En el día de ayer las agrupaciones que luchan por la verdad histórica completa y los derechos de los presos políticos de Argentina se reunieron con miembros de la Conferencia Episcopal Argentina.
Al finalizar las agrupaciones dejaron la siguiente Carta que fue firmada por representantes de todas las agrupaciones.
SER. Monseñor Oscar Ojea
Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina
PRESENTE
Con filial respeto nos dirigimos a VE y por su intermedio a todos los Obispos que integran la Conferencia Episcopal Argentina con el objeto de manifestar nuestra honda preocupación por la situación en que se encuentran cientos de presos políticos absolutamente olvidados de la sociedad argentina. Representamos a distintas entidades que desde hace años venimos denunciando la escandalosa persecución y venganza contra los acusados de crímenes llamados de “lesa humanidad”, por hechos ocurridos en la guerra desatada en los años setenta.
En varias ocasiones, ya sea en conjunto o separadamente nuestras entidades se han dirigido a VV.EE. para participarles de nuestros objetivos, con la convicción de coincidir en la urgente necesidad de actuar, haciendo frente a la verdadera debacle del orden jurídico que padece la Argentina.
Congregados en esta oportunidad, venimos a reiterar lo que hemos afirmado en todas nuestras manifestaciones públicas. Nos ha unido la inclaudicable responsabilidad que, como ciudadanos y abogados, debemos asumir frente al escándalo provocado por los múltiples fallos judiciales que, siguiendo los dictados del poder político, desencadenaron en el país una sistemática persecución contra los integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad que, en su mayoría, actuaron como jóvenes oficiales en aquella guerra, sujetos a las órdenes de sus mandos militares y a las instrucciones del gobierno civil de entonces.
No nos impulsó en esta difícil cruzada, la reivindicación del llamado proceso militar, sino la verificación de lo que hoy acontece, han desaparecido los derechos y garantías constitucionales, cuyo epicentro es el principio de legalidad, siendo sustituidos por una confusa, abstracta y sesgada “política de Derechos Humanos”, que todo lo autoriza. Contemplamos, con creciente alarma como la persecución política, a través de los tribunales, que se extendió con toda virulencia durante el gobierno anterior, contra cualquier ciudadano, militar o civil, a designio de ese poder, y hoy continúa sin que aparezca en el horizonte la necesaria voluntad política para poner fin a esta infamia.
Hace cuatro años, cuando la Argentina estaba gobernada por la tiranía que había avasallado todas las instituciones republicanas, como dirigentes de esta Asociación, peregrinamos a Roma para pedir especialmente por los presos políticos, y el Papa Francisco nos dijo “nos estamos ocupando”. Han pasado los años, cambió el gobierno y hay un nuevo gobierno, no obstante pareciera que el temor a la reacción de las organizaciones defensoras del terrorismo guerrillero, impide la difusión y adecuación a la verdad.
Los presos esperan actitudes de aliento por parte de sus Pastores. Aquí nos permitimos transcribir un párrafo de las palabras que dirigiera el Papa Francisco a los Obispos de Roma el pasado 8 de septiembre, que dijo: “Por eso el obispo nutre una compasión genuina por la multitud de hermanos que son como ovejas sin pastor (cf. Mc 6,34) y por los que, de diversas maneras, son descartados. Os pido que tengáis gestos y palabras de especial consuelo para aquellos que experimentan marginalidad y degrado; más que otros, necesitan percibir la predilección del Señor, de quien sois las manos bondadosas.”
Ha sido elocuente y enfático el ex presidente de la Corte Suprema de Justicia, Dr. Ricardo Lorenzetti en su libro “Derechos Humanos: justicia y reparación” en donde afirma que “los juicios de lesa humanidad forman parte del contrato social de los argentinos y constituyen una decisión colectiva, un consenso que va mas allá de cada dirigente, que no tiene dueño y que, nadie puede ya impedir”.para aseverar luego “ que no puede haber ley ni perdón para aquellos que cometieron delitos de lesa humanidad”. Estas afirmaciones emanadas nada menos de quien estaba en ejercicio de la Presidencia de la Corte, anticipan para quienes han sido fulminados con ese calificativo, una segura condena de por vida, una condena a muerte, a muerte lenta, además de constituir un grosero prejuzgamiento e incrementar el rencor entre los argentinos.
