Por algunos comentarios que he recibido, me parece necesario recalcar que apoyo a la gestión de Javier Milei, ya que considero que se trata de la última oportunidad de sobrevivir al cataclismo en que nos sumieron los veinte años de kirchnerismo, como nefasto corolario de una decadencia que arrastramos hace muchas décadas.
Sin embargo, y presumo que por la mucha edad que cargo a mis espaldas, no puedo convertirme por ello en un fanático tardío, incapaz de señalar errores de magnitud o privado de dar consejos que puedan molestar.
Aún con los lamentables antecedentes que registra Lijo, estoy más que dispuesto a escuchar las razones que esgrima Milei para justificar su pretensión de entronizarlo en la Corte; pero no a aceptar calladamente una decisión infundada que me resulta imposible entender desde la platea.
En el terreno institucional, creo que es una falta grave, por ejemplo, la inusitada importancia que está adquiriendo Karina Milei, Secretaria General de la Presidencia, y que la lleva a liderar una guerra no demasiado sorda con la Vicepresidente, Victoria Villarruel.
Y me hace ruido la forma en que el Presidente eyecta, literalmente, a sus funcionarios; debiera mejorar los modos y aprender de Winston Churchill cuando dijo: “A algunos no les gustó este estilo tan ceremonioso pero, después de todo, si uno tiene que matar a alguien no cuesta nada ser amable”.
Esos modos, además, podrían resultarle muy costosos porque, de seguir haciendo gala de tan malos modales, es altamente probable que los más experimentados y honestos candidatos, aptos para ocupar cargos en la administración, no acepten la invitación por el riesgo de maltrato que implica y, entonces, el Presidente deba conservar a los muchísimos quinta-columnistas que continúan haciendo de las suyas, escondidos en el enorme tejido estatal.
En otro orden de cosas, no deja de llamarme la atención, positivamente, el modo en que la sociedad se está comportando en un momento tan duro para la actividad económica, el empleo registrado y los salarios y jubilaciones.
Que todas las encuestas continúen dando cuenta del enorme apoyo que continúa registrando el Presidente, confirmando que la ciudadanía atribuye sus males, principalmente, a la herencia recibida; sin duda, contribuyen a esa atribución los permanentes hechos delictivos cometidos por los gangsters que lo precedieron y que, día a día, son descubiertos y expuestos a la luz pública.
Y la mejor prueba de ello es que Milei, Villarruel y Patricia Bullrich son las personalidades mejor calificadas, mientras que en el fondo de tabla chapalean Cristina Fernández, Axel Kiciloff, Sergio Massa y Máximo Kirchner.
Espero que, en las próximas semanas, se despeje el hoy tan convulsionado panorama financiero porque, de seguir así, habrán triunfado las interesadas huestes devaluadoras y los clubs del helicóptero que tanto proliferan en nuestra geografía política, y todo el esfuerzo realizado hasta aquí se habrá irremediablemente perdido.
Para finalizar, ratifico mi repugnancia ante la cobardía y la hipocresía de las que sigue haciendo gala la sociedad que me avergüenza integrar, esta vez expuesta a través de los diferentes bloques parlamentarios de la Cámara de Diputados, que expresaron su repudio a la visita que seis corajudos de sus colegas (ahora, una de ellos arrepentida) hicieron a los presos políticos en la cárcel de Ezeiza.
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Por algunos comentarios que he recibido, me parece necesario recalcar que apoyo a la gestión de Javier Milei, ya que considero que se trata de la última oportunidad de sobrevivir al cataclismo en que nos sumieron los veinte años de kirchnerismo, como nefasto corolario de una decadencia que arrastramos hace muchas décadas.
Aún con los lamentables antecedentes que registra Lijo, estoy más que dispuesto a escuchar las razones que esgrima Milei para justificar su pretensión de entronizarlo en la Corte; pero no a aceptar calladamente una decisión infundada que me resulta imposible entender desde la platea.
En el terreno institucional, creo que es una falta grave, por ejemplo, la inusitada importancia que está adquiriendo Karina Milei, Secretaria General de la Presidencia, y que la lleva a liderar una guerra no demasiado sorda con la Vicepresidente, Victoria Villarruel.
Y me hace ruido la forma en que el Presidente eyecta, literalmente, a sus funcionarios; debiera mejorar los modos y aprender de Winston Churchill cuando dijo: “A algunos no les gustó este estilo tan ceremonioso pero, después de todo, si uno tiene que matar a alguien no cuesta nada ser amable”.
Esos modos, además, podrían resultarle muy costosos porque, de seguir haciendo gala de tan malos modales, es altamente probable que los más experimentados y honestos candidatos, aptos para ocupar cargos en la administración, no acepten la invitación por el riesgo de maltrato que implica y, entonces, el Presidente deba conservar a los muchísimos quinta-columnistas que continúan haciendo de las suyas, escondidos en el enorme tejido estatal.
En otro orden de cosas, no deja de llamarme la atención, positivamente, el modo en que la sociedad se está comportando en un momento tan duro para la actividad económica, el empleo registrado y los salarios y jubilaciones.
Y la mejor prueba de ello es que Milei, Villarruel y Patricia Bullrich son las personalidades mejor calificadas, mientras que en el fondo de tabla chapalean Cristina Fernández, Axel Kiciloff, Sergio Massa y Máximo Kirchner.
Espero que, en las próximas semanas, se despeje el hoy tan convulsionado panorama financiero porque, de seguir así, habrán triunfado las interesadas huestes devaluadoras y los clubs del helicóptero que tanto proliferan en nuestra geografía política, y todo el esfuerzo realizado hasta aquí se habrá irremediablemente perdido.
Para finalizar, ratifico mi repugnancia ante la cobardía y la hipocresía de las que sigue haciendo gala la sociedad que me avergüenza integrar, esta vez expuesta a través de los diferentes bloques parlamentarios de la Cámara de Diputados, que expresaron su repudio a la visita que seis corajudos de sus colegas (ahora, una de ellos arrepentida) hicieron a los presos políticos en la cárcel de Ezeiza.
Hasta la próxima nota.
Un gran abrazo.
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
Tel. (+5411) ò (011) 4807 4401
Cel. en Argentina (+54911) o (15) 4473 4003
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Julio 22, 2024
Tags: Javier Milei, Karina Milei, Máximo Kirchner, Sergio MassaRelated Posts
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