EL QUE DICE LO QUE MUCHOS SABEN, PERO NO SE ANIMAN A DECIR.
Hace pocos días, un cumbiero de 43 años de edad, que se crio en Isidro Casanova y fue disc-jockey en la Matanza, que no termino el colegio secundario y cuyo tema musical de mayor éxito es “Par-tusa”, se convirtió en el vocero de militares y policías retirados, diciendo muchas cosas que ellos saben, pero no se animan a decir y callan, escondiendo de esa forma a sus camaradas presos, sea en la casa o en una unidad de detención.
Cabe preguntarse entonces, ¿que pasa con la gran mayoría de militares y policías retirados, que tiene que venir un cantante de cumbia a convertirse, casi, en su vocero?
¿Qué pasa que olvidan a sus camaradas presos, librándolos a su suerte y destino, limpiando su consciencias, reenviado algún mensaje por WhatsApp, de vez en cuando?
¿Que pasa que no dicen lo que una sociedad sabe, aunque casi como un mito urbano, y callan frente a la desinformación que todos los días nos bombardea desde los medios de comunicación, los antiguos terroristas hoy devenidos en grupos progresistas y pro derechos humanos? No se puede creer que la verdad de los sucedido en los años 70 se cuente como -dije- como casi un mito urbano.
Lo que el Dipy conto, no es nuevo para nadie, solo que nadie se anima a decirlo. Solo aquellos que son sometidos a los prevaricadores juicios que -eufemísticamente- llaman “juicios de lesa humanidad”, enrojecen sus gargantas contando estas verdades, pero lo hacen en la mayor de las soledades, sin la compañía de sus camaradas en la sala de audiencia o en un cuarto intermedio. Sin que puedan ver una cara amigable en esos duros momentos, tan solo la cara de su abogado, que en el mejor de los casos es privado y se hermana con el en esos momentos. Sus camaradas, sus compañeros, bien gracias. Menos aun pisan un penal, a ver si quedan “marcados” en el formulario que deben completar al entrar. Ni siquiera un llamado telefónico, a ver si “están escuchando”.
Y es que no se entiende. ¿Tan bravos eran pateando puertas en los 70 y ahora se acobardan a una “eventual” citación judicial? Como me dijo un amigo una vez: “sabes lo que pasa…. con luz verde todos somos guapos”.
Cuando fue lo del “2×1”, todos los progres salieron a marchar, hasta el mas “light” salió a la calle. ¿Si alguien convocara a una marcha por la libertad de militares y policías, saldrían los retirados, los camaradas de los que están presos marcharían por la calle?
¿Acaso los terroristas y quienes los defiende puede marchar por las calles, hablar en los medios, reivindicar sus delitos, mientras que del otro lado nadie se mueve de la comodidad de su living? ¿En que los han convertido a los retirados militares y de la policía, este lumpen que nos gobierna? ¿Acaso no les hierve la sangre al ver condenar a sus compañeros en kafkianos juicios o podrirse en un penal? ¿Tiene mas valor un cantante cumbiero que ellos?. Cosas veredes amigo Sancho, que non crederes.
Cuando empecé como abogado defensor en estas causas me enseñaron palabras como “honor” lealtad”, “dignidad”, se me habló de la “familia militar” y de la “familia policial”, de la camaradería, se me machacó que jamás se abandona al camarada en el campo de batalla. Hoy creo que son palabras vacías, dichas por algún nostálgico de otros tiempos, de mucho tiempo atrás; que esperan ser revitalizadas por algún viejo camarada que, de una vez por todas, pegue un golpe en la mesa y grite: “no podemos seguir así, sin hacer algo por nuestros camaradas”.
Una infidencia y ojalá sirva para algo, allá por el año 2016 fui a ver al General Díaz Bessone, amigo y defendido mío, había salido el informe del Cuerpo Medico Forense diciendo que su cuadro de salud era irreversible, crónico y se agravaría día a día. Tenia 90 años, había cursado su quinto ACV (el primero fue durante el juicio denominado “Feced I”), hablaba muy poco y casi no tenia movilidad. Trate de explicarle que con ese informe pediría el sobreseimiento de las causas que tenia (se contaban por decenas) y la nulidad de la condena que había recibido, implicando todo ello la posible libertad. Luego de largos y eternos segundos, levantó su mirada y con un hilo de voz me digo: “sirve para todos?”, “no Ramon es para Ud., puede quedar libre” le contesté, ya sin mirarme me dijo: “no me sirve, no es para todos… no presente nada…”. No pude presentar nada, no me lo hubiese perdonando. Al año siguiente nos dejó.
La dignidad, el valor, el honor no están en una insignia ni dependen de una sentencia judicial. Quizás nos quiten la libertad, pueden que nos quiten la jubilación, pero jamas, nunca, permitamos que nos quiten la dignidad de haber sido un soldado o policía que peleo por su Patria. Como dice la conocida frase: “Sólo el que vive de rodillas ve gigantes a sus enemigos”.
EL DIPY: LA VERGÜENZA DE MILITARES Y POLICIAS RETIRADOS.
