Otro de los tantos jueces de mierda

Los q se ocultan, por algo será

Tienen el dolara 40 y atacan a los jueces? de pavor

Yo no se mucho, pero en la vida es una prueba que el que huye o no quiere aclarar los tantos algo oculta

Y ahora me quieren poner el traje a rayas a mi…

La hija del Comisario

El encierro, el miedo que Mario Rodolfo Juan Crespo está sufriendo, es asfixiante. Lo han secuestrado y torturado por asistir a la tentación de un amor prohibido para él. Recuerda la cara de ella y una lágrima brota de su ojo izquierdo, y cae deslizándose por su rostro pálido, abatido, golpeado. No puede dejar de pensar, con furia, en aquel retirado Comisario Inspector de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, en ese padre autoritario, que no quiere obsequiarle la mano de su hija.

Crespo, en pleno Proceso de Reorganización Nacional, o sea en 1976, andaba por “el mal camino”, como decía su potencial suegro, Jorge Atilio Rosas, que suponía que era militante político. Sin embargo, albergaba el deseo de casarse con la hija de un policía para nada raso. Amaba más que a nadie, a Virginia Rosas.

Mario había soportado ser secuestrado el 6 de julio de ese año en la ciudad de Viedma, Río Negro, y ser trasladado a Bahía Blanca, para permanecer, sometido a torturas, dos días más en la Delegación de la Policía Federal De Bahía Blanca.

Rosas había gestionado con la Policía Federal de Viedma, Delegación Viedma, y también con el Jefe de la Delegación de la Policía Federal de Bahía Blanca, el secuestro del joven Crespo.

Crespo fue liberado finalmente el 9 de julio por el Jefe de la Policía Federal de Bahía Blanca. Pudo oler nuevamente las flores que por algún momento pensó que nunca iba volver a oler, y sentir en su cara el viento de la libertad.

De todos modos, el enamorado no había escarmentado: volvió a verse con Virginia. Se iban a casar. Esto resultaba trágico para el padre de su prometida. Por eso, desesperado, Rosas inició una nueva gestión con otro de sus amigotes: el Comisario Álvarez del Quinto Cuerpo de Ejército. Por estas épocas, en estos sectores sociales, se estilaba el secuestro, estaba de moda, muchos padres militares lo practicaban, pero generalmente sus familias no se enteraban de ello.

Entonces, el 19 de noviembre Mario Rodolfo Juan Crespo, fue secuestrado otra vez por el mismo inválido motivo. Permaneció en el Quinto Cuerpo del Ejército durante dos días, los más aterradores de su vida. Esta vez le dieron duro, lo torturaron numerosas veces con picana eléctrica, y lo golpearon. Ensuciaron de marcas ese rostro que Virginia Rosas extrañaba, anhelaba, y sufría.

Es el segundo día de encierro, y Mario aún está en esa celda. La incertidumbre lo domina por completo. Le han dicho que lo soltarán ese día. La lágrima no ha llegado al suelo, está de viaje por el mentón de su dueño. Crespo no puede esperar para ver a Virginia. No puede dejar de imaginar su mirada maternal. Mario no escarmentó.

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