Hace dos años era encontrado sin vida el forense argentino Osvaldo Hugo Raffo, en su casa, en la calle Florida al 2300 de la localidad de San Andrés. Presentaba un disparo en la cabeza y un revólver en una mano, según comprobaron las autoridades. En otra habitación había dejado una nota dirigida al Señor Juez en la que decía: “No soporto más los dolores que me aquejan. No se culpe a nadie de mi muerte. Dios me perdone“, escribió, con su firma y su sello al pie.
Raffo había nacido en Parque Patricios el 31 de octubre de 1930, el año en el que derrocaron al presidente Hipólito Yrigoyen. Hijo de un matarife, comentó en varias entrevistas que creía haberse inclinado por la especialidad de tanatólogo (del griego thanatos, muerte) “por ver tantas vacas muertas” cuando era chico. Se recibió de médico en la UBA, en 1957. Una década más tarde obtuvo la especialidad de médico legista. Su libro “La muerte violenta”, editado en los ’80, es todavía un manual básico y de cabecera para los criminólogos que colmaban las salas cada vez que el médico se presentaba a una charla académica.
Nora Dalmasso, María Marta García Belsunce, José Luis Cabezas, Candela Rodríguez, Angeles Rawson, la tragedia de Cromañón. No hubo crimen ni muerte conmocionante que no pasara bajo el microscopio del forense más consultado de la Argentina. También los suicidios, siempre dolorosos o inexplicables. Raffo fue quien hizo la autopsia al cuerpo de René Favaloro. El reconocido cardiólogo fue una de sus 20.000 autopsias. Una cantidad abrumadora, si se considera que una persona que se jubila tras 30 años de vida laboral trabaja, en promedio, unos 7.500 días. Los cuerpos hablan y Raffo aprendió a escucharlos. Los escuchó durante más de 50 años.
Por su trayectoria, fue contratado por la jueza Sandra Arroyo Salgado, la madre de las hijas del fiscal Alberto Nisman. Para Raffo, la escena del crimen era un templo. Por eso volvió al departamento de las torres Le Parc, tres semanas después del hecho, y encontró pelos y otras evidencias que habían pasado inadvertidas para los peritos que trabajaron en el lugar la misma noche del hallazgo del cuerpo.
Cuando hablaba del examen del lugar, Raffo citaba a los clásicos de la Criminalística: “Es las tres cuartas partes de la autopsia”, definió a esa prueba Alexandre Lacassagne, médico y criminólogo francés y rival del italiano Césare Lombroso, a fines del siglo XIX. Para Raffo, el equipo que interviene en una escena del crimen debe actuar “en forma coherente y metódica bajo la autoridad de un instructor judicial. Tenacidad y minuciosidad son cualidades indispensables, pues un dato insignificante puede resultar clave“. Y aconsejaba: “Las comisiones numerosas no son convenientes: basta con el investigador (juez o fiscal), el médico legista, el laboratorista especializado en técnicas forenses, el fotógrafo, el dactilóscopo y el dibujante“.
♦
Hace dos años era encontrado sin vida el forense argentino Osvaldo Hugo Raffo, en su casa, en la calle Florida al 2300 de la localidad de San Andrés. Presentaba un disparo en la cabeza y un revólver en una mano, según comprobaron las autoridades. En otra habitación había dejado una nota dirigida al Señor Juez en la que decía: “No soporto más los dolores que me aquejan. No se culpe a nadie de mi muerte. Dios me perdone“, escribió, con su firma y su sello al pie.
Raffo había nacido en Parque Patricios el 31 de octubre de 1930, el año en el que derrocaron al presidente Hipólito Yrigoyen. Hijo de un matarife, comentó en varias entrevistas que creía haberse inclinado por la especialidad de tanatólogo (del griego thanatos, muerte) “por ver tantas vacas muertas” cuando era chico. Se recibió de médico en la UBA, en 1957. Una década más tarde obtuvo la especialidad de médico legista. Su libro “La muerte violenta”, editado en los ’80, es todavía un manual básico y de cabecera para los criminólogos que colmaban las salas cada vez que el médico se presentaba a una charla académica.
Nora Dalmasso, María Marta García Belsunce, José Luis Cabezas, Candela Rodríguez, Angeles Rawson, la tragedia de Cromañón. No hubo crimen ni muerte conmocionante que no pasara bajo el microscopio del forense más consultado de la Argentina. También los suicidios, siempre dolorosos o inexplicables. Raffo fue quien hizo la autopsia al cuerpo de René Favaloro. El reconocido cardiólogo fue una de sus 20.000 autopsias. Una cantidad abrumadora, si se considera que una persona que se jubila tras 30 años de vida laboral trabaja, en promedio, unos 7.500 días. Los cuerpos hablan y Raffo aprendió a escucharlos. Los escuchó durante más de 50 años.
Por su trayectoria, fue contratado por la jueza Sandra Arroyo Salgado, la madre de las hijas del fiscal Alberto Nisman. Para Raffo, la escena del crimen era un templo. Por eso volvió al departamento de las torres Le Parc, tres semanas después del hecho, y encontró pelos y otras evidencias que habían pasado inadvertidas para los peritos que trabajaron en el lugar la misma noche del hallazgo del cuerpo.
Cuando hablaba del examen del lugar, Raffo citaba a los clásicos de la Criminalística: “Es las tres cuartas partes de la autopsia”, definió a esa prueba Alexandre Lacassagne, médico y criminólogo francés y rival del italiano Césare Lombroso, a fines del siglo XIX. Para Raffo, el equipo que interviene en una escena del crimen debe actuar “en forma coherente y metódica bajo la autoridad de un instructor judicial. Tenacidad y minuciosidad son cualidades indispensables, pues un dato insignificante puede resultar clave“. Y aconsejaba: “Las comisiones numerosas no son convenientes: basta con el investigador (juez o fiscal), el médico legista, el laboratorista especializado en técnicas forenses, el fotógrafo, el dactilóscopo y el dibujante“.
.
[/ezcol_1half_end]PrisioneroEnArgentina.com
Marzo 18, 2021
Related Posts
POST DATA DE… PAJA Y TRIGO
○ Por Dr. Enrique Guillermo Avogadro. Me pareció [...]
CALLES VIOLENTAS
♣ EL MINISTRO SERGIO BERNI ¿ES POLICÍA? Ayer martes [...]
Las Frases Calientes de Alberto Fernández
El candidato a presidente del Frente de Todos dejó [...]