Yo Juan Armando Giovarruscio, en mí condición de preso por los mal llamados “delitos de lesa humanidad” condenado ilegal e ilegítimamente, en un juicio amañado dónde se violó el Art. 18 de la Constitución Nacional de Juan Bautista Alberdi, (recuérdese que la primera parte correspondiente a los derechos y garantías no fue modificada en 1994), sin mencionar otras aberraciones que, para no ser muy extenso, dejo a consideración de especialistas en derecho.
Me traen a estas líneas, no, la intención de hablar de la situación personal, por el contrario, a pesar, del injusto encierro quiero, aportar una humilde reflexión. Tal lo hiciera con sus antecesores, Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández expresando mí pensamiento, sin tener una educada respuesta.
Mis 77 años, (de los cuales, 33 me desempeñé como suboficial del Ejército Argentino), me ha permitido “vivir y ver” las peores décadas del siglo pasado y las que llevamos del presente. No obstante, nada de ello me otorga una categoría superior a nadie.
El relato viene al caso, dado su reiterada y repetida expresión: “si hacemos siempre lo mismo, no podemos esperar resultados distintos”.
Señor, si usted piensa de tal manera, me puede contestar, ¿por qué, eligió a ministros que lo primero que hicieron fue hacer lo mismo que han hecho todos los ministros de estos últimos setenta años?
En economía, devaluar y ajustar. Muy obvio y, un tanto básico.
En justicia, “maquillar”.
Reducir solo la planta de personal, especialmente, las de bajas categorías y de bajo costo y dejar intactala subsecretaría de derechos humanos, dónde albergan “talibanes” profesionales que, junto a jueces y fiscales subrogantes de “justicia legitima” motorizan políticas que atentan contra la libertad de las personas, es muy parecido a una tomada de pelo.
Con solo mirar estos detalles, el sentido común está indicando, que no solo “los zurdos, socialistas, piqueteros, gremialistas y en particular el sector de clase media”, le van a poner palos en la rueda y querer prender fuego al país.
Usted debería saber, que agitadores y agentes locales y extranjeros operan en tal sentido. No debió darles la oportunidad y los argumentos para tal fin.
La torpeza de “hacer lo mismo”, lo ha expuesto a que el arco gransciano, (¡que también lo eligió!), enquistado en la cultura argentina durante tantas décadas, hoy batan tambores de guerra llamando a la rebelión y pongan en riesgo su continuidad a pesar del escaso tiempo en el poder.
Destaco como ejemplo de ello, a medios de comunicación tradicionales, (en especial La Nación y Clarín). Hoy, sutiles y no tanto, enarbolan reclamos o, peor aún, tergiversan el significado de los proyectos elevados al Congreso.
Por ello, después de los 100 años de decadencia y de intentos fallidos por cambiar, debió asumir con un PLAN DE GOBIERNO. NO, SOLO, CON UN APENDICE EN LO ECONOMICO.
Dicho Plan, debió ser consensuado inmediatamente después de ganadas las elecciones con los sectores del quehacer productivo, empresarial, cultural y social del país. Pasado ya, por dicho tamiz enviarlo al Congreso. De manera tal, que la rosca política no tuviera cabida y su incidencia fuera fundamental.
¿Que significa ello? Usted no puede pretender pasar de manejar un Ford 40 a una Ferrari 2024 en un día, tal lo ha hecho, pues, estas rutas no se lo permiten. Lo dejado por el gobierno filo terrorista, fue una “tragedia humanitaria”, por lo cual, no la puede sanar con más angustia.
Argentina, bien es sabido, no es un país escandinavo, por lo tanto, es imposible una asimilación espontánea.
Ello lleva a discernir que primero debió “prever” las consecuencias de las medidas a tomar, para no caer en el reiterado error de trasladar todo el peso sobre las clases sociales menos capacitadas tanto cultural como económicamente hablando.
Se debió, “llenar los bolsillos de pesos”, a dichos sectores (aunque estos no valgan y, aún a costa de fabricarlos), de manera tal de permitirles enfrentar el ajuste con similar posibilidad de los más pudientes y, establecer la metodología y el tiempo prudencial para salir de la crisis devastadora que dejó el gobierno saliente. (Ello no es gradualismo). Es anticiparse a reacciones adversas, esperables y conocidas.
¿Puede explicar entonces, cual fue el sentido, de llevarlo a la practica de la manera que se hizo?
