La investigación más reciente de PETA sobre Plainville Farms, una empresa certificada como “humanitaria”, que abastece a los principales supermercados, incluyendo Publix y Wegmans, está revelando la verdad sobre el mito de la “carne feliz”. En las granjas que abastecen a Plainville, los trabajadores agredían a las aves para infundirles miedo, descargar su frustración o aliviar su aburrimiento; pateaban y pisoteaban a los pavos tan duro como podían y usaban los cuerpos de los pavos para remedar actos sexuales. Ahora, mientras Plainville finge conmoción por los hallazgos de PETA y posterga acabar con el maltrato, estamos aumentando la presión contra la compañía: una nueva valla erigida en la calle que va hacia la sede y el matadero de Plainville invita a los espectadores a visitar PETA.org/Turkeys para ver el vídeo por sí mismos.
En una operación encubierta, nuestro investigador vio a miembros del personal patear y pisotear deliberadamente a los pavos, incluyendo los que estaban enfermos, heridos e incapaces de caminar. Un trabajador simuló masturbarse con una hembra moribunda y dos trabajadores se arrojaron pavas, como en un juego de baloncesto. Los trabajadores hicieron desganados intentos de romperles el cuello a los pavos, levantándolos por la cabeza y sacudiéndolos hacia arriba y hacia abajo varias veces antes de tirarlos a un lado, aún vivos, o dejarlos caer al piso, donde convulsionaron y murieron con un dolor intenso.
Esta violencia fue perpetrada en granjas certificadas por Global Animal Partnership (G.A.P.). Es un fraude al consumidor que los cadáveres empaquetados de estos pavos sean comercializados como si fueran “carne feliz” producida “humanitariamente” en un “ambiente libre de estrés”, y PETA advierte a todos que no caigan en ese engaño.
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La investigación más reciente de PETA sobre Plainville Farms, una empresa certificada como “humanitaria”, que abastece a los principales supermercados, incluyendo Publix y Wegmans, está revelando la verdad sobre el mito de la “carne feliz”. En las granjas que abastecen a Plainville, los trabajadores agredían a las aves para infundirles miedo, descargar su frustración o aliviar su aburrimiento; pateaban y pisoteaban a los pavos tan duro como podían y usaban los cuerpos de los pavos para remedar actos sexuales. Ahora, mientras Plainville finge conmoción por los hallazgos de PETA y posterga acabar con el maltrato, estamos aumentando la presión contra la compañía: una nueva valla erigida en la calle que va hacia la sede y el matadero de Plainville invita a los espectadores a visitar PETA.org/Turkeys para ver el vídeo por sí mismos.
En una operación encubierta, nuestro investigador vio a miembros del personal patear y pisotear deliberadamente a los pavos, incluyendo los que estaban enfermos, heridos e incapaces de caminar. Un trabajador simuló masturbarse con una hembra moribunda y dos trabajadores se arrojaron pavas, como en un juego de baloncesto. Los trabajadores hicieron desganados intentos de romperles el cuello a los pavos, levantándolos por la cabeza y sacudiéndolos hacia arriba y hacia abajo varias veces antes de tirarlos a un lado, aún vivos, o dejarlos caer al piso, donde convulsionaron y murieron con un dolor intenso.
Esta violencia fue perpetrada en granjas certificadas por Global Animal Partnership (G.A.P.). Es un fraude al consumidor que los cadáveres empaquetados de estos pavos sean comercializados como si fueran “carne feliz” producida “humanitariamente” en un “ambiente libre de estrés”, y PETA advierte a todos que no caigan en ese engaño.
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 4, 2021