El 20 de agosto de 1940, el exiliado revolucionario ruso Leon Trotsky es herido de muerte por un asesino que empuñó un hacha de hielo en un complejo a las afueras de Ciudad de México. El asesino, Ramón Mercader, era un comunista español y posiblemente, agente del líder soviético Joseph Stalin. Trotsky murió de sus heridas al día siguiente.
Nacido en Ucrania de padres judíos rusos en 1879, Trotsky abrazó el marxismo cuando era adolescente y luego abandonó la Universidad de Odessa para ayudar a organizar el Sindicato de Trabajadores del Sur de Rusia. En 1898, fue arrestado por sus actividades revolucionarias y enviado a prisión. En 1900, fue exiliado a Siberia.
En 1902, escapó a Inglaterra usando un pasaporte falso bajo el nombre de León Trotsky (su nombre original era Lev Davidovich Bronshtein). En Londres, colaboró con el revolucionario bolchevique Vladimir Ilyich Lenin, pero luego se puso de parte de las facciones mencheviques que abogaban por un enfoque democrático del socialismo. Con el estallido de la Revolución Rusa de 1905, Trotsky regresó a Rusia y fue nuevamente exiliado a Siberia cuando la revolución colapsó. En 1907, él escapó de nuevo.
Durante la década siguiente, fue expulsado de una serie de países por su radicalismo, viviendo en Suiza, París, España y la ciudad de Nueva York antes de regresar a Rusia cuando estalló la revolución en 1917. Trotsky desempeñó un papel de liderazgo en la toma del poder por parte de los bolcheviques, conquistando la mayor parte de Petrogrado antes del triunfal retorno de Lenin en noviembre. Nombrado secretario de Asuntos Exteriores de Lenin, negoció con los alemanes para poner fin a la participación rusa en la Primera Guerra Mundial.
Stalin, Lenin y Trotsky
En 1918, se convirtió en comisionado de guerra y se dedicó a construir el Ejército Rojo, que logró derrotar a la oposición anticomunista en el Guerra civil. A principios de la década de 1920, Trotsky parecía el heredero de Lenin, pero perdió en la lucha de la sucesión después de que Lenin enfermara en 1922.
En 1924, Lenin murió y Joseph Stalin emergió como líder de la URSS. Contrario a las políticas declaradas de Stalin, Trotsky pidió una revolución mundial continua que inevitablemente resultaría en el desmantelamiento del estado soviético cada vez más burocrático. También criticó el nuevo régimen para suprimir la democracia en el Partido Comunista y por no desarrollar una planificación económica adecuada. En respuesta, Stalin y sus partidarios lanzaron un contraataque de propaganda contra Trotsky. En 1925, fue removido de su puesto en el comisariado de guerra. Un año después, fue expulsado del Politburó y en 1927 del Partido Comunista. En enero de 1928, Trotsky fue deportado por el líder soviético Joseph Stalin a Alma-Ata en la remota Asia soviética. Vivió allí en el exilio interno durante un año antes de ser desterrado para siempre de la URSS por Stalin.
Fue recibido por el gobierno de Turquía y se estableció en la isla de Prinkipo, donde trabajó para terminar su autobiografía y la historia de la Revolución Rusa. Después de cuatro años en Turquía, Trotsky vivió en Francia y luego en Noruega y en 1936 se le concedió asilo en México. Instalado con su familia en un suburbio de la ciudad de México, fue declarado culpable de traición en ausencia durante las purgas de Stalin de sus enemigos políticos. Sobrevivió a un ataque de ametralladora llevado a cabo por agentes estalinistas, pero el 20 de agosto de 1940 fue facil presa de Ramón Mercader, un comunista español que se había ganado la confianza de la familia Trotsky. El gobierno soviético negó la responsabilidad, y Mercader fue condenado a 20 años de prisión por las autoridades mexicanas.
La Unión Soviética garantizó a sus trabajadores el “derecho al descanso”, presumiendo de más de 180 centros de salud donde podrían rejuvenecer en dos semanas de vacaciones patrocinadas por el estado. El más deseado se sentó en la llamada Riviera Rusa, un paisaje subtropical con cielos azules y palmeras que se abrazan al este del Mar Negro. La construcción de sus 22 sanatorios comenzó en la década de 1920, y en la década de 1980, los trenes rugían diariamente desde Moscú. Cada año, cientos de miles de personas se bañaban en sus manantiales de radón-carbonato-aguas radiactivas que supuestamente podrían curar cualquier cosa, desde eczema hasta infertilidad, incluyendo, en 1951, al propio camarada Stalin.
A pesar de cómo se imagina que son los spas hoy, estas instituciones de la era soviética eran estrictas. Los invitados no podían traer a sus familias. Beber, bailar y hacer demasiado ruido también se desalentaba, ya que podrían restarle a los invitados la capacidad de reflexionar sobre el estado socialista, los beneficios de vivir en libertad (Pese a que estas visitas al spa eran vacaciones mandatorias), o las hambrunas y genocidios, todo inventado por el capitalismo.
Esta región es conocida como Tskaltubo.
Es fácil adivinar lo que sucedió después: la Unión Soviética cayó en 1991, Georgia obtuvo su independencia y la gente dejó de ir a estos centros. El año siguiente, los separatistas respaldados por Rusia en la región de Abjasia se enfrentaron con las fuerzas armadas georgianas en un conflicto de 13 meses que expulsó de sus hogares a 200.000 personas de etnia georgiana. Muchos se refugiaron en los antiguos sanatorios. Según cifras del gobierno de 2014, casi 6.000 personas desplazadas internamente permanecen en ellos; algunos han sido trasladados a nuevas viviendas, pero muchos todavía se ganan la vida en sanatorios desmoronados con tuberías rotas y electricidad, agua y gas limitados.
Los refugiados aparecieron en los edificios, pero luego tuvieron que adaptarse y crear sus propios medios improvisados de supervivencia, como encontrar dónde estaban las tuberías de agua que podían aprovechar, electricidad u otras necesidades.
Los habitantes dan la bienvenida a visitantes a sus casas improvisadas, sus paredes agrietadas adornadas con íconos religiosos y pinturas de paisajes. Los anfitriones ofrecen licores caseros y comparten pan, tomates y salchichas mientras hablaban sobre sus vidas. Muchos cultivan sus propios alimentos, cuidan a los animales y crían hijos y nietos que nunca han conocido la vida en otro lugar.
Eso podría cambiar. En los últimos años, el gobierno vendió un par de complejos de sanatorios a empresas privadas para convertirlos en hoteles; sueña con hacer de estas áreas un destino turístico una vez más. Pero por ahora, los ocupantes ilegales, huertas, gallineros y el ganado permanecen.
