La gobernadora María Eugenia Vidal observa un libro de historia argentina que descansa empolvado en una de las estanterías de su finca ubicada dentro de una base militar y se puso de rodillas. Es, en definitiva, una persona preocupada por las contingencias que vive su provincia -entre ellas, la educación- pero la dirigente hace gala de su cargo y permite que divisemos que su eficacia en matemáticas no es buena y su apego a las leyes, dudoso.
Para enamorarse bien hay que venir al sur decía una canción de Raffaella Carra -sin premios a su belleza poética, a mi entender- y para mentir hay que visitar la provincia de Buenos Aires -canta la joven y sonriente gobernadora-. Lo curioso es que fuera del territorio de la falacia oficial, Juan José Gómez Centurión, el director de la Aduana, fue sobreseído definitivamente en la causa en que negara la cifra de 30.000 desaparecidos. El fiscal federal Ramiro González prescindió de apelar el sobreseimiento que había dictado el juez federal Marcelo Martínez de Giorgi, quien entendió que Gómez Centurión no incurrió en “apología del delito”, como tampoco exaltó ni reivindicó ningún hecho y/o protagonistas.
La cifra en disputa -recordemos- fue creada por Luis Labraña con el propósito de conseguir recursos financieros para las Madres de Plaza de Mayo, quienes hoy día no dudan en levantar pasacalles donde se lee “Son Treinta Mil” o no se sonrojan en proclamar que es un “símbolo”.
Todos los que votamos por Mauricio Macri esperábamos un cambio, ya que entendimos que “el curro de los derechos humanos” sería liquidado y quisimos creer (O tradujimos) que abarcaría todos los órdenes de su presidencia. Hoy entiendo que esa oración fue otra de las tantas frases de campaña, que en verdad son expresiones en las neblinas, dejadas a la interpretación del consumidor. Clara prueba es el comportamiento de María Eugenia Vidal.
Por María Ferreyra
La Provincia de Buenos Aires prefiere el “relato”
La gobernadora María Eugenia Vidal observa un libro de historia argentina que descansa empolvado en una de las estanterías de su finca ubicada dentro de una base militar y se puso de rodillas. Es, en definitiva, una persona preocupada por las contingencias que vive su provincia -entre ellas, la educación- pero la dirigente hace gala de su cargo y permite que divisemos que su eficacia en matemáticas no es buena y su apego a las leyes, dudoso.
Para enamorarse bien hay que venir al sur decía una canción de Raffaella Carra -sin premios a su belleza poética, a mi entender- y para mentir hay que visitar la provincia de Buenos Aires -canta la joven y sonriente gobernadora-. Lo curioso es que fuera del territorio de la falacia oficial, Juan José Gómez Centurión, el director de la Aduana, fue sobreseído definitivamente en la causa en que negara la cifra de 30.000 desaparecidos. El fiscal federal Ramiro González prescindió de apelar el sobreseimiento que había dictado el juez federal Marcelo Martínez de Giorgi, quien entendió que Gómez Centurión no incurrió en “apología del delito”, como tampoco exaltó ni reivindicó ningún hecho y/o protagonistas.
La cifra en disputa -recordemos- fue creada por Luis Labraña con el propósito de conseguir recursos financieros para las Madres de Plaza de Mayo, quienes hoy día no dudan en levantar pasacalles donde se lee “Son Treinta Mil” o no se sonrojan en proclamar que es un “símbolo”.
Todos los que votamos por Mauricio Macri esperábamos un cambio, ya que entendimos que “el curro de los derechos humanos” sería liquidado y quisimos creer (O tradujimos) que abarcaría todos los órdenes de su presidencia. Hoy entiendo que esa oración fue otra de las tantas frases de campaña, que en verdad son expresiones en las neblinas, dejadas a la interpretación del consumidor. Clara prueba es el comportamiento de María Eugenia Vidal.
María Ferreyra
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Mayo 23, 2017
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