Un 3 de junio de 1770 nacía Manuel Belgrano, prócer de la patria, creador de nuestra bandera, pero fundamentalmente un hombre de la Revolución y un hombre de Estado. Un pensador de avanzada, símbolo de una argentina unida y soberana. Un ejemplo de político y de militar cuyas palabras y acciones cobran sentido en este presente aciago. Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano era hijo del comerciante italiano Doménico Belgrano y Peri (luego castellanizó su nombre firmando Domingo Belgrano y Pérez) y de la argentina criolla María Josefa González Casero, quienes se casaron el 4 de noviembre de 1757 en la Basílica de Nuestra Señora de la Merced. Manuel fue bautizado en esa misma iglesia, hoy Monumento Histórico Nacional, ubicada en Reconquista 207, en la ciudad de Buenos Aires. Una necesidad militar fue la que le mostró a Belgrano la necesidad de enarbolar bandera propia, que muestre cuáles somos nosotros, de qué lado estamos, cuál es nuestro bando. Pero las banderas en todo el mundo, superando su primitiva función militar, han pasado a representar a las naciones. Todo un pueblo, todo un conjunto de individuos que aceptan una tarea a realizar en común y que aspiran a un común destino, que eso es una Nación, se simboliza, se representa por medio de su bandera. Belgrano enarboló bandera y tenía derecho a hacerlo. Aspirábamos a ser Nación y estábamos demostrando tener méritos para ese honor. Hoy los argentinos, encerrados, confundidos, muchas veces desunidos, desalentados, parecemos no ser un pueblo capaz de organizarnos adecuadamente. Si a través de muchos años seguimos sin solucionar problemas cruciales, no estamos mostrando ser parte de la nación que merecemos y la de enarbolar con orgullo y en unión nuestra bandera nacional. Las naciones tienen siempre un desafío por delante, la obligación de superar las dificultades y de afrontar y luchar ante los abusos que se presenten, entonces sí, nos sentiremos merecedores de celebrar a la bandera que nos identifica como País. Las banderas se han originado en el mundo por necesidades guerreras. Diferentes razas, distintos pueblos, huestes enfrentadas han precisado símbolos que convoquen e identifiquen a sus individuos. Una larga evolución, desde los animales sagrados pintados sobre paños con que se reconocían tribus del antiguo Egipto, las águilas persas, los colores de las doce tribus de Israel, las palomas asirias hasta el monograma de Cristo pintado por Constantino en los emblemas romanos. La bandera, en sí misma, es una invitación a recordar el pasado, un pasado común, un pasado conjunto, un pasado de nosotros y de nuestros abuelos, que es el pasado de la patria, un pasado con hechos luminosos como fueron las gestas militares y cívicas de nuestros próceres, y también un pasado de dolores, con enfrentamientos entre hermanos, con luchas acerbas, con incomprensiones, con derrotas. Los dolores, los errores, los desaciertos, los desencuentros, las derrotas no deben olvidarse nunca, para que nos sirvan de lección que nos enseñe a acertar con el buen camino uniéndonos en la acción común. Triste sería que la patria se viera obligada a repetir siempre las mismas experiencias porque nosotros nos negáramos a asimilar las enseñanzas del pasado. Y al evaluar el pasado, entender que la bandera que nos cobija reúne en sí las mejores tradiciones, que nos empuja a procurar el bien de la patria. Pobre sociedad si sus representantes analizaran los problemas cotidianos sólo con el mezquino ánimo de las ganancias inmediatas, olvidando que somos la continuación de una empresa, una empresa que la bandera resume y simboliza, que tiene un destino a cumplir para alcanzar el bien de sus hijos! En un nuevo aniversario de su Nacimiento y en el día de la bandera rindo un homenaje de quien fuera luz durante su corta vida Rogamos que su espíritu eterno no abrace en la esperanza de ser nuevamente una patria grande y soberana y podamos orgullosos enarbolar bandera.-
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Por Dr. Jorge B. Lobo Aragón.
