Una vez más Dios permite que los argentinos cometan nuevamente el pecado público de elegir un Presidente enemigo de su Divina Majestad, como lo son de hecho los tres candidatos principales. Ya empezaron a cometerlo cuando permitieron que a través de las diversas leyes inicuas que rigen el sistema político, por medio de la acción disolvente de los medios de comunicación, el dinero de los ladrones (ubicados en los cargos públicos o en el empresariado) y la aprobación constante de un clero que en su mayoría ha perdido la verdadera fe y el amor de Dios, sólo tres candidatos, presumiblemente apóstatas, sean elegibles (los llamo así porque creo que los tres fueron bautizados en la Iglesia Católica, para convertirse en lo que ahora son, o sea, enemigos del catolicismo). Luego, la única manera de no hacerse cómplice del pecado inmenso de sentar en el sillón presidencial a alguno de esos tres enemigos de Dios, es no votar o votar en blanco o anular el voto. El voto por Gomez Centurión, es un voto por Macri, a cuyo gobierno abortista perteneció durante 10 años y, sin duda, en un eventual “ballotage”, le dará sus votos a Macri. Espert, acaba de asociarse a Rodriguez Larreta y se ha declarado abortista.
¿Qué hay que hacer, entonces, para cumplir con nuestros deberes cívicos? Respondo: prepararse para resistir a la tiranía que cualquiera de los tres candidatos principales impondrán como forma de gobierno. Ya lo dije antes, pero lo repito: no hay tres formas de gobierno sino dos, el gobierno de los buenos o una tiranía. Las tres supuestas formas clásicas (monarquía, aristocracia y democracia) no son más que formalidades para acceder al poder, no son verdaderas formas de un gobierno.
Como estos tres privilegiados por el “sistema” no tienen la menor intención de servir el bien común sino de servirse a sí mismos y a sus cómplices ideológicos o financieros, ciertamente tendremos una tiranía porque esa forma de ejercer el poder es precisamente la definición de “tiranía”. Estos casi cuatro años de gobierno de Macri han sido un despliegue de arbitrariedades ruinosas y de permisivismo para con la acción disolvente de los agitadores sindicales, piqueteros, corruptos y asaltantes. Si es reelecto -que creo es lo más probable, fraude electrónico mediante-, su segundo período será peor que el actual porque el papel que se le ha indicado por aquellos que realmente gobiernan desde las sombras, es el de preparar el triunfo del neo-comunismo, o sea, lo mismo que hizo Kerensky en la Rusia de 1917.
Estaremos atenazados por un lado por la constante voracidad y prepotencia de un Estado macrista en el que no existe Poder Judicial, ni funcionarios confiables y capaces, que ha matado 534 encarcelados con la “política de derechos humanos” y retiene otros 2.000 en el corredor de la muerte, ha esquilmado a la clase media con impuestos y exigencias caras y abusivas y es sordo a todo reclamo justo; y por el otro, siendo atropellados por los agitadores sindicales, grupos de extrema izquierda y sediciosos de toda clase que son dueños de las calles aproximándose cada vez más a la violencia, aún mortal, contra los que no somos más que simples habitantes desamparados de la Fuerza Pública, por cobardía y complicidad del macrismo.
Comprendo que quienes no están acostumbrados a pensar seriamente en los asuntos políticos consideren que evitar la vuelta del kirchnerismo ya es suficiente motivo para votar a Macri y aceptar que se le dé el triunfo como sea. Pero les ruego a esos incautos que recapaciten: reelegir a Macri luego de su desastroso desempeño es darle una “carta blanca” para seguir su política de no hacer nada para ordenar el país, para detener la amenaza de la extrema izquierda y continuar con la inmoralidad inducida por medio de la “política cultural” del oficialismo. O sea, es ponernos cada vez más cerca del triunfo de esa extrema izquierda que tiene amplio apoyo internacional (empezando por el propio Vaticano) y que una vez instalada en el poder será inamovible.
Por lo tanto, si queremos cumplir como patriotas, no teniendo por quién votar en conciencia, debemos mirar más allá de la coyuntura electoral y prepararnos para el día de mañana, que será nefasto sin ninguna duda.