Para tal interrogante arriesgo una respuesta. El llamado sector “conservador argentino”, infiltrado por “socialistas” disfrazados de moderados e independientes y, que han perdurado en todas las etapas, lo ha coptado y ha cercado su entorno, para que promueva políticas que aparenten cambios y no lo sean. ¡Como siempre!
¿Solución? Si, las tiene.
Desplace “ya” los actores que lo rodean y llame gente del llano. No interesa que no tengan “cintura y experiencia política”.
Hágalo ahora. No demore y no se preocupe por las críticas de los fracasados de siempre. Dele una señal verdadera a la población que quiere cambiar.
Acerque a su entorno aquellos ciudadanos formados y capacitados, (existen y muchos), en el estudio de los conflictos globales (guerras de nueva generación). Ellos podrán encenderle una vela que le ilumine el camino. Dejé un tanto de lado a “falsos gurúes” que viven buscando “revancha” y solo logran reacción violenta.
Estimado presidente, hizo lo más difícil. Crear un partido con ideas de libertad. Después, ganarle a una estructura “política/terrorista” que perduró 16 años en el poder. No dilapide ese capital apostando a los mismos “caballos perdedores”.
Vaya con “no conocidos”, como usted.
¡Ah! Y otra cosa, pruebe con cambiar el asiento de su gobierno. Que no sea solo la Casa Rosada y la Residencia de Olivos.
Considere utilizar una “carpa de campaña” instalada en la villa más carenciada de Buenos Aires y, desde allí, pisando el barro, dónde no hay cloacas, agua potable, luz, caminos, muchos mosquitos, alimañas y olores nauseabundos, conducir junto al gabinete de ministros.
No solo dinero necesita más de la mitad de la población argentina. También requiere y, quizás, más aún, empatía y acompañamiento ético.
El escenario de guerra civil de baja intensidad que se vive, hace necesario señales que levanten la moral, tal lo hicieron San Martín y Belgrano.
No me atribuyo representar el pensamiento de ningún conciudadano, pero, creo estar dentro del 56% que en las elecciones pasadas voto por abandonar el camino del totalitarismo.
No defraude a las generaciones de jóvenes que creyeron y ahora esperan y anhelan una argentina moderna y en paz.
♣
Por Juan A. Giovarruscio.
Señor Presidente de la Nación Argentina
Licenciado Javier Gerardo Milei.
De mí consideración:
Yo Juan Armando Giovarruscio, en mí condición de preso por los mal llamados “delitos de lesa humanidad” condenado ilegal e ilegítimamente, en un juicio amañado dónde se violó el Art. 18 de la Constitución Nacional de Juan Bautista Alberdi, (recuérdese que la primera parte correspondiente a los derechos y garantías no fue modificada en 1994), sin mencionar otras aberraciones que, para no ser muy extenso, dejo a consideración de especialistas en derecho.
Me traen a estas líneas, no, la intención de hablar de la situación personal, por el contrario, a pesar, del injusto encierro quiero, aportar una humilde reflexión. Tal lo hiciera con sus antecesores, Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández expresando mí pensamiento, sin tener una educada respuesta.
Mis 77 años, (de los cuales, 33 me desempeñé como suboficial del Ejército Argentino), me ha permitido “vivir y ver” las peores décadas del siglo pasado y las que llevamos del presente. No obstante, nada de ello me otorga una categoría superior a nadie.
El relato viene al caso, dado su reiterada y repetida expresión: “si hacemos siempre lo mismo, no podemos esperar resultados distintos”.
Señor, si usted piensa de tal manera, me puede contestar, ¿por qué, eligió a ministros que lo primero que hicieron fue hacer lo mismo que han hecho todos los ministros de estos últimos setenta años?
En economía, devaluar y ajustar. Muy obvio y, un tanto básico.
En justicia, “maquillar”.
Reducir solo la planta de personal, especialmente, las de bajas categorías y de bajo costo y dejar intacta la subsecretaría de derechos humanos, dónde albergan “talibanes” profesionales que, junto a jueces y fiscales subrogantes de “justicia legitima” motorizan políticas que atentan contra la libertad de las personas, es muy parecido a una tomada de pelo.
Con solo mirar estos detalles, el sentido común está indicando, que no solo “los zurdos, socialistas, piqueteros, gremialistas y en particular el sector de clase media”, le van a poner palos en la rueda y querer prender fuego al país.
Usted debería saber, que agitadores y agentes locales y extranjeros operan en tal sentido. No debió darles la oportunidad y los argumentos para tal fin.
