Diez semanas de guerra en Ucrania han alterado el equilibrio de poderes global. La relación entre Bruselas y Moscú ya ha cambiado para siempre, y una parte importante de ello pasa por la creciente independencia europea de la energía procedente de su vecino más importante. Cuenta con frecuencia Josep Borrell, Alto Representante de Asuntos Exteriores de la UE, que cuando le preguntan otros mandatarios qué está haciendo, él responde que buscar gas. La UE no contempla, de momento, embargar el gas a Rusia. No porque no quiera, sino porque no puede. El bloque comunitario depende en un 40% del gas procedente del Kremlin y catorce Estados miembros tienen una dependencia de más del 50%. Catorce Estados miembros tienen una dependencia de gas de más del 50%
De momento, el embargo al gas a nivel europeo no se contempla. Los Veintisiete llevan días en busca de un acuerdo para adoptar el boicot al petróleo. Hay mucho consenso a nivel europeo. Pero Hungría lo está vetando. Su primer ministro, Víktor Orbán, es el líder más cercano a Vladimir Putin en el seno del Consejo Europeo. Budapest alega que la propuesta que hay encima sobre la mesa de los Veintisiete no garantiza su seguridad energética. Bruselas quiere dejar de comprar el crudo ruso este mismo año y anhela ser totalmente independiente de la energía rusa en 2023, pero le da un periodo de gracia a Hungría y Eslovaquia (que tiene dependencia del petróleo ruso del 99%) de un año más. Aun con todo, la iniciativa sigue siendo insuficiente para Budapest. De momento, la UE está buscando a contrarreloj mercados alternativos. No está siendo fácil. Buena parte de los hidrocarburos que llegan de Rusia lo hacen a través de gaseoductos u oleoductos ya están construidos, por lo que es mucho más barato. Bruselas ha contraído un macroacuerdo con Estados Unidos para importar un 68% más de gas licuado este mismo año. Es una energía más cara y más contaminante porque debe llegar mayoritariamente vía marítima. La UE busca nuevos suministros de crudo en África, en países como Tanzania, Nigeria o Argelia
Estas vías alternativas no son suficientes. Y el gran dilema y el mayor reto es ya quién podrá proporcionar los 2,7 millones de crudo diarios que los países de la UE que a día compran a Rusia. El país de Putin proporciona a la UE en torno al 25% de su petróleo. La UE busca nuevos suministros de crudo en África, en países como Tanzania, Nigeria o Argelia. El continente africano ha proporcionado en torno al 20% del gas en la última década a Europa, pero se prepara ya para aumentar este suministro. Otro de los mercados que suenan con fuerza es el egipcio, marcado por la dictadura en el país impuesta por el general Abdelfatah al Sisi. En la batalla energética, Rusia ha tomado la delantera al bloque comunitario, restringiendo las importaciones de gas a Polonia y Bulgaria. El bloque comunitario está equilibrando sus suministros para repartirlos entre los Estados miembros con reservas más holgadas. Y no descarta nuevos vetos rusos a otras capitales, que podrían poner la seguridad energética europea en vilo. De momento, Borrell y la Comisión Europea suman meses buscando alternativas de reemplazo en todos los mercados del mundo. Principalmente, mirando los mercados de Noruega, Estados Unidos o países árabes como Qatar, Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos. En el corto plazo podría sobrevivir al desabastecimiento del gas ruso, pero los expertos son más pesimistas en torno al largo plazo.
La gran incógnita en la capital comunitaria es si los europeos podrán sobrevivir al invierno sin el petróleo y el gas ruso. Pero el otro enigma en Moscú es si la debilitada economía rusa, muy golpeada por las sanciones internacionales, puede permitirse sobrevivir a la ausencia de los miles de millones de euros que Europa le paga por sus hidrocarburos. Desde el inicio de la guerra, el 24 de febrero, los europeos han pagado a los rusos más de 30.000 millones de euros por su energía. El embargo al carbón ya está en marcha, el del petróleo en el horno, y el del gas será mucho más difícil. Porque encontrar vías alternativas a este último es mucho más complicado. Por su parte, Rusia, mira mercados de venta con países más afines, como China e India. Pero Bruselas y Moscú cuentan con relaciones comerciales muy sólidas, que para ambos serán muy complicado de reemplazar.