Un 3 de junio de 1770 nacía Manuel Belgrano, prócer de la patria, creador de nuestra bandera, pero fundamentalmente un hombre de la Revolución y un hombre de Estado. Un pensador de avanzada, símbolo de una argentina unida y soberana. Un ejemplo de político y de militar cuyas palabras y acciones cobran sentido en este presente aciago. Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano era hijo del comerciante italiano Doménico Belgrano y Peri (luego castellanizó su nombre firmando Domingo Belgrano y Pérez) y de la argentina criolla María Josefa González Casero, quienes se casaron el 4 de noviembre de 1757 en la Basílica de Nuestra Señora de la Merced. Manuel fue bautizado en esa misma iglesia, hoy Monumento Histórico Nacional, ubicada en Reconquista 207, en la ciudad de Buenos Aires. Una necesidad militar fue la que le mostró a Belgrano la necesidad de enarbolar bandera propia, que muestre cuáles somos nosotros, de qué lado estamos, cuál es nuestro bando. Pero las banderas en todo el mundo, superando su primitiva función militar, han pasado a representar a las naciones. Todo un pueblo, todo un conjunto de individuos que aceptan una tarea a realizar en común y que aspiran a un común destino, que eso es una Nación, se simboliza, se representa por medio de su bandera. Belgrano enarboló bandera y tenía derecho a hacerlo. Aspirábamos a ser Nación y estábamos demostrando tener méritos para ese honor. Hoy los argentinos, encerrados, confundidos, muchas veces desunidos, desalentados, parecemos no ser un pueblo capaz de organizarnos adecuadamente. Si a través de muchos años seguimos sin solucionar problemas cruciales, no estamos mostrando ser parte de la nación que merecemos y la de enarbolar con orgullo y en unión nuestra bandera nacional. Las naciones tienen siempre un desafío por delante, la obligación de superar las dificultades y de afrontar y luchar ante los abusos que se presenten, entonces sí, nos sentiremos merecedores de celebrar a la bandera que nos identifica como País. Las banderas se han originado en el mundo por necesidades guerreras. Diferentes razas, distintos pueblos, huestes enfrentadas han precisado símbolos que convoquen e identifiquen a sus individuos. Una larga evolución, desde los animales sagrados pintados sobre paños con que se reconocían tribus del antiguo Egipto, las águilas persas, los colores de las doce tribus de Israel, las palomas asirias hasta el monograma de Cristo pintado por Constantino en los emblemas romanos. La bandera, en sí misma, es una invitación a recordar el pasado, un pasado común, un pasado conjunto, un pasado de nosotros y de nuestros abuelos, que es el pasado de la patria, un pasado con hechos luminosos como fueron las gestas militares y cívicas de nuestros próceres, y también un pasado de dolores, con enfrentamientos entre hermanos, con luchas acerbas, con incomprensiones, con derrotas. Los dolores, los errores, los desaciertos, los desencuentros, las derrotas no deben olvidarse nunca, para que nos sirvan de lección que nos enseñe a acertar con el buen camino uniéndonos en la acción común. Triste sería que la patria se viera obligada a repetir siempre las mismas experiencias porque nosotros nos negáramos a asimilar las enseñanzas del pasado. Y al evaluar el pasado, entender que la bandera que nos cobija reúne en sí las mejores tradiciones, que nos empuja a procurar el bien de la patria. Pobre sociedad si sus representantes analizaran los problemas cotidianos sólo con el mezquino ánimo de las ganancias inmediatas, olvidando que somos la continuación de una empresa, una empresa que la bandera resume y simboliza, que tiene un destino a cumplir para alcanzar el bien de sus hijos! En un nuevo aniversario de su Nacimiento y en el día de la bandera rindo un homenaje de quien fuera luz durante su corta vida Rogamos que su espíritu eterno no abrace en la esperanza de ser nuevamente una patria grande y soberana y podamos orgullosos enarbolar bandera.-
Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón
jorgeloboaragon@gmail.com
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 19, 2024
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