¿Qué es la Unesco y qué hace? Lo más popular son los enclaves naturales y culturales declarados por este organismo como Patrimonio de la Humanidad.
Pero la labor de esta agencia dependiente de Naciones Unidas (ONU), que Estados Unidos e Israel decidieron abandonar hoy, tiene otras inquietudes. El organismo comenzó a gestarse durante la Segunda Guerra Mundial. En 1942, y a pesar de que aún quedaban unos años para que se acabara el conflicto, los gobiernos de los países europeos que combatían a los nazis y a sus aliados empezaron a pensar en la necesidad de reconstruir sus sistemas educativos de cara a un futuro posguerra.
Entonces, se asentaron las bases de un proyecto que pronto adquirió una dimensión “universal”.
Justo después de que la Segunda Gran Guerra finalizara, se celebró una conferencia en Londres de la recién estrenada Naciones Unidas.
Allí, representantes de 44 países acordaron la creación de un organismo centrado en la promoción y protección de la educación y la cultura como pilares fundamentales para evitar el estallido de otro conflicto de escala mundial. Hoy, esta “universalidad” se vio diezmada por los anuncios de Estados Unidos e Israel de abandonar la entidad. La administración Trump decidió abandonar el organismo por su supuesta tendencia “anti-Israel” y la necesidad de una reforma de la agencia y un plan para recortar gastos; una decisión que animó a su par israelí, el primer ministro Benjamin Netanyahu, a tomar el mismo sendero.
En un mundo marcado por dos conflictos armados, la Unesco reivindicó la necesidad de trabajar por la paz. Su misión, por tanto, es contribuir a esa consolidación de la paz, pero también a la erradicación de la pobreza, el desarrollo sostenible y el diálogo intercultural mediante la educación, las ciencias, la cultura, la comunicación y la información. En la práctica, la Unesco impulsa programas alrededor del mundo que destinados a cumplir con esos objetivos y mejorar el acceso a la educación, reducción de las desigualdades o promover los avances científicos y la libertad de expresión, entre otros.
A pesar de su búsqueda de la armonía global, la Unesco ha estado envuelta en la polémica casi desde sus inicios. Son varios los países que retiraron su apoyo a esta agencia a lo largo de sus 71 años de historia. Sudáfrica fue uno de los primeros en hacerlo. En 1956, el país acusó a la Unesco de interferir en sus problemas raciales y se retiró como miembro. No volvería hasta más de tres décadas después, cuando llegó al poder el premio Nobel de la Paz Nelson Mandela. Y aunque hoy Estados Unidos anunció su salida, no es la primera vez que Washington decide apartarse de la Unesco, a pesar de que fue miembro fundador y de que históricamente ha tenido un destacado papel en la agencia. El presidente Ronald Reagan (1981-1989) retiró al país de este organismo en 1984, en plenas tensiones por la Guerra Fría, al considerar que el organismo estaba politizado y que era hostil hacia “las instituciones básicas de una sociedad libre, especialmente contra el libre mercado y la libertad de prensa”. Estados Unidos no volvería al seno de la Unesco hasta 2003, bajo el mandato de George W. Bush y en los años posteriores al atentado del 11 de setiembre del año 2001. Washington, en un momento en el que el organismo se vio como clave para combatir los extremismos, pasó a financiar el 22 % del presupuesto de la Unesco, el país que más aporta, seguido por Japón (9,6 %) y China (7 %). No obstante, el presidente Barack Obama (2009-2017) volvería a dar marcha atrás años después con su decisión de congelar ese aporte financiero en respuesta a la entrada en la Unesco de Palestina como miembro de pleno derecho. Desde entonces, Estados Unidos de América ha acumulado una deuda de más de US$500 millones con la Unesco. La Unesco está desesperadamente escasa de fondos y ahora, abandonada por la principal potencia mundial, se enfrenta ahora a un momento crucial esta semana con la elección de su nuevo director general.
La votación, que dura tres días y podría durar hasta el viernes, tiene como principales aspirantes a Hamad bin Abdulaziz al Kawari, de Qatar, y Audrey Azoulay, de Francia, por delante del egipcio Moushira Jatab.
Pero el dinero también juega un papel importante en la decisión de Estados Unidos, que citó como argumento la creciente deuda que estaba acumulando con el organismo.
La decisión de Obama de congelar fondos ya supuso un fuerte golpe para las arcas de la agencia, si bien su directora general, Irina Bokova, aseguró que, pese a la congelación de los fondos, en estos años, la relación entre Estados Unidos y la Unesco había mejorado. Por ello, este jueves consideró que su marcha “es una pérdida para la Unesco, para la familia de Naciones Unidas y para el multilateralismo” en un periodo de enormes desafíos para la paz mundial. “En el momento en que la lucha contra el extremismo violento pide una inversión renovada en educación y en diálogo intercultural para prevenir el odio, es profundamente lamentable que Estados Unidos se retire de la agencia de Naciones Unidas que se ocupa de estos asuntos”, culminó Bokova.
Las sospechas de ineficacia y burocracia que sobrevuelan a las Naciones Unidas, hacen eco desde el edificio ubicado en Place de Fontenoy.
