UNA FAMILIA NUEVA, QUE NOS ENSEÑA Y NOS ACOMPAÑA A LA FELICIDAD

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 Por CLAUDIO VALERIO
A veces parece tan duro ser buen ciudadano que nos preguntemos si vale la pena. Por supuesto que sí. No es sólo porque tenemos una vida armoniosa como nuestro destino. También, viviendo como buenos ciudadanos, tenemos una conciencia clara y, con ella, conocemos la paz cada día de nuestras vidas. Hay una película, basada en la vida verdadera, en la que se muestra a un muchacho que está viviendo en la calle porque su mamá es drogadicta y no puede, no quiere, volver a la casa. El muchacho tiene habilidad en el fútbol, pero parece que esa ventaja atlética va a desperdiciarse. Pero resulta ser que, por esas vueltas de la vida, encuentra una familia de bien que le ofrece hogar, con lo que su vida cambia. Puede inscribirse y terminar la escuela, en donde se destaca como jugador de futbol. Ya en la universidad, se hace la estrella de su equipo y consigue un contrato para jugar profesionalmente. ¿Y nosotros? ¿Podríamos describir una trayectoria semejante? Pablo describe el efecto del bautismo en nosotros. El sacramento nos incorpora en la muerte y la resurrección de Cristo como si fueran una familia nueva. Nos volvemos de ser pecadores a ser como santos. Es tener una vida nueva con Jesucristo como nuestro patrón. Él nos enseña, nos capacita, y nos acompaña a la felicidad eterna. La familia del relato no reemplaza la familia natural pero la transciende. Por eso hoy más que nunca, amemos más a nuestros padres y madres, más aun a los hijos; este presente así lo exige. No es muy difícil pensar en casos en los cuales la persona deja de pensar en si mismo en favor de sus padres. Nos recordamos cómo renunciar a viejos modos en favor de los padres. Pero ¿cómo se muestra el amor  más que para un hijo o hija? A modo de ejemplo; podría ser que una hija se quiere casar fuera de la iglesia, porque se ha enamorado de una persona divorciada. Esta hija busca la bendición de sus padres. También desearía que le financien la boda. Esta situación, si fuese nuestro caso, ¿nos causaría gran dolor? ¿o regocijo?. ¿Podríamos considerar lo que hace esa hija un mal ejemplo a sus hermanos? El futuro de ella, ¿va a ser viviendo en pecado a los ojos de la iglesia?… ¿Qué deberían hacer esos padres? ¿Qué hacer nosotros en un caso como ese? ¿Deberían ustedes no asistir a la ceremonia? Desde luego que es una situación compleja. Están quienes piensan que no se debería decir que no importa si casan por la iglesia o no. Porque sólo el matrimonio sacramental recibe el apoyo del Espíritu Santo. Además, sostienen,  el divorcio está prohibido de modo que si se junta con un divorciado, está cometiendo adulterio. Están quienes podrían tranquilamente asistir en la ceremonia y, por tanto, darle su bendición a la nueva pareja. Sería en reconocimiento a un matrimonio que verdaderamente existe y creen ser merecedores de toda la felicidad. Sea como sea que se hace, a la nueva pareja, el nuevo matrimonio, se les debería expresar todo el amor de padres y su aprobación respecto del asunto. Padres, no rompan la relación con su hija. Busquen de asegurarla a través de su amor, por sobre todo. También traten al matrimonio siempre con amabilidad. Sería más fácil para la pareja encaminar su nueva vida, sabiendo que cuenta con su apoyo a la decisión por ellos tomada; pero también esperan que en tiempo se vea la sabiduría de su postura… Sería menester también velar particularmente para que un día se regrese a los inicios, con la familia ampliada.

Michael Jerome Oher, jugador de futbol americano profesional.

Desde la ciudad de Campana, Buenos Aires, envío un abrazo y mi deseo
que Dios te Bendiga y prospere en todo lo que emprendas; y  derrame
sobre ti Salud, Paz, Amor y mucha Prosperidad.

Claudio Valerio

** Valerius **

 


PrisioneroEnArgentina.com

Julio 23, 2020


 

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