Para eso, los que tengan amor a la Justicia y quieran que ésta reine en el país deben unirse y organizarse mientras sea posible. Nuestro Señor Jesucristo dijo: “caminad mientras hay luz, para que las tinieblas no os sorprendan” (S. Juan 12, 35). Ahora es difícil hacerlo, pero cuando la conjura de los malvados haya conseguido ocupar el poder con suficiente fuerza como para perseguir a los que se les opongan, será cada vez más difícil y peligroso. Y la noche caerá sobre cada uno de nosotros por separado, empezando por los mejores, de tal manera que ya la argentina no tendrá hombres de bien con capacidad para actuar políticamente contra la tiranía.
No nos olvidemos que desde hace muchos años nuestras FFAA han sido destruidas, con el criminal y cobarde consentimiento de sus integrantes. No es que piense que debieron sublevarse con un nuevo golpe de Estado. No era necesario. Bastaba con cumplir con su juramento de amparar la vigencia de la Constitución Nacional contra los atropellos del poder político impidiendo, entre otras cosas, que los que lucharon contra el terrorismo en los años 70 fueran asesinados por una “política de derechos humanos” dictada por la izquierda y obedecida, “in crescendo”, por todos los gobiernos, desde 1983. Esa política tenía por objetivo destruir las FFAA, y eso fue lo que hicieron. Me acuerdo con horror cuando Kirchner, en el 2003, pocos días después de asumir, exigió el pase a retiro de una veintena de generales, varios almirantes y brigadieres y éstos, sumisamente, se evadieron de la escena. En Brasil, Chile y Uruguay las FFAA resistieron un intento similar y gracias a esa valiente actitud, los tres países tienen su defensa armada en funciones.
El “reaseguro” de unas FFAA fieles a la Constitución no existe ya en la argentina. Ese reaseguro era como una “ultima ratio regni”, o sea, una última garantía de que el comunismo, que la viola, no podría nunca adueñarse del país.
Dada esta calamitosa situación, debe formarse una nueva protección del Derecho por medio de una iniciativa civil, en la que, por supuesto, se debe esperar que adhieran lo militares. Esa acción pública tendría como objetivo la salvación nacional, su propósito sería tan elevado que se deberían dejar de lado las diferencias personales y hasta ideológicas que no impliquen una renuncia a la moral cristiana básica que es idéntica a la moral natural; se propondría rescatar los principios básicos de la Carta Magna, las garantías individuales, la idoneidad moral e intelectual exigida para ocupar cualquier cargo en cualquiera de los tres Poderes, la existencia de un Poder Judicial que realmente sirva a la Justicia con independencia, el funcionamiento regular de una Autoridad Ejecutiva inteligente con un Estado reducido a dimensiones tales que no se convierta en una carga insoportable para la población, que use la Fuerza Pública para derrotar la rebelión de la izquierda, y un Congreso que realmente sesione todos los días hábiles del año para legislar lo estrictamente necesario para servir el bien común. Además, se deberá formar a una nueva generación de argentinos para que sepa como servir a Dios y a la Patria.
Para eso es necesario que los buenos patriotas, los de las “clases cultas” principalmente, se unan y se organicen, que se reúnan para deliberar sobre los peligros y problemas que se presenten en al ámbito público y que actúen de consuno para prevenirlos y evitarlos en toda la medida de lo posible.
Eso exige asumir algunos compromisos incómodos y hasta arriesgados. El pequeño burgués que finge cumplir una obligación cívica votando por Macri y que tiene razón cuando tiembla frente a la posibilidad de que el kirchnerismo, o sea la izquierda furiosa, recupere el poder, se negará a esta propuesta porque mucho más cómodo es cerrar los ojos a la triste realidad y molestarse sólo una hora, un sólo día, para votar. Ese hedonista inveterado rechaza como “profetas de desgracias” a quienes le queremos hacer ver lo que ha pasado en estos casi cuatro años y lo que eso implica como anticipo de lo que pasará si se le deja a Macri continuar con su desastrosa gestión otros cuatro (que, inclusive, nadie puede asegurar que terminará…).
El primero de los deberes es asumir la realidad y unirse para la defensa. Eso implica que habrá que dedicarle algunas horas del día a ver, juzgar y actuar en la situación política, unidos mediante reuniones para analizar los hechos y juzgarlos a la luz de aquellos objetivos constitutivos. De esa unión activa surgirá un cuerpo de patriotas cuya unión y decisión le permitirá enfrentar con mejores posibilidades que la de cada uno de ellos aislado, los peligros que ya corremos y que aumentarán con el tiempo.
