Los Demonios de Robin Williams

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Por Bella Watts.

Robin Williams fue uno de los actores cómicos más queridos de la era moderna: un hombre cuya energía contagiosa, ingenio y desbordante improvisación lo convirtieron en un nombre muy conocido. Desde sus icónicos papeles en “La Señora Doubtfire” y “El Indomable Will Hunting” hasta sus frenéticas rutinas de comedia, Williams hizo reír y alegrar a millones de personas. Sin embargo, tras su exuberante personalidad se escondía un hombre que luchaba contra profundos demonios internos: batallas contra la adicción, la depresión y un devastador trastorno neurológico que finalmente lo condujo a su trágica muerte en 2014.

A lo largo de su carrera, Williams fue sincero sobre sus problemas con el abuso de sustancias. Se volvió adicto a la cocaína y al alcohol a finales de los 70 y principios de los 80, durante su meteórico ascenso a la fama. La repentina muerte de su amigo John Belushi en 1982, por sobredosis, lo conmocionó y lo mantuvo sobrio durante muchos años. Sin embargo, recayó a principios de la década de 2000 y buscó tratamiento en múltiples ocasiones. A menudo hablaba del aislamiento que genera la fama, el miedo al fracaso y la presión de ser siempre gracioso, todo lo cual alimentaba sus tendencias autodestructivas.

La salud mental fue otro gran problema. A pesar de ser conocido por su alegría en la pantalla, Williams luchaba en privado contra una depresión severa. Amigos y familiares describían sus cambios de humor, episodios de desesperación y vulnerabilidad emocional. A menudo canalizaba ese dolor en sus actuaciones, especialmente en papeles más dramáticos, demostrando que su empatía provenía de experiencias reales. Sin embargo, le resultaba difícil buscar ayuda de forma constante, en parte debido al estigma que rodea a las enfermedades mentales.

En el último capítulo de su vida, a Williams le diagnosticaron demencia por cuerpos de Lewy, una enfermedad cerebral degenerativa que causa alucinaciones, deterioro cognitivo y alteraciones del estado de ánimo. Inicialmente diagnosticada erróneamente como enfermedad de Parkinson, la enfermedad exacerbó su ansiedad, confusión y depresión. Según su viuda, Susan Schneider Williams, le aterraba perder la razón y el sentido de sí mismo, una cruel ironía para alguien que se ganaba la vida con un intelecto agudo y la expresión emocional.

El suicidio de Robin Williams el 11 de agosto del año 2014 conmocionó al mundo y atrajo la atención urgente sobre la salud mental y los trastornos neurológicos. Sirvió como un doloroso recordatorio de que las sonrisas más brillantes a veces pueden ocultar el dolor más profundo. Su vida y su muerte ilustran la importancia de la empatía, el apoyo a la salud mental y la comprensión de las batallas silenciosas que incluso las personas aparentemente más alegres pueden enfrentar.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Agosto 11, 2025


 

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