UN CONTRATIEMPO LLAMADO “UPD” (último primer día de clase)

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 Prof. Dra. María Elena Cisneros Rueda.

Desde el tiempo de los pueblos primitivos, existen determinados actos que debían ser llevados a cabo por los integrantes de dichas sociedades para simbolizar el paso de un estado a otro. Este tipo de actos fueron quedando en la memoria de los pueblos y fueron pasando de generación en generación hasta convertirse en algo casi esencial en la vida evolutiva de los seres humanos que formaban parte de dichas aglomeraciones de gente.

Hasta fines de los años 60, estos “Ritos de pasaje” como los nombra el antropólogo y etnógrafo francés Arnold Van Gennep en su abundante bibliografía, no podían ser dejados de lado por ser considerados un “absoluto”, no solo en las sociedades, sino en el mismo seno de las familias, que los llevaban a cabo dentro de las posibilidades de cada uno.

Siempre he dicho (Cisneros 1995) que el primer “rito de pasaje” del ser humano es el propio nacimiento. El feto deja de serlo dependiendo de su cordón umbilical, para respirar solo,  con su propio aparato respiratorio y el resultado es un grito agónico y desesperado donde muestra dos cosas, desagrado por la nueva situación y descubrimiento de una nueva. De ahí en más, cada nueva situación provoca casi idénticos resultados. Pongamos por ejemplo el destete. No es fácil, cuesta acostumbrar al bebé a dejar de succionar para que comience a ingerir. Al principio hay desagrado, lloriqueos, escupitajos hasta que finalmente comprende que es sabroso esa especie de masa agradable de tragar.

Entonces, el mundo da un vuelco evolutivo hacia finales de los años 60 y todo aquello que era llevado a cabo en la vida de los seres humanos en crecimiento deja de tener importancia. Comienzan las “nuevas técnicas” de bañarse los padres con los hijos, de comer todos en la misma mesa, a la misma hora, de realizar conversaciones delante de los niños, de vestir a las nenas como señoritas y a los niños como jóvenes. De darles llaveros, monederos, tapitas, cualquier cosa que haga ruido para ”entretenerlos” y que molesten lo menos posible. Otra “técnica” era sentarlos frente a la pantalla con algo de comer al alcance para que pasaran horas tranquilos. Comenzaron a llevar al salón de belleza a las nenas, cambiarles el color del cabello, rizarlo si era lacio o hacerlo lacio si era rizado. Desde pequeñitos se les colocaban “pantalones largos” a los niños, ropa hecha con el patrón de la ropa de adulto pero en pequeño. Las nenas comenzaron a usar bikinis para ir a la playa, zapatitos de tacón, en fin un sinnúmero de actividades que desdibujaban los contornos de los “ritos de pasaje”. Las nenas no pasaban “de niña a mujer” poniéndose delante de las abuelas y todas las tías los primeros zapatos de taco. Los varones dejaron de pasar de “niño a muchacho” al colocarse delante del padre, los abuelos y los tíos “los pantalones largos”, solo para dar un ejemplo.

Pero, los “ritos de pasaje” están adheridos a nuestra genética. No es lo mismo tener 10 años que tener 13. Toda la estructura humana ha evolucionado de tal forma que ese ser humano en estado evolutivo ya no es un bebé, ni un  niño pequeño, ni un escolar pero tampoco es un adolescente, ni un joven, ni un adulto y como es lógico se encuentra en un “estado intermedio entre ser lo que soy y ser lo que voy a ser”.

Naturalmente que hoy en día, tenemos pre-adolescencia desde los 8 años, debido a toda la parafernalia de información que los niños manejan y prácticamente controlan porque dominan un mundo que muchas veces les es restringido a sus padres, debido a la diferencia generacional y a que los niños son integrantes del nuevo milenio y los padres son migrantes al mismo. La brecha existe y hay que saber comprenderla y actuar en consecuencia.

Entonces, comenzaron a aparecer “ritos de pasaje” de otra manera: tribus urbanas, fanáticos de los comics, reuniones carnavalescas, encuentros en festivales musicales masivos, grupos de góticos, o sea un lugar donde todos estaban en la “misma onda” y ese era “su mundo”, vedado a los adultos y muy especialmente a los padres.

