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 Por Alberto Asseff

Parte de la clase media y los sectores más humildes han castigado fuerte al gobierno ayer.
Ante esta realidad, existe una opción para el presidente: o prepara la transición o se apronta para dar batalla electoral en octubre.
La peor y más decisiva derrota se configura cuando uno se entrega de antemano.
Las primarias fueron una costosa encuesta. Ahora hay dos meses largos para trabajar intentando revertir el escenario.
Harto difícil, ciertamente. Pero no imposible. Una peculiaridad de las sociedades es su mutación. Nada es estático.
Lo primero que debe hacerse es política. Más y mejor política. Convocarlo a Lavagna, a Gomez Centurion, a Espert y al propio Fernández para decirles que es necesario tranquilizar la economía y que Juntos deben dar buenas señales. Los votantes castigantes no quieren que la Argentina se autoflagele. Quieren si una economía que retome el crecimiento. Si el gobierno le dice a sus contendientes y a toda la nación que pretende eso mismo y que lo desea ya y por eso convoca a todos, el balón se pone en juego de inmediato y todos los actores políticos pasan a ser corresponsables. Precisamente lo contrario de lo que busca Fernández quien esta mañana se desligó aduciendo que “es el gobierno quien debe asumir su responsabilidad en esta transición”.
Da toda la sensación que Fernández apuesta a una hiperinflacion que opere como doble factor: ajuste para no tener que hacerlo el y debacle electoral del oficialismo para que octubre sea una catástrofe para el presidente y una victoria para el exoperador político devenido en inesperado líder.
Quiere algo parecido al final de Alfonsin.
Tiene Macri que cambiar algunos ministros? No necesariamente, pero si debe dar intensas e inequívocas señales de que está resuelto a dar combate y a ganarlo.
Tejer y tejer. Hay que ensanchar el paño propio. Debe asegurarse el voto de quienes enarbolan valores como la vida – más allá del respeto que la coalición de gobierno mantiene por todas las posturas al respecto -, la gran familia militar y de seguridad, los investigadores y científicos, los emprendedores, los productores, la cultura – ambito donde no hay que dar la idea de que se está a la defensiva. La clase media está harta de piquetes y vagos. Algo debe hacerse en esta materia formulando con claridad que el orden social es la única garantía de progreso.
El gobierno debe minimizar discursivamente el respaldo evidente que brinda el mundo central y apostar a recuperar el apoyo interno. Inclusive de e decirlo con todas las letras: el primer capital que buscamos no es el externo sino el del ahorro nacional hace décadas fugado del circuito económico interno. Esa es la “lluvia” que queremos suscitar. La foránea sobrevendrá instantáneamente cuando se palpe esa corriente inversora vernácula.
El énfasis hay que ponerlo en nuestras propias fuerzas, apelar emotivamente a ellas. Inclusive reconociendo que puede ser tardío, pero que siempre se está a tiempo de automejorarse.

Hay dirigentes muy valiosos como Maria Eugenia Vidal que estamos seguros que pueden librar una epopeya. Que la gobernadora lo desafíe democráticamente a Kicillof a un debate sobre el futuro bonaerense donde lo interpele acerca de que hará con las mafias, con La Campora, con la impunidad, con el ánimo de revancha y venganza que alientan sus seguidores.
El candidato a vicepresidente Pichetto debe hacer lo propio con Cristina. Hay que hacerla salir a hablar, a que se muestre tal cual es. La queremos en su genio y figura, contrastando con la visión de estadista del nuestro.
El presidente está obligado legalmente a dos debates con Alberto Fernández. Pues que le proponga dos más, específicamente para abordar la corrupción, los juicios pendientes y la ostensible decisión de indultar de algún modo a los responsables. Y para tratar si la Argentina se volverá estatista y proteccionista o persistirá en la modernización de su sistema productivo, laboral e impositivo. En una palabra: hay que exigirle al contendiente para que esclarezca si lo suyo es mancia o si tiene una propuesta para crecer genuinamente. Debemos lograr que se definan.
No se puede estar a la defensiva en estos dos meses. Esa actitud agravaría la incertidumbre.
Se necesita una batería de medidas y propuesta políticas. La economía es el flanco débil. Entonces hay que ir por el otro lado.
Hay que convocar al peronismo republicano entero y a todos los liberales que de verdad creen en la libertad.
Debe decírsele al país que si el Cambio triunfa el primer compromiso es sepultar la grieta. El segundo mandato será de Unidad Nacional. Este contrato social incluye una segunda gran cláusula: haremos realidad un Acuerdo de Estado para reducir la pobreza comenzando por revertir la tendencia a su agrandamiento en la franja joven de la Argentina.
Si bien el voto tiene que ver con el bolsillo, las urnas son eminentemente una cuestión política. Política es la gran gesta que debe producirse en estos dos meses.
Adiós a la segunda vuelta de noviembre. Ahora octubre es el ballotage.
Produzcamos el hecho memorable de revertir una encuesta que nos conmovió. Pero que no nos paralizó.
Nada está perdido mientras exista voluntad de ganar.

 

 


PrisioneroEnArgentina.com
Agosto 12, 2019


 

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