Eso es lo que está ocurriendo. Los acusados están sometidos a juicios aberrantes, en los que, los jueces, olvidando su deber de impartir justicia, violentando normas elementales del debido proceso, mantienen a estos hombres, de edad avanzada, durante largos años con prisiones preventivas largamente excedidas, o sin ellas, para luego condenarlos en la mayoría de los casos, a prisión perpetua, mediante sentencias inicuas, dictadas de antemano. Como consecuencia de este insoportable desvío de la administración de justicia, sustentada en el odio, la venganza y la utilidad política, nos encontramos hoy con más de 2000 presos políticos y cuatrocientos sesenta muertos en cautiverio, rubro que aumenta en progresión geométrica debido a la edad de los presos. Las cárceles no estan previstas para mayores de 50 años. Los únicos presos en la argentina que superan los 65 años son los presos políticos.
Se trata sin duda de presos políticos, por cuanto su persecución y encierro obedece a un designio político, llevado a la práctica con la necesaria complicidad de legisladores obsecuentes que votaron la anulación de las leyes llamadas de punto final y obediencia de vida, que en su momento revistieron el carácter de verdaderas leyes de amnistía, y con la participación sumisa de la Corte Suprema de Justicia designada por Kirchner, que olvidando su primordial deber de control de legalidad, avaló esas nulidades mediante fallos inicuos, cometiendo uno de los más groseros prevaricatos de nuestra historia judicial.
Nos permitimos reproducir un párrafo, por demás elocuente, de la carta del Señor Obispo Castrense, Monseñor Olivera, publicada recientemente en el diario La Nación que dice: “En este primer año de labor pastoral, he observado cómo, embanderados en derechos del pasado, se cometen hoy graves, intolerables e injustificables injusticias. Aunque nos cueste escucharlo o suponga algún dolor de cabeza, la situación de muchos detenidos por delitos de lesa humanidad es una vergüenza para la república: una discriminación nunca vista en democracia, llevada a cabo especialmente por algunos miembros del Poder Judicial, con el silencio cómplice de algunos de los miembros de otros poderes y de buena parte de la dirigencia nacional. Veo también silenciados los sufrimientos de tantas víctimas de violencia en nuestra patria perpetrados en tiempos de democracia equiparándolos a otras impunidades presentes. Otra deuda a saldar”.(sic).
Esta enorme corrupción de la justicia y de la dirigencia está en sintonía con el formidable avance de una verdadera revolución cultural que, aunque iniciada antes de ahora, ha cobrado en estos últimos tiempos una inusitada gravedad, con la promoción de leyes inicuas afectando severamente el orden social y especialmente la institución de la familia, a lo que se suma un hostigamiento a la Iglesia Católica, cuya influencia y ascendiente en la sociedad argentina se intenta reducir a la mínima expresión.
En suma, frente a la degradación, violencia, división y odio propugnada por los impulsores de estas persecuciones, urge llamar a la concordia entre los argentinos, bregar por el restablecimiento de un orden justo, con plena vigencia del estado de derecho, y alentar una generosa amnistía. Son premisas indispensables para la reconstrucción de la Republica. En este orden, estamos seguros que los Señores Obispos deben ejercer su insustituible autoridad moral, iluminando a la sociedad argentina, con la doctrina de la justicia y el perdón que emanan del Evangelio.
Saludamos a los señores Obispos con filial estima en Cristo Nuestro Señor
Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia. Alberto Solanet, Presidente- Carlos Bosch Secretario
Por AFAVITA (Asociación Familiares y Amigos de Victímas del terrorismo)
Sra. Silvia Ibarzábal
Por AFYAPPA (Asociación Familiares y Amigos de Presos Políticos de Argentina)
Sra. María Cecilia Pando
Por CES (Centro de Estudios Salta)
Sra. María Guadalupe Jones
Por Hijos y Nietos de Presos Políticos
Sra. Irene Barreiro.
Por La Fuerza de los Dignos
Sra. María Jose López
Por Colectivo por los Derechos de Personas Privadas de Su Libertad
Sra. María Elena García.
Por Asociación de Abogados Defensores de Latinoamérica.
En el día de ayer las agrupaciones que luchan por la verdad histórica completa y los derechos de los presos políticos de Argentina se reunieron con miembros de la Conferencia Episcopal Argentina.