La torpeza de “hacer lo mismo”, lo ha expuesto a que el arco gransciano, (¡que también lo eligió!), enquistado en la cultura argentina durante tantas décadas, hoy batan tambores de guerra llamando a la rebelión y pongan en riesgo su continuidad a pesar del escaso tiempo en el poder.
Destaco como ejemplo de ello, a medios de comunicación tradicionales, (en especial La Nación y Clarín). Hoy, sutiles y no tanto, enarbolan reclamos o, peor aún, tergiversan el significado de los proyectos elevados al Congreso.
Por ello, después de los 100 años de decadencia y de intentos fallidos por cambiar, debió asumir con un PLAN DE GOBIERNO. NO, SOLO, CON UN APENDICE EN LO ECONOMICO.
Dicho Plan, debió ser consensuado inmediatamente después de ganadas las elecciones con los sectores del quehacer productivo, empresarial, cultural y social del país. Pasado ya, por dicho tamiz enviarlo al Congreso. De manera tal, que la rosca política no tuviera cabida y su incidencia fuera fundamental.
¿Que significa ello? Usted no puede pretender pasar de manejar un Ford 40 a una Ferrari 2024 en un día, tal lo ha hecho, pues, estas rutas no se lo permiten. Lo dejado por el gobierno filo terrorista, fue una “tragedia humanitaria”, por lo cual, no la puede sanar con más angustia.
Argentina, bien es sabido, no es un país escandinavo, por lo tanto, es imposible una asimilación espontánea.
Ello lleva a discernir que primero debió “prever” las consecuencias de las medidas a tomar, para no caer en el reiterado error de trasladar todo el peso sobre las clases sociales menos capacitadas tanto cultural como económicamente hablando.
Se debió, “llenar los bolsillos de pesos”, a dichos sectores (aunque estos no valgan y, aún a costa de fabricarlos), de manera tal de permitirles enfrentar el ajuste con similar posibilidad de los más pudientes y, establecer la metodología y el tiempo prudencial para salir de la crisis devastadora que dejó el gobierno saliente. (Ello no es gradualismo). Es anticiparse a reacciones adversas, esperables y conocidas.
¿Puede explicar entonces, cual fue el sentido, de llevarlo a la practica de la manera que se hizo?
Para tal interrogante arriesgo una respuesta. El llamado sector “conservador argentino”, infiltrado por “socialistas” disfrazados de moderados e independientes y, que han perdurado en todas las etapas, lo ha coptado y ha cercado su entorno, para que promueva políticas que aparenten cambios y no lo sean. ¡Como siempre!
¿Solución? Si, las tiene.
Desplace “ya” los actores que lo rodean y llame gente del llano. No interesa que no tengan “cintura y experiencia política”.
Hágalo ahora. No demore y no se preocupe por las críticas de los fracasados de siempre. Dele una señal verdadera a la población que quiere cambiar.
Acerque a su entorno aquellos ciudadanos formados y capacitados, (existen y muchos), en el estudio de los conflictos globales (guerras de nueva generación). Ellos podrán encenderle una vela que le ilumine el camino. Dejé un tanto de lado a “falsos gurúes” que viven buscando “revancha” y solo logran reacción violenta.
Estimado presidente, hizo lo más difícil. Crear un partido con ideas de libertad. Después, ganarle a una estructura “política/terrorista” que perduró 16 años en el poder. No dilapide ese capital apostando a los mismos “caballos perdedores”.
Vaya con “no conocidos”, como usted.
¡Ah! Y otra cosa, pruebe con cambiar el asiento de su gobierno. Que no sea solo la Casa Rosada y la Residencia de Olivos.
Considere utilizar una “carpa de campaña” instalada en la villa más carenciada de Buenos Aires y, desde allí, pisando el barro, dónde no hay cloacas, agua potable, luz, caminos, muchos mosquitos, alimañas y olores nauseabundos, conducir junto al gabinete de ministros.
No solo dinero necesita más de la mitad de la población argentina. También requiere y, quizás, más aún, empatía y acompañamiento ético.
El escenario de guerra civil de baja intensidad que se vive, hace necesario señales que levanten la moral, tal lo hicieron San Martín y Belgrano.
No me atribuyo representar el pensamiento de ningún conciudadano, pero, creo estar dentro del 56% que en las elecciones pasadas voto por abandonar el camino del totalitarismo.
No defraude a las generaciones de jóvenes que creyeron y ahora esperan y anhelan una argentina moderna y en paz.
Cordialmente.
Juan Armando Giovarruscio.
Prisionero Político
PrisioneroEnArgentina.com
Enero 21, 2024
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