Hacia 2010, en Buenos Aires, Argentina surge una nueva manera de estar reunidos, haciendo algo en común, dejando despistados a los padres y enseñantes, haciendo lo que no  siempre pueden hacer, llevando a cabo desmanes imprevisibles, emborrachándose sin control, teniendo encuentros carnales, conduciendo en estado etílico, haciendo caso omiso de señales de tránsito, de comportamientos sociales, en otras palabras un enorme desmadre que los padres y directivos de los colegios y educadores no podían dejar de reconocer que era verdadero.

Así nació el UPD o Último Primer Día de clases para los alumnos de la secundaria. Es un “Rito de pasaje” puro y simple. No hay una sola diferencia con los pueblos primitivos. Es exactamente igual solo que al desconocer ésta realidad, la sociedad en general se espanta, se horroriza, se pregunta qué medidas tomar y en realidad no sabe cómo reaccionar. Lo primero que se oye es: ”en mi época no hacíamos esto”, claro que no! Lo hacíamos de otra manera, no tan elocuente, pero no menos significativa. También festejábamos el UUD o sea el último último día de clases y también el viaje de egresados o el  UVI o últimas Vacaciones de Invierno. Esta modalidad del UPD se extendió hacia los países vecinos y está haciendo furor entre la juventud y desesperación entre los adultos. Ahora los niños cuando ingresan al Jardín de infantes llevan en su camisa de colegio el letrero a la espalda que reza:”Promo…” marcando el año en que terminaran todo el ciclo lectivo completo, primario y secundario o como sea que le llamen en cada país, o sea un total de 13 a 14  años de aprendizajes básicos y preparatorios para otro gran avance que es la Universidad.

Por supuesto cuando se aprueban los exámenes de ingreso a la Universidad hay un festejo pantagruélico y aquí en Paraguay suelen darse casos bien severos de jóvenes que hasta han quedado en estado severamente grave por los excesos llevados a cabo.

Cómo se debe accionar para evitar desmanes?. Se prepara. No solamente desde al año anterior, sino desde el principio. A los niños se les debe explicar todo claramente. No son adultos pequeños, pero comprenden y absorben información como una esponja seca absorbe el agua. Los medios tecnológicos al alcance de todos es una realidad y el mundo de niños y jóvenes y por qué no, de adultos ha crecido de manera exponencial. Con redes como TikTok o Youtube, todos pueden conocerlo todo, experimentarlo todo, verlo todo y querer poner en práctica, todo. Es maravilloso y es espeluznante a la vez, pero es una realidad y hay que saber lidiar con ella.

Algo que falta de manera sustancial es el diálogo entre padres e hijos. Los unos demasiado ocupados trabajando para que “no les falte nada” y los otros por considerar que “mis padres no saben nada de nada”. Ese era  nuestro comportamiento de adolescente y nos consideraban “rebeldes”, pero ahora los padres hasta parecen temer de decirle a sus hijos determinadas pautas de conducta que sin lugar a dudas podrán ayudar en muchas situaciones imprevistas que se presentan en la vida a diario.

Los UPD suelen llevarse a cabo en la casa de algún alumno, o en una plaza, o en un lugar alquilado por los propios padres! Yo, como pedagoga me pregunto: por qué no hacerlo en la propia escuela? Al estilo de la famosa Promo night de los norteamericanos. Por qué no incentivar la elección de la reina y del rey de la UPD? Por qué no organizarlo todo, de manera tal que no duerman o si quieren hacerlo lo hagan en el mismo sitio donde al otro día sucederá ese último Primer día de clases. Resultaría más interesante y menos enervante hacerlo ahí y comenzar las clases con el resto del colegio al día siguiente y así los alumnos del último curso tendrán verdaderamente las instalaciones escolares “para ellos solos”. Todos serán reinas y reyes de esa jornada. Los padres estarían más tranquilos. La policía tendría menos trabajo de observación. Los profesores podrían participar. Todos se divertirían y así se formaría otro tipo de camaradería que hasta ahora no existe. Los padres podrían organizarse en aportar todo lo necesario y los jóvenes inventarían las actividades a ser llevadas a cabo. Sería desde todo punto de vista mucho más constructivo y verdaderamente inolvidable. Podrían hacerlo en el campo deportivo, en el salón de actos, en el patio del colegio. Podrían igual tomar bebidas alcohólicas porque ese es el objetivo, pero de manera mesurada, debido a que ingerir alcohol antes de los 18 años trae consecuencias gravísimas en los cuerpos adolescentes en evolución. Todo eso debería ser explicado por profesionales, mucho antes. Un equipo de profesionales de la salud, de la sicología, de las enfermedades infecciosas, entrenadores, incluso policías podrían hablarles.

