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   Por Mary Noone.

Los estudios han demostrado que la pedofilia es un trastorno mental que obliga a las víctimas a excitarse sexualmente con niños menores de la pubertad (Cantor, 2004).

Aparentemente, el trastorno lleva a las víctimas a abusar sexualmente de niños menores de 13 años. Los estudios han demostrado que esta desviación sexual es el resultado de anomalías en la morfología del cerebro (Schiffer & Volaufen, 2011).

Ciertamente, se sabe que las estructuras neurológicas del cerebro, especialmente el lóbulo frontal y el lóbulo temporal, causan el trastorno.

Por otro lado, los no pedófilos son individuos que se perciben como normales y no tienen ningún trastorno mental (Cantor, 2008). Por esta razón, las diferencias en la composición morfológica entre pedófilos y no pedófilos influyen en sus funciones cerebrales (Carlson, 2010).

Es en este contexto que este documento resume la evidencia para apoyar la sugerencia de que existen diferencias en la función cerebral entre pedófilos y no pedófilos. Además, el documento también propondrá un estudio para avanzar en el conocimiento sobre los pedófilos y la mente.

A partir de una revisión cuidadosa de la literatura, es probable que el 95% de los pedófilos cometan abusos sexuales que equivalen al 70% de las agresiones a niños preadolescentes (Cantor et al., 2004). Es de gran importancia señalar que el 90% de los pedófilos son hombres cuyo comportamiento sexual abusivo ocurre debido a trastornos relacionados con la testosterona.

Los estudios han demostrado que el trastorno no se puede curar debido a que es innato (Schiffer & Volaufen, 2011). Sin embargo, existen medidas que se pueden tomar para controlar el impulso sexual entre los pedófilos.

Los expertos médicos han investigado las estructuras cerebrales de las personas que son pederastas y las han comparado con las que no lo son. A partir del estudio, la evidencia ha demostrado que los pedófilos tienen tejidos menos extendidos en la región del cerebro (Cantor et al., 2008).

Cabe destacar que su fascículo superior frontal-occipital y derecho-actuado tienen menos tejidos, factor que desencadena el desarrollo del trastorno (Schiffer & Volaufen, 2011).

Estudios previos han demostrado que dichos tejidos son responsables de controlar funciones corporales como el impulso sexual, el autocontrol y las respuestas sexuales.

Por ello, atribuye a las desviaciones sexuales entre los pedófilos frente a los no pedófilos (Carlson, 2010).

Además, numerosos indicios biológicos indican que los pedófilos suelen tener un coeficiente intelectual bajo. Por lo tanto, se desempeñan mal en la escuela en comparación con los no pedófilos.

Esta literatura puede ser apoyada por el argumento de que la mayoría de las víctimas son zurdos. En otras palabras, su parte izquierda del cerebro es más funcional que la derecha. Esto se ha atribuido a la suposición de que los pedófilos podrían haber sufrido lesiones en la cabeza en su infancia (Cantor et al., 2004).

Además, Schiffer y Volaufen (2011) sugieren que esto puede deberse a problemas que inhiben el desarrollo de la primera infancia. De acuerdo con esto, la función cerebral influye en el desarrollo social.

En este caso, los trastornos en el cerebro pueden resultar en una desviación del aspecto social de la vida de un individuo. Para este caso, se puede analizar que la mayoría de los pedófilos tienen vínculos sociales deficientes con otros adultos (Carlson, 2010).

Además, la función cerebral influye en el comportamiento social de uno, donde los pedófilos no pueden mantener su relación normal con otros adultos.

En este caso, recurren a los niños que son más vulnerables y son fácilmente coaccionados frente a los no pedófilos que logran construir relaciones consentidas con sus colegas.

Además, los expertos médicos han revelado que existe una diferencia en la composición biológica y el funcionamiento mental entre los pedófilos y los no pedófilos.

La evidencia de investigación concluyente indica que los pedófilos tienen menos materia blanca en el cerebro en comparación con los no pedófilos (Cantor, 2004). En particular, el blanco ayuda al sistema de cableado en el cerebro. Por lo tanto, la deficiencia afecta tanto el coeficiente intelectual como la racionalidad en el pensamiento.

Por ello, Cantor et al (2004) afirman que los delitos sexuales cometidos por tales individuos no van acompañados de medidas severas como en el caso de los no pedófilos. De acuerdo con esto, la evidencia ha demostrado que incluso si los pedófilos son encarcelados por delitos sexuales, existe la probabilidad de que repitan el delito nuevamente.

Cantor et al (2004) destacan que existe una prevalencia del 25% para los pedófilos y que dichas víctimas cometerán el acto con más facilidad que otros delincuentes. En otra línea de estudio, los investigadores han postulado que existen condiciones prenatales que interfieren con el neurodesarrollo y, por lo tanto, causan disfunciones cerebrales.

Por ejemplo, la interrupción del desarrollo prenatal en el cerebro debido al estrés puede conducir al hábito pedófilo (Schiffer & Volaufen, 2011).