Al finalizar las agrupaciones dejaron la siguiente Carta que fue firmada por representantes de todas las agrupaciones.
SER. Monseñor Oscar Ojea
Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina
PRESENTE
Con filial respeto nos dirigimos a VE y por su intermedio a todos los Obispos que integran la Conferencia Episcopal Argentina con el objeto de manifestar nuestra honda preocupación por la situación en que se encuentran cientos de presos políticos absolutamente olvidados de la sociedad argentina. Representamos a distintas entidades que desde hace años venimos denunciando la escandalosa persecución y venganza contra los acusados de crímenes llamados de “lesa humanidad”, por hechos ocurridos en la guerra desatada en los años setenta.
En varias ocasiones, ya sea en conjunto o separadamente nuestras entidades se han dirigido a VV.EE. para participarles de nuestros objetivos, con la convicción de coincidir en la urgente necesidad de actuar, haciendo frente a la verdadera debacle del orden jurídico que padece la Argentina.
Congregados en esta oportunidad, venimos a reiterar lo que hemos afirmado en todas nuestras manifestaciones públicas. Nos ha unido la inclaudicable responsabilidad que, como ciudadanos y abogados, debemos asumir frente al escándalo provocado por los múltiples fallos judiciales que, siguiendo los dictados del poder político, desencadenaron en el país una sistemática persecución contra los integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad que, en su mayoría, actuaron como jóvenes oficiales en aquella guerra, sujetos a las órdenes de sus mandos militares y a las instrucciones del gobierno civil de entonces.
No nos impulsó en esta difícil cruzada, la reivindicación del llamado proceso militar, sino la verificación de lo que hoy acontece, han desaparecido los derechos y garantías constitucionales, cuyo epicentro es el principio de legalidad, siendo sustituidos por una confusa, abstracta y sesgada “política de Derechos Humanos”, que todo lo autoriza. Contemplamos, con creciente alarma como la persecución política, a través de los tribunales, que se extendió con toda virulencia durante el gobierno anterior, contra cualquier ciudadano, militar o civil, a designio de ese poder, y hoy continúa sin que aparezca en el horizonte la necesaria voluntad política para poner fin a esta infamia.
Hace cuatro años, cuando la Argentina estaba gobernada por la tiranía que había avasallado todas las instituciones republicanas, como dirigentes de esta Asociación, peregrinamos a Roma para pedir especialmente por los presos políticos, y el Papa Francisco nos dijo “nos estamos ocupando”. Han pasado los años, cambió el gobierno y hay un nuevo gobierno, no obstante pareciera que el temor a la reacción de las organizaciones defensoras del terrorismo guerrillero, impide la difusión y adecuación a la verdad.
Los presos esperan actitudes de aliento por parte de sus Pastores. Aquí nos permitimos transcribir un párrafo de las palabras que dirigiera el Papa Francisco a los Obispos de Roma el pasado 8 de septiembre, que dijo: “Por eso el obispo nutre una compasión genuina por la multitud de hermanos que son como ovejas sin pastor (cf. Mc 6,34) y por los que, de diversas maneras, son descartados. Os pido que tengáis gestos y palabras de especial consuelo para aquellos que experimentan marginalidad y degrado; más que otros, necesitan percibir la predilección del Señor, de quien sois las manos bondadosas.”
Ha sido elocuente y enfático el ex presidente de la Corte Suprema de Justicia, Dr. Ricardo Lorenzetti en su libro “Derechos Humanos: justicia y reparación” en donde afirma que “los juicios de lesa humanidad forman parte del contrato social de los argentinos y constituyen una decisión colectiva, un consenso que va mas allá de cada dirigente, que no tiene dueño y que, nadie puede ya impedir”.para aseverar luego “ que no puede haber ley ni perdón para aquellos que cometieron delitos de lesa humanidad”. Estas afirmaciones emanadas nada menos de quien estaba en ejercicio de la Presidencia de la Corte, anticipan para quienes han sido fulminados con ese calificativo, una segura condena de por vida, una condena a muerte, a muerte lenta, además de constituir un grosero prejuzgamiento e incrementar el rencor entre los argentinos.