Tal vez era demasiado joven, pero cuando por primera vez fui espectador de Ausencia de Malicia (Sydney Pollack, 1981), me pareció una película amorfa, sin ritmo, confusa. En pocas palabras, y descendiendo de mi arrogancia, no entendí el mensaje. Gracias a la tecnología, hoy podemos rastrear con aplicaciones, canales en los cuales logramos rescatar clásicos del cine, filmes taquilleros o remotas producciones de los países más distantes. En medio de estas aventuras, allí estaba, en un canal tal vez canadiense, esperando lo que fue catalogada como una de las veinte más atrapantes producciones realizadas para el celuloide: Ausencia de Malicia. Esta cuenta la historia de Mike Gallagher (uno de las mejores -codo a codo con El Veredicto– interpretaciones de Paul Newman) quien se ve envuelto -por un pasado conectado a su familia mafiosa- en una conspiración para imputarle la culpabilidad de la desaparición de un sindicalista portuario sin pruebas y solo por tener antepasados en el mundo del hampa, de cómo el gobierno no duda en orientar al periodismo hacia el armado de una causa y como el periodismo es manipulado (o se deja manejar por propia conveniencia). A pesar de todo, estamos en América y las acciones del gobierno son investigadas por su propio gobierno. El chico de la película no debe demostrar su inocencia y los malos muchachos tendrán su merecido. El sabor amargo es que las acusaciones se imprimen en letras de grandes tamaños y las retractaciones nunca ganan la primera plana. Ausencia de Malicia es también el espejo de la sociedad: Si es exhibido en los periódicos, es cierto.
La alegoría no es la mejor, pero haber pertenecido a las fuerzas de seguridad en Argentina durante la década del setenta impone un manto de culpa que se extenderá por generaciones gracias al triste pero brillante operativo del kirchnerismo por conseguir amigos e influenciar sobre ellos, y la pereza de sus seguidores por conocer la historia completa y el resultado de esa historia en el país. Permítame colocar un sinónimo a la palabra amigos, en este caso cómplices y otro menos claro la palabra pereza: En muchos casos es igual a beneficio. Para conseguir todo esto, se injuria a las personas lo que me lleva a preguntar sobre la figura de la Real Malicia.
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Según el doctor Gonzalo Miño, en Argentina se ha aceptado la real malicia y quien demande por injurias y calumnias debe probar que quien lanzó el comentario conocía realmente su falsedad. Si esto es llevado a un plano más amplio, podría difícilmente argumentarse que quién falla una sentencia amparándose en la ley, conoce la veracidad o falsedad en la que se escuda. Para ser más amplio, un juez que incumple sus funciones manteniendo en la cárcel bajo una prisión preventiva que ha excedido los dos años (o tres, según las circunstancias) se encuentra en una posición de violar la ley -que ha estudiado, que conoce, y ha juramentado cumplir-, por lo tanto, al desechar una presentación de la defensoría, no solo hace un mal uso de su poder, sino que al expedirse en sus escritos podría estar cometiendo un acto de real malicia. Si bien real malicia está directamente relacionada con la libertad de expresión y el violento acceso de la palabra en la prensa, bien establecidos se hallan los límites. Si en un juicio son aceptados los testimonios de personas sobre eventos que escucharon de la boca de terceras personas y el magistrado los usa para realizar cargos al imputado haciéndolo público, se desentierra su accionar pretendiendo desconocer la ley que, por su trabajo, por su profesión, por su investidura, no puede omitir.
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Gonzalo P. Miño
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La Doctrina de la Real Malicia, pretende lograr un equilibrio entre la labor del periodismo y los derechos de individuos afectados por cierta información. La doctrina se resume en la exculpación de los periodistas, acusados criminalmente o procesados civilmente por daños y perjuicios causados por informaciones falsas, poniendo a cargo de los demandantes la prueba de que las informaciones falsas, son realmente falsas, con entendimiento de que eran apócrifas o con indiferencia sobre si eran o no verídicas. Este criterio separa dos tipos de protección al buen nombre y honor de las personas. La primera es adaptable al ciudadano común y corriente. La segunda a los funcionarios públicos. La distinción reside en que las personas privadas son más vulnerables que las públicas debido que éstos últimos tienen mayor y mejor acceso a los medios de comunicación para refutar informaciones espurias, adulteradas o simuladas. Como consecuencia de ello el funcionario damnificado, a diferencia del particular, deberá probar que la noticia fue publicada con real malicia. Tal conducta antijurídica hará responsable al periodista, en faz penal si conocía la falsedad y obró con indolencia o inapetencia en su búsqueda de la verdad respecto del resultado contraproducente, y en el aspecto civil porque la real malicia supone la demostración de la culpa en concreto que se verifica ante el obrar inmoral.
Jueces, fiscales, abogados no son -abusando de la generalidad- periodistas, pero sus edictos, opiniones o replicaciones ganan la opinión pública moldeando mentes o deformando cerebros abúlicos. El periodista planta la noticia y -si bien no tiene que ser estrictamente un experto- se debe a sus responsabilidades. Buscará referencias, precedentes, leyes y opiniones. Un accidente de tránsito se refleja en un artículo de prensa sobre quien conducía, en donde se produjo, que daños se produjeron, quien maniobró equivocadamente para provocar el infortunio. Luego, su opinión y critica para denunciar si -por ejemplo- alguien guiaba intoxicado, a alta velocidad, de manera errática o con su permiso de conducir vencido. Sostengo que en todos los órdenes debería funcionar de esta manera. ¿Está el juez, el fiscal, el abogado cumpliendo sus compromisos con la ley? ¿Es el periodista responsable de enlodar aún más a un imputado? De ser esto correcto, ¿Cuántos agentes -directa o indirectamente- contribuyen en alimentar ese fuego?
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Uno de los precedentes más notorios de Malicia Real en Estados Unidos nos remite a Herbert vs Lando. Anthony Herbert era un oficial retirado del ejército que prestó servicios en Vietnam. Mientras estuvo en el país asiático, acusó a oficiales superiores de encubrir las atrocidades que las tropas estadounidenses habían cometido. El sistema de radiodifusión Columbia (CBS) produjo y transmitió un documental de la historia del peticionario. Anthony Herbert demandó por difamación a los productores argumentando que el programa retrató falsa y maliciosamente su personaje, lo que le ocasionó una pérdida financiera. Para probar la difamación bajo el estándar de “malicia real”, los abogados de Herbert depusieron a Lando, así como al productor y al editor del documental, intentando deducir las decisiones editoriales que se tomaron durante la producción del programa. En una decisión de 6 a 3, la Corte Suprema estableció que, pese a la tradición y respeto por la libertad de prensa, existen allí ciertos límites y en el aventurar de hechos o nombres, se descubre la figura de Malicia Actual debido a la falta de responsabilidad de los periodistas en investigar y constatar lo sucedido.