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Diez semanas de guerra en Ucrania han alterado el equilibrio de poderes global. La relación entre Bruselas y Moscú ya ha cambiado para siempre, y una parte importante de ello pasa por la creciente independencia europea de la energía procedente de su vecino más importante. Cuenta con frecuencia Josep Borrell, Alto Representante de Asuntos Exteriores de la UE, que cuando le preguntan otros mandatarios qué está haciendo, él responde que buscar gas. La UE no contempla, de momento, embargar el gas a Rusia. No porque no quiera, sino porque no puede. El bloque comunitario depende en un 40% del gas procedente del Kremlin y catorce Estados miembros tienen una dependencia de más del 50%. Catorce Estados miembros tienen una dependencia de gas de más del 50%
De momento, el embargo al gas a nivel europeo no se contempla. Los Veintisiete llevan días en busca de un acuerdo para adoptar el boicot al petróleo. Hay mucho consenso a nivel europeo. Pero Hungría lo está vetando. Su primer ministro, Víktor Orbán, es el líder más cercano a Vladimir Putin en el seno del Consejo Europeo. Budapest alega que la propuesta que hay encima sobre la mesa de los Veintisiete no garantiza su seguridad energética. Bruselas quiere dejar de comprar el crudo ruso este mismo año y anhela ser totalmente independiente de la energía rusa en 2023, pero le da un periodo de gracia a Hungría y Eslovaquia (que tiene dependencia del petróleo ruso del 99%) de un año más. Aun con todo, la iniciativa sigue siendo insuficiente para Budapest. De momento, la UE está buscando a contrarreloj mercados alternativos. No está siendo fácil. Buena parte de los hidrocarburos que llegan de Rusia lo hacen a través de gaseoductos u oleoductos ya están construidos, por lo que es mucho más barato. Bruselas ha contraído un macroacuerdo con Estados Unidos para importar un 68% más de gas licuado este mismo año. Es una energía más cara y más contaminante porque debe llegar mayoritariamente vía marítima. La UE busca nuevos suministros de crudo en África, en países como Tanzania, Nigeria o Argelia
Estas vías alternativas no son suficientes. Y el gran dilema y el mayor reto es ya quién podrá proporcionar los 2,7 millones de crudo diarios que los países de la UE que a día compran a Rusia. El país de Putin proporciona a la UE en torno al 25% de su petróleo. La UE busca nuevos suministros de crudo en África, en países como Tanzania, Nigeria o Argelia. El continente africano ha proporcionado en torno al 20% del gas en la última década a Europa, pero se prepara ya para aumentar este suministro. Otro de los mercados que suenan con fuerza es el egipcio, marcado por la dictadura en el país impuesta por el general Abdelfatah al Sisi. En la batalla energética, Rusia ha tomado la delantera al bloque comunitario, restringiendo las importaciones de gas a Polonia y Bulgaria. El bloque comunitario está equilibrando sus suministros para repartirlos entre los Estados miembros con reservas más holgadas. Y no descarta nuevos vetos rusos a otras capitales, que podrían poner la seguridad energética europea en vilo. De momento, Borrell y la Comisión Europea suman meses buscando alternativas de reemplazo en todos los mercados del mundo. Principalmente, mirando los mercados de Noruega, Estados Unidos o países árabes como Qatar, Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos. En el corto plazo podría sobrevivir al desabastecimiento del gas ruso, pero los expertos son más pesimistas en torno al largo plazo.
La gran incógnita en la capital comunitaria es si los europeos podrán sobrevivir al invierno sin el petróleo y el gas ruso. Pero el otro enigma en Moscú es si la debilitada economía rusa, muy golpeada por las sanciones internacionales, puede permitirse sobrevivir a la ausencia de los miles de millones de euros que Europa le paga por sus hidrocarburos. Desde el inicio de la guerra, el 24 de febrero, los europeos han pagado a los rusos más de 30.000 millones de euros por su energía. El embargo al carbón ya está en marcha, el del petróleo en el horno, y el del gas será mucho más difícil. Porque encontrar vías alternativas a este último es mucho más complicado. Por su parte, Rusia, mira mercados de venta con países más afines, como China e India. Pero Bruselas y Moscú cuentan con relaciones comerciales muy sólidas, que para ambos serán muy complicado de reemplazar.
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 10, 2022