Horas, minutos, segundos con Carrió: OTRAS VOCES, OTRAS EXPERIENCIAS

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Era el año que Uruguay saludaba a José Mujica como su nuevo presidente. En Chile, Sebastián Peñeira sucedía a Michelle Bachelet. David Cameron era elegido Primer Ministro británico. La crisis griega amenazaba con ganar el resto de Europa. Santos ganaba de manera aplastante las elecciones en Colombia. grupo terrorista Tehrik e Talibán Pakistán comete el atentado más sangriento en el país con 103 muertos. En Brasil, Lula Da Silva se despedía de su sillón presidencial, mientras que en Argentina fallecía el autócrata Néstor Kirchner, esposo de Cristina Fernández de Kirchner, mandataria del país en ese momento. Corría el año 2010 y fuera de ese entorno, un grupo de esposas de presos políticos mantenía una reunión con la doctora Elisa Carrió, más conocida como “Lilita”.

Entre estas mujeres, Ana Barreiro -una de las conductoras del programa radial “De Eso No Se Habla”-. Primero se consiguió una reunión con Conte Grand, con quien tuvieron lo que la señora Barreiro describe como una dura charla. El paso siguiente era encontrarse con Elisa Carrió. La fundadora de ARI las recibió en su sencillo departamento de la calle Santa Fe. “El lugar estaba muy bien decorado”, recuerda Barreiro “Había una imagen blanca, grande de la Virgen, que se destacaba en una biblioteca del fondo”. A las cuatro mujeres, se les sumó el doctor Alberto Solanet, miembro de Justicia y Concordia. Una secretaria les ofreció tomar asiento donde quisieran, excepto en un sofá cheslón que la dirigente luego ocuparía. Y ocuparía -rememora Ana Barreiro- luego de hacerse esperar.

“Ustedes saben quién soy yo?”, preguntó Elisa Carrió encendiendo un cigarrillo.

“Debido a que sabemos es que estamos acá”, fue la respuesta de la esposa del preso político Ernesto Barreiro.

“Yo trabajé y me encargué de que se anularan las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. También lo redacté y publicité hasta que lo logramos…”

La señora de Barreiro la miró a los ojos y cuando encontró la mirada de la funcionaria, indagó sin indirectas:

“¿Qué pretendían con esto? Si ya los argentinos vivíamos en paz…

“Que paguen”

“¿Qué paguen? ¿Quienes? ¿Qué?”, arremetió Ana Barreiro.

“Los militares”, contestó Carrió. Luego de una pausa, comenzó a elaborar su explicación “Pero después se nos desmadró… Kirchner nos traicionó”.

“Ustedes, los políticos que consensuaron, apoyaron y financiaron la guerra antiterrorista… ¿Cómo van a solucionar esto?”, volvió a la carga Ana. En ese momento, los presos políticos en cautiverio eran 125 (Seis años más tarde han llegado a 387).

La señora de Barreiro evoca la batería de argumentos que estas damas esgrimieron hacia la diputada. Retiene en su memoria que la señora Carrió no supo devolver las estocadas. Permaneció muy callada.

Cuando el doctor Solanet arribó tuvo un fuerte intercambio de palabras con la dueña de casa acerca de la ilegalidad de los juicios a los cuales ex uniformados estaban siendo sometidos, finalizando con un debate sobre Santo Tomás -de quien al parecer el doctor Solanet es un experto y en el mirar a atrás de Ana, Carrió no lo sería tanto.

No fue buena la impresión que de Carrió han guardado estas mujeres en el álbum de las resonancias. Es pésima, para ser perfectamente honestos. A la hora de las despedidas, las cuatro damas le hicieron entrega de material informativo acerca de los prisioneros políticos con la idea de quedar en contacto. En su percepción (A falta de una mejor palabra), Ana cree que la doctora Carrió tiene un gran cargo de conciencia. Pese a que la reunión se tornó muy tensa, “quedaron en contacto con la chaqueña”.