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Anthony Herbert
Herbert vs Lando y un precedente en la historia jurídica norteamericano en cuanto a malicia actual
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El gobierno no puede situarse por encima de la ley. En los albores de los Estados Unidos, Jefferson había orquestado y entendía que la Constitución había sido redactada para proteger a los ciudadanos de las garras del gobierno. Si este gobierno -así sea para perseguir la más noble de las causas- utiliza artimañas ilegales no está prestando servicio alguno a la justicia.
En cada provincia argentina, en cada centímetro del territorio de la república, utilizar artificios desde un tribunal -lugar que debería ser honrado-, constituye uno de los más perversos delitos.
Nuestra vida está inundada de experiencias y estas afectan nuestro comportamiento. Cuando un periodista deportivo -imaginándonos en el medio de un país futbolero- sentencia que un jugador no tiene categoría, está interviniendo con el destino de este último y con el pan de sus hijos. Cuando un periodista cataloga de represor a un ex uniformado que ni siquiera ha sido llevado a juicio, está ejercitando el diabólico rol de ser un propulsor de la real malicia.
El gobierno Kirchnerista arrojó a ilegalmente a miles de ex uniformados a la cárcel, los desnudó de sus derechos y arrojó las llaves a una alcantarilla. Limitó visitas, negó mínimas atenciones médicas y dejó engrosar causas con pruebas tristemente irrisorias. El grueso del periodismo ha sido cómplice. ¿Suena como la República de Stalin? No importa, Stalin no es tan mal visto en el país. Con el cambio de gobierno las violaciones continúan. ¿Un volver al futuro? Bienvenidos a la Argentina de hoy, donde el dios de su preferencia posee reglas misteriosas, muchas esposas por satisfacer y muchos cheques por firmar para sus hijos descarriados. No hay tiempo para preocuparse por la real malicia. Clarence S. Darrow solía decir que “solo puedes proteger tus libertades protegiendo las de los demás. Sólo puedes ser libre si yo lo soy”. Pero también declamaba que “cuando yo era chico me decían que cualquiera podía llegar a presidente de la nación. Ahora estoy empezando a creerlo”. Esta última frase, tomada como insulto, nos podría llevar a un agudo estado de resignación. Tomada literalmente, nos haría promotores de la Real Malicia. O no.
Hoy tanto en el diario Página 12 como así en numerosos sitios, pudimos leer la convocatoria para el día de la mañana de un “escrache” a Ruben Alfredo Boan, quien fuera suboficial de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Debo decir que lo conocí y compartí espacio en el pabellón 19 de la U 31 de Ezeiza, hasta que una gravísima emergencia cardiológica, lo llevó a una compleja operación. Sobrevivió y le concedieron prisión domiciliaria, a la que se fue sosteniendo porfiadamente que con Macri “se terminaba el curro de los DDHH”. Hace nada más que 10 meses y a raíz de diferentes escraches que se llevaban a cabo a prisioneros con arresto domiciliario, publicamos la nota: “KRISTALLNACHT, ALEMANIA NAZI – Noviembre 1938 / ESCRACHES, ARGENTINA DEL CAMBIEMOS – Noviembre 2016”. En este breve lapso de tiempo se produjeron no pocos cambios en el país. Así adquirieron notoriedad presuntos mapuches, que toman “pacíficamente” un juzgado federal y hasta obligaron al titular del mismo y a una fiscal, a huir al terminar la jornada laboral, mientras recordaban a las madres de los funcionarios, sin que pase nada.
UN SOLO PP EN ARGENTINA
También supimos que lesionar 20 policías, causar daños por sumas millonarias en el centro porteño que pagaremos nosotros los pavotes y arrojar bombas molotov, con 48 escasas horas de arresto se supera el entuerto. Para ello está nuestro conocido juez federal cobardón Marcelo Martínez De Giorgi que no tiene prejuicio alguno de habilitar su juzgado un día domingo para mandarlos a su casa. Destacado lugar tiene “la única PP del país”, la señora Milagro Sala, quien con 56 jóvenes años de edad goza de una privilegiada y muy cara prisión domiciliaria.
Sus gastos también los pagaremos nosotros los pavotes, a pesar de lo cual la señora no está conforme. Si bien la lista de cambios es extensa, la terminaré con el broche de oro puesto por la jueza en lo contencioso administrativo y tributario de la Ciudad, Elena Liberatori. Esta “sabiamente” afirmó que los querubines que tomaron más de 30 colegios, no permitiendo que haya clases, “están haciendo uso de sus derechos constitucionales”. Y cuidadito de hacer una denuncia policial por las tomas, ya que eso si es un acto muy ilegal. Los daños que queden al final de estas “usurpaciones”, con perdón de la palabra, a que no saben quién los pagará? Por supuesto nosotros los pavotes.
LOS QUE NO CAMBIAN
Los únicos que no cambian, excepto en caso de morir, son los adultos mayores prisioneros a como dé lugar por los mal llamados delitos de lesa humanidad. Salvo honrosas excepciones, se mantiene el silencio, la disciplina, el orden, no se escracha a nadie y ni hablar de decir ¡BASTA! a tanta iniquidad. Quien obtiene el mendrugo de amargo pan que es el arresto domiciliario, se da por conforme y en algunos casos pareciera que toca el cielo con las manos. Eso si ahora se podrá saber leyendo el diario, aunque este sea Página 12, que día y a qué hora vendrán por nosotros.
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ESCRACHE
El escrache en la Alemania nazi hacia los judíos o gitanos, en la Italia de Mussolini, hacia los no fascistas o los homosexuales, o en la España de Franco hacia los republicanos fatalmente vaticinaba sangre.
A Stalin -uno de los mayores asesinos seriales de la historia- le propusieron hacer escraches: “Usted piense, camarada, vamos a la vivienda de algún ruso blanco, o algún menchevique, y hacemos una pequeña manifestación, coreamos consignas, montamos un poco de ruido e informamos a los vecinos de que ahí vive un enemigo de la Revolución. En ocasiones, cuando la cosa se caldee, podríamos incluso… ¡Pegar carteles en el portal de la vivienda!”, insinuaba un “camarada”.
