A partir de las declaraciones del poderoso Senador Mariano Recalde, un kirchnerista de paladar negro, el trámite para la designación del impresentable Juez Ariel Lijo en la Corte Suprema parece haber entrado en el limbo.
Obviamente, el transitorio y declamado rechazo del sector fiel a Cristina Fernández a esa candidatura obedece a algunos factores, tales como la exigencia de Javier Milei para que sea simultánea con la aprobación del pliego de Manuel García-Mansilla, que produce urticaria en la piel de quienes levantan las banderas del libertinaje social por su acendrado catolicismo, y la pretensión de la viuda de Kirchner de ampliar el número de miembros del alto Tribunal.
La condenada por corrupción en una de las muchísimas causas en las que está procesada, se puso a hacer cuentas y descubrió dos cosas: que Lijo no es, en absoluto, confiable y que, aunque lo fuera y sumara su voto al de Ricardo Lorenzetti, otro que tampoco concita demasiada esperanza para el devenir futuro de sus padecimientos judiciales, a lo sumo lograría paralizar a la Corte con un empate, puesto que no parece probable que cambiaran de actitud Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz.
Entonces, aún se comprende menos la conducta de Milei en este asunto porque el costo político que ya ha asumido gratuitamente será enorme, cualquiera sea el desenlace final del intríngulis.
Otro aspecto de la realidad que genera inquietud proviene del mamarracho en que han transformado los bloques parlamentarios de La Libertad Avanza, tanto en el Congreso Nacional cuanto en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires.
La fulminante expulsión del Senador Francisco Paoltroni por manifestar su desacuerdo con la postulación de Lijo, se sumó a la payasada infame de los cuestionamientos a algunos diputados de esa bancada por visitar a los presos políticos militares en la cárcel de Ezeiza y a las peleas de conventillo que se dan, sin solución de continuidad, entre los miembros femeninos de las mismas.
En La Plata, quienes resultaron electos por las listas de Milei, en su enorme mayoría provenientes del massismo, suman habitualmente sus votos para aprobar las más inicuas leyes que propone el nefasto Gobernador, Axel Kiciloff, transformándose en claros quintacolumnistas de la gestión nacional, que lucha denodadamente contra la inflación, sancionando aumentos siderales en los impuestos inmobiliarios.
De todas maneras, y desde esta más que humilde tribuna, seguiré cuestionando todas y cada una de las decisiones de tinte autoritario que adopte el Presidente; el apoyo irrestricto que mantengo con respecto a su política económica, por mucho que a título personal me duela el ajuste que se ve obligado a practicar, no obsta, en modo alguno, a que me produzcan un profundo desagrado conductas que tanto se parecen, como reflejos invertidos, a las que critiqué sin tapujos en los dieciséis años del kirchnerismo en el poder.
Medidas como la “reglamentación” de la ley de acceso a la información, un verdadero muro de oscuridad que atenta contra la indispensable transparencia de la que debieran enorgullecerse quienes ejercen cargos públicos, o las despiadadas e injustas críticas a la prensa libre cuando ésta se limita a ejercer el rol que le impone la democracia republicana, y que llegan cotidianamente a la identificación concreta de aquellos analistas que se resisten a la obsecuencia, resultan absolutamente intolerables; ¿no repudió, acaso, la sociedad entera los afiches con las caras de los mismos periodistas con los que se empapelaron las paredes de Buenos Aires y a los cuales los chicos eran inducidos a escupir por el gobierno de entonces?
Así como tenemos que estar muy alertas para que la violencia no vuelva a ensangrentar nuestras calles, aunque ahora no provengan de los ancianos terroristas sino de las bandas internacionales del narcotráfico, debemos tener la misma actitud para poner el foco de luz sobre cualquier deriva autoritaria que intente la Casa Rosada, por mucho que estemos de acuerdo con las políticas económicas y agradezcamos a Milei, diariamente, haber tenido el indudable coraje de asumir la responsabilidad de torcer el rumbo suicida que escogimos hace tantas décadas.
Hasta la siguiente nota, si “las fuerzas del Cielo” me permiten escribirla el próximo sábado.
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Por Enrique Guillermo Avogadro.