No obstante, los estudios han demostrado que los pedófilos tienen ciertos rasgos de personalidad que difieren de los no pedófilos (Cantor, 2004). Los rasgos son psicológicos y, por lo tanto, están controlados por su función cerebral.

Los rasgos asociados con los pedófilos incluyen baja autoestima, funcionamiento interpersonal deficiente y habilidades sociales deficientes. Por esta razón, es definitivo que las funciones cerebrales entre pedófilos y no pedófilos son diferentes.

Sin embargo, teniendo en cuenta lo anterior, es imperativo mencionar que existe la necesidad de seguir investigando sobre la conexión que existe entre las funciones cerebrales y las respuestas sexuales. En este caso, el estudio avanzado ayudará a exponer evidencias sólidas que muestren cómo ocurre el trastorno.

En particular, esto ayudará a los investigadores a explicar cómo los médicos pueden controlar la influencia del cerebro en los intereses sexuales (Carlson, 2010). No hace falta decir que hay mucho que investigar para obtener un conocimiento adecuado sobre la pedofilia.

Existe la necesidad de un estudio relacionado con el tema a tratar es por qué las víctimas con el trastorno psicosexual se orientan más a los niños que a los adultos. Es imperativo señalar que existen numerosos temas controvertidos relacionados con la pedofilia.

Por ejemplo, los estudios han demostrado que el trastorno es más frecuente entre los hombres que entre las mujeres. Por tal motivo, este tema brindará los fundamentos de investigación sobre este hecho para derivar evidencias que puedan ser fundamentadas.

A partir de una cuidadosa revisión de la literatura, muy pocos investigadores han llegado al extremo de estudiar cómo se puede identificar a las personas con el trastorno (Cantor, 2004).

Por esta razón, existe la necesidad de ampliar el cuerpo de conocimiento sobre cómo distinguir la pedofilia de otros trastornos sexuales que están relacionados con las funciones cerebrales.

No tiene sentido decir que ha habido acusaciones de que los pedófilos tienen un coeficiente intelectual bajo y que tienden a ser más bajos en comparación con los no pedófilos. Sin embargo, los estudios han demostrado que no todos los pederastas muestran un bajo rendimiento en clase (Cantor et al., 2004).

En este caso, es necesario verificar tal afirmación para eliminar el sesgo. Además, se ha considerado que los factores biológicos causan el trastorno. Sin embargo, es necesario investigar y verificar si existen otros factores que puedan alterar el funcionamiento del cerebro.

Además, es evidente que la desviación sexual provoca insultos a los niños y, por lo tanto, es necesario estudiar y proponer medidas legales que se deben tomar para controlar tales actos.

Esto se debe al hecho de que un número significativo de expertos argumentan que las víctimas de pedofilia no deben ser acusadas ni procesadas en los tribunales de justicia por el delito (Schiffer & Volaufen, 2011).

De acuerdo con esto, el estudio sobre pedofilia debe tener un diseño de estudio detallado y conciso para capturar numerosos temas que han sido debatidos. Esto ayudará a establecer hechos declarativos sobre el trastorno (Cantor, 2004).

En este caso, el estudio debe consistir en identificar las posibles causas del trastorno y la tasa de prevalencia entre las víctimas. En particular, los pedófilos deben analizar su historial médico para considerar todos los posibles factores de la enfermedad.

En este caso, el estudio hará más hincapié en la conexión entre las disfunciones sexuales con los trastornos cerebrales. Además, el examen o estudio debe ser realizado por expertos médicos experimentados para evitar errores.

Además, es necesario identificar los posibles signos y síntomas del trastorno (Cantor, 2008). Para este caso, se utilizará una muestra tomada mediante técnica aleatoria o simplificada para producir resultados positivos.

Además, el estudio también debe contemplar medidas curativas y preventivas de la enfermedad (Carlson, 2010). En particular, investigaciones anteriores han revelado que la pedofilia no se puede curar.

Sin embargo, existen medidas terapéuticas que se pueden utilizar como la orientación sexual. En este caso, el estudio evaluará la efectividad de dichas terapias.

No hace falta decir que existen numerosos métodos de investigación que se pueden aplicar en el estudio. Los métodos sugeridos incluyen el uso de investigación cualitativa y cuantitativa para obtener hechos teóricos y numéricos.

Además, el estudio debe ser experimental e histórico al mismo tiempo para tener una conclusión clara de la relación entre la pedofilia y la función cerebral.

 

Referencias
Cantor, J. y otros (2004). Inteligencia, memoria y lateralidad en la pedofilia. Neuropsicología, 18(1):3–14.

Cantor, J. et al. (2008). Deficiencias de sustancia blanca cerebral en hombres pedófilos. Revista de Investigación Psiquiátrica, 42(1): 167–183.

Carlson, N. (2010). Fundamentos Carlson de la neurociencia del comportamiento. Nueva York: Pearson Education, Inc.

Schiffer, B. y Volaufen, C. (2011). Disfunciones ejecutivas en abusadores de niños pedófilos y no pedófilos. Revista de Medicina Sexual. 8(7): 17-43.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Marzo 9, 2023


 

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