Pero ni Stalin se atrevió a llevar a cabo ese plan. Ni un tirano salvaje y paranoico como el georgiano, dispuesto a todo con tal de mantener el poder, se atrevería a hacer.
Una cosa -para el exterminador comunista- era exterminar a millones de seres humanos, y otra escrachar algo que le podía reportar propaganda abierta en su contra. Eso sólo se atreven a hacerlo en Argentina.
Cuando la obra de Robert Conquest, El Gran Terror, apareció ante los ojos de Occidente, fue como una voz de alarma ante los horrores de las purgas de Josef Stalin. Se trataba de un trabajo apartidista y el más acertado sobre el tema. Esta exploración recorre una odisea de sadismo, locura y muerte propiciada por el Hombre de Hierro de la Unión Soviética. Mucho se ha dicho de las fuentes no-oficiales de las cuales se nutrió Conquest para su trabajo, pero en 1968, cuando aún estaba lejos la revelación de los archivos en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el libro permitió entender que los grandes procesos se insertaban en una lógica de represión de masas, determinada por la ideología y causante de, según sus estimados, más de veinte millones de muertos. Cuando se produjo esa apertura de información, Conquest se encontró con más material para documentar una nueva edición. Allí, no dejó escapar el mínimo detalle incorporando notas y expedientes secretos sobre los tres grandes Juicios de Moscú y las ejecuciones sin pruebas al por mayor.
Un par de días atrás, Mauricio Ortín tuvo la gentileza de enviarme un ejemplar en español, lo que hizo que desempolvara una versión en inglés de mi biblioteca, cuyas páginas no había tocado en mucho tiempo, solo para comprobar que era el relato revisado de 1990. En efecto, de ese se trataba. En el mismo, Conquest fue adhiriendo los resultados de una abundante sovietología, con enmiendas en cuanto al número de víctimas, que llegaban casi a las nueve cifras. La apertura de los archivos en Moscú ha confirmado todas las hipótesis y conclusiones, solo corrigiendo sus cálculos. El gran escritor y pensador Christopher Hitchens, un marxista en su juventud, sostenía a El Gran Terror como el análisis superior del cruel accionar del comunismo en la Rusia soviética.
Agradecimiento a Mauricio Ortín por su notable colaboración y en su indirecto comportamiento, para refrescar mi memoria, ayudar a comprender y obligar a utilizar el pensamiento crítico de una porción confundida de los argentinos de hoy.
Como no suelo guardar archivos sobre mis entregas, no recuerdo certeramente si mencioné este tema
antes de ahora.
Pero como el desarrollo de los hechos internacionales cuenta con su propia dinámica, creo que nunca está de más, esbozar nuevas hipótesis.
Este “Pato Donald”, para algunos, tiene los días y/o meses contados, por su carácter indómito y egocentrismo desmedido para los tiempos que corren.
Se apresta a un enfrentamiento directo con China, por el refuerzo que promete de la Séptima Flota, con
más submarinos nucleares en todo el sudeste asiático.
Una guerra comercial en principio con su puerta trasera -México- será una constante en su inminente
administración.
El enfrentamiento con Hollywood, Wall Street, la Prensa Asociada y la propia Agencia Nacional de Seguridad, lo tornará inestable en cuanto a su integridad física.
Enfrenta demasiados intereses corporativos que hasta ahora eran “las vacas sagradas del sistema”.
Lo que trae a mi memoria, un tanto oxidada lo admito, una anécdota protagonizada entre “Joe” Kennedy
y su hijo “Jack” en el verano de 1961.
El caso fue que el Patriarca le comentó a su hijo mayor que los tipos de la Bolsa de New York, eran unos
canallas.
Era sábado y en la tertulia familiar Bostoniana, participaban muchos de sus miembros.
Pero se supo luego que el actor Peter Lawford, cuñado del Presidente lo filtró a los Medios.
El resultado fue que en la apertura de la rueda del lunes siguiente, todos los operadores en el recinto,
se colocaron una cocarda que decia “soy un hijo de puta”.
Fue todo un meta mensaje que dos años después, tendría su epicentro en Dallas.
Donald Trump, si bien es el emblema del “antisitema” de todo Washington DC y sus intrigas, es de la
opinión que se encuentra suficientemente cohonestado por el holgado respaldo de sus votantes, víctimas de la decadencia Norteamericana.
El y sus asesores son de la opinión que con ello bastara, pero si eso creen, no estudiaron la historia de su propia Nación.
Muchos siguen afirmando que John Wilkes Booth -el asesino de Lincoln-, era un Confederado resentido por la derrota de los Sudistas.
He reunido en estos últimos treinta años, la suficiente documentacion respaldatoria que el homicida actuó por ordenes directas del Secretario De Guerra Edwin Stanton, quien ordenó la ejecución del Presidente, porque se oponía ferreamente a la politica del viejo Abe, de tender un manto de olvido y perdón a los Estados Sureños.
Y porque las conspiraciones presidenciales siempre son ejecutadas por los mas cercanos a la víctima.
Sucedió con Julio César, con Robespierre, con el exiliado Bonaparte, con Stalin a manos del Mariscal Zukov, con JFK por parte de su Vice Lyndon Johnson, quien era partidario de una intervención directa y sin mas demoras en Vietnam, Laos y Camboya, Juan Pablo I y con cientos de otros casos desde aquel afamado ateniense -Pisistrato-, a manos de sus dos hijos varones.
En otras palabras y yendo especificamente al caso Yankee, lo cierto es que ellos nunca apelaron a los Golpes de Estado, sino a la supresion de sus Presidentes si las cosas se salían de curso.
Trump puede y casi seguro será ese epifenómeno de recurrencia supresiva, si no opta por la moderación.
Pero todo indica que no recurrirá a dominar su altivo temperamento, porque planea reposicionar a USA
al status que tenía en los ochenta, cuando un mediocre actor como Reagan se apropió de Occidente y
los restos de la Union Soviética.
Y en esa Cruzada que esta vez acendrara el racismo de los ex Estados Secesionistas en perjuicio de los caras sucias afros, encontrará más enemigos en el camino que quizás en conjunto nos hagan presenciar
Trotsky
El 20 de agosto de 1940, el exiliado revolucionario ruso Leon Trotsky es herido de muerte por un asesino que empuñó un hacha de hielo en un complejo a las afueras de Ciudad de México. El asesino, Ramón Mercader, era un comunista español y posiblemente, agente del líder soviético Joseph Stalin. Trotsky murió de sus heridas al día siguiente.