¿Qué es la Unesco y qué hace? Lo más popular son los enclaves naturales y culturales declarados por este organismo como Patrimonio de la Humanidad.
Pero la labor de esta agencia dependiente de Naciones Unidas (ONU), que Estados Unidos e Israel decidieron abandonar hoy, tiene otras inquietudes. El organismo comenzó a gestarse durante la Segunda Guerra Mundial. En 1942, y a pesar de que aún quedaban unos años para que se acabara el conflicto, los gobiernos de los países europeos que combatían a los nazis y a sus aliados empezaron a pensar en la necesidad de reconstruir sus sistemas educativos de cara a un futuro posguerra.
Entonces, se asentaron las bases de un proyecto que pronto adquirió una dimensión “universal”.
Justo después de que la Segunda Gran Guerra finalizara, se celebró una conferencia en Londres de la recién estrenada Naciones Unidas.
Allí, representantes de 44 países acordaron la creación de un organismo centrado en la promoción y protección de la educación y la cultura como pilares fundamentales para evitar el estallido de otro conflicto de escala mundial. Hoy, esta “universalidad” se vio diezmada por los anuncios de Estados Unidos e Israel de abandonar la entidad. La administración Trump decidió abandonar el organismo por su supuesta tendencia “anti-Israel” y la necesidad de una reforma de la agencia y un plan para recortar gastos; una decisión que animó a su par israelí, el primer ministro Benjamin Netanyahu, a tomar el mismo sendero.
En un mundo marcado por dos conflictos armados, la Unesco reivindicó la necesidad de trabajar por la paz. Su misión, por tanto, es contribuir a esa consolidación de la paz, pero también a la erradicación de la pobreza, el desarrollo sostenible y el diálogo intercultural mediante la educación, las ciencias, la cultura, la comunicación y la información. En la práctica, la Unesco impulsa programas alrededor del mundo que destinados a cumplir con esos objetivos y mejorar el acceso a la educación, reducción de las desigualdades o promover los avances científicos y la libertad de expresión, entre otros.
A pesar de su búsqueda de la armonía global, la Unesco ha estado envuelta en la polémica casi desde sus inicios. Son varios los países que retiraron su apoyo a esta agencia a lo largo de sus 71 años de historia. Sudáfrica fue uno de los primeros en hacerlo. En 1956, el país acusó a la Unesco de interferir en sus problemas raciales y se retiró como miembro. No volvería hasta más de tres décadas después, cuando llegó al poder el premio Nobel de la Paz Nelson Mandela. Y aunque hoy Estados Unidos anunció su salida, no es la primera vez que Washington decide apartarse de la Unesco, a pesar de que fue miembro fundador y de que históricamente ha tenido un destacado papel en la agencia. El presidente Ronald Reagan (1981-1989) retiró al país de este organismo en 1984, en plenas tensiones por la Guerra Fría, al considerar que el organismo estaba politizado y que era hostil hacia “las instituciones básicas de una sociedad libre, especialmente contra el libre mercado y la libertad de prensa”. Estados Unidos no volvería al seno de la Unesco hasta 2003, bajo el mandato de George W. Bush y en los años posteriores al atentado del 11 de setiembre del año 2001. Washington, en un momento en el que el organismo se vio como clave para combatir los extremismos, pasó a financiar el 22 % del presupuesto de la Unesco, el país que más aporta, seguido por Japón (9,6 %) y China (7 %). No obstante, el presidente Barack Obama (2009-2017) volvería a dar marcha atrás años después con su decisión de congelar ese aporte financiero en respuesta a la entrada en la Unesco de Palestina como miembro de pleno derecho. Desde entonces, Estados Unidos de América ha acumulado una deuda de más de US$500 millones con la Unesco. La Unesco está desesperadamente escasa de fondos y ahora, abandonada por la principal potencia mundial, se enfrenta ahora a un momento crucial esta semana con la elección de su nuevo director general.
La votación, que dura tres días y podría durar hasta el viernes, tiene como principales aspirantes a Hamad bin Abdulaziz al Kawari, de Qatar, y Audrey Azoulay, de Francia, por delante del egipcio Moushira Jatab.
Pero el dinero también juega un papel importante en la decisión de Estados Unidos, que citó como argumento la creciente deuda que estaba acumulando con el organismo.
La decisión de Obama de congelar fondos ya supuso un fuerte golpe para las arcas de la agencia, si bien su directora general, Irina Bokova, aseguró que, pese a la congelación de los fondos, en estos años, la relación entre Estados Unidos y la Unesco había mejorado. Por ello, este jueves consideró que su marcha “es una pérdida para la Unesco, para la familia de Naciones Unidas y para el multilateralismo” en un periodo de enormes desafíos para la paz mundial. “En el momento en que la lucha contra el extremismo violento pide una inversión renovada en educación y en diálogo intercultural para prevenir el odio, es profundamente lamentable que Estados Unidos se retire de la agencia de Naciones Unidas que se ocupa de estos asuntos”, culminó Bokova.
Las sospechas de ineficacia y burocracia que sobrevuelan a las Naciones Unidas, hacen eco desde el edificio ubicado en Place de Fontenoy.
Martín Di Giorgi
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 12, 2017
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