Es cierto que los medios materiales con que contarían esos argentinos de bien son escasos y casi impotentes frente al poder de la izquierda. Pero usando la inteligencia y asumiendo riesgos razonables, hay muchas cosas que se pueden hacer para que el pueblo argentino, que nunca fue comunista, al cual deberá llegarse con un lenguaje comprensible, se entere que existen esos nuevos dirigentes confiables y les preste su apoyo, no necesariamente por medio del voto (los partidos son todos de la “dirigencia” corrupta e inepta) sino mostrando su simpatía de alguna manera.
También es cierto que si eso ocurriera la izquierda extrema trataría de aplastar a ese grupo de patriotas. Por eso sus dirigentes deberán actuar con prudencia y decisión para no embarcarse en acciones de éxito imposible y sólo hacer lo que buenamente se pueda. Pero si ese grupo no existiera, la extrema izquierda, ya sea en el gobierno o en el control de las calles, aplastará de todas maneras a quienes pudieron y debieron darle existencia.
Esto es lo que vengo proponiendo desde hace más de 20 años, sin haber logrado nada, excepto envejecer y debilitarme físicamente por lo cual, sino es para pensar, para poco sirvo a esta altura de mi vida. Pero la idea sigue siendo de necesaria aplicación y lo que yo pueda hacer desde luego que lo haré. Hasta ahora nadie me ha explicado de qué otra manera puede actuar un argentino para servir el bien común. Alguien dirá que esta propuesta es utópica. Y le doy la razón. Como decía en el artículo anterior de este periódico, la argentina está degenerada de tal manera que me doy cuenta de que esto caerá “en saco roto” y tal vez no haya quien la lea. No importa. Esto es lo que hay que hacer y si no, que alguien me diga qué otra alternativa hay que no sea dejarse arrastrar al abismo de una nueva tiranía sin el más mínimo intento de resistencia.
Por COSME BECCAR VARELA
Una vez más Dios permite que los argentinos cometan nuevamente el pecado público de elegir un Presidente enemigo de su Divina Majestad, como lo son de hecho los tres candidatos principales. Ya empezaron a cometerlo cuando permitieron que a través de las diversas leyes inicuas que rigen el sistema político, por medio de la acción disolvente de los medios de comunicación, el dinero de los ladrones (ubicados en los cargos públicos o en el empresariado) y la aprobación constante de un clero que en su mayoría ha perdido la verdadera fe y el amor de Dios, sólo tres candidatos, presumiblemente apóstatas, sean elegibles (los llamo así porque creo que los tres fueron bautizados en la Iglesia Católica, para convertirse en lo que ahora son, o sea, enemigos del catolicismo). Luego, la única manera de no hacerse cómplice del pecado inmenso de sentar en el sillón presidencial a alguno de esos tres enemigos de Dios, es no votar o votar en blanco o anular el voto. El voto por Gomez Centurión, es un voto por Macri, a cuyo gobierno abortista perteneció durante 10 años y, sin duda, en un eventual “ballotage”, le dará sus votos a Macri. Espert, acaba de asociarse a Rodriguez Larreta y se ha declarado abortista.
¿Qué hay que hacer, entonces, para cumplir con nuestros deberes cívicos? Respondo: prepararse para resistir a la tiranía que cualquiera de los tres candidatos principales impondrán como forma de gobierno. Ya lo dije antes, pero lo repito: no hay tres formas de gobierno sino dos, el gobierno de los buenos o una tiranía. Las tres supuestas formas clásicas (monarquía, aristocracia y democracia) no son más que formalidades para acceder al poder, no son verdaderas formas de un gobierno.
Como estos tres privilegiados por el “sistema” no tienen la menor intención de servir el bien común sino de servirse a sí mismos y a sus cómplices ideológicos o financieros, ciertamente tendremos una tiranía porque esa forma de ejercer el poder es precisamente la definición de “tiranía”. Estos casi cuatro años de gobierno de Macri han sido un despliegue de arbitrariedades ruinosas y de permisivismo para con la acción disolvente de los agitadores sindicales, piqueteros, corruptos y asaltantes. Si es reelecto -que creo es lo más probable, fraude electrónico mediante-, su segundo período será peor que el actual porque el papel que se le ha indicado por aquellos que realmente gobiernan desde las sombras, es el de preparar el triunfo del neo-comunismo, o sea, lo mismo que hizo Kerensky en la Rusia de 1917.