Nacido en Ucrania de padres judíos rusos en 1879, Trotsky abrazó el marxismo cuando era adolescente y luego abandonó la Universidad de Odessa para ayudar a organizar el Sindicato de Trabajadores del Sur de Rusia. En 1898, fue arrestado por sus actividades revolucionarias y enviado a prisión. En 1900, fue exiliado a Siberia.
En 1902, escapó a Inglaterra usando un pasaporte falso bajo el nombre de León Trotsky (su nombre original era Lev Davidovich Bronshtein). En Londres, colaboró con el revolucionario bolchevique Vladimir Ilyich Lenin, pero luego se puso de parte de las facciones mencheviques que abogaban por un enfoque democrático del socialismo. Con el estallido de la Revolución Rusa de 1905, Trotsky regresó a Rusia y fue nuevamente exiliado a Siberia cuando la revolución colapsó. En 1907, él escapó de nuevo.
Durante la década siguiente, fue expulsado de una serie de países por su radicalismo, viviendo en Suiza, París, España y la ciudad de Nueva York antes de regresar a Rusia cuando estalló la revolución en 1917. Trotsky desempeñó un papel de liderazgo en la toma del poder por parte de los bolcheviques, conquistando la mayor parte de Petrogrado antes del triunfal retorno de Lenin en noviembre. Nombrado secretario de Asuntos Exteriores de Lenin, negoció con los alemanes para poner fin a la participación rusa en la Primera Guerra Mundial.
Stalin, Lenin y Trotsky
En 1918, se convirtió en comisionado de guerra y se dedicó a construir el Ejército Rojo, que logró derrotar a la oposición anticomunista en el Guerra civil. A principios de la década de 1920, Trotsky parecía el heredero de Lenin, pero perdió en la lucha de la sucesión después de que Lenin enfermara en 1922.
En 1924, Lenin murió y Joseph Stalin emergió como líder de la URSS. Contrario a las políticas declaradas de Stalin, Trotsky pidió una revolución mundial continua que inevitablemente resultaría en el desmantelamiento del estado soviético cada vez más burocrático. También criticó el nuevo régimen para suprimir la democracia en el Partido Comunista y por no desarrollar una planificación económica adecuada. En respuesta, Stalin y sus partidarios lanzaron un contraataque de propaganda contra Trotsky. En 1925, fue removido de su puesto en el comisariado de guerra. Un año después, fue expulsado del Politburó y en 1927 del Partido Comunista. En enero de 1928, Trotsky fue deportado por el líder soviético Joseph Stalin a Alma-Ata en la remota Asia soviética. Vivió allí en el exilio interno durante un año antes de ser desterrado para siempre de la URSS por Stalin.
Fue recibido por el gobierno de Turquía y se estableció en la isla de Prinkipo, donde trabajó para terminar su autobiografía y la historia de la Revolución Rusa. Después de cuatro años en Turquía, Trotsky vivió en Francia y luego en Noruega y en 1936 se le concedió asilo en México. Instalado con su familia en un suburbio de la ciudad de México, fue declarado culpable de traición en ausencia durante las purgas de Stalin de sus enemigos políticos. Sobrevivió a un ataque de ametralladora llevado a cabo por agentes estalinistas, pero el 20 de agosto de 1940 fue facil presa de Ramón Mercader, un comunista español que se había ganado la confianza de la familia Trotsky. El gobierno soviético negó la responsabilidad, y Mercader fue condenado a 20 años de prisión por las autoridades mexicanas.
PrisioneroEnArgentina.com
Agosto 18, 2018
LOS LUJOSOS SPA COMUNISTAS, AHORA SON REFUGIOS PARA GEORGIANOS
La Unión Soviética garantizó a sus trabajadores el “derecho al descanso”, presumiendo de más de 180 centros de salud donde podrían rejuvenecer en dos semanas de vacaciones patrocinadas por el estado. El más deseado se sentó en la llamada Riviera Rusa, un paisaje subtropical con cielos azules y palmeras que se abrazan al este del Mar Negro. La construcción de sus 22 sanatorios comenzó en la década de 1920, y en la década de 1980, los trenes rugían diariamente desde Moscú. Cada año, cientos de miles de personas se bañaban en sus manantiales de radón-carbonato-aguas radiactivas que supuestamente podrían curar cualquier cosa, desde eczema hasta infertilidad, incluyendo, en 1951, al propio camarada Stalin.
A pesar de cómo se imagina que son los spas hoy, estas instituciones de la era soviética eran estrictas. Los invitados no podían traer a sus familias. Beber, bailar y hacer demasiado ruido también se desalentaba, ya que podrían restarle a los invitados la capacidad de reflexionar sobre el estado socialista, los beneficios de vivir en libertad (Pese a que estas visitas al spa eran vacaciones mandatorias), o las hambrunas y genocidios, todo inventado por el capitalismo.
Esta región es conocida como Tskaltubo.
Es fácil adivinar lo que sucedió después: la Unión Soviética cayó en 1991, Georgia obtuvo su independencia y la gente dejó de ir a estos centros. El año siguiente, los separatistas respaldados por Rusia en la región de Abjasia se enfrentaron con las fuerzas armadas georgianas en un conflicto de 13 meses que expulsó de sus hogares a 200.000 personas de etnia georgiana. Muchos se refugiaron en los antiguos sanatorios. Según cifras del gobierno de 2014, casi 6.000 personas desplazadas internamente permanecen en ellos; algunos han sido trasladados a nuevas viviendas, pero muchos todavía se ganan la vida en sanatorios desmoronados con tuberías rotas y electricidad, agua y gas limitados.
Los refugiados aparecieron en los edificios, pero luego tuvieron que adaptarse y crear sus propios medios improvisados de supervivencia, como encontrar dónde estaban las tuberías de agua que podían aprovechar, electricidad u otras necesidades.
Los habitantes dan la bienvenida a visitantes a sus casas improvisadas, sus paredes agrietadas adornadas con íconos religiosos y pinturas de paisajes. Los anfitriones ofrecen licores caseros y comparten pan, tomates y salchichas mientras hablaban sobre sus vidas. Muchos cultivan sus propios alimentos, cuidan a los animales y crían hijos y nietos que nunca han conocido la vida en otro lugar.
Eso podría cambiar. En los últimos años, el gobierno vendió un par de complejos de sanatorios a empresas privadas para convertirlos en hoteles; sueña con hacer de estas áreas un destino turístico una vez más. Pero por ahora, los ocupantes ilegales, huertas, gallineros y el ganado permanecen.
