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⚖️

   Por Prof. Dra. María Elena Cisneros Rueda

Ese día había resultado extremadamente agotador. Por la mañana fui al Campus a colocar las notas de mis estudiantes, firmar planillas, leer y firmar mi evaluación docente, encontrarme con la examinadora de los exámenes de piano de mi Escuela de Música, volver a casa y dar el almuerzo a los perros, porque los gatos comen todos tempranísimo o me sacan de quicio, por la tarde clases con los niños que están ensayando para el Concierto de Epifanía, por la noche mi última clase del Curso de Lenguaje de señas, preparar todas las cenas de los animalitos, lavar y guardar vajillas, porque al otro día todo comienza otra vez. Esa noche solo pude beber un jugo y sacar a los perros a una última ronda antes de entrar para dormir. Ducha refrescante, pijamas confortable, rodillas al piso para el devocional nocturno y así arrodillada me quedé dormida…

En verdad que el lugar era hermoso, con tonalidades casi oscuras como de amanecer o tal vez crepúsculo. Se respiraba un aire de quietud y un viento suave me acariciaba el rostro. Cerca un tronco caído parecía invitarme a tomar asiento en su rugosa piel y eso hice mirando en derredor y entonces la vi…era una mujer de edad indefinida, harapienta con sandalias destrozadas, una especie de capa de color indefinido, un largo bastón en la mano derecha sobre el que se apoyaba para caminar lenta y encorvada. Con la mano izquierda arrastraba una especie de caja plana muy mellada, sus cabellos enmarañados y sucios sobre los que se apoyaba un raído gorro muy polvoriento. Me sentí abrumada por su presencia inesperada. Pareció no verme al pasar delante y por eso la saludé:

-“Hola señora, se siente usted bien?”- Me miró con ojos vacuos y trató de esbozar una sonrisa que más parecía una mueca. Tendí mi mano y continué el saludo:

-“Le gustaría sentarse aquí a mi lado?”- No respondió pero se acercó al tronco y se dejó caer pesadamente. En verdad olía muy mal, sus ropas raídas estaban tan manchadas y deshilachadas que pensé que tendrían muchos de años.

-“Gracias por hablarme!”- Me respondió con una voz potente, enérgica pero delicada y amable al mismo tiempo.

-“Puedo ayudarla en algo señora? Parece usted agotada, maltratada y desorientada”- le respondí, agregando:-“no tiene usted hijos?”

Sacudió lentamente la cabeza de arriba abajo y respondió:_ “Sí, tuve muchos hijos, algunos me amaron con  delirio, me defendieron con sus vidas, se ofrendaron por salvarme,  pero otros hijos  me despreciaron, me humillaron, se burlaron de mí, me consideraron vieja y obsoleta y decidieron que ya no valía la pena preocuparse  y hasta borraron mi imagen de sus mente”-

No supe qué responder, por lo que atiné a preguntarle:”-Pero alguien se ocupa de usted ahora?”-

-“No, nadie” -fue la respuesta.

Me atreví a decirle:-”Parece usted enferma, sin fuerzas, aletargada, muy cansada”-Su respuesta me dejó atónita:

”- Me han violado tantas veces que ya no recuerdo si alguna vez fui respetada”- Entonces le dije:

”-Sabe señora, eso de la violación es un delito, usted debería denunciar a las autoridades esas atrocidades y los jueces se encargarán de hacer justicia”- Esta vez la risa fue franca:

”-Justicia, Jueces? Pues ellos han sido los primeros en violarme de todas las formas posibles atacando a mis hijos que lucharon por liberarme de los hijos desagradecidos que querían sacarme de mi casa para poner a cualquier zorra en mi lugar. No puedo esperar nada de esa gente sin honor y sin principios”-.

 Un pesado silencio se introdujo entre nosotras. Finalmente me atrevía de decir: -” Bueno, pero si puedo ayudarle de alguna forma me lo dice, solo soy un músico poeta, pero tal vez alguna rima o melodía podría soslayar esa tristeza”- Lentamente volvió su cara hacia mi cara y me miró tan profundamente que me pareció caer en un precipicio para luego elevarme a alturas siderales, me sentí un poco mareada y caí en la cuenta de que se estaba alejando.

Tendí mi mano y casi gritando le pregunté:

-”Cuál es su nombre señora?”-

Había llegado a un claro del sendero, se paró sobre un montículo y de pronto todo en ella cambió: alta, erguida, sus vestiduras radiantes de blancura, cíngulo y sandalias doradas, mástil  en la mano derecha,  escudo en la mano izquierda, cabellos como de cobre bruñido coronados con un esplendoroso gorro frigio. Con voz potente me respondió:

“PATRIA, es mi nombre!”-

Mi cabeza cayó sobre mi pecho y entonces me desperté…

 


PrisioneroEnArgentina.com

Diciembre 26, 2022


 

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