Eso es lo que está ocurriendo. Los acusados están sometidos a juicios aberrantes, en los que, los jueces, olvidando su deber de impartir justicia, violentando normas elementales del debido proceso, mantienen a estos hombres, de edad avanzada, durante largos años con prisiones preventivas largamente excedidas, o sin ellas, para luego condenarlos en la mayoría de los casos, a prisión perpetua, mediante sentencias inicuas, dictadas de antemano. Como consecuencia de este insoportable desvío de la administración de justicia, sustentada en el odio, la venganza y la utilidad política, nos encontramos hoy con más de 2000 presos políticos y cuatrocientos sesenta muertos en cautiverio, rubro que aumenta en progresión geométrica debido a la edad de los presos. Las cárceles no estan previstas para mayores de 50 años. Los únicos presos en la argentina que superan los 65 años son los presos políticos.
Se trata sin duda de presos políticos, por cuanto su persecución y encierro obedece a un designio político, llevado a la práctica con la necesaria complicidad de legisladores obsecuentes que votaron la anulación de las leyes llamadas de punto final y obediencia de vida, que en su momento revistieron el carácter de verdaderas leyes de amnistía, y con la participación sumisa de la Corte Suprema de Justicia designada por Kirchner, que olvidando su primordial deber de control de legalidad, avaló esas nulidades mediante fallos inicuos, cometiendo uno de los más groseros prevaricatos de nuestra historia judicial.
Nos permitimos reproducir un párrafo, por demás elocuente, de la carta del Señor Obispo Castrense, Monseñor Olivera, publicada recientemente en el diario La Nación que dice: “En este primer año de labor pastoral, he observado cómo, embanderados en derechos del pasado, se cometen hoy graves, intolerables e injustificables injusticias. Aunque nos cueste escucharlo o suponga algún dolor de cabeza, la situación de muchos detenidos por delitos de lesa humanidad es una vergüenza para la república: una discriminación nunca vista en democracia, llevada a cabo especialmente por algunos miembros del Poder Judicial, con el silencio cómplice de algunos de los miembros de otros poderes y de buena parte de la dirigencia nacional. Veo también silenciados los sufrimientos de tantas víctimas de violencia en nuestra patria perpetrados en tiempos de democracia equiparándolos a otras impunidades presentes. Otra deuda a saldar”.(sic).
Esta enorme corrupción de la justicia y de la dirigencia está en sintonía con el formidable avance de una verdadera revolución cultural que, aunque iniciada antes de ahora, ha cobrado en estos últimos tiempos una inusitada gravedad, con la promoción de leyes inicuas afectando severamente el orden social y especialmente la institución de la familia, a lo que se suma un hostigamiento a la Iglesia Católica, cuya influencia y ascendiente en la sociedad argentina se intenta reducir a la mínima expresión.
En suma, frente a la degradación, violencia, división y odio propugnada por los impulsores de estas persecuciones, urge llamar a la concordia entre los argentinos, bregar por el restablecimiento de un orden justo, con plena vigencia del estado de derecho, y alentar una generosa amnistía. Son premisas indispensables para la reconstrucción de la Republica. En este orden, estamos seguros que los Señores Obispos deben ejercer su insustituible autoridad moral, iluminando a la sociedad argentina, con la doctrina de la justicia y el perdón que emanan del Evangelio.
Saludamos a los señores Obispos con filial estima en Cristo Nuestro Señor
Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia. Alberto Solanet, Presidente- Carlos Bosch Secretario
Por AFAVITA (Asociación Familiares y Amigos de Victímas del terrorismo)
Sra. Silvia Ibarzábal
Por AFYAPPA (Asociación Familiares y Amigos de Presos Políticos de Argentina)
Sra. María Cecilia Pando
Por CES (Centro de Estudios Salta)
Sra. María Guadalupe Jones
Por Hijos y Nietos de Presos Políticos
Sra. Irene Barreiro.
Por La Fuerza de los Dignos
Sra. María Jose López
Por Colectivo por los Derechos de Personas Privadas de Su Libertad
Sra. María Elena García.
Por Asociación de Abogados Defensores de Latinoamérica.
Dr. Guillermo Jesús Fanego.
Por la Unión de Promociones
Cnl Guillermo Cesar Viola
Por la Unión de Promociones Navales
Cap. de Corbeta Raul Laterrade
Envío y colaboración: DRA. ANDREA PALOMAS ALARCÓN
PrisioneroEnargentina.com
Septiembre 20, 2018
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