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 26, 2018
MALICIA
Tal vez era demasiado joven, pero cuando por primera vez fui espectador de Ausencia de Malicia (Sydney Pollack, 1981), me pareció una película amorfa, sin ritmo, confusa. En pocas palabras, y descendiendo de mi arrogancia, no entendí el mensaje. Gracias a la tecnología, hoy podemos rastrear con aplicaciones, canales en los cuales logramos rescatar clásicos del cine, filmes taquilleros o remotas producciones de los países más distantes. En medio de estas aventuras, allí estaba, en un canal tal vez canadiense, esperando lo que fue catalogada como una de las veinte más atrapantes producciones realizadas para el celuloide: Ausencia de Malicia. Esta cuenta la historia de Mike Gallagher (uno de las mejores -codo a codo con El Veredicto– interpretaciones de Paul Newman) quien se ve envuelto -por un pasado conectado a su familia mafiosa- en una conspiración para imputarle la culpabilidad de la desaparición de un sindicalista portuario sin pruebas y solo por tener antepasados en el mundo del hampa, de cómo el gobierno no duda en orientar al periodismo hacia el armado de una causa y como el periodismo es manipulado (o se deja manejar por propia conveniencia). A pesar de todo, estamos en América y las acciones del gobierno son investigadas por su propio gobierno. El chico de la película no debe demostrar su inocencia y los malos muchachos tendrán su merecido. El sabor amargo es que las acusaciones se imprimen en letras de grandes tamaños y las retractaciones nunca ganan la primera plana. Ausencia de Malicia es también el espejo de la sociedad: Si es exhibido en los periódicos, es cierto.
La alegoría no es la mejor, pero haber pertenecido a las fuerzas de seguridad en Argentina durante la década del setenta impone un manto de culpa que se extenderá por generaciones gracias al triste pero brillante operativo del kirchnerismo por conseguir amigos e influenciar sobre ellos, y la pereza de sus seguidores por conocer la historia completa y el resultado de esa historia en el país. Permítame colocar un sinónimo a la palabra amigos, en este caso cómplices y otro menos claro la palabra pereza: En muchos casos es igual a beneficio. Para conseguir todo esto, se injuria a las personas lo que me lleva a preguntar sobre la figura de la Real Malicia.
[ezcol_3quarter]Según el doctor Gonzalo Miño, en Argentina se ha aceptado la real malicia y quien demande por injurias y calumnias debe probar que quien lanzó el comentario conocía realmente su falsedad. Si esto es llevado a un plano más amplio, podría difícilmente argumentarse que quién falla una sentencia amparándose en la ley, conoce la veracidad o falsedad en la que se escuda. Para ser más amplio, un juez que incumple sus funciones manteniendo en la cárcel bajo una prisión preventiva que ha excedido los dos años (o tres, según las circunstancias) se encuentra en una posición de violar la ley -que ha estudiado, que conoce, y ha juramentado cumplir-, por lo tanto, al desechar una presentación de la defensoría, no solo hace un mal uso de su poder, sino que al expedirse en sus escritos podría estar cometiendo un acto de real malicia. Si bien real malicia está directamente relacionada con la libertad de expresión y el violento acceso de la palabra en la prensa, bien establecidos se hallan los límites. Si en un juicio son aceptados los testimonios de personas sobre eventos que escucharon de la boca de terceras personas y el magistrado los usa para realizar cargos al imputado haciéndolo público, se desentierra su accionar pretendiendo desconocer la ley que, por su trabajo, por su profesión, por su investidura, no puede omitir.
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Gonzalo P. Miño
[/ezcol_1quarter_end]La Doctrina de la Real Malicia, pretende lograr un equilibrio entre la labor del periodismo y los derechos de individuos afectados por cierta información. La doctrina se resume en la exculpación de los periodistas, acusados criminalmente o procesados civilmente por daños y perjuicios causados por informaciones falsas, poniendo a cargo de los demandantes la prueba de que las informaciones falsas, son realmente falsas, con entendimiento de que eran apócrifas o con indiferencia sobre si eran o no verídicas. Este criterio separa dos tipos de protección al buen nombre y honor de las personas. La primera es adaptable al ciudadano común y corriente. La segunda a los funcionarios públicos. La distinción reside en que las personas privadas son más vulnerables que las públicas debido que éstos últimos tienen mayor y mejor acceso a los medios de comunicación para refutar informaciones espurias, adulteradas o simuladas. Como consecuencia de ello el funcionario damnificado, a diferencia del particular, deberá probar que la noticia fue publicada con real malicia. Tal conducta antijurídica hará responsable al periodista, en faz penal si conocía la falsedad y obró con indolencia o inapetencia en su búsqueda de la verdad respecto del resultado contraproducente, y en el aspecto civil porque la real malicia supone la demostración de la culpa en concreto que se verifica ante el obrar inmoral.
Jueces, fiscales, abogados no son -abusando de la generalidad- periodistas, pero sus edictos, opiniones o replicaciones ganan la opinión pública moldeando mentes o deformando cerebros abúlicos. El periodista planta la noticia y -si bien no tiene que ser estrictamente un experto- se debe a sus responsabilidades. Buscará referencias, precedentes, leyes y opiniones. Un accidente de tránsito se refleja en un artículo de prensa sobre quien conducía, en donde se produjo, que daños se produjeron, quien maniobró equivocadamente para provocar el infortunio. Luego, su opinión y critica para denunciar si -por ejemplo- alguien guiaba intoxicado, a alta velocidad, de manera errática o con su permiso de conducir vencido. Sostengo que en todos los órdenes debería funcionar de esta manera. ¿Está el juez, el fiscal, el abogado cumpliendo sus compromisos con la ley? ¿Es el periodista responsable de enlodar aún más a un imputado? De ser esto correcto, ¿Cuántos agentes -directa o indirectamente- contribuyen en alimentar ese fuego?
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Uno de los precedentes más notorios de Malicia Real en Estados Unidos nos remite a Herbert vs Lando. Anthony Herbert era un oficial retirado del ejército que prestó servicios en Vietnam. Mientras estuvo en el país asiático, acusó a oficiales superiores de encubrir las atrocidades que las tropas estadounidenses habían cometido. El sistema de radiodifusión Columbia (CBS) produjo y transmitió un documental de la historia del peticionario. Anthony Herbert demandó por difamación a los productores argumentando que el programa retrató falsa y maliciosamente su personaje, lo que le ocasionó una pérdida financiera. Para probar la difamación bajo el estándar de “malicia real”, los abogados de Herbert depusieron a Lando, así como al productor y al editor del documental, intentando deducir las decisiones editoriales que se tomaron durante la producción del programa. En una decisión de 6 a 3, la Corte Suprema estableció que, pese a la tradición y respeto por la libertad de prensa, existen allí ciertos límites y en el aventurar de hechos o nombres, se descubre la figura de Malicia Actual debido a la falta de responsabilidad de los periodistas en investigar y constatar lo sucedido.