La juventud necesita llevar a cabo ese “rito de pasaje” pero que sea para evolucionar y que sea inolvidable y no para terminar como un vegetal en la cama de un hospital por haber cometido una infracción de tránsito que terminó en un terrible accidente. De todos modos, la mayoría de esos mismos estudiantes se pasaron todo el verano yendo de fiesta en fiesta, de reunión en reunión, de boliche en boliche. Lo experimentaron todo y a veces los padres ni se enteran. Como la madre de una compañera que decía con orgullo:”mi hija no bebe jamás” y la piba tenía licencia de barman poco menos.

Seamos realistas y no tapemos el sol con el dedo. Los UPD llegaron para quedarse junto al UUD y al UVI. Lo que los jóvenes no saben aún es que siempre habrá un UPD, en todas las circunstancias de la vida. Para todo, porque la vida es morir a una situación renaciendo a otra. Cada día nacemos a un nuevo día y feliz de aquel que puede hacerlo.

Debemos festejar entonces el UDF o último Día de Feto al nacer. El UDS o último día de soltera/a. El PDC o primer día de casado/a  ó  la PPM primera pelea matrimonial. Cada nueva circunstancia es eso, nueva, irrepetible e inolvidable.

Ahí radica la maravilla de estar vivos!

 

MARÍA ELENA CISNEROS RUEDA, nacida el 16 de marzo de 1951, en la Provincia de Entre Ríos, Argentina, es: profesora superior de danzas clásicas, profesora superior de danzas españolas, maestra normal nacional, profesora superior de piano, profesora superior de teoría y solfeo, dactilógrafa, licenciada en Ciencias de la Educación, en la  Universidad de Ginebra, Suiza, profesora superior de idioma francés, habla además español inglés, italiano, portugués y hebreo bíblico. Ha compuesto más de 150 obras musicales y escrito: “Cuaderno de Iniciación Musical”, y 15 libros de partituras entre los que se encuentran: “La educación musical de los pequeñitos”, “El señor de la Isla” (obtuvo premio de la ciudad de Meyrin. Suiza), “Rulos y Bigotes”, “La evolución de la musicoterapia a través del tiempo”. En deportes ha practicado: natación, tenis, equitación, golf y cetrería. Entre otros, ha recibido premios como: “Ciudad de Meyrin” (Suiza) en Literatura. “Gian Batista Viotti” (Italia) en música, y “ Rosa Mística”, (Curitiba. Brasil) en piano. Se ha desempeñado como profesora de Parvularios y  Técnica especializada en Dirección y Supervisión de Escuelas de la Universidad Católica Argentina. Es creadora del “Atelier de Creation Musical”, en Ginebra. Suiza y   creadora del “Centro Pedagógico Musical”, en la Escuela de Música de Paraguay. Posee un Masteradocen de Musicoterapia y es doctorante en la Universidad de Cambridge (Reino Unido de Gran Bretaña).  Un Masterado en Educación Musical en el Instituto de Ribaupuerre Lausanne de  Suiza. Y un Masterado en “Educación y Didáctica Universitaria” en la Universidad Americana de Paraguay. En ese país, donde reside ha sido profesora en: El Ateneo Paraguayo, Colegio de San José, Colegio Teresiano, Colegio San Nicolás de Bari, Panamericana International School, Colegio Francés, Universidad Evangélica, y Universidad Nacional. Actualmente es Profesora investigadora en el Centro de Investigación de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte. Universidad Nacional de Asunción y da clases de piano en la casa que alquila en “Rincón San Lorenzo” un humilde barrio de Asunción. Siendo proteccionista convive con 12 perros y 20 gatos, rescatados. Así espera que el tiempo transcurra y finalmente la lleve a reunirse nuevamente con el amor de su vida, JOSÉ LÓPEZ REGA, quien, en junio de 1989, le dijera por última vez: “Hasta que la muerte nos vuelva a unir”.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Marzo 3, 2022


 

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