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Por Dr. GONZALO P. MIÑO.
EL QUE DICE LO QUE MUCHOS SABEN, PERO NO SE ANIMAN A DECIR.
Hace pocos días, un cumbiero de 43 años de edad, que se crio en Isidro Casanova y fue disc-jockey en la Matanza, que no termino el colegio secundario y cuyo tema musical de mayor éxito es “Par-tusa”, se convirtió en el vocero de militares y policías retirados, diciendo muchas cosas que ellos saben, pero no se animan a decir y callan, escondiendo de esa forma a sus camaradas presos, sea en la casa o en una unidad de detención.
Cabe preguntarse entonces, ¿que pasa con la gran mayoría de militares y policías retirados, que tiene que venir un cantante de cumbia a convertirse, casi, en su vocero?
¿Qué pasa que olvidan a sus camaradas presos, librándolos a su suerte y destino, limpiando su consciencias, reenviado algún mensaje por WhatsApp, de vez en cuando?
¿Que pasa que no dicen lo que una sociedad sabe, aunque casi como un mito urbano, y callan frente a la desinformación que todos los días nos bombardea desde los medios de comunicación, los antiguos terroristas hoy devenidos en grupos progresistas y pro derechos humanos? No se puede creer que la verdad de los sucedido en los años 70 se cuente como -dije- como casi un mito urbano.
Lo que el Dipy conto, no es nuevo para nadie, solo que nadie se anima a decirlo. Solo aquellos que son sometidos a los prevaricadores juicios que -eufemísticamente- llaman “juicios de lesa humanidad”, enrojecen sus gargantas contando estas verdades, pero lo hacen en la mayor de las soledades, sin la compañía de sus camaradas en la sala de audiencia o en un cuarto intermedio. Sin que puedan ver una cara amigable en esos duros momentos, tan solo la cara de su abogado, que en el mejor de los casos es privado y se hermana con el en esos momentos. Sus camaradas, sus compañeros, bien gracias. Menos aun pisan un penal, a ver si quedan “marcados” en el formulario que deben completar al entrar. Ni siquiera un llamado telefónico, a ver si “están escuchando”.
Y es que no se entiende. ¿Tan bravos eran pateando puertas en los 70 y ahora se acobardan a una “eventual” citación judicial? Como me dijo un amigo una vez: “sabes lo que pasa…. con luz verde todos somos guapos”.
Cuando fue lo del “2×1”, todos los progres salieron a marchar, hasta el mas “light” salió a la calle. ¿Si alguien convocara a una marcha por la libertad de militares y policías, saldrían los retirados, los camaradas de los que están presos marcharían por la calle?
¿Acaso los terroristas y quienes los defiende puede marchar por las calles, hablar en los medios, reivindicar sus delitos, mientras que del otro lado nadie se mueve de la comodidad de su living? ¿En que los han convertido a los retirados militares y de la policía, este lumpen que nos gobierna? ¿Acaso no les hierve la sangre al ver condenar a sus compañeros en kafkianos juicios o podrirse en un penal? ¿Tiene mas valor un cantante cumbiero que ellos?. Cosas veredes amigo Sancho, que non crederes.
Cuando empecé como abogado defensor en estas causas me enseñaron palabras como “honor” lealtad”, “dignidad”, se me habló de la “familia militar” y de la “familia policial”, de la camaradería, se me machacó que jamás se abandona al camarada en el campo de batalla. Hoy creo que son palabras vacías, dichas por algún nostálgico de otros tiempos, de mucho tiempo atrás; que esperan ser revitalizadas por algún viejo camarada que, de una vez por todas, pegue un golpe en la mesa y grite: “no podemos seguir así, sin hacer algo por nuestros camaradas”.
Una infidencia y ojalá sirva para algo, allá por el año 2016 fui a ver al General Díaz Bessone, amigo y defendido mío, había salido el informe del Cuerpo Medico Forense diciendo que su cuadro de salud era irreversible, crónico y se agravaría día a día. Tenia 90 años, había cursado su quinto ACV (el primero fue durante el juicio denominado “Feced I”), hablaba muy poco y casi no tenia movilidad. Trate de explicarle que con ese informe pediría el sobreseimiento de las causas que tenia (se contaban por decenas) y la nulidad de la condena que había recibido, implicando todo ello la posible libertad. Luego de largos y eternos segundos, levantó su mirada y con un hilo de voz me digo: “sirve para todos?”, “no Ramon es para Ud., puede quedar libre” le contesté, ya sin mirarme me dijo: “no me sirve, no es para todos… no presente nada…”. No pude presentar nada, no me lo hubiese perdonando. Al año siguiente nos dejó.
La dignidad, el valor, el honor no están en una insignia ni dependen de una sentencia judicial. Quizás nos quiten la libertad, pueden que nos quiten la jubilación, pero jamas, nunca, permitamos que nos quiten la dignidad de haber sido un soldado o policía que peleo por su Patria. Como dice la conocida frase: “Sólo el que vive de rodillas ve gigantes a sus enemigos”.
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 5, 2021