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Anthony Herbert
Herbert vs Lando y un precedente en la historia jurídica norteamericano en cuanto a malicia actual
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El gobierno no puede situarse por encima de la ley. En los albores de los Estados Unidos, Jefferson había orquestado y entendía que la Constitución había sido redactada para proteger a los ciudadanos de las garras del gobierno. Si este gobierno -así sea para perseguir la más noble de las causas- utiliza artimañas ilegales no está prestando servicio alguno a la justicia.
En cada provincia argentina, en cada centímetro del territorio de la república, utilizar artificios desde un tribunal -lugar que debería ser honrado-, constituye uno de los más perversos delitos.
Nuestra vida está inundada de experiencias y estas afectan nuestro comportamiento. Cuando un periodista deportivo -imaginándonos en el medio de un país futbolero- sentencia que un jugador no tiene categoría, está interviniendo con el destino de este último y con el pan de sus hijos. Cuando un periodista cataloga de represor a un ex uniformado que ni siquiera ha sido llevado a juicio, está ejercitando el diabólico rol de ser un propulsor de la real malicia.
El gobierno Kirchnerista arrojó a ilegalmente a miles de ex uniformados a la cárcel, los desnudó de sus derechos y arrojó las llaves a una alcantarilla. Limitó visitas, negó mínimas atenciones médicas y dejó engrosar causas con pruebas tristemente irrisorias. El grueso del periodismo ha sido cómplice. ¿Suena como la República de Stalin? No importa, Stalin no es tan mal visto en el país. Con el cambio de gobierno las violaciones continúan. ¿Un volver al futuro? Bienvenidos a la Argentina de hoy, donde el dios de su preferencia posee reglas misteriosas, muchas esposas por satisfacer y muchos cheques por firmar para sus hijos descarriados. No hay tiempo para preocuparse por la real malicia. Clarence S. Darrow solía decir que “solo puedes proteger tus libertades protegiendo las de los demás. Sólo puedes ser libre si yo lo soy”. Pero también declamaba que “cuando yo era chico me decían que cualquiera podía llegar a presidente de la nación. Ahora estoy empezando a creerlo”. Esta última frase, tomada como insulto, nos podría llevar a un agudo estado de resignación. Tomada literalmente, nos haría promotores de la Real Malicia. O no.
Fabian Kussman
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 13, 2017
LOS ESCRACHES. Estamos cambiando.
ESTAMOS CAMBIANDO
LOS ESCRACHES
Hoy tanto en el diario Página 12 como así en numerosos sitios, pudimos leer la convocatoria para el día de la mañana de un “escrache” a Ruben Alfredo Boan, quien fuera suboficial de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Debo decir que lo conocí y compartí espacio en el pabellón 19 de la U 31 de Ezeiza, hasta que una gravísima emergencia cardiológica, lo llevó a una compleja operación. Sobrevivió y le concedieron prisión domiciliaria, a la que se fue sosteniendo porfiadamente que con Macri “se terminaba el curro de los DDHH”. Hace nada más que 10 meses y a raíz de diferentes escraches que se llevaban a cabo a prisioneros con arresto domiciliario, publicamos la nota: “KRISTALLNACHT, ALEMANIA NAZI – Noviembre 1938 / ESCRACHES, ARGENTINA DEL CAMBIEMOS – Noviembre 2016”. En este breve lapso de tiempo se produjeron no pocos cambios en el país. Así adquirieron notoriedad presuntos mapuches, que toman “pacíficamente” un juzgado federal y hasta obligaron al titular del mismo y a una fiscal, a huir al terminar la jornada laboral, mientras recordaban a las madres de los funcionarios, sin que pase nada.
UN SOLO PP EN ARGENTINA
También supimos que lesionar 20 policías, causar daños por sumas millonarias en el centro porteño que pagaremos nosotros los pavotes y arrojar bombas molotov, con 48 escasas horas de arresto se supera el entuerto. Para ello está nuestro conocido juez federal cobardón Marcelo Martínez De Giorgi que no tiene prejuicio alguno de habilitar su juzgado un día domingo para mandarlos a su casa. Destacado lugar tiene “la única PP del país”, la señora Milagro Sala, quien con 56 jóvenes años de edad goza de una privilegiada y muy cara prisión domiciliaria.
Sus gastos también los pagaremos nosotros los pavotes, a pesar de lo cual la señora no está conforme. Si bien la lista de cambios es extensa, la terminaré con el broche de oro puesto por la jueza en lo contencioso administrativo y tributario de la Ciudad, Elena Liberatori. Esta “sabiamente” afirmó que los querubines que tomaron más de 30 colegios, no permitiendo que haya clases, “están haciendo uso de sus derechos constitucionales”. Y cuidadito de hacer una denuncia policial por las tomas, ya que eso si es un acto muy ilegal. Los daños que queden al final de estas “usurpaciones”, con perdón de la palabra, a que no saben quién los pagará? Por supuesto nosotros los pavotes.
LOS QUE NO CAMBIAN
Los únicos que no cambian, excepto en caso de morir, son los adultos mayores prisioneros a como dé lugar por los mal llamados delitos de lesa humanidad. Salvo honrosas excepciones, se mantiene el silencio, la disciplina, el orden, no se escracha a nadie y ni hablar de decir ¡BASTA! a tanta iniquidad. Quien obtiene el mendrugo de amargo pan que es el arresto domiciliario, se da por conforme y en algunos casos pareciera que toca el cielo con las manos. Eso si ahora se podrá saber leyendo el diario, aunque este sea Página 12, que día y a qué hora vendrán por nosotros.
[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]ESCRACHE
El escrache en la Alemania nazi hacia los judíos o gitanos, en la Italia de Mussolini, hacia los no fascistas o los homosexuales, o en la España de Franco hacia los republicanos fatalmente vaticinaba sangre.
A Stalin -uno de los mayores asesinos seriales de la historia- le propusieron hacer escraches: “Usted piense, camarada, vamos a la vivienda de algún ruso blanco, o algún menchevique, y hacemos una pequeña manifestación, coreamos consignas, montamos un poco de ruido e informamos a los vecinos de que ahí vive un enemigo de la Revolución. En ocasiones, cuando la cosa se caldee, podríamos incluso… ¡Pegar carteles en el portal de la vivienda!”, insinuaba un “camarada”.
Pero ni Stalin se atrevió a llevar a cabo ese plan. Ni un tirano salvaje y paranoico como el georgiano, dispuesto a todo con tal de mantener el poder, se atrevería a hacer.
