¿Están los humanos programados para sobrevivir?

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Por Mary Parker.

Existen muchos ejemplos de instintos humanos innatos que nos ayudan a mantenernos vivos. Quizás el caso más obvio sea la respuesta de lucha o huida, acuñada por el fisiólogo de la Universidad de Harvard Walter Cannon en 1915. Cuando los humanos nos enfrentamos al peligro o al estrés, un desencadenante biológico nos ayuda a decidir si nos quedamos y luchamos o salimos corriendo: huir.

Cuando estamos estresados ​​o ante el peligro, el hipotálamo del cerebro se activa. Inicia una serie de liberaciones químicas y respuestas de las células nerviosas que nos preparan para la situación inminente. Se libera adrenalina en el torrente sanguíneo, aumenta nuestra frecuencia cardíaca y la sangre se bombea con mayor rapidez a nuestros músculos y extremidades. Nuestra conciencia, visión e impulsos se intensifican y aceleran. Podemos agradecerles esto a nuestros ancestros cavernícolas. El hombre primitivo se enfrentó a muchos peligros, y la respuesta de lucha o huida evolucionó para ayudarles a evadirlos o combatirlos para sobrevivir. Hoy en día, es lo que permite a un ciudadano de a pie entrar corriendo en un edificio en llamas o a una madre de tres hijos levantar un coche de encima de uno de ellos, un fenómeno conocido como fuerza histérica. También nos ayuda en situaciones que no ponen en peligro la vida, como cuando un jefe te grita en la cara o al huir o involucrarte en una pelea de bar.

Otra forma en que parecemos estar programados para sobrevivir es en cómo elegimos a nuestras parejas reproductivas. La British Broadcasting Corporation (BBC) produjo un programa llamado “Instinto Humano” que puso a prueba una teoría interesante sobre cómo elegimos a nuestras parejas. Probablemente pienses que se trata solo de la apariencia. ¿Creerías que tiene más que ver con tu nariz? Así es como funciona: todos los humanos tenemos genes diferentes que ayudan a determinar cómo funciona nuestro sistema inmunitario. Algunas personas son mejores que otras para defenderse de ciertas enfermedades. Cuando elegimos parejas reproductivas, idealmente tendrían un conjunto de genes que apoya un sistema inmunitario diferente al nuestro. De esa manera, la descendencia obtendría ambos conjuntos de genes y sería capaz de combatir una mayor variedad de enfermedades.

Así que esa parte es bastante fácil de entender. Aquí es donde entra en juego la nariz. En su estudio, la BBC supone que el olfato humano tiene más que ver con nuestra atracción instintiva que con la vista. Para comprobarlo, la BBC fue a la Universidad de Newcastle y reclutó a seis mujeres como sujetos de prueba. Se les analizó la sangre y se identificaron seis genes que indicaban su tipo de sistema inmunitario. Luego, cada mujer se acostó con una camiseta en noches consecutivas. Las camisetas se colocaron en frascos separados y el presentador del programa olió cada una para elegir el aroma que le resultaba más atractivo.

Los hallazgos revelaron que los dos aromas que prefería el presentador no compartían ninguno de los genes de su sistema inmunitario. En este caso, los polos opuestos se atraían y el hipotético bebé que producirían tendría el conjunto de genes del sistema inmunitario más amplio. El presentador desconocía el aspecto de ninguna de estas mujeres; solo contaba con su nariz para que lo hiciera por él. Los resultados indican que los seres humanos tienen una capacidad innata para elegir una pareja que produzca un bebé robusto y saludable y ayude a garantizar la supervivencia de la raza humana.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 30, 2025


 

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