A partir de las declaraciones del poderoso Senador Mariano Recalde, un kirchnerista de paladar negro, el trámite para la designación del impresentable Juez Ariel Lijo en la Corte Suprema parece haber entrado en el limbo.
Obviamente, el transitorio y declamado rechazo del sector fiel a Cristina Fernández a esa candidatura obedece a algunos factores, tales como la exigencia de Javier Milei para que sea simultánea con la aprobación del pliego de Manuel García-Mansilla, que produce urticaria en la piel de quienes levantan las banderas del libertinaje social por su acendrado catolicismo, y la pretensión de la viuda de Kirchner de ampliar el número de miembros del alto Tribunal.
La condenada por corrupción en una de las muchísimas causas en las que está procesada, se puso a hacer cuentas y descubrió dos cosas: que Lijo no es, en absoluto, confiable y que, aunque lo fuera y sumara su voto al de Ricardo Lorenzetti, otro que tampoco concita demasiada esperanza para el devenir futuro de sus padecimientos judiciales, a lo sumo lograría paralizar a la Corte con un empate, puesto que no parece probable que cambiaran de actitud Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz.
Entonces, aún se comprende menos la conducta de Milei en este asunto porque el costo político que ya ha asumido gratuitamente será enorme, cualquiera sea el desenlace final del intríngulis.
Otro aspecto de la realidad que genera inquietud proviene del mamarracho en que han transformado los bloques parlamentarios de La Libertad Avanza, tanto en el Congreso Nacional cuanto en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires.
La fulminante expulsión del Senador Francisco Paoltroni por manifestar su desacuerdo con la postulación de Lijo, se sumó a la payasada infame de los cuestionamientos a algunos diputados de esa bancada por visitar a los presos políticos militares en la cárcel de Ezeiza y a las peleas de conventillo que se dan, sin solución de continuidad, entre los miembros femeninos de las mismas.
En La Plata, quienes resultaron electos por las listas de Milei, en su enorme mayoría provenientes del massismo, suman habitualmente sus votos para aprobar las más inicuas leyes que propone el nefasto Gobernador, Axel Kiciloff, transformándose en claros quintacolumnistas de la gestión nacional, que lucha denodadamente contra la inflación, sancionando aumentos siderales en los impuestos inmobiliarios.
De todas maneras, y desde esta más que humilde tribuna, seguiré cuestionando todas y cada una de las decisiones de tinte autoritario que adopte el Presidente; el apoyo irrestricto que mantengo con respecto a su política económica, por mucho que a título personal me duela el ajuste que se ve obligado a practicar, no obsta, en modo alguno, a que me produzcan un profundo desagrado conductas que tanto se parecen, como reflejos invertidos, a las que critiqué sin tapujos en los dieciséis años del kirchnerismo en el poder.
Medidas como la “reglamentación” de la ley de acceso a la información, un verdadero muro de oscuridad que atenta contra la indispensable transparencia de la que debieran enorgullecerse quienes ejercen cargos públicos, o las despiadadas e injustas críticas a la prensa libre cuando ésta se limita a ejercer el rol que le impone la democracia republicana, y que llegan cotidianamente a la identificación concreta de aquellos analistas que se resisten a la obsecuencia, resultan absolutamente intolerables; ¿no repudió, acaso, la sociedad entera los afiches con las caras de los mismos periodistas con los que se empapelaron las paredes de Buenos Aires y a los cuales los chicos eran inducidos a escupir por el gobierno de entonces?
Así como tenemos que estar muy alertas para que la violencia no vuelva a ensangrentar nuestras calles, aunque ahora no provengan de los ancianos terroristas sino de las bandas internacionales del narcotráfico, debemos tener la misma actitud para poner el foco de luz sobre cualquier deriva autoritaria que intente la Casa Rosada, por mucho que estemos de acuerdo con las políticas económicas y agradezcamos a Milei, diariamente, haber tenido el indudable coraje de asumir la responsabilidad de torcer el rumbo suicida que escogimos hace tantas décadas.
Hasta la siguiente nota, si “las fuerzas del Cielo” me permiten escribirla el próximo sábado.
Un gran abrazo.
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
Tel. (+5411) ò (011) 4807 4401
Cel. en Argentina (+54911) o (15) 4473 4003
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Setiembre 9, 2024
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