Indudablemente, todos los años, el 25 de mayo nos renueva alegres recuerdos infantiles. Es, por excelencia, la fiesta de la escuela, la celebración que nos brinda el primer contacto con las grandes ideas republicanas: patria, libertad, participación del pueblo, gobierno propio, defensa de los intereses comunes. Cuando a nuestras inteligencias todavía les cuesta abrirse hacia la comprensión de lo que es la patria, de lo que es la libertad, la celebración de la fiesta, la escarapela en el pecho, el paso marcialmente marcado al ritmo de una marcha o de un tambor, nos hacen comprender -más clara y vívidamente que el discurso de la “señora directora”- que se trata de conceptos venerables que para toda la vida nos comprometen en su sostén y en su defensa, en la adhesión a la patria amada, en el enaltecimiento de la libertad. Pasa el tiempo; estudiamos. Y un día – no sin cierto asombro – venimos a descubrir que antes del 25 de mayo también había patria; que la patria preexistía desde siempre, desde que fundamos ciudades y defendimos instituciones; que no se puede vivir dignamente sin patria. Advertimos que el 24 de mayo ni Saavedra, ni Moreno, ni el benemérito general Belgrano eran ningunos “apátridas”, sino que fueron patriotas toda la vida. Sigue pasando el tiempo. Hasta que un día vimos -la realidad nos lo muestra con dureza- que después del 25 de Mayo, y como dejando de lado los nobles ideales que la escuela nos inculcara, no todo es defensa de la patria y de la libertad, porque desgraciadamente se ha renunciado a ellas. Así es que el poeta – Almafuerte – ve la “sombra de la patria” con los cabellos sueltos, como velo de angustia”, “desencajado el rostro: la derrota no tiene pupila más opaca ni la faz de Jesús al beso infame se contrajo más rígida”. “La voraz invasión de lo pequeño no hiere como el rayo, pero amansa. Cuando el alma inmortal cae de rodillas la belleza mortal cae deshojada”.La patria puede ser vilipendiada por sus enemigos si sus hijos no la defienden.¿Y la libertad? para saber lo que puede pasar con la libertad no hay más que mirar el poder tomado en la política interna de la Argentina por las fuerzas internacionales de la usura y de la explotación. Pero estos son temas de todos los días. Ahora, por ser Mayo, recordemos los 25 de mayo de nuestros días infantiles y, sobre todo, renovemos los nobles anhelos de seguir teniendo siempre – pero siempre, siempre vivos, siempre vigentes, siempre actuales, siempre enhiestos – la patria y la libertad.
Por JORGE BERNABE LOBO ARAGÓN.
Opinión
Indudablemente, todos los años, el 25 de mayo nos renueva alegres recuerdos infantiles. Es, por excelencia, la fiesta de la escuela, la celebración que nos brinda el primer contacto con las grandes ideas republicanas: patria, libertad, participación del pueblo, gobierno propio, defensa de los intereses comunes. Cuando a nuestras inteligencias todavía les cuesta abrirse hacia la comprensión de lo que es la patria, de lo que es la libertad, la celebración de la fiesta, la escarapela en el pecho, el paso marcialmente marcado al ritmo de una marcha o de un tambor, nos hacen comprender -más clara y vívidamente que el discurso de la “señora directora”- que se trata de conceptos venerables que para toda la vida nos comprometen en su sostén y en su defensa, en la adhesión a la patria amada, en el enaltecimiento de la libertad. Pasa el tiempo; estudiamos. Y un día – no sin cierto asombro – venimos a descubrir que antes del 25 de mayo también había patria; que la patria preexistía desde siempre, desde que fundamos ciudades y defendimos instituciones; que no se puede vivir dignamente sin patria. Advertimos que el 24 de mayo ni Saavedra, ni Moreno, ni el benemérito general Belgrano eran ningunos “apátridas”, sino que fueron patriotas toda la vida. Sigue pasando el tiempo. Hasta que un día vimos -la realidad nos lo muestra con dureza- que después del 25 de Mayo, y como dejando de lado los nobles ideales que la escuela nos inculcara, no todo es defensa de la patria y de la libertad, porque desgraciadamente se ha renunciado a ellas. Así es que el poeta – Almafuerte – ve la “sombra de la patria” con los cabellos sueltos, como velo de angustia”, “desencajado el rostro: la derrota no tiene pupila más opaca ni la faz de Jesús al beso infame se contrajo más rígida”. “La voraz invasión de lo pequeño no hiere como el rayo, pero amansa. Cuando el alma inmortal cae de rodillas la belleza mortal cae deshojada”. La patria puede ser vilipendiada por sus enemigos si sus hijos no la defienden. ¿Y la libertad? para saber lo que puede pasar con la libertad no hay más que mirar el poder tomado en la política interna de la Argentina por las fuerzas internacionales de la usura y de la explotación. Pero estos son temas de todos los días. Ahora, por ser Mayo, recordemos los 25 de mayo de nuestros días infantiles y, sobre todo, renovemos los nobles anhelos de seguir teniendo siempre – pero siempre, siempre vivos, siempre vigentes, siempre actuales, siempre enhiestos – la patria y la libertad.
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 21, 2017
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