Estaremos atenazados por un lado por la constante voracidad y prepotencia de un Estado macrista en el que no existe Poder Judicial, ni funcionarios confiables y capaces, que ha matado 534 encarcelados con la “política de derechos humanos” y retiene otros 2.000 en el corredor de la muerte, ha esquilmado a la clase media con impuestos y exigencias caras y abusivas y es sordo a todo reclamo justo; y por el otro, siendo atropellados por los agitadores sindicales, grupos de extrema izquierda y sediciosos de toda clase que son dueños de las calles aproximándose cada vez más a la violencia, aún mortal, contra los que no somos más que simples habitantes desamparados de la Fuerza Pública, por cobardía y complicidad del macrismo.
Comprendo que quienes no están acostumbrados a pensar seriamente en los asuntos políticos consideren que evitar la vuelta del kirchnerismo ya es suficiente motivo para votar a Macri y aceptar que se le dé el triunfo como sea. Pero les ruego a esos incautos que recapaciten: reelegir a Macri luego de su desastroso desempeño es darle una “carta blanca” para seguir su política de no hacer nada para ordenar el país, para detener la amenaza de la extrema izquierda y continuar con la inmoralidad inducida por medio de la “política cultural” del oficialismo. O sea, es ponernos cada vez más cerca del triunfo de esa extrema izquierda que tiene amplio apoyo internacional (empezando por el propio Vaticano) y que una vez instalada en el poder será inamovible.
Por lo tanto, si queremos cumplir como patriotas, no teniendo por quién votar en conciencia, debemos mirar más allá de la coyuntura electoral y prepararnos para el día de mañana, que será nefasto sin ninguna duda.
Para eso, los que tengan amor a la Justicia y quieran que ésta reine en el país deben unirse y organizarse mientras sea posible. Nuestro Señor Jesucristo dijo: “caminad mientras hay luz, para que las tinieblas no os sorprendan” (S. Juan 12, 35). Ahora es difícil hacerlo, pero cuando la conjura de los malvados haya conseguido ocupar el poder con suficiente fuerza como para perseguir a los que se les opongan, será cada vez más difícil y peligroso. Y la noche caerá sobre cada uno de nosotros por separado, empezando por los mejores, de tal manera que ya la argentina no tendrá hombres de bien con capacidad para actuar políticamente contra la tiranía.
No nos olvidemos que desde hace muchos años nuestras FFAA han sido destruidas, con el criminal y cobarde consentimiento de sus integrantes. No es que piense que debieron sublevarse con un nuevo golpe de Estado. No era necesario. Bastaba con cumplir con su juramento de amparar la vigencia de la Constitución Nacional contra los atropellos del poder político impidiendo, entre otras cosas, que los que lucharon contra el terrorismo en los años 70 fueran asesinados por una “política de derechos humanos” dictada por la izquierda y obedecida, “in crescendo”, por todos los gobiernos, desde 1983. Esa política tenía por objetivo destruir las FFAA, y eso fue lo que hicieron. Me acuerdo con horror cuando Kirchner, en el 2003, pocos días después de asumir, exigió el pase a retiro de una veintena de generales, varios almirantes y brigadieres y éstos, sumisamente, se evadieron de la escena. En Brasil, Chile y Uruguay las FFAA resistieron un intento similar y gracias a esa valiente actitud, los tres países tienen su defensa armada en funciones.
El “reaseguro” de unas FFAA fieles a la Constitución no existe ya en la argentina. Ese reaseguro era como una “ultima ratio regni”, o sea, una última garantía de que el comunismo, que la viola, no podría nunca adueñarse del país.
