Con el aumento de los ataques de ballenas, el aumento de las temperaturas de la superficie del mar y las controversias en torno a la minería de los fondos marinos, la importancia de los datos oceánicos y los conocimientos sobre nuestros entornos oceánicos dinámicos se han vuelto más críticos que nunca. Los científicos han soñado durante mucho tiempo con utilizar flotadores perfiladores (vehículos submarinos autónomos que recopilan datos oceanográficos) para realizar investigaciones para aplicaciones tan diversas como el monitoreo de paisajes sonoros, la predicción de huracanes y el mapeo del fondo marino.
La empresa Seatrec, con sede en California, ha creado unos robots submarinos, denominados ‘infiniTE’, que mapean el fondo oceánico cerca de Hawái 3 veces al día y podrían hacerlo de forma indefinida. Estos robots, que utilizan tecnología desarrollada por la NASA para recargar sus baterías sin intervención humana, han realizado, hasta este viernes, la exploración de una vasta franja oceánica, creando más de 660 perfiles del subsuelo marino a una profundidad de 1.000 metros.
Según la empresa, los datos obtenidos por los sensores permiten comprender mejor los procesos oceánicos que influyen en la intensidad de los huracanes, la determinación de la profundidad y la forma del fondo oceánico, así como el monitoreo de los sonidos producidos por la comunicación de los mamíferos marinos.
El fundador y director ejecutivo de Seatrec, Yi Chao, se dedicó a los estudios oceánicos en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA. “Pasé los primeros 15 años en el JPL estudiando el océano desde el espacio”, comentó. Durante su trabajo comprendió lo difícil y costoso que resulta mantener el amplio sistema de robots submarinos que funcionan con baterías.
Los sensores submarinos no pueden depender de la energía renovable disponible en la superficie procedente del sol, el viento y las olas. “Realmente tuve la oportunidad de conocer los desafíos de la robótica submarina, y especialmente de la energía, y me decidí por este cuello de botella en particular que quiero abordar”, señaló Chao.
El sistema de Seatrec utiliza tecnología creada en el JPL para obtener energía mientras los drones están en el mar. El sistema robótico submarino con sensores tiene integrado un módulo de potencia, denominado ‘SL1’, que utiliza materiales que cambian de volumen al pasar del estado sólido al líquido por los cambios de temperaturas que experimentan las aguas del océano.
Este material, a base de parafina, tiene un punto de fusión de aproximadamente 10 ºC. Dado que la temperatura media del océano es de 4,4 ºC y en su superficie llega a 21,1 ºC, esa variación térmica es suficiente para provocar el cambio de estado.
Cuando el robot se sumerge en el océano, el agua circundante congela el material y este se expande. La energía cinética de esta expansión de volumen hace girar un motor, generando la electricidad que recarga la batería. Una vez que el robot sale a la superficie, el material se derrite nuevamente, lo que permite que el proceso se repita indefinidamente.
Aproximadamente el 80% del fondo oceánico del mundo permanece inexplorado, lo que significa que este nuevo sistema de energía podría permitir a los drones autónomos trazar vastas áreas nunca antes estudiadas. “En cualquier lugar donde haya una diferencia de temperatura, podemos convertirla en electricidad”, subrayó Chao.
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Con el aumento de los ataques de ballenas, el aumento de las temperaturas de la superficie del mar y las controversias en torno a la minería de los fondos marinos, la importancia de los datos oceánicos y los conocimientos sobre nuestros entornos oceánicos dinámicos se han vuelto más críticos que nunca. Los científicos han soñado durante mucho tiempo con utilizar flotadores perfiladores (vehículos submarinos autónomos que recopilan datos oceanográficos) para realizar investigaciones para aplicaciones tan diversas como el monitoreo de paisajes sonoros, la predicción de huracanes y el mapeo del fondo marino.
La empresa Seatrec, con sede en California, ha creado unos robots submarinos, denominados ‘infiniTE’, que mapean el fondo oceánico cerca de Hawái 3 veces al día y podrían hacerlo de forma indefinida. Estos robots, que utilizan tecnología desarrollada por la NASA para recargar sus baterías sin intervención humana, han realizado, hasta este viernes, la exploración de una vasta franja oceánica, creando más de 660 perfiles del subsuelo marino a una profundidad de 1.000 metros.
Según la empresa, los datos obtenidos por los sensores permiten comprender mejor los procesos oceánicos que influyen en la intensidad de los huracanes, la determinación de la profundidad y la forma del fondo oceánico, así como el monitoreo de los sonidos producidos por la comunicación de los mamíferos marinos.
El fundador y director ejecutivo de Seatrec, Yi Chao, se dedicó a los estudios oceánicos en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA. “Pasé los primeros 15 años en el JPL estudiando el océano desde el espacio”, comentó. Durante su trabajo comprendió lo difícil y costoso que resulta mantener el amplio sistema de robots submarinos que funcionan con baterías.
Los sensores submarinos no pueden depender de la energía renovable disponible en la superficie procedente del sol, el viento y las olas. “Realmente tuve la oportunidad de conocer los desafíos de la robótica submarina, y especialmente de la energía, y me decidí por este cuello de botella en particular que quiero abordar”, señaló Chao.
El sistema de Seatrec utiliza tecnología creada en el JPL para obtener energía mientras los drones están en el mar. El sistema robótico submarino con sensores tiene integrado un módulo de potencia, denominado ‘SL1’, que utiliza materiales que cambian de volumen al pasar del estado sólido al líquido por los cambios de temperaturas que experimentan las aguas del océano.
Este material, a base de parafina, tiene un punto de fusión de aproximadamente 10 ºC. Dado que la temperatura media del océano es de 4,4 ºC y en su superficie llega a 21,1 ºC, esa variación térmica es suficiente para provocar el cambio de estado.
Cuando el robot se sumerge en el océano, el agua circundante congela el material y este se expande. La energía cinética de esta expansión de volumen hace girar un motor, generando la electricidad que recarga la batería. Una vez que el robot sale a la superficie, el material se derrite nuevamente, lo que permite que el proceso se repita indefinidamente.
Aproximadamente el 80% del fondo oceánico del mundo permanece inexplorado, lo que significa que este nuevo sistema de energía podría permitir a los drones autónomos trazar vastas áreas nunca antes estudiadas. “En cualquier lugar donde haya una diferencia de temperatura, podemos convertirla en electricidad”, subrayó Chao.
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 30, 2024
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