se encuentran en la cárcel y a nadie se le ocurriría siquiera pedir algo así.
La viuda patagónica, recordemos, se encuentra procesada, entre otras cosas, por organizar y encabezar una asociación ilícita (un delito no
excarcelable), fundada con el propósito de cometer una enorme multiplicidad de estropicios, de los cuales hemos sido víctimas todos y cada uno de los habitantes de este país, expoliado hasta la extenuación durante las sucesivas gestiones que compartió desde hace veinticinco años con su marido muerto; si como muestra basta un botón, allí tenemos a la Provincia de Santa Cruz, aunque ésta tenga una superficie comparable a la de varios países sumados y tenga bajo su suelo una riqueza saudí.
El choque entre este suceso y la realidad de las prisiones superpobladas de individuos detenidos sin sentencia firme por la comisión de delitos menores, como hurtos o arrebatos, ha producido una generalizada indignación, reflejada en las redes sociales y en las plataformas de peticiones públicas; y es razonable que así sea, toda vez que Cristina Kirchner y su entorno han demostrado hasta el hartazgo que están dispuestos a alterar las pruebas –como hicieron con los libros de las sociedades hoteleras involucradas- y entorpecer así cualquier investigación.
Esos hechos, ya probados, bastarían con enviar a la cárcel a cualquier pequeño comerciante, pero nuestros particulares jueces, que cuentan con narices más caras que las de los mejores perfumistas, son inmensamente tolerantes y permisivos ante quienes han ejercido, durante tantos años y con enorme fiereza, un poder omnímodo; no vaya a ser que, en una súbita recaída social, vuelvan al poder y quieran cobrarse las penas ahora aplicadas.
En otro orden de cosas, lo mismo parece suceder con aquellas personas que, como Hebe de Bonafini, son aún capaces de generar conflictos en la calle; aún tenemos fresco el recuerdo de cuando se negó a comparecer en Comodoro Py y el Juez aceptó interrogarla en la cocina de la Fundación Madres de Plaza de Mayo. El Dr. Eduardo San Emeterio y quien esto escribe la denunciamos –y, con ella, a la locutora del acto y a los organismos de pseudo derechos humanos firmantes del documento allí leído- por sus dichos en la Plaza de Mayo el 24 de marzo pasado; a más de un mes de haberlas radicado, no hemos sido llamados todavía a ratificar las denuncias, primer paso de la causa penal.
En el otro extremo de ese espectro se encuentran los casi dos mil presos militares, ancianos (el promedio de edad es 76 años), la mayoría sin condena firme y cumpliendo prisiones preventivas que exceden en lustros el máximo legal permitido (dos años, más uno debidamente justificado), que se siguen muriendo en las mazmorras estatales por falta de atención médica adecuada. Acusados por testigos que, cuarenta años después, dicen haber construido colectivamente la memoria y reconocerlos por la voz o por el olor, privados de todo derecho a un juicio justo y víctimas de procesos judiciales amañados, cuatrocientos ya fallecieron (cincuenta lo han hecho desde el 15 de diciembre de 2015) y, naturalmente, el ritmo se incrementará con el mero transcurso del tiempo.
Cuando, muy esporádicamente por cierto, algún tribunal federal les concede el beneficio de la prisión domiciliaria –ayer fue el caso de un preso de 87 años, gravemente enfermo- la mayor parte de las veces no se hace efectivo porque otro tribunal la niega, y la saga continúa. Es que, rápidamente, se alzan los infames pasquines y las radios y canales de televisión que multiplican la vocinglera gritería de esos mismos organismos de pseudo derechos humanos que rechazan la democracia como sistema de vida y piden, a voz en cuello, el derrocamiento del Gobierno.
Nadie se pregunta, tratándose de los “genocidas”, por qué se los mantiene en la cárcel, cuando no pueden alterar las pruebas del proceso ni corren riesgo de fuga. Es que a éstos, la sociedad los ha elegido como únicos receptores de la culpa general de haber llamado a las puertas de los cuarteles para parar el desmadre en que se había convertido el régimen peronista en 1974 y 1975, que amenazaba con despedazar el país.
Ya nadie recuerda –ni quiere hacerlo- cuántos civiles, en especial radicales, actuaron como funcionarios, ministros e intendentes del proceso militar, ni cuántos empresarios, obreros, comerciantes y estudiantes aplaudieron a rabiar a los generales golpistas. Es más cómodo transferir esa responsabilidad a unos pocos y lavar así los pecados colectivos, por más que, cuando la tragedia se produjo, esos pocos fueran extremadamente jóvenes y estuvieran en los grados más bajos del escalafón jerárquico; hasta el lamentable Gral. Milani entra en esta categoría, aunque deba permanecer en la cárcel hasta que sea condenado por ladrón.
Hace un año y medio, Mauricio Macri prometió terminar con lo que él mismo llamó el “curro” de los derechos humanos. Los argentinos, tan golpeados por la gigantesca crisis económica que nos dejó el kirchnerismo, necesitamos saber quién se llevó los más de US$ 2.500 millones en extrañísimas indemnizaciones, cuyos destinatarios el Gobierno aún se niega a revelar.
Argentina se está reinsertando en el mundo, y una prueba de ello será su próxima integración a las grandes mesas de discusión del comercio mundial, en especial en el área del Pacífico, así como la importancia que nuestro país está recuperando en la región, reconocida a través de los viajes presidenciales a China y la visita de grandes personalidades mundiales, como Angela Merkel. Evidentemente, mucho ha cambiado ya y, después de octubre, ese cambio se acelerará, cuando la esperable victoria electoral del Gobierno derrumbe la falsa prudencia de los inversores, sobre todo de nosotros mismos.
Pero debemos recordar que, para que esas esperanzas se transformen en realidades concretas, debemos tener una Justicia independiente, seria, confiable y rápida; con ella, todo será posible pero, sin ella, nada lo será.
Enrique Guillermo Avogadro
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 28, 2017
La contradicción del juez Bonadío alienta al “Argentinazo”
El cambio de rumbo enardeció a los titulares de cuentas de Twitter anti-k, quienes expresaron su disgusto contra el juez federal y aprovecharon la oportunidad para darle más fuerza a una convocatoria en las inmediaciones de los tribunales de Comodoro Py.
Los Tweets desbordan las redes haciendo hincapié a partir de la decisión de Bonadio, aunque el hallazgo del cuerpo sin vida de Micaela García también despertó iras. Su asesino es un hombre con antecedentes que, contra otras recomendaciones, fue liberado por un juez de la escuela Zaffaroniana.
Se maneja la hipótesis que una contramarcha para celebrar los 14 años desde la asunción de Néstor Kirchner a la Presidencia, podría efectuarse el mismo día.
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 27, 2017