Dada esta calamitosa situación, debe formarse una nueva protección del Derecho por medio de una iniciativa civil, en la que, por supuesto, se debe esperar que adhieran lo militares. Esa acción pública tendría como objetivo la salvación nacional, su propósito sería tan elevado que se deberían dejar de lado las diferencias personales y hasta ideológicas que no impliquen una renuncia a la moral cristiana básica que es idéntica a la moral natural; se propondría rescatar los principios básicos de la Carta Magna, las garantías individuales, la idoneidad moral e intelectual exigida para ocupar cualquier cargo en cualquiera de los tres Poderes, la existencia de un Poder Judicial que realmente sirva a la Justicia con independencia, el funcionamiento regular de una Autoridad Ejecutiva inteligente con un Estado reducido a dimensiones tales que no se convierta en una carga insoportable para la población, que use la Fuerza Pública para derrotar la rebelión de la izquierda, y un Congreso que realmente sesione todos los días hábiles del año para legislar lo estrictamente necesario para servir el bien común. Además, se deberá formar a una nueva generación de argentinos para que sepa como servir a Dios y a la Patria.
Para eso es necesario que los buenos patriotas, los de las “clases cultas” principalmente, se unan y se organicen, que se reúnan para deliberar sobre los peligros y problemas que se presenten en al ámbito público y que actúen de consuno para prevenirlos y evitarlos en toda la medida de lo posible.
Eso exige asumir algunos compromisos incómodos y hasta arriesgados. El pequeño burgués que finge cumplir una obligación cívica votando por Macri y que tiene razón cuando tiembla frente a la posibilidad de que el kirchnerismo, o sea la izquierda furiosa, recupere el poder, se negará a esta propuesta porque mucho más cómodo es cerrar los ojos a la triste realidad y molestarse sólo una hora, un sólo día, para votar. Ese hedonista inveterado rechaza como “profetas de desgracias” a quienes le queremos hacer ver lo que ha pasado en estos casi cuatro años y lo que eso implica como anticipo de lo que pasará si se le deja a Macri continuar con su desastrosa gestión otros cuatro (que, inclusive, nadie puede asegurar que terminará…).
El primero de los deberes es asumir la realidad y unirse para la defensa. Eso implica que habrá que dedicarle algunas horas del día a ver, juzgar y actuar en la situación política, unidos mediante reuniones para analizar los hechos y juzgarlos a la luz de aquellos objetivos constitutivos. De esa unión activa surgirá un cuerpo de patriotas cuya unión y decisión le permitirá enfrentar con mejores posibilidades que la de cada uno de ellos aislado, los peligros que ya corremos y que aumentarán con el tiempo.
Es cierto que los medios materiales con que contarían esos argentinos de bien son escasos y casi impotentes frente al poder de la izquierda. Pero usando la inteligencia y asumiendo riesgos razonables, hay muchas cosas que se pueden hacer para que el pueblo argentino, que nunca fue comunista, al cual deberá llegarse con un lenguaje comprensible, se entere que existen esos nuevos dirigentes confiables y les preste su apoyo, no necesariamente por medio del voto (los partidos son todos de la “dirigencia” corrupta e inepta) sino mostrando su simpatía de alguna manera.
También es cierto que si eso ocurriera la izquierda extrema trataría de aplastar a ese grupo de patriotas. Por eso sus dirigentes deberán actuar con prudencia y decisión para no embarcarse en acciones de éxito imposible y sólo hacer lo que buenamente se pueda. Pero si ese grupo no existiera, la extrema izquierda, ya sea en el gobierno o en el control de las calles, aplastará de todas maneras a quienes pudieron y debieron darle existencia.
Esto es lo que vengo proponiendo desde hace más de 20 años, sin haber logrado nada, excepto envejecer y debilitarme físicamente por lo cual, sino es para pensar, para poco sirvo a esta altura de mi vida. Pero la idea sigue siendo de necesaria aplicación y lo que yo pueda hacer desde luego que lo haré. Hasta ahora nadie me ha explicado de qué otra manera puede actuar un argentino para servir el bien común. Alguien dirá que esta propuesta es utópica. Y le doy la razón. Como decía en el artículo anterior de este periódico, la argentina está degenerada de tal manera que me doy cuenta de que esto caerá “en saco roto” y tal vez no haya quien la lea. No importa. Esto es lo que hay que hacer y si no, que alguien me diga qué otra alternativa hay que no sea dejarse arrastrar al abismo de una nueva tiranía sin el más mínimo intento de resistencia.
Cosme Beccar Varela
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 12, 2019
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