Había una vez una de esas tardes de pesadilla que se topó con una madre que cerró la puerta de su vehículo -con las llaves en el contacto- y antes que pudiera recoger a su bebé del asiento trasero del vehículo, se encontró que sus puertas se blindaron atutomáticamente. Un trasporte de prisioneros que por allí pasaba se detuvo a socorrer a la madre en problemas. Antes de que la policía decidiera reventar los vidrios, la idea de una percha de metal y las artes manuales de los reclusos -utilizadas para el bien- solucionaron el inconveniente.
Había una vez una de esas tardes de pesadilla que se topó con una madre que cerró la puerta de su vehículo -con las llaves en el contacto- y antes que pudiera recoger a su bebé del asiento trasero del vehículo, se encontró que sus puertas se blindaron atutomáticamente. Un trasporte de prisioneros que por allí pasaba se detuvo a socorrer a la madre en problemas. Antes de que la policía decidiera reventar los vidrios, la idea de una percha de metal y las artes manuales de los reclusos -utilizadas para el bien- solucionaron el inconveniente.
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 18, 2019
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