Una cosa -para el exterminador comunista- era exterminar a millones de seres humanos, y otra escrachar algo que le podía reportar propaganda abierta en su contra. Eso sólo se atreven a hacerlo en Argentina.
PrisioneroEnArgentina.com
Septiembre 22, 2017
[/ezcol_1half_end]Con una hábil manipulación de la prensa, pueden hacer que la víctima parezca un criminal y el criminal, la víctima.
Malcolm X (1925-1965)
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EL GRAN TERROR
Cuando la obra de Robert Conquest, El Gran Terror, apareció ante los ojos de Occidente, fue como una voz de alarma ante los horrores de las purgas de Josef Stalin. Se trataba de un trabajo apartidista y el más acertado sobre el tema. Esta exploración recorre una odisea de sadismo, locura y muerte propiciada por el Hombre de Hierro de la Unión Soviética. Mucho se ha dicho de las fuentes no-oficiales de las cuales se nutrió Conquest para su trabajo, pero en 1968, cuando aún estaba lejos la revelación de los archivos en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el libro permitió entender que los grandes procesos se insertaban en una lógica de represión de masas, determinada por la ideología y causante de, según sus estimados, más de veinte millones de muertos. Cuando se produjo esa apertura de información, Conquest se encontró con más material para documentar una nueva edición. Allí, no dejó escapar el mínimo detalle incorporando notas y expedientes secretos sobre los tres grandes Juicios de Moscú y las ejecuciones sin pruebas al por mayor.
Un par de días atrás, Mauricio Ortín tuvo la gentileza de enviarme un ejemplar en español, lo que hizo que desempolvara una versión en inglés de mi biblioteca, cuyas páginas no había tocado en mucho tiempo, solo para comprobar que era el relato revisado de 1990. En efecto, de ese se trataba. En el mismo, Conquest fue adhiriendo los resultados de una abundante sovietología, con enmiendas en cuanto al número de víctimas, que llegaban casi a las nueve cifras. La apertura de los archivos en Moscú ha confirmado todas las hipótesis y conclusiones, solo corrigiendo sus cálculos. El gran escritor y pensador Christopher Hitchens, un marxista en su juventud, sostenía a El Gran Terror como el análisis superior del cruel accionar del comunismo en la Rusia soviética.
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Agradecimiento a Mauricio Ortín por su notable colaboración y en su indirecto comportamiento, para refrescar mi memoria, ayudar a comprender y obligar a utilizar el pensamiento crítico de una porción confundida de los argentinos de hoy.
PrisioneroEnArgentina.com
Marzo 3, 2017
Trump y el peligro de su propio magnicidio
Escribe Carlos Belgrano.
Como no suelo guardar archivos sobre mis entregas, no recuerdo certeramente si mencioné este tema
antes de ahora.
Pero como el desarrollo de los hechos internacionales cuenta con su propia dinámica, creo que nunca está de más, esbozar nuevas hipótesis.
Este “Pato Donald”, para algunos, tiene los días y/o meses contados, por su carácter indómito y egocentrismo desmedido para los tiempos que corren.
Se apresta a un enfrentamiento directo con China, por el refuerzo que promete de la Séptima Flota, con
más submarinos nucleares en todo el sudeste asiático.
Una guerra comercial en principio con su puerta trasera -México- será una constante en su inminente
administración.
El enfrentamiento con Hollywood, Wall Street, la Prensa Asociada y la propia Agencia Nacional de Seguridad, lo tornará inestable en cuanto a su integridad física.
Enfrenta demasiados intereses corporativos que hasta ahora eran “las vacas sagradas del sistema”.
Lo que trae a mi memoria, un tanto oxidada lo admito, una anécdota protagonizada entre “Joe” Kennedy
y su hijo “Jack” en el verano de 1961.
El caso fue que el Patriarca le comentó a su hijo mayor que los tipos de la Bolsa de New York, eran unos
canallas.
Era sábado y en la tertulia familiar Bostoniana, participaban muchos de sus miembros.
Pero se supo luego que el actor Peter Lawford, cuñado del Presidente lo filtró a los Medios.
El resultado fue que en la apertura de la rueda del lunes siguiente, todos los operadores en el recinto,
se colocaron una cocarda que decia “soy un hijo de puta”.
Fue todo un meta mensaje que dos años después, tendría su epicentro en Dallas.
Donald Trump, si bien es el emblema del “antisitema” de todo Washington DC y sus intrigas, es de la
opinión que se encuentra suficientemente cohonestado por el holgado respaldo de sus votantes, víctimas de la decadencia Norteamericana.
El y sus asesores son de la opinión que con ello bastara, pero si eso creen, no estudiaron la historia de su propia Nación.
Muchos siguen afirmando que John Wilkes Booth -el asesino de Lincoln-, era un Confederado resentido por la derrota de los Sudistas.
He reunido en estos últimos treinta años, la suficiente documentacion respaldatoria que el homicida actuó por ordenes directas del Secretario De Guerra Edwin Stanton, quien ordenó la ejecución del Presidente, porque se oponía ferreamente a la politica del viejo Abe, de tender un manto de olvido y perdón a los Estados Sureños.
Y porque las conspiraciones presidenciales siempre son ejecutadas por los mas cercanos a la víctima.
Sucedió con Julio César, con Robespierre, con el exiliado Bonaparte, con Stalin a manos del Mariscal Zukov, con JFK por parte de su Vice Lyndon Johnson, quien era partidario de una intervención directa y sin mas demoras en Vietnam, Laos y Camboya, Juan Pablo I y con cientos de otros casos desde aquel afamado ateniense -Pisistrato-, a manos de sus dos hijos varones.
En otras palabras y yendo especificamente al caso Yankee, lo cierto es que ellos nunca apelaron a los Golpes de Estado, sino a la supresion de sus Presidentes si las cosas se salían de curso.
Trump puede y casi seguro será ese epifenómeno de recurrencia supresiva, si no opta por la moderación.
Pero todo indica que no recurrirá a dominar su altivo temperamento, porque planea reposicionar a USA
al status que tenía en los ochenta, cuando un mediocre actor como Reagan se apropió de Occidente y
los restos de la Union Soviética.
Y en esa Cruzada que esta vez acendrara el racismo de los ex Estados Secesionistas en perjuicio de los caras sucias afros, encontrará más enemigos en el camino que quizás en conjunto nos hagan presenciar
a…
TRUMP Y EL PELIGRO DE SU PROPIO MAGNICIDIO.
PrisioneroEnArgentina.com
Enero 14, 2017