En otra oportunidad, las esposas de los presos políticos fueron a verla a la fundación Hanna Arendt, en donde se llevó a cabo un debate entre la doctora Carrió, la señora Graciela Fernández Meijide, la doctora Victoria Villarruel y el señor Arturo C. Larrabure. En esa oportunidad, Ana Barreiro se dirigió al secretario de la diputada (Juan) para pedirle una reunión a concertar con abogados que están trabajando en favor de imputados y condenados por casos de mal llamados Lesa Humanidad, pero no obtuvo resultado alguno -pese a haber compartido charlas correctas cada vez que se encontraban en el barrio en el cual conviven-.

Ana comenta que “Nunca más las quiso recibir…”

 

Graciela Beatriz Macedra es hermana del preso político Carlos Macedra, un coronel retirado que hoy habita en las cárceles argentinas y también tuvo una experiencia con Elisa María Avelina Carrió y también ocurrió en una de las pausas del debate en el instituto Hanna Arendt cuyos disertantes eran la presidente del CELTYV, la doctora Villarruel, la señora Fernández Meijide, el señor Larrabure (Hijo del asesinado Argentino Del Valle Larrabure) y precisamente, la diputada argentina.

En ese entonces, la doctora Carrió manifestó que, entre otras consideraciones, la intención de la derogación de las leyes de carrio77obediencia debida y punto final era quitarles un peso a los militares. Graciela recuerda un largo silencio que ella misma quebró:

“…Y se los tiraste a los Lobos”

La doctora Carrió recogió el guante y solo esbozó una corta respuesta.

“No creo…”

Graciela, además de entender que su hermano es víctima de la “justicia” argentina, sabe que sus tiempos biológicos no son los mismos de quien está en libertad. En su concepto, Carrió los tiró a los Lobos y encontrará su redención al contribuir a la solución definitiva por la vía legal. Tristemente, Graciela vive en el mundo real y distingue que a su hermano y tantos como el, ya no les queda tiempo. “Nuestros presos políticos se nos están muriendo”, sentencia, tratando de captar la sensibilidad de una sociedad que aún no ha despertado.

 

Armada de documentación y cansancio, María Ferreyra partió al encuentro de Carrió una noche en la que esta última presentaba su libro Humanismo y Libertad (Tomo II) en una localidad de la costa de la provincia de Buenos Aires. Su intención era informar a su interlocutora sobre la situación que vivía (O padecía) su marido, Claudio Kussman, arrestado por el solo hecho de haber sido un joven oficial de la policía en los años setentas.

La presentación fue en Santa Teresita, a unos setenta y tres kilómetros de la residencia de María, en una fría noche de mayo del año 2015.

“Viajé mal predispuesta”. Reconoce María “La sabía impulsora de la derogación de las leyes de punto final y obediencia debida y esa acción -que terminó con gente joven de aquel entonces en prisión- nunca podía ser simpática”

Desorden y ruidos producto de mucha gente circulando por el salón de la presentación consiguió que María terminara en los últimos lugares, pero casualmente cerca de la mesa donde los libros de la doctora Carrió descansaban. Allí accedió a un breve diálogo con colaboradores del evento a quienes les explicó el motivo de su visita. La diputada comenzó la ceremonia de autografiar libros y fue cuando María por primera vez en la noche (Y en su vida) pudo estar cara a cara con la fundadora de la Coalición Cívica ARI.

“La realidad es que viajé para contarle las falsas y obscenas imputaciones que retenían a mi esposo en prisión. Mi sensación es que pude transmitir el problema en cinco minutos, durante los cuales la doctora Carrió asintió tomándome de las manos”

Luego de dedicar y estampar su firma para mi esposo en el libro, volvió a tomar mis manos y me reveló que se iban a ocupar.

“Retorné a casa manejando lentamente entre la niebla y un fino rocío que bañaba mis sensaciones encontradas. Por momentos sentía que mi ser se había inundado de toda la esperanza. En otros momentos, la cruda realidad me abofeteaba indicando que simplemente había intercambiado palabras con un político”.

 



Fabian Kussman

PrisioneroEnArgentina.com

Diciembre 8, 2016



 

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