UNA SOCIEDAD BIFRONTE.

El futuro son las nuevas generaciones, a las que hay que enseñarles lo que “no se debe hacer” para que no repitan los “errores” que nosotros hemos cometido.
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  Por Dr. Gonzalo Miño.

Cuando todavía no había terminado de enfriarse el cuerpo de la joven policía asesinada en la estación de subte de la ciudad de Buenos Aires y mientras los medios de comunicación y la gente clamaban por “mano dura” en el combate contra la delincuencia; un corte de la autopista por vecinos que reclamaban la falta de luz desde hacía 5 días y que había sido intentando ser desalojado por la Policía, hizo que la misma gente y los mismos medios de comunicación que pedían “mano dura” repudien a la policía por “violenta y represiva”.

En menos de 24 horas, la sociedad y la prensa pasaron de un pensamiento a otro, de exaltar a la policía a denostarla y vituperarla.

Es innegable que esta sociedad es bifronte. Que a pesar de los dolorosos episodios históricos que nos ha tocado vivir en los últimos 70 años, no hemos madurado. Sigue siendo una sociedad adolescente, que lo que hoy reclama, mañana lo desecha.

Es una sociedad que aspira a vivir en un mundo capitalista, con ascenso social y con respeto de la propiedad privada pero que vota gobiernos de izquierda.

Que quiere seguridad y orden, pero no represión.

Que se llena la boca hablando del respeto a la diversidad de género pero desprecia a los discapacitados y ni se preocupa por ellos.

Que despotrica contra el sistema pero es parte del mismo, cuando le conviene.

Que come mortadela pero eructa caviar, viviendo de las apariencias y del que dirán.

Que prefiere decir lo que conviene, lo políticamente correcto antes que la verdad, la cual susurramos en voz baja.

Que exige respeto por la ley, pero si se puede estacionar en un lugar no permitido, se lo hace porque es más cómodo.

Que aborrece el amiguismo en la función pública, pero busca un conocido que lo “acomode en algún puestito”.

Una sociedad cuyos individuos buscan el bien personal y no el bien común.

Que quiere emigrar a un país mejor y desarrollado como Estados Unidos o Italia, pero usa remeras del Che y venera a Cuba.

Realmente, es para un estudio sociológico de gran magnitud, lo que sucede por estos lados del sur del mundo.

Convengamos que los argentinos no somos muy aficionados a pelear por nuestros derechos, la única vez que salíamos a la calle fue porque tocaron nuestros ahorros. Si está en juego nuestra libertad o nuestros derechos como ciudadanos. preferimos la protesta de café o por WhatsApp, siempre a la espera que el que salga sea el otro. Nuestro leitmotiv parece ser: “animemosno y vayan”.    

Tampoco somos muy firmes en nuestras convicciones. Vamos del blanco al negro en diez segundos y sin escala. No existe la gama de grises ni los puntos intermedios. Es más, somos brillantes en desdecirnos de lo que sostuvimos hasta hace diez minutos atrás. Tenemos una asombrosa capacidad para acomodarnos a las circunstancias del momento y caer siempre “bien parados” como se suele decir.

Exigimos coherencia y honestidad a nuestra clase dirigente pero nosotros no las tenemos. Por algo nunca acertamos en las votaciones y los gobiernos van de mal en peor. Hay que entender que los políticos no salen de un repollo, son el fiel reflejo de esta sociedad. Pretendemos un cambio profundo para la sociedad pero preferimos a quienes nos prometen un cambio edulcorado en lugar de que aquel que nos dice la verdad, que de esta solo salimos con “sangre, sudor y lágrimas”.

Nos hemos convertido en una sociedad dividida, injusta, egoísta, poco educada, con malos hábitos y ahora violenta.

Lo revolucionario hoy es ser coherente con nuestro pensar, honestos en nuestro actuar y decir lo que se piensa sin tapujos.

Por ello, si seguimos persiguiendo vanas ilusiones y centrados exclusivamente en procurar nuestro propio beneficio sin importarnos lo que le sucede al resto de la sociedad y votando únicamente por conveniencia propia y no del país, aterrador será nuestro destino como Nación.

Necesitamos imperiosamente pensar en un país a 30 años y no a 6 meses. Debemos aceptar definitivamente que la Argentina que soñamos será para nuestros nietos, ni siquiera para nuestros hijos. Nuestra generación ya está “perdida”. El futuro son las nuevas generaciones, a las que hay que enseñarles lo que “no se debe hacer” para que no repitan los “errores” que nosotros hemos cometido.

Una tarea ardua y que trascenderá nuestra propia época. Lo podremos hacer? Seremos capaces de ello?…. De ello depende el porvenir de nuestra Nación y su subsistencia como tal.

 

GONZALO PABLO MIÑO es abogado (recibido UNR) Mediador (Colegio de Abogados de Rosario) Vocal Titular del Directorio del Colegio de Abogados de Rosario (Año 2007. 2009) Docente Adscripto a la Cátedra de Derecho Procesal Penal. Facultad de Derecho, Universidad Nacional de Rosario. Año 1997.2016 Docente de la materia. Derecho Procesal Penal. Centro de Instrucción en Destino. Unidad Regional. Policía de la Provincia de Santa Fé. Año 1999. Docente de las Materias. Derecho Procesal Penal y Derecho Penal II. Facultad de Derecho, Universidad Abierta Interamericana, Rosario. Año 2001.2002. El Doctor Miño es Presidente de la Unión de Promociones. Delegación Rosario.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Febrero 20, 2023


 

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